Filosofía en español 
Filosofía en español


Materialismo

(Etim. De material.) m. Doctrina de algunos filósofos antiguos y modernos, que consiste en admitir como única substancia la materia, negando, en su consecuencia, la espiritualidad y la inmortalidad del alma humana, así como la causa primera y las leves metafísicas.

Materialismo. Filosofía. Es el sistema que admite la existencia sólo de lo material. Para su inteligencia y la aplicación del calificativo de materialista a diferentes autores, conviene distinguir en la idea dominante del materialismo dos elementos, uno negativo y afirmativo el otro. El negativo es el predominante, y consiste en rechazar todo lo suprasensible e inmaterial. El afirmativo consiste en la tesis que se establezca de la naturaleza de cuanto exista, después de puesta la limitación de que no es espiritual. En esto último habrá gran diversidad entre los filósofos de la escuela materialista, pues entran en él las cuestiones referentes a la constitución de la materia, cuestiones que tampoco resuelven con unanimidad los filósofos no materialistas. Y aun muchos de éstos dan en tales problemas la misma resolución que los materialistas. Por esto, el punto de vista para la determinación de si un filósofo es o no materialista, no es la explicación que dé acerca de la naturaleza de la materia, sino la negación acerca la existencia de un algo superior a esto que vulgarmente se designa como materia, sea cual fuere la resolución que se dé acerca de los constitutivos de la última. Sólo así se puede precisar algo acerca de las filosofías que merecen el dictado de materialistas. Entre los antiguos la más celebrada como tal es la de Demócrito y Leucipo, fundadores del sistema atomístico. Pero el materialismo suyo consiste, no en que sean atomistas, sino en que, habiendo dado como explicación de la materia la existencia de átomos, vacío y movimiento, cuando pasan a la explicación del alma humana, no ven en sus últimos constitutivos sino unos átomos que son, en el fondo, de la misma naturaleza que los de los cuerpos. Lo peculiar de estos átomos es que son ígneos, y especialmente movibles, pero los mismos átomos pueden subsistir sin estar constituyendo el alma. Además, están éstos dotados de conocimiento, pero esto no añade nada a lo dicho, supuesto su sistema acerca del conocimiento, ya que éste viene reducido a puro movimiento de la misma naturaleza que lo que vulgarmente se entiende con esta palabra. Y aun parece, que, según estos filósofos, cualquier clase de átomos ha de ser capaz de producir el conocimiento, con tal que por su forma los átomos puedan producir movimientos suficientemente veloces. Para más fácil explicación de esta especial velocidad de los movimientos de los átomos que constituyen el alma humana, establecen que éstos son de forma esférica, y sutilísimos, de manera que son como incorpóreos, lo que afirman empero generalmente del fuego. Existe, pues, en Demócrito y Leucipo el materialismo en toda su propiedad; es decir, en cuanto no sólo niega el espíritu, sino que en su lugar afirma una materia de que da una explicación bajando hasta sus últimos elementos. Lo mismo hicieron, repitiendo mucho de lo dicho por Demócrito, pero concretando y transformando la teoría acerca de la íntima constitución de la materia, Epicuro y Lucrecio; y el sistema de estos autores es lo que se llama por antonomasia el materialismo; por lo que Lange en su famosa historia del mismo sistema, comienza por explicar la doctrina de Demócrito como la del primer materialista. Con tanta más razón que el materialismo que aplica Demócrito al alma humana, no lo corrige en modo alguno tratando de la divinidad, antes bien, en cuanto admite seres superiores que llama dioses, no los admite sino suponiéndolos materiales, y el Dios, único o en el sentido propio de la palabra no lo admite, quedando todo reducido en su filosofía a átomos y movimiento material. Los estoicos, aunque usaron mucho el nombre de espíritu para indicar el alma humana o la divinidad de hecho fueron continuadores de Demócrito; porque tomaban la palabra en un sentido etimológico suponiendo al alma y a la divinidad estrictamente corpóreas. Del materialismo parcial de otros autores antiguos, no se puede precisar nada, así sobre si admitía Anaxágoras la espiritualidad del entendimiento humano o era en esto materialista, que acerca de Dios no hay duda que reconocía la espiritualidad, existen entre los críticos modernos tres opiniones: la primera admite que fue en esto materialista: la segunda que era también aquí espiritualista, y la tercera que quiso ser espiritualista pero no supo, habiendo de hecho dado una explicación materialista. Y es probable que esto último sucede a muchos de los más antiguos filósofos de la Grecia, pues por algo se dice que Anaxágoras fue el primer espiritualista de aquella filosofía. Por lo demás, entre los epicúreos y los estoicos, se conservó siempre aquella dificultad primitiva de levantarse a una concepción sintética del universo en que no se afirmase sólo materia, y así sostuvieron el estricto materialismo. La escuela de Sócrates, Platón y Aristóteles, con la gran reputación de estos filósofos, ha hecho que la filosofía griega no pueda llamarse materialista, antes figure en la historia con la aureola de un espiritualismo que la doctrina católica no tuvo inconveniente en adoptar en gran parte, sea lo que fuere de la cuestión hoy aun dudosa, y que ya san Gregorio Nazianceno fallaba en contra de Aristóteles, de si éste hizo o no material el entendimiento humano. Mucho más difícil aún es de precisar lo que hay acerca del materialismo en la filosofía de la India. Pero más que filosófico el materialismo se ha de llamar allí vulgar, a la manera que entre los que por sus creencias [951] profesan el espiritualismo, no es raro que se siga en la práctica el materialismo, en cuanto se vive como si no hubiese otro ideal que el del gusto de los sentidos. Así se ha profesado en el Asia, reduciéndose toda la felicidad a que aspira el humano linaje a la mera delectación sensual [V. Deussen, Allgemeine Geschichte der Philosophie, t. I, p. 3 (Leipzig, 1914), Die Carvaka's oder Materialismus]. Que si bien es el materialismo que afirma la identidad del alma con el cuerpo, insiste tan sólo en la negación de la inmortalidad atendiendo a las consecuencias prácticas. Este mismo materialismo se encuentra expresado en boca de los libertinos en la Escritura (V.Inmortalidad). Entre los escritores eclesiásticos ha sido acusado de materialismo Tertuliano, y como quiera que consta que erró en el dogma católico, es lógico que haya poco interés en defenderlo. De él y de algunos otros filósofos se puede afirmar que en este punto hablaron con impropiedad de Dios o del alma humana atribuyéndoles cuerpo, por confundir en la práctica el uso de la palabra cuerpo con el de substancia o ser, pero se les aplicaría muy mal el nombre de materialistas, pues no identificaban el nombre de cuerpo con el de materia en el sentido ordinario de esta voz. Hobbes parece haber sido el primero en reproducir el materialismo y ateísmo de Demócrito, que por necesidad han de ir juntos, pues aplicó el atomismo a la explicación integral del universo. No cree en Dios porque no puede ser objeto de la ciencia cuantitativa, porque no es científico aquello a que no se puede añadir ni quitar nada. Pero disputa algunas veces no sin ventaja contra las exageraciones del espiritualismo de Descartes. Con Hobbes se abrió la etapa del materialismo de los enciclopedistas, los cuales merecen este calificativo en cuanto sensualistas más o menos declarados, aunque ninguno de ellos, ni siquiera Diderot, formó para su uso un sistema de filosofía bien definido. Posteriormente fueron materialistas genuinos Strauss, Feuerbach, Marx, Schopenhauer, Stirner, Vogt, Moleschott, Buechner, &c... al estilo de los antiguos y de Hobbes, con la afirmación de la materia exclusiva, que en hombre piensa, de la misma manera que realiza en el mundo inorgánico, sus para ellos eternos movimientos locales.

