Filosofía en español 
Filosofía en español


Existencia

Del latín escolástico existentia, de ex-sistere; poner fuera de la posibilidad y de las causas. Este término presenta el inconveniente de que sólo puede, por su etimología, aplicarse con rigor a los seres contingentes. El uso ha puesto en boga la expresión existencia de Dios, refiriéndose al Ser supremo; pero como dice con razón el cardenal Mercier, sería más acertado emplear el esse latino, para excluir toda idea de contingencia, y decir Deus est (Dios es), en vez de Deus ex-sistit, puesto que su ser no procede de una causa.

La existencia, con relación a los seres creados, se define como el acto o la actualización de la esencia; existencia y esencia son, pues, nociones correlativas, como el acto y la potencia. El ser, la substancia individual (proote usía de Aristóteles) envuelve en su concepto dos elementos o dos razones objetivas: id quo res est, lo que es la cosa y por lo que ésta se coloca en determinada categoría de seres naturales, la esencia (v. este término); y el segundo elemento, id quo res est, complemento de la esencia y por el que ésta adquiere una realidad individual y concreta, la existencia. Concebimos lo posible con independencia de su realización, la esencia universal aparte de las existencias individuales; y la ciencia, conforme a la filosofía clásica, deja de un lado las segundas para sólo tener en cuenta las primeras. Non datur scientia nisi de universali.

El tema de la existencia suscita los problemas más apasionantes  que pueden ofrecerse al pensador y al filósofo. Implica el problema de la individuación. Una cuestión muy debatida entre los escolásticos, es la distinción entre la esencia y la existencia. No se trata de la distinción de los conceptos de esencia y de existencia, que es indudable. Tampoco se trata de la esencia abstracta, ideal; porque entre ésta, que sólo tiene una existencia mental, y la existencia extramental de los seres naturales hay evidentemente distinción real. Se trata de la esencia individual, numérica, realizada en los seres naturales, en relación con la existencia de estos mismos seres. Entre la esencia y la existencia así entendidas, ¿hay distinción? ¿Es esta real, o simplemente lógica, o formal? Creemos que no es posible encontrar la verdadera solución, sin considerar especialmente dicha cuestión respecto de las cosas finitas o contingentes y respecto del ser necesario e infinito. 1.ª Si la esencia y la existencia fuesen una y la misma cosa, no sería posible concebir su esencia sin concebir al mismo tiempo su existencia, porque la esencia de las cosas es en sí misma indivisible, y no puede ser concebida sin concebir a la vez lo que contiene. Es así que nos representamos la esencia de los seres finitos, sin necesidad de concebir también su existencia; luego una y otra se distinguen también realmente. “Possum intelligere quid est homo, vel Phoenix, et tamen ignorare, an esse habeat in rerum natura” (S. Thom., De ente et essentia, cap. V). 2.° La esencia y la existencia en las cosas finitas, se relacionan mutuamente como la potencia y el acto, siendo la esencia aquello en que la existencia se recibe, y es evidente que entre la cosa que se recibe y la recibida en ella tiene lugar una distinción. 3.ª La esencia de las cosas finitas o contingentes considerada en sí misma, con precisión de la existencia, es necesaria y eterna. Si la existencia de estas cosas se identificase con su esencia, la existencia les sería esencial, y entonces las cosas finitas y contingentes dejarían de serlo, porque existirían necesaria y eternamente. No obstante, téngase en cuenta que la esencia y la existencia de las cosas finitas, aunque distintas realmente, no son partes integrales del ser, ni menos dos entidades completas e independientes, lo cual explica su absoluta inseparabilidad. Porque la existencia se recibe en la esencia como en su sujeto, tiene cierta analogía con un accidente, aunque propiamente no lo es, y por eso ha sido llamada quasi accidens (S. Thom., Quodlibeta, XII, a V, y Quodlib., II, a III), y comparada su distinción de la esencia a la que media entre un accidente y su substancia. Si se trata, por el contrario, del ser infinito o necesario, su esencia y su existencia, lejos de distinguirse realmente, se identifican en absoluto. En la primera se contiene la segunda, de suerte que no podemos concebir la una sin la otra. De esta doctrina se infiere que todo ser finito es ens ab alio, o sea que supone siempre una causa que le haya dado la existencia.

A todas estas razones en pro de una distinción real entre la esencia y existencia, replican, no sin razón, los contrarios, que estos argumentos solamente demuestran una distinción lógica de razón. En efecto, si por ejemplo, concibo la esencia de una rosa, y prescindo de su existencia, no tiene lugar el argumento, puesto que se trata de la distinción entre esencia y existencia en los seres reales, no en los conceptos; distinción de conceptos me dará una distinción lógica, no precisamente real. Además podré prescindir del concepto de existencia en un ser contingente porque podré relacionar un universal (ente de razón) con un particular o individuo (ente real) y la distinción real estará entre el concepto del universal y la realidad del individuo, no entre la esencia y existencia de un individuo. Por el contrario en el ser necesario no puede existir el universal, y necesariamente lo tendré que concebir como existente.– Como se ve, la irreconciliación de los dos sistemas proviene de un enfoque distinto del problema: unos consideran el ente contingente como necesitado de limitación, comienzan por el universal para descender al particular; los otros parten de la realidad de los seres y surgen a los universales. Ambos caminan por vías paralelas o si se quiere opuestas, y no pueden encontrarse nunca.