Ética
(del griego, ἦθος: moral, carácter, costumbres.) Ciencia que trata de la moral, de su origen y de su desarrollo, de las reglas y de las normas de conducta de los hombres, de sus deberes hacia la sociedad, la patria, el Estado, &c. A veces se atribuye al término “ética” el mismo sentido que al término “moral”. Antes de Marx, las doctrinas éticas se integraban en los sistemas religiosos o filosóficos, y constituían tentativas idealistas y metafísicas de establecer reglas y normas de conducta inmutables, independientes del desarrollo histórico, valederas para todas las épocas, y para todos los pueblos, clases y agrupamientos sociales. Ni los idealistas, ni siquiera los materialistas premarxistas que tenían una concepción idealista de la historia, estaban en condiciones de crear una teoría científica de la moral. Engels escribía a propósito de la ética de Feuerbach (ver): “Donde el verdadero idealismo de Feuerbach se pone de manifiesto, es en su filosofía de la religión y en su ética” (“Ludwig Feuerbach y el fin...”, en Marx/Engels, Obras escogidas, t. II, p. 352, Ed. esp., Moscú 1952). El marxismo, que ha efectuado una revolución en la filosofía, fue el primero en crear una teoría científica de la moral, y demostró que la moral es una forma de la conciencia social, poniendo en evidencia el carácter de clase de la moral en una sociedad clasista.
La historia de las doctrinas éticas forma parte integrante de la historia de la sociedad, de la lucha de clases, de la sucesión de las diversas formaciones sociales. Los conceptos éticos de los esclavos y de sus amos, de los siervos y de los feudales, de los obreros y de los capitalistas, revelan un carácter opuesto. En la sociedad esclavista, las cuestiones relativas a la ética fueron analizadas por materialistas como Demócrito (ver), Epicuro (ver), en su lucha contra los idealistas Sócrates (ver), Platón (ver), &c. Oponiéndose a la moral religiosa, Epicuro sostenía que el hombre aspira naturalmente al placer y que en ello no hay nada reprobable. Pero demostraba también que los placeres espirituales son superiores a los goces corporales. En cuanto a Platón, desarrollaba una teoría reaccionaria, aristocrática, por la cual, vinculaba la moral a un mundo de ideas suprasensibles, y particularmente, a la idea del “bien”. Afirmaba que la aristocracia posee, de nacimiento, una moral superior. Aristóteles (ver) concedió, de igual modo, mucha importancia a los problemas de la ética, especialmente a la virtud cívica. Afirmaba que la virtud “intelectual” se adquiere por medio de la educación, mientras que la virtud “volitiva” se obtiene por el hábito. En sus doctrinas éticas, los filósofos antiguos, ya fueran materialistas o idealistas, justificaban la esclavitud y concebían la moral como idealistas, como si fuera un conjunto de verdades eternas aplicables en todas las circunstancias.