La afirmación concreta de este materialismo ha quedado desacreditada en los últimos decenios, ora sea por la multitud de refutaciones hechas por los espiritualistas, ora por el mismo predominio que adquirió entre los hombres de ciencia fuera del catolicismo la filosofía kantiana con su escepticismo trascendental acerca de la substancia de las cosas. Porque se ha reconocido por todos los sabios que aquel materialismo suponía una metafísica con un elemento dogmático tan fuera de la esfera de los meros fenómenos como el espíritu superior a la materia. Por esto se ha formado una nueva escuela en que sin pasar a ser espiritualistas, dejan sus representantes de ser materialistas en el sentido completo de la palabra, porque omiten la afirmación de una materia universal, que lógicamente excluya el espíritu, mas en realidad también niegan este último. Taine es el representante más atildado de esta escuela, la cual cuenta en su seno una gran multitud de psicólogos contemporáneos. En una biografía se podría prescindir de dar a Taine la denominación de materialista, siquiera por el buen gusto que tuvo de no quererla admitir; mas en un análisis de lo que es el materialismo en toda su extensión y rigor filosófico, por necesidad, se le encuentra envuelto en él. Porque la razón principal por que no quiso apropiarse este calificativo, fue porque juzgaba al materialismo ya pasado de moda o atrasado; porque para él no era más que el primer paso para entrar en la filosofía científica, paso que creía que ya estaba dado. No quería ser materialista porque el antiguo materialismo no se contentaba con la negación del espíritu, hipótesis también hecha en todas las páginas de la filosofía de Taine, mas se extendía aquél a substancia corpórea, fija, permanente y aun eterna y necesaria, como un vapor sutil, o un éter impalpable, o lo que sea, eso que llena todo el mundo, y que combinándose de varios modos constituye los diversos organismos. Mas según el sentido común y todos los adversarios del materialismo, no se halla la palabra materialismo reconocida en los diccionarios de todas las lenguas cultas, por lo que el sistema de un Demócrito, por ejemplo, contiene, de afirmativo, sino por aquella negación que forma parte esencial de la filosofía de Taine. En efecto, el núcleo y como quinta esencia de su sistema, es que no hay en el hombre más que impresiones orgánicas y nada reconoce que trascienda la materia. La substancia mineral y sus fuerzas son para él los verdaderos poseedores y únicos amos del universo, y si tal vez por reminiscencias de célebres ideas de Pascal pondera un momento que el pensamiento lo resume todo, luego vuelve lógicamente a dejar el hombre oprimido bajo el peso de la materia, desapareciendo en su mentalidad puramente matemática ante la concepción más grandiosa que se forma del mundo de la materia. Lo que sucede a estos filósofos, materialistas contra su gusto, se reproduce en muchos físicos y matemáticos, que por falta de principios que se levanten sobre el limitado campo de sus investigaciones, cuando por natural instinto quieren abarcar en síntesis completas todo el universo, establecen como base hipótesis materialistas, que tampoco aceptarían propuestas con este nombre casi anticuado. Como representante de este materialismo más científico hay que designar a Du Bois-Reynond. Igualmente frecuente es el materialismo entre los cultivadores de la fisiología, entre los que suele venir expresado con el nombre de mecanicismo (V. este art.). En su parte negativa y esencial el materialismo está en flagrante oposición con el dogma católico, pues como salta a la vista, el cristianismo es religión espiritualista, según prueban sus libros sagrados y toda su tradición. En particular el concilio lateranense IV y el vaticano (sess. III, c. I) han declarado solemnemente que el hombre es un compuesto de substancia corporal y espiritual. Y también pugna contra el materialismo el dogma de la inmortalidad, entendido como se ha de entender, en el sentido de la perpetuidad de la persona humana, pues aunque el materialista da por supuesta la perpetuidad de toda la materia, pero nada en las perennes transformaciones de ésta, se parece ni de lejos a la vida futura del alma racional con el cuerpo resucitado de cada individuo predicada por el cristianismo.

