Filosofía en español 
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Progressus

Método de reconstrucción sintética, cuyo marco general de encuadre (la totalización categorial –científica– o trascendental –filosófica–) y cuyo sentido (la κατα-βασις, el «descenso a la caverna» en la perspectiva de la filosofía dialéctica de Platón) se definen al tratar de su método complementario, el regressus, en tanto que ambas vías –la regresiva y la progresiva– forman parte de un solo movimiento global. Por consiguiente, nos limitaremos aquí a señalar algunos aspectos distintivos del progressus, siguiendo esquemáticamente el mismo orden de exposición que se adopta al analizar el método regresivo:

1) A nivel categorial (categoría) el progressus se nos muestra como un desarrollo que avanza en la misma dirección que el «cierre categorial», puesto que las «hipótesis» (en sentido platónico) a las que se llega regresivamente, una vez que hacen estallar la clausura del sistema, permiten la modificación de los postulados del «cierre», el cual de este modo amplía su ciclo, estabilizando el sistema. La dialéctica del progressus, así pues, alcanza su mayor virulencia cuando las propias categorías vigentes en un campo entran en crisis al revelarse como «apariencias» por efecto del regressus, pues es entonces cuando debe aquel actuar enérgicamente para evitar el desplome total, manteniendo el equilibrio del cierre, aunque sea precariamente, hasta que nuevos postulados estabilizadores le refuercen, mostrando en todo momento la existencia de la categoría calificada de «apariencia». La realización sintética de dicho cometido por parte del progressus nos remite no sólo a la investigación de los esquemas lógico-formales y gnoseológicos, sino también al nivel trascendental.

2) «Trascendentalmente» el progressus nos conduce, por una parte, ontológicamente, a la idea de symploké (fórmula de la unidad de las ideas), en tanto que una reconstrucción filosófica de las mismas categorías científicas, pongamos por caso, más que un cierre «efectivo» y único, nos ofrecerá una serie de opciones alternativas, de posibilidades, entre las que hay que elegir teniendo en cuenta a su vez la «symploké» de muchos factores; y, por otra, prácticamente, a la política, desembocadura natural de toda filosofía mundana (la famosa tesis XI de Marx contra Feuerbach estaría en la línea del más puro espíritu platónico y kantiano), en tanto que debe configurar la conciencia del ciudadano universal. Puesto que la filosofía no puede ser neutral, sino esencialmente crítica, deberá remitirnos «progresivamente» hacia una implantación política que se opone irreconciliablemente a toda implantación meramente gnóstica, a la par que dialécticamente la exige, en el mismo sentido quizá en el que el progressus y el regressus se oponen y se exigen mutuamente.{1}

Alberto Hidalgo Tuñón

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{1} Cf. G. Bueno, Ensayos materialistas, Madrid 1972, 235-263.