Las doctrinas éticas religiosas adquirieron particular difusión en la sociedad feudal (Tomás de Aquino, ver, &c.). Esas doctrinas atribuían a la existencia humana, como fin supremo, el amor a Dios, la sumisión absoluta a las autoridades de la Iglesia, la felicidad “en el otro mundo” mediante un renunciamiento ascético a todos los goces terrenales. Esas doctrinas justificaban el orden feudal y eran hostiles a las masas trabajadoras –campesinos, pobres de las ciudades, &c.– cuyos representantes (Tomás Müntzer, &c.) exigían una vida feliz no “en el otro mundo” sino aquí. Con el nacimiento de la sociedad burguesa, se asistió a la aparición de doctrinas éticas progresistas, antifeudales, creadas por la joven burguesía que censura la moral ascética de la Edad Media y proclama el “egoísmo racional” (Helvecio, ver, Diderot, ver, &c.) según el cual, la conducta del hombre debe depender no de la religión, sino de los intereses personales bien comprendidos. Partiendo del hecho de que los hombres nacen iguales, la teoría del “egoísmo racional” hacía la crítica de los privilegios feudales, enunciaba el principio de “libertad, igualdad y fraternidad”, lo que conducía en el fondo a reivindicar un régimen burgués democrático. El materialista alemán Feuerbach lanzaba llamamientos sentimentales al “amor universal”. Los materialistas premarxistas ignoraban que la moral es una de las formas de la conciencia social, no denunciaban el carácter de clase de la moral y consideraban la “naturaleza humana” eterna e inmutable: sus ideas quedaban encerradas en el marco del régimen burgués. Los demócratas revolucionarios rusos (Belinski, ver; Herzen, ver; Chernishevski, ver; Dobroliúbov, ver) entendían de una manera más justa y más profunda los problemas de la moral: comprendían que los intereses de los trabajadores son incompatibles con los de las clases explotadoras y criticaban la moral de los grandes terratenientes y de los capitalistas, desde el punto de vista de la revolución campesina. Los materialistas rusos del siglo XIX eran los promotores de una moral que tenía por principio el bien del pueblo. Sin embargo, tampoco ellos podían comprender el papel histórico del proletariado y no pudieron por esta razón producir una ética científica. Esta fue obra del marxismo, el primero que descubrió las leyes objetivas que determinan el desarrollo de la moral y su papel en la lucha de clases.
La ética marxista reveló la naturaleza anticientífica de las teorías idealistas de toda especie que, como la teoría del ”imperativo categórico” (ver) de Kant, por ejemplo, hacen abstracción del carácter histórico y del carácter clasista de la moral social. La ética marxista definió científicamente el contenido de la moral comunista, su importancia, y las tareas que le incumben en la lucha por la edificación del comunismo. La ética marxista parte de la necesidad de una lucha implacable contra la moral burguesa reaccionaria y contra sus propagandistas. Combatió y continúa combatiendo las teorías cosmopolitas y racistas de la moral, enunciadas por Schopenhauer (ver) y por Nietzsche (ver), así como las teorías éticas contemporáneas de los ideólogos de la reacción. La ética marxista denuncia las enseñanzas de los filósofos, sociólogos y materialistas reaccionarios burgueses que justifican la caza de beneficios máximos por parte de los capitalistas. En Estados Unidos e Inglaterra se difunden las doctrinas morales de los pragmatistas (Dewey, ver; Schiller, &c.) quienes afirman que las normas y valores morales constituyen una creación de la voluntad de los hombres en interés del “business” capitalista. Los partidarios del existencialismo (ver), Heidegger, Jaspers y otros, declaran que la voluntad humana es independiente de la realidad ambiente, y que por lo tanto “todo le es permisible al hombre”. Los partidarios de la ética neo-tomista (Harrington, Maritain, &c.) proclaman que el objeto de la conducta humana es el de “prepararse para la muerte”, de “servir a Dios y a la Iglesia”. El místico francés E. Aegerter considera que el principio fundamental de la ética se reduce a una introspección mística del hombre. Todos los representantes de la ética moderna burguesa combaten abiertamente el análisis científico de la moral, y declaran que las normas y principios morales son, o bien creación arbitraria de los hombres, o bien efecto de la voluntad divina. Sólo la ética marxista-leninista constituye una ciencia verdadera de la moral, que ha recibido la consagración de la práctica histórica. Los grandes principios de la moral comunista han triunfado en la U.R.S.S., país del socialismo victorioso. (Ver igualmente Moral).