Bibliogr. Es incalculable lo que se ha escrito en pro y en contra del materialismo de un siglo a esta parte. Cuanto a las refutaciones, baste advertir que todos los manuales de filosofía de autores católicos por necesidad contienen algo, y lo mismo sucede con muchos tratados teológicos. Al mismo tiempo muchos trabajos de propagandistas están consagrados a [952] esto. Merecen en este punto especial mención las obras de Gutberlet en Alemania. Y determinando algo de entrambos campos, citaremos: Bergson, Matiere et Mémoire, 11 ed. (París, 1914): Bossu, Refutation du matérialisme (Lovaina, 1890); Buechner, Kraft und Stoff, ed. 15 (Berlín, 1898). L. Busse, Geist und Koerper, Seele und Leib (Leipzig, 1903); Courbet, Faillite du Matérialisme (París, 1899): Cournot, Materialisme, Vitalisme, Rationalisme (París, 1875): Dreher, Der Materialismus eine Verirrung des menschlichen Geistes (Berlín, 1892); Dressler, Der belebte und der imbelebte Stoff (Friburgo, 1883): Du Bois-Reynond, Ueber die Grenzen des Naturerkennens; Fernandes de Santanna, O Materialismo em Face da Sciencia (Lisboa, 1900); von Ed. Hartamann, Philosophie des Unbewussten, 3 t., ed. II (Leipzig, 1904); E. Haeckel, Systematische Philogenie, 3 t (Berlín, 1894-96); Gesammelte populaere Vortraege aus dem Gebiete der Entwicklungslehre (Bona, 1878-1879); P. Janet, Le Matérialisme contemporain en Allemagne (1864); A. Kann, Naturgeschichte der Moral und die Physik des Denkens (Viena, 1907); Lange, Geschichte des Materialismus, 2 t. (Leipzig, 1896); Ch. Letorneau, Science et Matérialisme (París, 1879); Lichnecker, Neue wissenschaftliche Lebenslehre der Weltalls (Leipzig, 1903); Martineau, Modern Materialism, 2 ed. (Londres, 1877); Ostwald, Ueberwindung des Wissenchaftlichen Materialismus, en Verhandlungen der Gesellchaft deutscher Naturforscher und Aerzte (Leipzig, 1895); P. Ribot, Spiritualisme et Matérialisme. Etude sur les limites de nos connaisances (París, 1887); F. D. Strauss, Der alte und neue Glaube (1872); H. Taine, De l’inteligence, que es el desarrollo de su tesis de doctorado, Les Sensations (París, 1867); Uexkuell, Der Kampf um die Tierseele (1903); Virchow, Ueber den vermeintlichen Materialismus der heutigen Naturwissenchaft. Rede in Stetting im Versammlungsbericht der Gesellschaft deutscher Naturforscher und Aerzte (Stettin, 1864); Vosen, El cristianismo y las impugnaciones de sus adversarios, trad, de la 5ª ed. alem. (Madrid, 1911); Ward, Naturalism and Agnosticism, Gifford lectures (2 ed., Londres, 1903).

