Filosofía en español 
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Irracionalismo

no figura

Diccionario filosófico marxista · 1946

no figura

Diccionario filosófico abreviado · 1959

Irracionalismo

(del latín “irrationalis”). Corriente idealista anticientífica que declara que el mundo es caótico, irracional e incognoscible. Los irracionalistas, al negar la fuerza cognoscitiva de la razón, sitúan en un primer plano la fe (irracionalismo fideísta), el instinto (freudismo), la voluntad inconsciente (Schopenhauer), la intuición (Bergson, James), la existencia (Kierkegaard), &c. El irracionalismo se halla ampliamente difundido en la filosofía, en la psicología y en la sociología burguesas de nuestro tiempo. Su sentido social objetivo consiste en negar la posibilidad del conocimiento adecuado de las leyes objetivas del desarrollo social.

Diccionario filosófico · 1965:248

Irracionalismo

1. Doctrina filosófica que insiste en la limitación de las posibilidades cognoscitivas de la razón y el pensamiento y que reconoce que la forma principal de conocimiento son la intuición, el sentimiento, el instinto, &c. El irracionalismo considera que la realidad es caótica, ilógica y subordinada a la casualidad y a la voluntad ciega. Comúnmente, las doctrinas irracionalistas surgen en las épocas cruciales del desarrollo de la sociedad y no se promueven como sistemas lógicamente armónicos, sino como ideas y estados de ánimo aislados, formulados en aforismos. Así, la animación del irracionalismo empezó a fines del siglo 19 y comienzos del 20, en el período de transformación del capitalismo en imperialismo, cuando se desmoronaron los ideales liberales reformistas burgueses y las esperanzas en “mejorar” el capitalismo mediante su “racionalización” y la utilización de los conocimientos científicos naturales y técnicos. En aquel período aparece una serie de doctrinas irracionalistas y, ante todo, la “filosofía de la vida”. Más tarde, en los años 30 del siglo 20, se promueve otra variedad del irracionalismo: el existencialismo. Los motivos irracionalistas se manifestaron también con nitidez en el freudismo. En conjunto, el irracionalismo, como orientación anticientífica, constituyó el campo fértil para las teorías reaccionarias fascistas, que rechazaban el pensamiento científico en aras de las predicciones del jefe, “führer”, la voz de la “sangre y la raza”. En una u otra forma, el irracionalismo está difundido ampliamente en la filosofía, sociología y psicología burguesas modernas.

2. En ética, el principio metodológico de interpretación de la naturaleza de la moralidad, típico de muchas teorías burguesas de la moral; actualmente reúne varias escuelas (existencialismo, neoprotestanismo, ética “humanista”, ética de la autorrealización, &c.) y constituye una orientación específica que existe paralelamente al formalismo ético y al naturalismo. El irracionalismo se caracteriza por la afirmación de que la situación moral de cada individuo es original. Sobre esta base se saca la conclusión de que es imposible formular los principios generales de la moral y, con tanta más razón, fundamentarlos con ayuda del pensamiento racional y la ciencia, que supuestamente son inaplicables a la esfera de la moral, pues captan en lo diverso tan sólo lo abstracto general. Los irracionalistas proclaman que la moral que se practica en la sociedad, tiene un carácter racional y sirve a cualesquiera necesidades prácticas, “no es auténtica”. Desde su punto de vista, la moralidad “auténtica”, lo mismo que el ser del hombre en general, no está sujeta a definiciones y sintetizaciones algunas y se encuentra al margen de las leyes de la naturaleza y la sociedad; en esta moralidad, el hombre se afirma como ser absolutamente libre, en oposición al reino de la dependencia objetiva. De este modo, el irracionalismo llega a la interpretación relativista y voluntarista en extremo de la moral y a la negación de toda significación objetiva de la elección por el hombre de una posición moral. Aunque algunas corrientes del irracionalismo critican el apologismo, el dogmatismo y el utilitarismo en la moral burguesa, al mismo tiempo, quiéranlo o no sus representantes, contribuyen a desorientar al individuo en los marcos de la lucha entre las dos concepciones del mundo.

Diccionario de filosofía · 1984:235-236