Filosofía en español 
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El individuo en la historia

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Diccionario filosófico marxista · 1946

El individuo en la historia

Los teóricos burgueses, o bien reducen la historia a la actividad consciente de las “personalidades notables” (reyes, jefes militares, &c.) sin ver ninguna ley que rija esa actividad, o bien disminuyen el alcance de la actividad humana, no viendo en el hombre más que el instrumento de una necesidad ciega, de una voluntad divina, de un destino impenetrable. En el primer caso, la historia es considerada desde punto de vista voluntarista, como un dominio donde todo se cumple de acuerdo con la voluntad, el deseo, el ideal de intelectuales “dotados del espíritu crítico” o de “héroes”. Tal era, por ejemplo, la teoría de los populistas relativa a los “héroes” y a la “multitud” pasiva (ver Método subjetivo en sociología: Populismo). En el segundo caso, la historia reviste un carácter de fatalidad: todo está predeterminado y se cumple sin influencia de la actividad humana. Las concepciones de los materialistas economistas vulgares, conducen inevitablemente a este enfoque de la historia, como fue el caso de los “economistas”, de los mencheviques, &c. (ver Espontaneidad y conciencia). Disminución de la importancia de la acción de las masas populares, del partido revolucionario, justificación de la espontaneidad, negación del papel de la teoría avanzada, de las ideas de vanguardia; tal es fondo de la concepción económica vulgar de la historia.

En oposición a los idealistas y a los materialistas vulgares, el marxismo-leninismo estima que los hombres crean ellos mismos su historia, pero siempre en función de condiciones materiales históricamente determinadas. El desarrollo de la sociedad se funda en leyes económicas objetivas que los hombres no pueden ni abrogar ni suprimir. Pero habiendo aprendido a conocerlas, y actuando de conformidad con la necesidad histórica, pueden acelerar sensiblemente el curso de los acontecimientos. Los intereses de las clases progresistas expresan siempre las necesidades históricas que han llegado a su madurez, de modo que la actividad de esas clases y de sus representantes más eminentes tienden a realizar las tareas que plantea la historia. Esta actividad conforme al curso objetivo de la historia, determina la fuerza de los hombres y de ciertas personalidades. Las personalidades más eminentes pueden quedar anuladas si sus ideas y sus deseos se oponen al desarrollo económico de la sociedad, si se oponen a las exigencias de la clase avanzada. Y, por el contrario, los grandes hombres pueden realmente llegar a ser grandes, cuando sus ideas y sus deseos traducen acertadamente las necesidades del desarrollo económico de la sociedad, las de la clase avanzada. Los dirigentes de la clase obrera ofrecen el ejemplo de tales personalidades destacadas. El movimiento revolucionario del proletariado ha hecho resaltar a las personalidades más eminentes de la historia mundial, las que han ejercido una influencia sobre el curso de los acontecimientos sociales.

Los clásicos del marxismo han pertrechado a la clase obrera y a todos los trabajadores con el conocimiento lúcido de las leyes objetivas del desarrollo de la sociedad, que existen independientemente de la voluntad o de la conciencia humana. Les han señalado el camino de la lucha contra toda explotación y esclavitud, por el comunismo. Marx y Engels, no sólo echaron los fundamentos teóricos del comunismo, sino que organizaron también los primeros ejércitos revolucionarios del proletariado animándolos para la lucha contra la opresión y la explotación. Lenin desarrolló de manera creadora la doctrina marxista y fue el artesano y organizador del primer estado socialista de obreros y campesinos cuya aparición señaló el comienzo de la era del triunfo del socialismo. Bajo la dirección del Partido Comunista, el socialismo ha vencido en la URSS. Hoy, numerosos países de Europa y Asia, fuertemente compenetrados de las ideas del marxismo-leninismo, se encaminan igualmente por la vía del socialismo. Una de las características esenciales de los dirigentes proletarios reside en su aptitud para ligar la acción práctica, organizadora y revolucionaria para transformar el mundo, con el profundo estudio teórico de la marcha objetiva de la historia.

La Gran Revolución Socialista de Octubre y la edificación del socialismo en la URSS, han hecho surgir del seno de la clase obrera y del campesinado, eminentes hombres políticos, dirigentes en los dominios económico, cultural y militar. Los verdaderos dirigentes comunistas deben estar indisolublemente ligados a las masas trabajadoras y servirlas con sus conocimientos y sus talentos; deben saber no sólo instruir a los obreros y a los campesinos, sino también instruirse junto a ellos. Las masas laboriosas desempeñan el papel principal en la historia y su acción es decisiva. La debilidad de los dirigentes burgueses, que los destina al fracaso es la falta de sostén del pueblo, por ser dirigentes de una minoría que defiende los intereses de la clase explotadora. La fuerza de un jefe proletario, de un dirigente de las masas laboriosas, reside en sus lazos con los trabajadores y en su actividad en bien del pueblo.

Partiendo del hecho de que no es el individuo, por eminente que sea, quien constituye la fuerza principal de la historia, sino las masas populares creadoras de todos los valores, el marxismo-leninismo se pronuncia contra todo culto del individuo. Ese culto es propio de los partidos burgueses, antipopulares, que defienden intereses completamente opuestos a los de los trabajadores, y que se inspiran en concepciones sociales anticientíficas e idealistas. Los grandes educadores del proletariado han combatido siempre todo elogio excesivo de un individuo, la incomprensión del hecho de que son las masas populares las que deciden la marcha de la historia. “Siendo hostil a toda especie de culto del individuo”, escribía Marx, “no permití jamás, durante la existencia de la Internacional, la publicación de numerosas resoluciones que, para mi disgusto, me llegaban de una serie de países, y en las cuales se trataba de los servicios que yo había prestado. Ni siquiera respondía a ellas, salvo algunas veces para criticarlas. Cuando Engels y yo nos adherimos por primera vez a la sociedad secreta de los comunistas, fue a condición de que se eliminara de los estatutos todo lo que pudiera contribuir a una adoración supersticiosa de las personalidades destacadas...” (Carta de Marx a Guillermo Bloss, Obras, Ed. alem.).

El gran mérito del Partido Comunista de la Unión Soviética es el de haber sabido, de pleno acuerdo con las leyes objetivas del desarrollo social, animar y organizar a la clase obrera y a los trabajadores del campo, y conducirlos al asalto del régimen caduco de los grandes terratenientes y de los capitalistas, para instaurar un orden nuevo, socialista. El Partido Comunista se halla a la cabeza del pueblo soviético y orienta toda su actividad hacia un solo objetivo: la edificación de la sociedad comunista integral.

Diccionario filosófico abreviado · 1959:256-258

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Diccionario filosófico · 1965

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Diccionario de filosofía · 1984