Materialismo Histórico. Sociología. Con el nombre general de materialismo histórico se comprenden todas aquellas doctrinas que pretenden explicar el curso de la historia por causas materiales y económicas, afirmando que la estructura y la vida colectivas son determinadas, en primer término, por la estructura y la vida económicas de las sociedades. Para Marx el factor económico primordial es la producción o, mejor dicho, su técnica, habiendo echado las bases de esta doctrina en el prólogo de su Crítica de la Economía Política. «El modo de producción de la vida material, dice, determina de una manera general, el proceso social, político y espiritual de la vida. La conciencia de los hombres no determina su forma social de vida, sino, por el contrario, esta forma social es la que determina y condiciona su conciencia. Cuando han adquirido un cierto grado de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad se encuentran en contradicción con las condiciones de producción existentes, o, si queremos emplear el término jurídico, con las condiciones de la propiedad, en medio de las cuales hasta entonces habían actuado. De excitantes y de coadyuvantes de las fuerzas productivas se han convertido en obstáculos.» «En este momento, continúa Marx, el mundo entra en la era de una revolución social. Con la modificación de las bases económicas, el colosal edificio social (las instituciones jurídicas y políticas, a las cuales corresponden determinadas formas de la conciencia social) evoluciona más o menos rápidamente... Una forma social sólo es destruida cuando han llegado a su pleno desarrollo todas las fuerzas productivas que puede contener, no reemplazando las nuevas relaciones de producción mientras sus condiciones materiales de existencia no aparezcan en el seno de la sociedad antigua.» Marx aplica estos puntos de vista generales a sociedades determinadas «Los medios de producción y de cambio, afirma, que dieron nacimiento a la burguesía fueron elaborados en la sociedad feudal. En un determinado momento del desarrollo de estos medios de producción y de cambio, las relaciones de producción y de cambio de la sociedad feudal, la organización feudal de la agricultura y de la manufactura no correspondían ya a estas fuerzas productivas en vías de desarrollo incesante. Como constituían un obstáculo para la producción, debían desaparecer, y desaparecieron, ocupando su lugar la libre concurrencia con una organización social y política correspondiente. En nuestros días se realiza un proceso parecido. Las relaciones de producción y de cambio burgueses, las relaciones de propiedad y la sociedad burguesa moderna, que han multiplicado de una manera prodigiosa los medios de producción y de cambio, se parecen a la magia antigua, incapaz de dominar las fuerzas infernales que había evocado. La historia de la industria y del comercio de nuestros días no es más que la historia del conflicto entre las fuerzas productivas y las relaciones de la producción modernas, y las relaciones de la propiedad, condiciones de existencia y de dominación de la burguesía.»

