Filosofía en español 
Filosofía en español

Nuevo y viejo

no figura

Diccionario filosófico marxista · 1946

Nuevo y viejo

La filosofía marxista entiende por nuevo no todo lo que nace y existe, sino únicamente lo que nace para desarrollarse, lo que tiene un porvenir y acelera el progreso de la sociedad en su conjunto o en algunos de sus aspectos. Lo nuevo es el motor del desarrollo. Una concepción semejante permite distinguir entre lo que es efectivamente nuevo y entre lo que lo es en apariencia. Lo viejo, lo que ha caducado, puede, a veces, afectar la forma de lo “nuevo”, pero no deja de ser por ello menos viejo. Así, en el Manifiesto del Partido Comunista (ver) Marx y Engels denunciaron el “socialismo feudal” que disimulaba los intereses de los grandes señores: “A guisa de bandera, estos señores enarbolaban un mísero zurrón de proletario, a fin de atraer al pueblo. Pero cada vez que el pueblo acudía, advertía que sus posaderas estaban ornadas con el viejo blasón feudal y se dispersaba en medio de grandes e irreverentes carcajadas” (Marx/Engels, Obras escogidas, t. I, p. 42, Ed. esp., Moscú, 1951). Para engañar al pueblo, los fascistas alemanes se envolvían en la toga del “nacional-socialismo”; hacían pasar su fanatismo racista por algo “nuevo”, aunque en realidad, el fascismo (ver) no era más que una forma nueva de la dictadura terrorista abierta del capital financiero.

La filosofía marxista entiende por “viejo” todo lo que cesa de ser el motor del progreso y que se convierte en un obstáculo en la marcha adelante. Lo viejo y lo nuevo luchan entre sí, pues traducen las diferentes tendencias de la realidad, su pasado y su presente, lo que muere y lo que nace, lo negativo y lo positivo, el elemento conservador y el elemento revolucionario. La lucha de lo nuevo, de lo progresivo contra lo viejo, contra lo que muere, es una ley esencial del devenir. (Ver Lucha de contrarios).

La lucha entre lo nuevo y lo viejo culmina necesariamente en la victoria de lo nuevo, de lo progresivo, pues la fuerza de lo nuevo, de lo progresivo es invencible. “Lo que interesa, sobre todo, al método dialéctico no es lo que en un momento dado parece estable pero comienza ya a morir, sino lo que nace y se desarrolla, aunque en un momento dado parezca poco estable, pues lo único que hay insuperable, según él, es lo que se halla en estado de nacimiento y de desarrollo” (Stalin, “Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo histórico”, en Cuestiones del leninismo, p. 637, Ed. esp. Moscú, 1941). Así, al día siguiente de la Revolución, los “sábados comunistas” (iniciativa generosa de los obreros comunistas que trabajaban el sábado sin ninguna retribución y fuera de las horas reglamentarias, por cuenta del Estado) no estaban muy extendidos, pero en ellos Lenin percibió los gérmenes de una actitud nueva, comunista, hacia el trabajo. Hoy, esos gérmenes se han convertido en un poderoso factor de desarrollo de la sociedad soviética: la emulación socialista del pueblo entero. Sin embargo, lo nuevo no triunfa espontáneamente, de por sí. La fuerza del Partido Comunista de la Unión Soviética, reside en que sabe discernir lo nuevo, lo progresivo, cuando se halla todavía en estado embrionario, y contribuye activamente al florecimiento de lo nuevo, lo ayuda a echar raíces y a desplazar a lo viejo.

Cuando lo nuevo triunfa, no desecha totalmente lo viejo, sino que saca provecho de todas las conquistas del pasado. Existe una relación determinada, una filiación entre lo viejo y lo nuevo. El marxismo no tiene nada de común con la concepción vulgar, mecanicista, de la evolución concebida como un conjunto de grados sin vínculos, no derivados el uno del otro. La cultura socialista, por ejemplo, sería inconcebible si no utilizara todas las realizaciones de la cultura precedente estructurada de nuevo y asimilada con espíritu crítico.

Por otra parte, el marxismo no erige en absoluto tal o cual fenómeno nuevo. Lo nuevo mismo evoluciona, cambia, envejece y de motor se convierte en una traba. Así, las nuevas relaciones de producción (ver) constituyen factores decisivos del auge de las fuerzas productivas (ver). Sin embargo, es preciso no olvidar que esas relaciones no se conservan eternamente nuevas, que envejecen a su vez, y que deben, con el tiempo, ceder el lugar a otras relaciones de producción correspondientes al carácter de las fuerzas productivas. El Partido Comunista enseña que es preciso no sólo descubrir lo nuevo, sino también velar constantemente por su florecimiento. Lo nuevo pierde sus posiciones avanzadas cuando cesa de perfeccionarse y detiene su marcha adelante.

Diccionario filosófico abreviado · 1959:384-385

Lo nuevo y lo viejo

Son dos fuerzas y tendencias contrarias: la lucha entre una y otra, sobre todo en los fenómenos sociales, constituye la fuerza motriz del desarrollo. Lo que mueve, lo que orienta el desarrollo en determinadas condiciones históricas es lo nuevo: todo lo que lo frena y obstaculiza es lo viejo. En el proceso del desarrollo, lo nuevo y lo viejo se encuentran en interconexión dialéctica: lo nuevo surge de lo viejo, donde existe como germen; todo lo positivo y valioso que se daba en lo viejo permanece bajo un aspecto superado en lo nuevo. La aparición de lo nuevo constituye siempre un salto, el fin de viejas contradicciones y el comienzo de contradicciones nuevas. Mas, la aparición en sí de lo cualitativamente nuevo se prepara en el proceso de desarrollo de las contradicciones de lo viejo. Al principio, lo viejo es más fuerte que lo nuevo. No obstante, lo nuevo es invencible, de uno u otro modo, en última instancia desplaza a lo viejo. Lo nuevo lleva en sí nuevas contradicciones y, con ello, gérmenes de un desarrollo ulterior. En la etapa siguiente, lo nuevo en su conjunto o algunos de sus rasgos y partes envejecen. No todo lo que surge por primera vez es auténticamente lo nuevo; lo es, tan sólo, lo que se manifiesta como forma más progresiva, que facilita el desarrollo ulterior. Lo nuevo se pone de manifiesto como tal en la lucha, en la victoria sobre lo viejo, en el desarrollo. La aparición de lo nuevo es un proceso objetivo y no depende de la subjetiva arbitrariedad. No obstante, en la sociedad socialista la lucha entre lo nuevo y lo viejo, lo caduco y lo que nace, lo atrasado y lo avanzado, adquiere un carácter consciente, planificado.

Diccionario filosófico · 1965:342

no figura

Diccionario de filosofía · 1984