Filosofía en español 
Filosofía en español


Agustín Calmet

Sabio benedictino, uno de los más célebres exégetas del siglo pasado. Nació en 26 de Febrero de 1672, y sintiéndose llamado al estado eclesiástico hizo sus estudios en el priorato de Breuil, y poco después tomó el hábito en la abadía de San Mansueto, cerca de la ciudad de Toul, en Lorena, desde la cual pasó a varias casas de la orden a continuar sus estudios. Sobresalió principalmente en las lenguas griega y hebrea, con la cual se preparó para el estudio de las Santas Escrituras, en las cuales hizo tan rápidos progresos que bien pronto los pudo explicar a sus hermanos en la abadía de Moyen-Montier. Pocos años después obtuvo la abadía de Munster, en la cual formó una academia de diez religiosos ocupados únicamente en el estudio de los Libros Santos, con lo cual pudo reunir los grandes materiales que necesitó para sus obras. En 1718 fue nombrado abad de San Leopoldo de Nancy, y en 1728 abad de Senones. El Papa Benedicto XIV le ofreció un Obispado in partibus con la facultad de ejercer las funciones episcopales en los lugares de su provincia, exento de los ordinarios, pero Calmet renunció humildemente a pesar de las instancias que se le hicieron, por lo cual mereció un breve laudatorio del Papa manifestándole el mayor aprecio, y más tarde le regaló un ejemplar de todas las obras que el mismo Papa había escrito. Calmet vivió en Senones hasta el 25 de Octubre de 1757, en que murió a la edad de 85 años.

Dejó numerosas obras muy apreciadas, a pesar de que no carecen de algunos defectos. Las principales son: Comentario literal sobre todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, que escribió primero en francés y fue traducido al latín por el célebre Mansi, de la Congregación de los Clérigos regulares de la Madre de Dios. Esta obra, sin embargo, excitó las críticas, no solamente de los protestantes sino también de muchos católicos, tal vez con más acritud que la debida. Pero en general esta obra bíblica, del todo nueva en su género, fue acogida con grande favor y se le tributaron muchas alabanzas.

Aparte trató en diez Disertaciones puntos especiales que le parecieron necesitar aclaraciones más explícitas, y dichas disertaciones fueron impresas por separado, con muchas notas y aclaraciones. En ellas trata muchas cuestiones que pueden servir de prolegómenos a la Sagrada Escritura, y es sin duda la mejor de sus obras, como lo prueban las numerosas ediciones que de ellas se hicieron, y al haber sido traducidas a diversas lenguas. Algunos críticos dicen que Calmet se muestra en esta obra algo difuso e incorrecto, acumulando hechos sin bastante orden, pero no puede negarse que están llenas de una erudición inmensa.

A ella siguió, como su complemento en cierto modo, el Diccionario histórico, crítico, cronológico y literal de la Biblia, que algunos aprecian como la mejor de sus obras, aunque otros han notado que incurre muchas veces en faltas de exactitud y de crítica. El mismo Calmet confiesa en el prefacio de esta obra, que debe ser mirada como un suplemento de sus comentarios.

Escribió además la Historia del Antiguo y Nuevo Testamento y de los judíos para servir de introducción a la Historia eclesiástica del abad Fleuri, la cual fue traducida en español con este mismo título por el P. Fray Miguel Martínez de Virgala en 1789.

Estas son las obras más importantes de Calmet, pero no las únicas, pues publicó otras muchas aunque menos conocidas.

En una palabra, el sabio Agustín Calmet fue un exégeta notable y uno de los escritores más fecundos y eruditos del siglo pasado. Seguramente no merece la indiferencia con que le tratan algunos escritores alemanes, y a pesar de los ligeros defectos de sus obras siempre serán miradas por los estudiosos como utilísimas, eruditas y dignas de ser consultadas por el teólogo y el expositor de los Libros Sagrados.

Perujo.