Filosofía en español 
Filosofía en español


Blas Pascal

Este filósofo, o mejor dicho, este escritor filosófico, más afamado por sus polémicas teológicas que por sus escritos de filosofía, nació en Clermont, en el año de 1623, y manifestó desde la niñez una precocidad y una penetración de ingenio excepcionales. Dícese que a los 12 años descubrió por sí solo y sin ayuda de maestro, hasta la proposición treinta y dos de Euclides, y a los 16 escribió acerca de las secciones cónicas, un tratado que llamó la atención de los más ilustres matemáticos de la época. Inventó una máquina aritmética, hizo varios experimentos y observaciones concernientes a las ciencias físicas, y principalmente acerca del peso del aire y el equilibrio de los líquidos, y escribió tratados especiales sobre estas materias, contribuyendo así a los progresos de las ciencias físicas y matemáticas.

A consecuencia de un incidente de familia, acentuóse en Pascal el sentimiento ascético, y se dedicó a los estudios religiosos y teológicos. Desgraciadamente entró en relaciones con los jansenistas, tomó partido por ellos y se estableció en las cercanías del famoso monasterio de Port-Royal, dirigido por la hermana de Arnauld, en donde profesó también una de las hermanas de nuestro filósofo. Fruto de sus ideas y pasiones jansenistas fueron sus famosas Cartas Provinciales, cuyas bellezas de estilo se hallan desvirtuadas por la heterodoxia de las ideas, y sobre todo por las calumnias, contradicciones y falsedades de todo género que contienen.

La obra principal de Pascal como filósofo, es la que conocemos con el título de Pensamientos, los cuales son en realidad y deben considerarse como reflexiones sueltas y apuntamientos para escribir una apología del cristianismo, idea que por desgracia no pudo llevar a cabo Pascal por haberle sorprendido antes la muerte, cuando no contaba todavía 40 años de vida. Aunque alguien dijo que Pascal se había reconciliado con la Iglesia antes de morir, la verdad es que nada hay que abone esta opinión, y que al autor de las Provinciales se le puede aplicar, por desgracia, aquella palabra de San Jerónimo: Nihil aliud dico quam ecclesiae hominem non fuisse.{1}

Como escritor filosófico, Pascal es a la vez un filósofo cristiano y un filósofo escéptico-místico o sentimentalista. Pascal enseña repetidas veces, y de una manera terminante, que la filosofía no debe marchar con independencia y separación de la revelación divina y de la teología, sino que necesita de éstas y es completada y perfeccionada por la fe. La razón humana sería mucho más débil e impotente para alcanzar la verdad, si no recibiera auxilio, vigor y fuerza de la fe o del orden sobrenatural. El mayor engaño o error de la razón del hombre y la señal más patente de su debilidad, es negar y desconocer que hay una infinidad de cosas que sobrepujan su capacidad y sus fuerzas propias. La religión cristiana es eminentemente racional, y se apodera de nuestro espíritu por medio de razones, así como se apodera de nuestro corazón por medio de la gracia, la cual es en el orden práctico lo que la fe y el dogma son en el orden intelectual. La gracia eleva y perfecciona la voluntad y el orden moral humano, a la vez que la fe eleva y perfecciona la razón humana y el orden racional o científico. Los dogmas cristianos, aunque son superiores, no son contrarios a la razón, y en su mayor parte derraman viva luz sobre los problemas científicos. Tal acontece con el del pecado original, sin el cual el hombre sería un misterio incomprensible.

Al lado de esta dirección esencialmente cristiana, obsérvase en Pascal una dirección escéptica con matices sentimentalistas. Sin ser un escéptico en el sentido propio de la palabra, toda vez que reconoce en la razón la fuerza y la realidad de la certeza y de la verdad, Pascal se complace con frecuencia en poner en parangón la grandeza y la pequeñez de la razón humana; insiste sobre las sombras y dudas que afectan su marcha a través de la especulación y de la ciencia; pone de relieve sus errores y extravíos casi inevitables, dada la influencia y las ilusiones de los sentidos, de la imaginación y de las pasiones; busca la verdad en el sentimiento o corazón, al cual atribuye el conocimiento de los primeros principios, y hasta concluye y afirma que el corazón y el instinto son superiores a la razón, a la cual sirven de base y apoyo en el conocimiento de la verdad.

En conformidad con estas ideas, Pascal critica y desvirtúa una gran parte de las afirmaciones de los dogmáticos, sin excluir las pruebas físicas y metafísicas de la existencia de Dios, pero no niega la posibilidad ni la existencia de la verdad y de la certeza en el hombre, bien que atribuyendo especial influencia sobre la última al sentimiento y al corazón. Por eso dice que “la naturaleza confunde a los pirrónicos y la razón a los dogmáticos”. Es indudable que en ocasiones exagera la impotencia e inutilidad de la filosofía, o al menos que su palabra va más lejos que su pensamiento. Cuando escribía que la verdadera filosofía consiste en burlarse de ella, esta frase no era expresión genuina de su pensamiento, sino de su carácter apasionado y de su temperamento melancólico, a cuya inspiración momentánea obedecía también cuando dijo que toda la filosofía no merece una hora de trabajo.

Arrastrado por estas ideas, y seducido en cierto modo por sus aficiones, o digamos mejor, por su pasión escéptica, el autor de los Pensamientos se expresa alguna vez como pudiera hacerlo un partidario decidido del pirronismo. Sólo así se comprenden y explican sus palabras, cuando, no contento con afirmar que el hombre no conoce la existencia ni la naturaleza de Dios, proclama hasta la incapacidad absoluta de la razón humana para esto.

Afortunadamente Pascal modera en otros lugares estos apasionamientos escépticos, y enseña prácticamente que el hombre es una débil caña de la naturaleza, pero es una caña que piensa, y que este pensamiento constituye toda nuestra dignidad y hasta nuestra perfección principal, que consiste en la facultad que caracteriza al hombre individual y colectivo, desde el punto de vista del progreso, en la facultad de perfeccionarse más y más entrando en posesión de nuevas ciencias y nuevas verdades.

El Cardenal González, Historia de la Filosofía.

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{1} Pascal murió como verdadero jansenista y sin reconocer la autoridad del Sumo Pontífice. Poco antes de morir decía a uno de sus amigos: “Se me ha preguntado si me arrepiento de haber escrito las Provinciales, y respondo desde luego que, lejos de arrepentirme, les daría un carácter más fuerte todavía si tuviera que escribirlas ahora.” Sabido es que las tres primeras contienen errores dogmáticos condenados por la Iglesia. Las quince siguientes tienen por objeto principal la crítica de la moral de los jesuitas, y su título verdadero y completo es: Provinciales ou lettres écrites par Louis de Montalte à un provincial de ses amis et aux RR. PP. Jesuites sur la morale et la politique de ces Pères.