Filosofía en español 
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Espiritualismo

1ª acep. F. Spiritualisme. – It. y E. Spiritualismo. – In. Spiritualism. – A. Spiritualismus. – P. Espiritualismo. – C. Espiritualisme. (Etim. De espiritualizar.) m. Doctrina filosófica que reconoce la existencia de otros seres, además de los materiales. || Sistema filosófico que defiende la esencia espiritual y la inmortalidad del alma y se contrapone al materialismo || Misticismo.

Espiritualismo. Historia de la Filosofía. El uso de esta palabra en la literatura filosófica, data de Cousin, cuyo influjo en la filosofía se consideró como un renacimiento de las ideas espiritualistas en Francia, y por extensión en los demás países de Europa, lo que no carece de fundamento histórico. Porque el espiritualismo, según el uso corriente de la palabra, y prescindiendo de varios matices de las escuelas filosóficas a que se aplica, es ante todo una oposición al sensualismo, que combatió Cousin, y al materialismo que del mismo se había derivado.

Mas por el mismo caso, que se toma principalmente la palabra como una contradicción a un sistema, y no tanto como un conjunto de doctrinas constituidas y características de una escuela, es notable la confusión que en la actualidad reina en la inteligencia de los elementos que ha de incluir una teoría filosófica, para que con razón se pueda llamar espiritualista. Prescindiendo de particularidades sin cuento, y tomando la voz en su generalidad de oposición al materialismo, tres son las clases de espiritualismo hoy existentes: 1) el que más propiamente viene indicando la palabra por su derivación de espíritu, conocido como correlativo de la materia (V. Espíritu); 2) el espiritualismo monista, que se confunde en realidad con el idealismo, y 3) el más impropiamente así denominado por abuso [294] de la palabra identificándola con el espiritismo. La impropiedad de esta última aplicación de la voz espiritualismo se patentiza por el hecho innegable de que el espiritismo no es por su naturaleza propia doctrina espiritualista, es decir, no admite necesariamente, y en muchos casos niega la existencia de los espíritus en cuanto distintos de la materia; sino que el espiritismo puede ser y es en ocasiones una doctrina materialista (V. Espiritismo). Por lo mismo no hay que tratar del espiritismo con el epígrafe de Espiritualismo.

1. Cuanto al espiritualismo más propiamente dicho, débese advertir que se le da el calificativo de dualista principalmente por los que defienden el espiritualismo en el sentido monista. Este calificativo se puede admitir en buena filosofía, aunque en boca de quien lo ha impuesto sea despectivo, pues quiere tachar al sistema de defecto de unidad en la explicación del compuesto humano, al poner en el hombre composición de materia y espíritu. La respuesta a semejante acusación de defecto de unidad es que la composición no es exclusión del género de unidad que podemos admitir en los seres de que tenemos alguna experiencia, mayormente del hombre. Aun la más abstracta metafísica, se ve precisada a juzgar de la naturaleza de las cosas por sus operaciones características, por las cuales tenemos de ellas conocimientos inmediatos. De lo cual resulta que por necesidad del entendimiento humano, operaciones encontradas que se mantienen en un ser, han de conducir a la metafísica a reconocer principios de algún modo encontrados por ende distintos. Estos principios, llámense fuerzas o causas, han de tener un último sostén o apoyo, si no subsisten en sí (con que estaría ya probada la tesis), que participe de algún modo de aquella existencia contradictoria que en las operaciones se había manifestado. Por este camino llega el filósofo a admitir simultáneamente la existencia de la materia y del espíritu en sí mismo y en los demás hombres, sin que todas las sutiles disquisiciones del idealismo lleven la duda a su ánimo, si no empieza esta duda por admitirse un cambio (inconsciente tal vez) en el uso de las voces materia y espíritu. Pero este cambio ilógico es mucho más fácil en la actualidad de lo que pudiera creerse, y nace esto de que la filosofía contemporánea no cuida apenas de deslindar los significados de las voces espíritu y materia, insistiendo tan sólo en repeticiones que obran como mecánicamente en las inteligencias de que en el hombre y en toda la Naturaleza en general hay una innegable unidad, que pugna con todo dualismo.