En la Miseria de la filosofía, Marx había ya afirmado que las relaciones sociales están íntimamente ligadas con las fuerzas productivas. Al desarrollarse nuevas fuerzas productivas, los hombres transforman su manera de producir, y al cambiar ésta, la forma de ganarse la vida, cambian, al propio tiempo, su relaciones sociales. El molino movido a brazo nos dará la sociedad regida por el señor feudal, y el molino a vapor la sociedad con el capitalista industrial. Vemos, pues, que para Marx, el estado económico (la técnica de la producción, mientras que para Kvalewsky el hecho económico primordial es la población, y para de Greer la circulación económica) sirve de base y de soporte a toda la civilización, que es algo así como su eflorescencia suprema, dependiendo de aquél la ciencia, el arte, &c. Al comentar la doctrina marxista del materialismo histórico tal como la expuso Kelles-Krauz en el quinto congreso del Instituto Internacional de Sociología, Worms resume en los dos siguientes puntos sus tesis fundamentales: a) de todos los factores propiamente sociales del desarrollo de la humanidad, el factor económico es el más importante, siendo él el que determina todos los demás: es la base y aquéllos la superestructura, el contenido o meollo, mientras los factores sociales en general son la forma o manifestación externa: y b) en la organización económica lo más trascendental es la técnica de la producción, explicándose por ella, en último término, todo el movimiento de la vida social (V. Annales de l’Institut International de Sociologie, t. VIII pág,. 265, París, 1902). Antiguo discípulo de Hegel y enamorado, por tanto, del poder evolutivo de la Idea, Marx abandonó, sin embargo, poco a poco sus antiguas tendencias, [953] apareciendo ya, aunque tímidamente, el materialismo en el opúsculo que con el título de Die heilige Familie, publicó en colaboración con Engels cuya dirección se acentuó en sus libros posteriores y constituyó fundamento sociológico de su sistema económico en la Crítica de la economía política y en El capital. En lugar del espíritu absoluto que en la doctrina hegeliana representa el motor de la Historia, Marx colocó la Naturaleza, y al espíritu nacional que para el filósofo alemán es la encarnación del espíritu absoluto y determina la religión, el arte, la ciencia, &c., substituyó Marx las relaciones económicas, las cuales constituyen el fundamento siempre cambiante de las formas ideológicas (V. Groppali, Le materialisme historique, en Annales citados, pág. 202).

Al intentar fundamentar Marx toda la marcha de la historia humana en los hechos económicos, en las condiciones económicas de la producción o en su técnica, se incluye en la escuela social monista o del hecho-motor único o dominante (V. Monismo. Sociología), que pretende construir lo heterogéneo con lo homogéneo, y hacer surgir distintas substancias de una sola, al lado de Compte (lo sería el mental), de Spencer (el biológico), Kidd (el religioso), &c. Como hace notar Labriola, en los tiempos de Marx la historiografía había ya llegado a la teoría de los factores históricos, es decir, a la concepción de que el proceso histórico es el efecto de toda una serie de fuerzas, que se llaman las condiciones físicas, las formaciones sociales, las instituciones políticas, las personalidades individuales, &c. El materialismo histórico va, sin embargo, más lejos, pues estudia las mutuas relaciones de estos factores, o más exactamente, los considera en su conjunto como integrando las partes de un proceso único. (V. Croce, Matérialisme historique et économie marxiste, pág. 19, París, 1901).

