Filosofía en español 
Filosofía en español


Chismes

Así se llaman los avisos falsos y malévolos que se dan a los dueños, sin otro fundamento que las envidias y emulaciones de que abundan algunas infelices casas y familias, por lo cual nunca llegan a tener paz cristiana y verdadera.

Siete cosas aborrece, y la séptima es detestable y abominable para su Divina Majestad, dice el sabio: la primera, son los ojos altaneros: la segunda, la lengua mentirosa: la tercera, las manos vengativas: la cuarta, el corazón fabricador de pensamientos pésimos: la quinta, los pies veloces para el mal: la sexta, el testigo falso: la séptima, el que siembra discordias entre los que viven en paz. (Prov. VI, 16).

Esta séptima perversa condición, es la que sobre todas aborrece Dios: Septimum detestatur anima ejus; porque el malévolo chismoso que siembra cizañas y discordias en una familia que vive en sana paz, es el hombre enemigo, de quien dice el Santo Evangelio, que durmiendo los guardas y centinelas, confundió la buena semilla del grano puro, y causó tanto daño, que no pudo remediarse en mucho tiempo. (Matt. XIII, 18).

Con esta misteriosa parábola despierta el Señor a los padres de familia, para que vivan desvelados y cuidadosos, no sea que el demonio, enemigo de paz, introduzca en sus casas la maldita cizaña de la discordia, que es el origen de divisiones, combates, disturbios, y de muchas pesadumbres, como dice el Sabio.

Las emulaciones envidiosas son duras y fuertes, como el mismo infierno, según la sentencia del Sabio: Dura sicut infernus æmulatio; y ya se sabe que en el infierno no hay sosiego, ni quietud, ni orden, ni concierto, ni paz, ni caridad, sino confusión y horror sempiterno. Así se ponen las casas infelices, donde prevalecen las emulaciones, envidias y chismes.

Son malignantes los chismosos, y se buscan su misma perdición y fatal exterminio, dice David (Psalm. XXXVIII, 8). Se les come la envidia el corazón, y llevan podridos sus huesos: nada remedian, todo lo conturban, y a la casa que debe ser de Dios, la hacen como casa del infierno, donde no hay sosiego ni quietud.

El Apóstol San Pablo, dice, que la perfecta caridad no tiene emulación: Charitas non æmulatur. De lo cual se infiere que las personas malignantes que inquietan y perturban las casas y familias con envidiosas emulaciones y perniciosos chismes, no tienen Dios, ni caridad, ni temor santo, sino que están llenas de feísimos vicios, y son causa de muchísimos pecados.

P. A. A.