Filosofía en español
Propiedades de los objetos materiales y de los fenómenos de la conciencia social; caracterizan el significado de unos y otros para la sociedad, para la clase y para el hombre. Los objetos materiales constituyen valores de distinto género porque hacia ellos se orientan los diversos intereses (material, económico, espiritual) del hombre. Por ejemplo, el vaso, que es un instrumento para beber y, con ello, resulta útil al hombre, constituye un valor material, es decir, un valor de uso, un bien. Por ser producto del trabajo humano, el vaso, como mercancía, posee valor económico o, simplemente, valor. Si el vaso representa, además, un objeto de arte se halla dotado aun de valor estético, de belleza. En todas estas relaciones, el vaso no se presenta como simple objeto material, sino, además, como fenómeno social; artículo de consumo, mercancía, obra de arte, y es objeto de interés humano. Exactamente del mismo modo, los fenómenos de la conciencia social, las ideas, constituyen valores. Con ellas el hombre expresa sus intereses en forma ideológica. Por ejemplo, la idea del comunismo encarna en sí los intereses, las tendencias y los anhelos de las masas populares, la voluntad de los trabajadores y el fin práctico de los partidos comunistas. Como fin y objeto de afanes, como sueño que orienta el quehacer de las masas, la idea de comunismo constituye nuestro ideal social o fin espiritual. En la burguesía no se dan ideales semejantes, hecho en el que se revela su crisis en la esfera del espíritu. Además de los valores materiales, económicos y estéticos, existen valores morales, jurídicos, políticos, culturales e históricos. Las obras de las personas y los fenómenos sociales pueden constituir un bien moral o un mal (valores morales), pueden ser objeto de aprobación o de condena. Con el fin de orientar y regular la conducta de las personas, la sociedad crea todo un sistema de representaciones morales --ideales, principios, estimaciones--. Éstos también son valores morales. Las representaciones de valor no sólo reflejan determinada realidad, no sólo constituyen un saber acerca de algo, sino que, además, orientan la actividad de los hombres, es decir, tienen un carácter práctico. Ello explica que en la sociedad de clases posean una naturaleza clasista netamente expresada. Así, la lucha entre las ideologías comunista y burguesa es, al mismo tiempo, una lucha de sistemas contradictorios de valores. La naturaleza de los valores es el objeto de estudio de la axiología.
Diccionario filosófico · 1965:477
Fenómenos tanto de carácter material como espiritual capaces de satisfacer cualesquiera necesidades de un hombre, de una clase o de la sociedad, de servir a sus intereses y fines. Los hombres no sólo conocen las propiedades de los fenómenos sino que también los justiprecian desde el punto de vista de si son útiles o perjudiciales para su vida. Los valores tienen a fin de cuentas carácter social, aparecen en el transcurso de la actividad práctica de los hombres. Allí donde el hombre no existe es absurdo hablar del valor de algo, del valor por sí mismo. Por ejemplo, la atmósfera, que contiene oxígeno, existía en la tierra mucho antes de que apareciera el hombre; sin embargo, sólo a partir del nacimiento de la sociedad humana se puede hablar del inmenso valor que tiene la atmósfera para la vida de los hombres, de la inadmisibilidad de su contaminación, digamos, con sedimentos radiactivos. Los valores se dividen en naturales, es decir, las condiciones naturales necesarias para la existencia del hombre (calor solar, aire, humedad, &c.); económicos, es decir, objetos de trabajo, instrumentos y medios de producción, bienes materiales producidos; político-sociales, que comprenden tanto las relaciones materiales como las ideológicas (libertad, igualdad, justicia, &c.); éticos (bien, honor, fidelidad al deber y otros); estéticos (belleza); científicos (verdad). En la sociedad dividida en clases los valores sociopolíticos y espirituales tienen por fuerza carácter clasista. Las clases antagónicas formulan una concepción distinta y a veces abiertamente contrapuesta del bien, la justicia, la libertad, &c., son distintos sus ideales, objetivos y normas de conducta, su actitud estética hacia la realidad. Ahora bien, el marxismo no niega la existencia de valores humanos generales (normas elementales de moral, obras de los grandes maestros del arte y la literatura, &c.). Un valor humano general es en la actualidad la paz universal, la conjuración de la amenaza de la guerra termonuclear. Los comunistas defienden los valores humanos universales de los ataques de los ideólogos del imperialismo a fin de que estos valores se conviertan en patrimonio de las amplias masas populares. El hombre, en cuanto portador y creador de todos los bienes materiales y de los valores político-sociales y espirituales, es valor supremo y absoluto en el mundo. Ahora bien, el marxismo lo examina no de modo abstracto, sino de forma histórico-concreta. El valor social más elevado lo constituyen las masas trabajadoras, los combatientes por la paz y la democracia, por la transformación socialista y comunista de la sociedad. La teoría marxista acerca de los valores es opuesta a la burguesa, a la axiología idealista (del griego axios, valioso, y lógos, concepto, teoría), que, o examina los valores como esencias abstractas inmutables y separadas del hombre, o niega en general la fuente objetiva de los valores, haciéndolos depender de los gustos o estados de ánimo subjetivos de los diferentes hombres. Típico en la teoría burguesa de los valores es la negación de su contenido clasista.
Diccionario marxista de filosofía · 1971:314-315
Determinaciones sociales de los objetos del mundo circundante, que ponen de manifiesto su significación positiva o negativa para el hombre y la sociedad (bien y mal, bello y feo, que se contienen en los fenómenos de la vida social y la naturaleza). Exteriormente, los valores constituyen las propiedades del objeto o fenómeno, pero no le están dados por la naturaleza, no le son innatos en virtud de la estructura interna del objeto por sí mismo, sino porque este último está incorporado a la esfera del ser social del hombre y se ha convertido en vehículo de las relaciones sociales concretas. En lo relativo al sujeto (hombre), los valores constituyen los objetos de sus intereses, y en lo concerniente a su conciencia, desempeñan el papel de puntos de referencia diarios en la actividad material y social y de designaciones de sus diversas relaciones prácticas con los objetos y fenómenos circundantes. Por ejemplo, un vaso, siendo un instrumento para beber, manifiesta esta propiedad útil como valor de uso, como bien material. Siendo producto del trabajo y objeto de intercambio de mercancías, el vaso interviene como valor económico, como valor. Si es objeto del arte, el mismo vaso incorpora además, valor estético, belleza. Todas estas propiedades del vaso designan sus diversas funciones en el sistema de la actividad vital humana y constituyen signos, símbolos objetivos de determinadas relaciones sociales, que contrae el hombre. Además de tales valores materiales, que constituyen objetos de los intereses orientados a ellos, aparecen como valores también algunos fenómenos de la conciencia social, que expresan estos intereses en forma ideal (conceptos de bien y mal, de justicia e injusticia, ideales, normas y principios morales). Las formas dadas de conciencia no simplemente describen algunos fenómenos reales o imaginarios de la realidad, sino los valoran, los aprueban o condenan y exigen su realización o eliminación. Tras la colisión de los valores espirituales distintos y opuestos en el ámbito ideológico hay que advertir la lucha de los puntos de vista socio-políticos y los intereses de las clases, que se expresa en los sistemas generales de opiniones sobre la sociedad y su desarrollo y, en última instancia, la lógica objetiva del proceso histórico. La comprensión consciente de las leyes históricas objetivas convierte la concepción del mundo marxista en concepción científica, mientras que el enfoque puramente axiológico de los acontecimientos y fenómenos de la vida social a menudo no rebasa el marco de la conciencia común o moral.
Diccionario de filosofía · 1984:439