Interpretación idealista de la historia
Por oposición a la interpretación materialista de la historia (ver: Materialismo Histórico), la interpretación idealista ve en las ideas, en las teorías, en la conciencia de los hombres, &c., la fuera fundamental del desarrollo social. Hasta Marx, la interpretación idealista de la historia era la que imperaba indisputablemente. Los materialistas anteriores a Marx, en su interpretación de los fenómenos sociales, se colocaban también en posiciones idealistas, limitándose sólo a interpretar de manera materialista los fenómenos de la Naturaleza, sin saber llevar su materialismo, al conocimiento de los fenómenos sociales. Así, los materialistas franceses del siglo XVIII partían del principio correcto de que el medio social es el que determina las opiniones y conceptos de los hombres; pero ante la necesidad de explicar las transformaciones que se operan en el propio medio social, caían en el idealismo, afirmando que para dichas transformaciones basta con la ilustración, con la divulgación de la ciencia, con el cambio de los conceptos del hombre (“Las opiniones gobiernan el mundo”). Colocaron la marcha de la historia en dependencia de la voluntad, del estado de ánimo y de los deseos de las “personalidades ilustres”, de los reyes, conquistadores, caudillos militares, &c. Por eso, consideraban la historia como el resultado del concurso de casualidades felices o desgraciadas y no como un proceso sujeto a leyes. También Feuerbach, materialista alemán del siglo XIX, era idealista en cuanto a la interpretación de los fenómenos históricos, afirmando que los periodos de la humanidad se distinguen entre sí sólo por el cambio que se opera en las religiones. La interpretación idealista de la historia se divide en dos corrientes fundamentales. Algunos idealistas, Hegel entre ellos, explican el desarrollo social por la actividad de la “idea absoluta”, de la “razón universal”, de la conciencia supra-personal, &c. Mas el mérito de Hegel radica en haber intentado interpretar la historia de la sociedad como un proceso sujeto a leyes. A su juicio, los impulsos y las aspiraciones de los que hacen la historia no constituyen, ni mucho menos, las últimas causas de los sucesos históricos; detrás de tales impulsos hay otras fuerzas motrices más profundas; pero Hegel las buscaba fuera de la historia, en el desarrollo de la “idea absoluta”. La “idea absoluta” mística, he aquí, a juicio de Hegel, el principio creador que dirige la vida de los pueblos y de los Estados e impulsa a la sociedad hacia adelante. Otros representantes de la interpretación idealista de la historia –por ejemplo, los hegelianos de izquierda (hermanos Bauer y otros), en Alemania; los populistas, en Rusia–, explican el desarrollo social por la actividad del sujeto, de la personalidad individual atribuyéndole el papel creador exclusivo en la historia. Los populistas, como es sabido, consideraban que sólo los “héroes”, las “personalidades que piensan críticamente” hacen la historia, oponiéndolos a la masa, al pueblo, a quienes llamaban despectivamente la “multitud”. Los populistas apoyaban su actuación práctica, no sobre la base de las exigencias del desarrollo de la vida material de la sociedad, sino sobre la base de planes “ideales” y universales, desligados de la vida. Marx fue el primero que demostró que el desarrollo de la producción material es el fundamento del desarrollo social. Por eso, la política del partido marxista-leninista, como política científica, toma como punto de partida las condiciones y necesidades concretas de la vida material de la sociedad y la lucha de clases.
Diccionario filosófico marxista · 1946:160-161