Diccionario filosófico abreviado · 1959:175-176
Ética
(del griego ἠθικἠ: relativo a las costumbres). Ciencia de la moral. Se divide en ética normativa y teoría de la moral. La primera investiga el problema del bien y del mal, establece el código moral de la conducta, señala qué aspiraciones son dignas, qué conducta es buena y cuál es el sentido de la vida. La teoría de la moral investiga la esencia de esta última, su origen y desarrollo, las leyes a que obedecen sus normas, su carácter histórico. La ética normativa y la teoría de la moral son inseparables entre sí. Últimamente se ha desarrollado la metaética, que investiga las enunciaciones éticas, su relación con la verdad, la estructura y constitución de la teoría ética. La metaética es un fruto de la época actual, en que las ciencias han recurrido al análisis lógico de sus medios. No hay que identificar la ética con la moral vigente, “práctica”, con la moralidad; la ética es la ciencia, la teoría de la moral y de la moralidad. La moral surgió antes que la ética, existía ya en el régimen de la comunidad primitiva, mientras que la ética apareció al formarse la sociedad esclavista. La ética ha sido un elemento de las doctrinas filosóficas, de la teoría filosófica. Desde que apareció, en ella ha habido lucha entre la concepción materialista de la moral y la idealista. Los materialistas premarxistas no podían comprender las leyes objetivas reales del desenvolvimiento de la moral. Mas lucharon contra las concepciones teológicas en la ética, sometieron a crítica la idea que teólogos e idealistas mantenían del sentido de la vida, defendieron el criterio de que el origen y las fuentes de las normas morales son “terrenales”. En la Antigüedad, contribuyeron a que se llegara a una concepción ética de la realidad los charvak (India), Yan Chu y Lao-tse (China), Demócrito, Epicuro, Aristóteles (Grecia) y otros. Se realizó una gran aportación al desarrollo de las ideas éticas durante el período en que se formó y consolidó el régimen burgués. Los ideólogos de la burguesía, en aquel tiempo revolucionaria, como Spinoza, Rousseau, Helvecio, Holbach, Diderot y Feuerbach, asignaban gran importancia a la resolución de los problemas de la ética. Aunque filósofos como Kant y Hegel defendían la concepción idealista de la moral, expusieron varias concepciones éticas valiosas. Los demócratas revolucionarios de Rusia, especialmente Belinski, Herzen, Dobroliúbov y Chernishevski, realizaron una seria aportación a la ética. Como los socialistas utópicos de Occidente (Fourier, Saint-Simon, Owen y otros), los demócratas revolucionarios rusos, soñando con una sociedad justa, intentaban predecir y esbozar las nuevas relaciones morales entre las personas. La ética marxista hizo suyo todo cuanto de valioso había en las teorías éticas del pasado. Su aparición constituyó un punto de viraje en el desarrollo de la ética. Las teorías éticas precedentes eran idealistas. Los filósofos del pasado suponían que bastaba modificar el nivel de la conciencia de las personas, instruirlas, o cambiar la forma de dirección estatal para difundir la moral que preconizaban. Marx y Engels pusieron de manifiesto que la moral estaba determinada por el régimen económico y social, y que poseía un carácter histórico. Con su teoría del comunismo, señalaron cuáles son los verdaderos caminos de la felicidad, de la justicia y de la libertad. La nueva etapa en el progreso de la ética está unida al nombre de Lenin. Contribuyeron asimismo a enriquecer la ética marxista Plejánov, Lafargue, Bebel, Nadiezhda Krúpskaia, Antón Makárenko y otros. Se ha dedicado suma atención a los problemas éticos correspondientes al período del socialismo y de la formación del comunismo, en los Congresos XX y XXII del P.C.U.S. La construcción del comunismo ha planteado nuevos problemas ante la ética, que se va transformando cada vez más en una ciencia independiente. El código moral de los constructores del comunismo, formulado en el programa del P.C.U.S., es de gran trascendencia para el ulterior desarrollo de la ética marxista (Moral comunista). La ética burguesa contemporánea está en crisis. Los principios de la ética burguesa se basan en teorías metafísicas e idealistas. Neotomistas y existencialistas escriben mucho sobre cuestiones éticas. En cambio, los neopositivistas abandonan su misma problemática ética y cultivan la lógico-semántica. La tendencia dominante en la ética burguesa es la que sitúa en un plano abstracto y metafísico las cuestiones relativas al humanismo, a la justicia y al bien, sin tener en cuenta la vida; busca valores éticos “absolutos” cuya finalidad única sigue siendo, como antes, la defensa y la conservación del régimen capitalista. Son particularidades de la ética burguesa, la propaganda del individualismo, la lucha contra el principio de colectivismo. Paralelamente a la difusión del dogmatismo moral neotomista, se intensifica el relativismo moral, que intenta demostrar la imposibilidad de la ética científica.