Este proceder en la refutación de este perenne espiritualismo (de que existen clarísimos ejemplos, v. gr., en la Psicología de Wundt en el rápido análisis que hace de este sistema que cree pasado a la historia y desaparecido con su último representante, Leibniz), es tanto más eficaz para desprestigiarlo cuanto que se suele proponer (con manifiesto anacronismo) como tipo de todos los que lo han defendido a Descartes y su escuela. Porque como consta por la historia de la filosofía, Descartes ya fue acusado por los filósofos escolásticos de su tiempo de heterodoxia y de socavar los fundamentos de la filosofía cristiana, y uno de los capítulos más importantes de tales acusaciones fue el no admitir Descartes la unidad substancial del compuesto humano, dada su explicación de la espiritualidad del alma. Así que no es de extrañar que en los tiempos presentes se pueda impugnar como dualístico el espiritualismo de Descartes, pues es esta, en otras palabras, la misma acusación que se le dirigió en su tiempo; y, por lo mismo, si se confunde el cartesianismo con la tradicional distinción del compuesto humano en cuerpo y alma, queda por el mismo error histórico crítico desprestigiado el espiritualismo moderado.

Pero aun prescindiendo de la dificultad de la explicación del compuesto humano de espíritu y materia, se condena por algunos filósofos el antiguo espiritualismo, en cuanto ponía dualismo en el mundo admitiendo por una parte la materia y por otra a Dios inmaterial. Mas tal acusación sólo puede ser consecuencia de prejuicios panteísticos, y su refutación entraña o envuelve la del panteísmo.

2. El espiritualismo monista, muy extendido en la actualidad entre los cultivadores de la filosofía en todas las escuelas heterodoxas, es en realidad espiritualismo en cuanto ha surgido casi espontáneamente tras el desprestigio en que han caído las escuelas materialistas, desde que, se echó de ver por los cultivadores de todas las ciencias positivas que el materialismo es una metafísica tan abstracta como cualquier otra y fuera del alcance de la experiencia. Aunque históricamente no se pruebe de cuál de las antiguas escuelas haya dimanado ésta, puede reconocerse su filiación lógica con respecto a las teorías dinamistas que apenas dejaban lugar a la existencia de la materia y no tenían dificultad en reconocer en todo principio de acción los caracteres del espíritu. La propia monadología de Leibniz, aunque nunca fue intención de su autor pegar la existencia de la materia en absoluto, puede dar pie a la teoría de que sólo existe el espíritu, aunque en ningún caso se puede hacer a tan celebrado filósofo autor responsable del espiritualismo monista contemporáneo. Más bien hay que admitir como origen histórico del mismo la tendencia que desde Darwin ha dominado en todos los ambientes científicos hacia una evolución integral, inconcebible sin una unidad absoluta en el ser o númenon de todas las cosas; lo cual explica el tránsito rápido, y como per saltum del materialismo evolucionista y monista a la tesis contraria del espiritualismo, igualmente evolucionista y también monista. A lo cual se agrega para la explicación de la posibilidad de conformarse las inteligencias con tan gran cambio, que en el espiritualismo monista queda descartada la cuestión que antiguamente inclinaba al materialismo, es a saber, la dificultad de explicar la mutua relación de cuerpo y espíritu en el hombre. Así, que el espiritualista monista no admite más en el hombre y en toda la naturaleza sensible o insensible que el espíritu, al cual a su vez confunde con la operación consciente del hombre, es decir, con todos los fenómenos de la conciencia. Y no sólo pone esta unidad absoluta en cada compuesto humano, mas aun identifica todos los individuos humanos en cada una de las conciencias, cosas harto más difíciles de concebir y más faltas de fundamento experimental, que la acción mutua entre el espíritu y la materia que fundado en la misma conciencia humana admite el primer y propísimo espiritualismo.

