Filosofía en español 
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San León I el Magno

León I, el Magno (San). Papa (29, IX, 440-10, XI, 461) y doctor de la Iglesia; nacido en la Toscana. Su padre se llamaba Quintiliano. Según el Liber Pontificalis, ingresó en la carrera eclesiástica en tiempos del papa Celestino (422-432). De las escasas noticias que se tienen de sus actividades anteriores a su episcopado resulta que había llegado a alcanzar un puesto eminente entre el clero romano; es también cierto que a la muerte (19, VIII, 440) de Sixto III, se encontraba en las Galias para dirimir un conflicto entre el patricio Ecio y el prefecto del pretorio Albino, y fue elegido para sucederle. Su pontificado, de 21 años, señaló una etapa definitiva en la historia de la Iglesia, como también acontecimientos decisivos para el Imperio romano de Occidente sobrevenían simultáneamente. En Italia, Valentiniano III asistía impotente a la presión que los bárbaros ejercían por todas partes. Atila, en 452, amenazó el Alta Italia y la misma Roma, y entonces Valentiniano acudió al Papa, gracias a cuya intervención el jefe bárbaro se retiró, prometiendo la paz. En 452 los vándalos de Genserico, conquistada ya el África, llegaron al sur de Italia y se presentaron a las puertas de Roma; León intervino de nuevo, pero esta vez no logró salvarla de la conquista y del saqueo. Entre tanto, habían sido muertos Ecio, Valentiniano y su sucesor, Petronio Máximo, y los vándalos devastaban la Italia, prácticamente dominada por el arriano Ricimero.

Cuando en Occidente parecía que había desaparecido aquel fuerte principio de autoridad representado por el gobierno de la Roma imperial, surge de nuevo en la figura del Obispo de la Roma cristiana. El pontificado de León I representa la afirmación más explícita de la dignidad del poder pontificio, tanto doctrinalmente como de hecho. Doctrinalmente, León I recuerda y afirma, según la doctrina católica, que la Iglesia no es una federación de obispos, dotado cada uno de plenitud de poderes en el ámbito de su diócesis, sino que los obispos, agrupados en provincias y presididos por un metropolitano, dependen del Obispo de Roma, único que tiene la plenitud de poder sobre toda la Iglesia. El Obispo de Roma es “omnium episcoporum primas totius Ecclesiae princeps”, porque la dignidad y el poder concedidos por Cristo a Pedro se han transferido a los sucesores de Pedro en la “sede romana”. Ciertamente, no fue León el primero en elaborar la idea del Papado, ni en mostrar su fundamento escriturario, pero desarrolló prácticamente esta idea fundamental. Esta tendencia, más que por su acción pastoral en el seno de la comunidad romana, y por su enérgico comportamiento para desenmascarar a los maniqueos que ocultamente se habían infiltrado en el pueblo romano, se hace patente por sus relaciones con el obispado. En Occidente, ya se trate de los obispos de las diócesis suburbicarias, dependientes directamente de Roma, ya de los obispos de las diócesis no suburbicarias, agrupadas de derecho en sínodos provinciales, ya del episcopado de las Galias, de la Hispania o de África, dondequiera que haya algo que reparar, un juicio que emitir, una regla u observancia que afirmar, allá está siempre presente el Pontífice, con sus epístolas impregnadas de sentimientos elevadísimos sobre la dignidad y autoridad del Papado. Se muestra sobre todo preocupado para impedir que los obispos sobrepasen los límites de su autoridad.

Por lo que se refiere a las relaciones de León con el Oriente, interviene de un modo decisivo en las cuestiones cristológicas orientales; se opone, en un principio, a la condenación injusta de Eutiques por parte de Flaviano de Constantinopla, y le manda a éste su famosa epístola dogmática en que condena los errores de Nestorio y de Eutiques, al que desea que se trate con toda consideración, si consiente el retractarse; se niega a sancionar la condenación emitida por el Sínodo de Éfeso (449), que él mismo hubo de calificar de “latrocinium”; se esfuerza en conducir a sus puntos de vista al emperador Teodosio II y a Anatolio, que había sucedido a Flaviano, cuando el conciliábulo de Éfeso lo depuso, y finalmente consigue la aceptación de su doctrina en las solemnes definiciones del Concilio de Calcedonia, celebrado bajo los auspicios de santa Pulqueria y de su esposo Marciano. Toda esta intervención muestra claramente su intento de afirmar en la Iglesia oriental la autoridad de la Sede Apostólica en toda su amplitud y lo mostró sobre todo en la condenación solemne del famoso canon 28 que, asignando al obispo de Constantinopla la primacía en los honores después del Obispo de Roma, le concedía además el derecho de ordenar a los obispos metropolitanos de las diócesis del Ponto, de Asia y de la Tracia, lo cual habría constituido un peligroso precedente (y de hecho lo constituyó), puesto que a dicho canon la Iglesia oriental acudiría siempre, para legitimar su independencia frente a Roma). La condenación del canon fue aceptada por el obispo de Constantinopla (451-452), y después Justiniano sancionó el que se le opuso, lo insertó en el Corpus Iuris y lo puso en vigor.

León murió en noviembre del año 461. Su fiesta se celebre el 11 de abril. Benedicto XIV, en 1734, le dio el título de doctor de la Iglesia.

León I es el primer Papa del cual se conserva una colección orgánica de sermones (96 auténticos), documento de gran importancia para el estudio de la vida eclesiástica en Roma durante el siglo V, así como para la reconstrucción de la actividad de este Papa. Durante su pontificado se registra la muerte de san Cirilo de Alejandría (año 444).