Filosofía en español 
Filosofía en español


Francisco Suárez

Francisco Suárez, nacido en Granada en 1548, entró en la Compañía de Jesús en 1564, impulsado y atraído especialmente por la palabra del célebre jesuita Ramerio. Dícese que al principio de sus estudios filosóficos, lejos de sobresalir entre sus condiscípulos, solo descubría mediano ingenio, hasta el punto de suplicar a sus superiores que le permitiesen abandonar esta clase de estudios, en que a su juicio perdía el tiempo y las fuerzas. Estos no solo le animaron a perseverar, sino que uno de ellos le pronosticó la gloria que a la Iglesia y a la Compañía había de resultar de sus estudios y trabajos literarios. Su inteligencia pareció despertarse entonces súbitamente, y avanzó a pasos agigantados en el camino de la ciencia. Esta anécdota hace recordar involuntariamente lo que se cuenta de Alberto Magno.

Después de haber enseñado en Segovia, Roma, Salamanca y Alcalá, Suarez fue enviado a la Universidad de Coimbra por Felipe II, en donde adquirió fama europea, y en donde escribió la mayor parte del prodigioso número de obras teológicas, polémicas y filosóficas, que le han dado renombre inmortal en la república de las letras.

Los sabios todos de su siglo le colmaron de merecidos elogios, y el Papa Paulo V le escribió más de una vez aprobando sus trabajos y dándole el epíteto de Doctor Eximius. Nadie ignora tampoco que el célebre jesuita no fue menos recomendable por sus virtudes que por sus obras: hombre de altísima contemplación, se dice que a ejemplo de Santo Tomás, buscaba en la oración la luz de la inteligencia y la solución de las dificultades. Murió como había vivido, es decir, con la muerte de los justos, en 1617, a los 70 años de edad. Su obra Methaphisicarum disputationum, revela acaso más que ninguna otra todo el poder de su inteligencia; y bastaría por sí sola para probar que en orden a las ciencias metafísicas, la filosofía escolástica, y con especialidad la de Santo Tomás, nada tiene que envidiar a la filosofía moderna.

A pesar de sus extensos y vastos conocimientos, y de ser el escritor más fecundo de los tiempos modernos, pues sus obras forman veintitrés volúmenes en folio, el Parlamento cesarista de París las prohibió en Francia con el deliberado propósito de ahogar toda discusión sobre lo temporal de los Reyes, pues prevalecía en las escuelas la opinión de que el Papa goza un derecho de coerción sobre los príncipes temporales.

Se echa en cara a Suarez de ser defensor del regicidio. No es exacto: he aquí lo que decía Suarez, según lo nota del cardenal Hergenröether.

“Respecto de un tirano, que sea al mismo tiempo usurpador de la corona, y por consecuencia ilegítimo, sentó Francisco Suarez la doctrina de que, en el caso de no existir otro medio, y siempre que las consecuencias no sean peores que la tiranía misma, es lícito emplear la fuerza para deshacerse del tirano, llenándose para ello las condiciones de una guerra justa. En general, los escritores de la Compañía de Jesús estaban de acuerdo en los puntos siguientes: 1.º No es lícito quitar la vida a un Príncipe legítimo, aunque oprima a su pueblo y le tiranice. 2.º Tampoco es lícito dar muerte a un usurpador, desde el momento en que se halla en posesión de la soberanía; y antes de llegar este caso, únicamente lo es con anuencia del Príncipe legítimo, en justa defensa, y previa declaración formal de guerra.”

E. Fernández.