La doctrina del materialismo histórico formulada por Marx ha sido atenuada por sus discípulos [(véase, sin embargo, las exageraciones de que ha sido objeto en Loria (Aquiles)] y hasta por su colaborador Federico Engels. En dos cartas de los años 1890 y 1894, publicadas en 1895 en el Sozialitsche Akademiker, correspondiente al mes de Octubre, Engels enumera ciertas formas legales, teorías políticas, jurídicas y filosóficas, &c., como otros tantos factores influyentes en el curso de la historia y que no pocas veces lo determinan de una manera preponderante. Se trata, pues, de fuerzas innumerables que se entrecruzan sin cesar, de un grupo infinito de paralelogramos de fuerzas (Kräfteparallelogramm) que engendran una resultante, el hecho histórico, el cual, a su vez, puede considerarse como el producto de un factor que obra como una actividad inconsciente y sin voluntad. Y esto porque lo que cada una de estas fuerzas quiere es impedido por las demás, siendo la resultante de su acción combinada algo que ninguna de ellas ha deseado. La evolución política, jurídica, filosófica, religiosa, literaria y artística, continúa Engels, tiene por base la evolución económica, pero todas ellas reaccionan entre sí y sobre la base económica. El materialismo histórico formulado por Engels no niega, pues, como la pura doctrina marxista y la de algunos de sus continuadores, como Loria, Brooks Adams (The law of civilisation and decay) y Patten The development of english thought), la influencia de los factores políticos e ideológicos, afirmando solamente el valor preponderante de la base económica. Bernstein va todavía más allá, y sostiene que las causas puramente económicas no hacen más que crear las predisposiciones necesarias para la adaptación de determinadas ideas, dependiendo de la cooperación de toda una serie de influencias la manera cómo se extenderán tales ideas y, la forma que adoptarán. En la sociedad moderna se manifiestan en este punto dos corrientes. Por un lado, una comprensión cada vez más clara y profunda de las leyes de la evolución y especialmente de la evolución económica, y de esta mayor comprensión se deduce una más grande facilidad de dirigir aquella evolución económica. De la misma manera que el factor físico, el factor natural económico pasa, a medida que se comprende mejor su esencia, de señor que antes era, a servidor de los destinos humanos. Teóricamente, continúa Bernstein, la sociedad se encuentra, con respecto a la fuerza de impulsión económica, mas libre que nunca, y sólo el antagonismo de intereses entre sus diversos elementos impide convertir en libertad práctica aquella libertad teórica. Sin embargo, el interés colectivo domina cada vez más el interés particular y proporcionalmente y por doquiera esto sucede, disminuye la acción inconsciente de los factores económicos. La evolución se realiza a cada momento más aprisa y de una manera más fácil. De esta manera los individuos y los pueblos substraen una parte siempre más importante de su existencia a la influencia de una necesidad contraria o independiente de su voluntad. Como indica de Greef, la teoría de Bernstein representa, una sensible atenuación de la doctrina marxista, a cuyo tenor el hombre está fatalmente sometido al factor económico; al conocer mejor la íntima naturaleza del indicado factor, la humanidad se libera paulatinamente de su tiranía y la somete al control de la voluntad (V. La sociologie économique, pilg. 133, París, 1901, y las observaciones de Kautsky en su libro Le marxisme et son critique Bernstein, págs. 13 y sigs., París, 1900).

De los economistas y sociólogos modernos son muy pocos los que aceptan la teoría del materialismo histórico en su sentido estricto, lo que Pareto llama la interpretación vulgar o popular de la doctrina marxista. En su libro Essais sur la conception matérialiste de l’histoire (París, 1902), Labriola indica que la reducción de toda la historia al factor económico debe considerarse como una idea barroca, afirmando que es preciso distinguir la interpretación económica de la concepción materialista de la historia. En la primera comprende el sociólogo italiano las tentativas analíticas, que considerando separadamente de una parte las formas y las categorías económicas, y de otra, por ejemplo, el derecho, la legislación, la política y las costumbres, estudian acto continuo las influencias recíprocas de los distintos aspectos de la vida, tomándolos de una manera abstracta. Por la segunda comprende, por el contrario, la concepción orgánica de la historia, de la totalidad y de la unidad de la vida social, en la cual la misma economía se resuelve en el curso de un proceso, sirviendo en los diversos estadios morfológicos de substractum a todo lo demás. Ferri presenta la siguiente fórmula: las condiciones económicas, que son la resultante de las energías y de las aptitudes étnicas obrando en un medio telúrico determinado, son la base determinante de todas las manifestaciones morales, jurídicas, políticas de la vida humana, tanto social como individual (V. Socialisme et science positive, pág. 152, París, 1897). Otros autores, como Croce y Sorel, consideran la teoría marxista como un mero instrumento [954] de trabajo, un auxilio para la investigación. Engels presenta muchas veces el opúsculo que escribió Marx sobre el XVIII de Brumario, como un modelo perfecto de la aplicación del método, y el propio Kautsky lo considera también como el verdadero modelo de narración histórica hecha en el punto de vista marxista. Y en efecto, la ligera consideración del opúsculo antes citado convence plenamente, según Sorel, de que el fundador del llamado socialismo científico procuró conexionar sus explicaciones con las diferenciaciones económicas que revela el análisis de la sociedad civil, cosa que, por otra parte, no ofrecía la menor novedad, pues ya Proudhon, en su libro La révolution sociale démontrée par le coup d’Etat, había intentado hacer lo mismo al estudiar aquellos acontecimientos (V. Sorel, Les polémiques pour l’interpretation du marxisme, en Revue internationale de Sociologie, pág. 271, año 1900).