Diccionario filosófico · 1965:159-160
Ética
(griego ethos: costumbre.) Una de las disciplinas teóricas más antiguas, cuyo objeto de estudio es la moral. La ética surge en el período de establecimiento del régimen esclavista, disociándose de la conciencia moral espontánea de la sociedad como una de las principales partes integrantes de la filosofía, como ciencia “práctica” de cómo se debe proceder, a diferencia del saber puramente teórico sobre la realidad. Posteriormente, la ética misma se divide en los campos teórico y práctico, en ética filosófica y ética normativa. En la ética burguesa moderna, esta división históricamente justificada ha llegado a la ruptura total (Análisis lingüístico en ética, Positivismo lógico, Metaética), a la enajenación mutua entre la ciencia y la moral. La contraposición tradicional de la teoría y la práctica en la historia de la ética también obstaculizaba la solución de su problema fundamental: el de la fuente y la base de las ideas morales. De ordinario, la moral se deducía de un principio extrahistórico –Dios, naturaleza del hombre o leyes del Cosmos (Naturalismo, Ética teológica)–, de algún principio apriorístico o idea absoluta en autodesarrollo (Kant y Hegel) o de cierta autoridad (Ética aprobativa). En el siglo 20, la crisis de estos modos tradicionales de deducción de la moral halló su expresión en la tesis de la ética burguesa moderna sobre la imposibilidad de fundamentar teóricamente las ideas morales, así como en la división de dicha ética en dos corrientes mutuamente opuestas (irracionalismo y formalismo). Únicamente el marxismo, que supera por completo la contraposición de la teoría y la práctica, esclareciendo su naturaleza socio-histórica, permite deducir científicamente las ideas morales de los modos de producción en desarrollo histórico, de los tipos de vida social, que sustituyen con carácter lógico unos a otros, y del progreso de la cultura material y espiritual de la sociedad, y esclarecer la naturaleza de la moral y su lugar en la vida social y la especificidad del reflejo del ser social en la conciencia moral. Respectivamente se resuelve también la cuestión del objeto y las tareas de la ética marxista, que abarca una serie de esferas de investigación. Una de ellas es el estudio de la historia del desarrollo de la moralidad del género humano, que transcurre en forma de lucha y cambio de la moral de las diversas formaciones socioeconómicas y clases, así como en forma de historia de las doctrinas éticas, que refleja este proceso. En cuanto a nuestra época, esta tarea de la ética consiste en fundamentar históricamente la moral superior de la humanidad –la moral comunista– y en someter a crítica la moral y la ética burguesas. De esta manera la ética normativa se convierte en desarrollo natural de las conclusiones de la teoría histórica de la ética y deja de ser una doctrina independiente, opuesta a la ética teórica. Los principios morales no se establecen por ciertos filósofos, partidarios de una u otra corriente, sino que se forman en el proceso de la práctica social, reflejando la experiencia atesorada por muchas generaciones, por todo el pueblo y las distintas clases. La ética marxista analiza también la naturaleza y el mecanismo de acción de la moral y la investiga como aspecto de la actividad social del hombre, como forma específica de relaciones y conciencia sociales. En la época de edificación del comunismo crecen inconmensurablemente las tareas teóricas de la ética marxista y su significación práctica. La ética marxista sintetiza y sistematiza los principios de la moral comunista, que se forman por la masas trabajadoras en el proceso de construcción de la nueva sociedad, fundamenta científicamente dichos procesos y constituye la base teórica de la educación moral de los trabajadores, de la formación de su posición activa en la vida y de la intransigencia para con las infracciones de las normas de la moral comunista.
Diccionario de filosofía · 1984:153-154