Bibliografía. Para dar alguna idea de la gran extensión que hoy alcanza la literatura filosóficoespiritualista se mencionan las siguientes obras: Arleth, Die Lehre des Anaxagoras vom Geist und der Seele, en Archiv für Geschichte der Philosophie (1894); Baldwin, The History of the Mind (1902); Bergson, Matière et mémoire (1896): Caillard, Spirit and Matter, en Contemp. Rev. (1894); Class, Untersuchungen zur Phänomenologie und Ontologie des menschlichen Geistes, (1896); Cousin, Du vrai, du Beau, et du Bien (1837); Cox, Beweise fuer die Existenz einer psychichen Kraft (1884); De Craene, De la Spiritualité de l’âme (1897); Dreyer, Der Begrift Geist in der deutschen Philosophie von Kant bis Hegel (1908); Duprat, La Théorie du Pneuma chez Aristote, en Archiv. für Gesch. der Phil. (1898-99); Earle, The History of the word Mind, en Mind (1881); Ellingwood, The non materialistic character of the Mind (1886). G. Esser, Die Scelenlehre Tertullians (1893); Eucken, Die Einheit des Geisteslebens in Bewussisein und Tat der Meitschheit (1888): Der Wahrheitsgehalt der Religion (3ª ed., 1912) y Geistige Stroemungen der Gegenwart, (6ª ed., 1920), Focke, Ueber das Wesen der Seele (1883); [295] Guldea, On the inmateriality of the rational Soul, en. Proced. Arit. Soc. (1895); Gutberlet, Ist die Seele oder Substanz?, en Philosophisches Jahrbuch (1896) Haering, Der Christliche Glaube (1906); Hoppe, Was ist der menschiche Geist? (1877); Janet, Principes de metaphysique et de Psychologie (1897); Jezzoni, I fatti psichici e il materialismo (1899); Laurie, Reflections suggested by psychophysical materialism, en Mind (1894); Magy, Essai sur la nature de l’âme, en Comptes rendus de l’Acad. des Sciences Morales et Polit. (t. 102, 107); Maimon; Kritische Untersuchungen über der menschlichen Geist (1797); Massias, Probléme del Esprit humain (1825); Naville, La definition de la Philosophie (1894), y Les Systémes de Philosophie, ou les Philosophies affirmatives (1909); Pizzi, L’anima non é corpore nè accidente, ma sostanza spirituale, en Nuovo Risorgimento (1899); Rolfes, Das Wesen der Seele (1898); Ueberwegs,Grundriss der Geschichte der Philosophie (t. IV, 1916), cuyos múltiples escritores se muestran espiritualistas en el segundo sentido explicado; Ward, Naturalism and Agnosticism (2ª ed., 1905); Vacherot, Le nouveau Spiritualisme (1884); Wundt, System der Christlichen Lehre (1906); Zukrigl, Kritische Untersuchung über das Wesen der Geistseele (1854).

Espiritualista. (Etim. De espiritual.) adj. Que trata de los espíritus vitales, o tiene alguna opinión particular sobre ellos, U. t. c. s. || Perteneciente o relativo al espiritualismo.

Espiritualistas. m. pl. Filos. Así se denominan los defensores de la espiritualidad del alma humana. Entre ellos se cuentan no sólo los principales representes de la filosofía helénica, sino todas las escuelas filosóficas cristianas con todos los Doctores de la Iglesia católica. Entre los heterodoxos modernos son espiritualistas todos los propugnadores del idealismo. Véase Espiritualismo.

Espiritualización. f. Acción y efecto de espiritualizar o espiritualizarse.

Espiritualización. Ascét. En lenguaje cristiano y español significa el perfeccionamiento moral. La razón filosófica de este significado es que el espíritu humano es, ante todo, conocido por su razón, que es la norma inmediata de las buenas costumbres o de la moralidad, de donde resulta que el bien moral es por antonomasia el bien espiritual y moralizarse el hombre es como espiritualizarse, y el perfeccionamiento en la moral es perfeccionamiento del espíritu mostrarse mejor el alma, ser espíritu o superior a la materia o serlo más en sus obras. V. Espíritu. Ascét.

Espiritualización. Espirit. Separación del alma, en el momento de la muerte, de la parte material del ser y estado de ella después de dicha separación.

Espiritualizar. 1ª acep. F. Spiritualiser. – It:. Spiritualizzare. – In. To spiritualize. – A. Vergolsten. – P. Espiritualizar. – C. Espiritualisar. – E. Spiriti, v. a. Hacer espiritual a una persona por medio de la gracia y espíritu de piedad. || Hacer espiritual una cosa. || Figurarse o considerar como espiritual lo que de suyo es corpóreo, para reconocerlo y entenderlo. || Reducir algunos bienes por autoridad legítima a la condición de eclesiásticos, de suerte que el que los posee pueda ordenarse a título de ellos, sirviéndole de congrua sustentación. || fig. Sutilizar, adelgazar, atenuar y reducir a lo que los médicos llaman espíritus.

Sinónimos. Adelgazar, Atenuar.

Derivados. Espiritualizado, da. Espiritualizador, ra

Espiritualmente. adv. m. Con el espíritu de un modo espiritual. || En espíritu, ideal, imaginativamente. || fig. Sutil, delicada, vaporosamente.


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