La sociología moderna busca los antecedentes y los precursores del materialismo histórico o interpretación económica de la historia en distintos autores, remontándose Plekhanoff hasta Helvetius y el barón de Holbach, pudiéndose sostener, con Pareto, que el mérito de Marx y de Engels consistió únicamente en afirmar de una manera explícita ciertos principios de los cuales hasta entonces se tenía una idea confusa, y en popularizar una determinada forma de considerar la historia que sólo conocían algunos hombres especializados (Les systèmes socialistes, t. II, pág. 391, París, 1902). Seligman menciona Harrington, que en su Oceana sostiene que la forma de gobierno depende de la manera de ser poseída y estar distribuida la tierra, y en el siglo XVIII Garnier (De la propriété dans ses rapports avec le droit politique, 1792), Dalrymple (An essay toward a general history of property in Great Britain, 1757), y Möser (Vorrede zur Ornabrückschen Geschichte, 1768), hicieron hincapié en la influencia de la propiedad sobre la política. De los precursores del siglo XIX deben mencionarse Fourier, Saint-Simon, Proudhon, Blane, Marr, Hess, Grün, Ricardo Malthus, Gonwin, Owen, y especialmente Rodbertus, Lasalle y al sociólogo americano Morgan, que en sus libros Ancient society y Systems of consanguinity and affinity of the human family, sostuvo la preponderante influencia de de los factores económicos en la vida social de los salvajes, sin conocer las publicaciones de Marx (V. Seligman, The economic interpretation of history, 2ª ed., págs. 50 y sigs., Nueva York, 1907).

La teoría marxista que consideramos, ha sido aplicada por algunos sociólogos al estudio de las instituciones primitivas. En su libro Orígenes de la propiedad, de la familia y del Estado, Engels sostuvo que, según la teoría materialista de la historia, el principal factor de ésta es la producción y la reproducción de la vida misma, cuya producción y reproducción presenta dos aspectos: de una parte, la de las subsistencias y de los instrumentos de trabajo, y de otra, la de los mismos hombres, la continuidad de la especie. Las instituciones sociales de una época y de un país determinados dependen de estas dos clases de producción, del grado de desarrollo del trabajo y del de la familia. Cuando menos desarrollado está el trabajo y con él la riqueza social (y esto es lo que sucede entre los salvajes) más predominan los lazos familiares en la constitución de la sociedad.. Como indica Kelles-Kranz en la memoria comunicada a la Sociedad de Sociología de París en 14 de Marzo de 1900 con el título de Les bases economiques des formes primitives de la familie (V. en Revue Internationale de Sociologie, año 1900, páginas 285 y sigs.). Engels abandona aquí el concepto marxista monista de la historia, admitiendo que durante un gran lapso de tiempo, hasta que se disuelve el comunismo primitivo (ya que para Engels la monogamia representa el triunfo de la propiedad individual), la producción de los bienes materiales no formaba la base de la constitución social, pues ésta dependía de la evolución de la familia, el único guía que nos permite orientarnos en el laberinto de las sociedades primitivas, que a su vez obra bajo la acción de la selección natural, la cual, en opinión de Engels, hizo pasar cada pueblo desde la promiscuidad primitiva al matrimonio por grupos (punalua) y de éste a la familia syndiasmica. El factor económico adquirió poco a poco una mayor importancia, consiguiendo, finalmente, dice Engels, una gran preponderancia sobre el factor familiar y la primacía en la vida social. La teoría materialista de la historia fue aplicada por otros autores al estudio de la vida primitiva, por Cunow (Die Verkandtschafts Organisationen der Australneger, Stuttgart, 1894), Grosse (Die Formen der Familie und die Formen der Wirthschaft, Leipzig, 1896), Lippert (Die Geschichte der Familie, Stuttgart, 1884), Kovalevsky (Tableau des origines et de l’evolution de la familie et de la propieté, Estocolmo, 1890) &c. V. lo que sobre esto se indica en las biografías de Grosse (Ernesto), Kovalewky (Máximo), y Morgan (Luis Enrique).

