Cartas sobre el estudio de la Naturaleza
Es el título de la principal obra filosófica de A. I. Herzen (ver), escrita en 1844-1845. Herzen examina en ella el problema de las relaciones mutuas entre la filosofía y las ciencias naturales, investigando la evolución de dichas relaciones a lo largo de toda la historia de la filosofía. En los tiempos de la escolástica medioeval, escribe Herzen, tuvo lugar “la ruptura entre un idealismo abstracto y un empirismo también abstracto”, desarrollándose a lo largo de los siglos un antagonismo entre la filosofía y las ciencias naturales. Los filósofos idealistas miran desde lo alto las ciencias experimentales, lo empírico. El idealismo tiende “a destruir la existencia material, a tomarla por muerta, por una ficción, por una mentira, por la nada”. Los naturalistas pagan a los filósofos con la misma moneda. Refutando “el idealismo huero”, se “previenen contra todo pensamiento”; creen que se puede conocer la Naturaleza sin necesidad de salirse del terreno de los hechos, de las particularidades, de lo empírico, y si alguna vez intentan alumbrar con el pensamiento lo que en el experimento está oscuro, “se enredan y se pierden en las mal entendidas categorías”. Criticando a los naturalistas empíricos, Herzen escribe: “El empirismo llevado al extremo es un absurdo... su manera de arrastrarse sobre cuatro patas es tan ridículo como los vuelos de murciélago del idealismo”. Pero ha llegado el tiempo en que la filosofía y las ciencias naturales “necesariamente tienen que entenderse, sea como fuere”. Los naturalistas no pueden orientarse en medio del inmenso número de datos empíricos sin “un punto de vista universal”, sin una “especulación”, sin la filosofía. Pero de la misma manera es imposible “la filosofía sin las ciencias naturales”. El idealismo ha sufrido un golpe mortal: “Hegel colocó el pensamiento a tal altura que, después de él, ya no es posible dar un solo paso, sin dejar al idealismo completamente atrás”. El idealismo, “escolástica del mundo protestante”, desaparece del escenario y Herzen proclama el triunfo de la filosofía que reconoce a la Naturaleza como fundamento y que considera las leyes del pensar como las “leyes conscientes del ser”. Herzen es un materialista. Pero, a la vez, somete a una severa crítica al materialismo vulgarizado, “unilateral”, que entonces “caminaba derecho hacia la destrucción de todo lo no material, negaba lo universal, veía en el pensamiento una emanación del cerebro... y reconocía la verdad sólo en las particularidades, en las cosas individuales, palpables y visibles”. Viendo claramente ]a insuficiencia y la limitación del materialismo vulgar, Herzen exige “la unión de lo empírico con lo especulativo”, con el raciocinio, y predice el florecimiento inaudito de la ciencia y de la filosofía para cuando “lo empírico deje de temer al pensamiento y el pensamiento, a su vez, no retroceda ante la rareza inmóvil del mundo de los fenómenos; sólo entonces triunfará plenamente el objeto exteriormente existente, libre ya de la metafísica abstracta y de las ciencias parciales: la filosofía especulativa erigida sobre lo empírico, es un tremendo horno cuyo fuego nada puede resistir”. Lenin tuvo en gran aprecio las Cartas sobre el estudio de la Naturaleza de Herzen. Refiriéndose a la primera de ellas --”Empirismo e Idealismo”-- escribía en 1912: “nos muestra a un pensador que aún ahora está a cien codos por encima de un sinfín de naturalistas empíricos contemporáneos que hacen experiencias en las ciencias naturales, y de una infinidad de filósofos idealistas y semiidealistas del presente. Herzen llegó realmente a las puertas del materialismo dialéctico y se detuvo ante el materialismo histórico”. Las Cartas sobre el estudio de la Naturaleza son ocho: I. Empirismo e Idealismo; II. Ciencia y Naturaleza - Fenomenología del Pensar; III. Filosofía Griega; IV. Ultima época de la Ciencia Antigua; V. Escolástica; VI. Descartes y Bacon; VII. Bacon y su Escuela en Inglaterra; VIII. Realismo. Las “cartas” se publicaron en la revista Anales de la Patria en 1845-1846.
Diccionario filosófico marxista · 1946:36-37