Bibliogr. Lafargue, Le déterminisme économique (París, 1909); Plekhanof, Beitrage zur Geschichte des Materialismes: Holbach, Helvetius, Marx (Stuttgart, 1896); Flint, La philosophie de l’histoire (París, 1897); Faria Vasconcellos, O materialismo historico (Coimbra, 1900); Ferraris, Il materialismo storico e lo Stato (Palermo, 1897); Asturaro, Il materialismo storico e la sociologia naturale (Génova, 1904); Barth, Die Geschichtsphilosophie Hegels und der Hegelianer bis Marx und Hartmann (Leipzig, 1890); Die Philosophie des Geschichte als Soziologie (Leipzig, 1897); Masaryk, Die philosophischen und socilogischen Grundlagen des Marxismus (Viena, 1899); Mehring, Geschichte der deutsche Socialdemokratie (Stuttgar, 1898); Stammler, Wirtschaft und Recht nach der materialischen Geschichtsauffassung (Leipzig, 1895); Tönnies, Neuere Philosophie der Geschichte, en Archiv für Geschichte der Philosophie, de Stein, vol. VII y VIII; Weisengrün, Verchiedene Geschichtsauffassungen (Leipzig, 1890); Woltmann, Der Historische Materialismus (Leipzig, 1900); Grenlich, Ueber die Materialistische Geschichtsanffassung (Berlín, 1897); Hildebrand, Recht und Sitte der Verschieden Wirthschaftlichen Kulturstufen (Berlín, 1896); Cunow, Die ökonomischen Grundlagen der Mutterherrschaft, en Die Neue Zeit, XVI; Dargun, Ursprung und Entwicklungsgeschichte des Eigenthums, en Zeitschrift für Vergleichende Rechtswissenchaft, V; Pikler, Der Ursprung des Totemismus: ein Beitrag zur Materialistischen Geschichtstheorie (Viena, 1900); Abramowski, Le matérialisme historique et le principe du phénomène social (1900); Andler, La conception matérialiste de l’histoire, en Revue de métaphysique et de morale (Octubre de 1907); Hollitscher, Das Historische Gesetz (Leipzig, 1900); Posada, Socialismo y reforma social (Madrid, 1904).

Materialista

adj. Dícese del sectario del materialismo. U. t. c. s. Se aplica a todo lo que concierne al materialismo o está relacionado con él.

Materialista. Albañ. y Cant. El que provee a las obras de algún material. Es voz poco usada y que no debe emplearse.

Materialización

Filos. Llámase así el fenómeno afirmado por los espiritistas en que aparecen los espíritus evocados en formas materiales. Históricamente hablando, en favor del hecho no hay ninguna probabilidad. V. Espiritismo

Materialización. f. Acción y efecto de materializar.

Materializar

v. a. Considerar como material una cosa que no lo es. v. r. Ir dejando uno que prepondere en sí mismo la materia sobre el espíritu.

Deriv. Materializado, da. Materializador, ra. Materializante.

Materialmente

Adv. m. Con materialidad.

Materialmente. Teol. Sirve esta palabra para designar la falta de responsabilidad en la ejecución de un acto por defecto de deliberación, y por ende de libertad. Por donde el acto queda ejecutado sólo materialmente. También es de uso frecuente, tanto en el sentido filosófico como en el vulgar, para distinguir en cualquier obra de arte, acción humana, etcétera, entre la realización de lo menos importante o más imperfecto y lo superior o característico, designando la palabra materialmente o material lo inferior y más vago. V. Materia.