Verdad absoluta y verdad relativa
Verdad absoluta
En su interpretación de la verdad absoluta, la metafísica parte de la premisa de la inmutabilidad de los conocimientos humanos. Concibiendo todos los objetos y fenómenos como inmutables y dados de una vez para siempre, la metafísica acepta también toda verdad como fruto del conocimiento acabado y dado de una vez para siempre. El materialismo dialéctico niega esta clase de verdades absolutas. El conocimiento constituye un proceso histórico de movimiento del no saber al saber, del conocimiento de los fenómenos aislados, de los aspectos parciales de la Naturaleza a su conocimiento más profundo y más completo, al descubrimiento continuo de nuevas leyes de su desarrollo. Cada fase del conocimiento está limitada por el nivel de la ciencia y por las condiciones históricas de la vida de la Sociedad, que hacen inevitablemente que nuestros conocimientos sobre la Naturaleza sean relativos, incompletos. Pero las verdades descubiertas por nuestro conocimiento, siendo relativas, contienen al mismo tiempo también parte de una verdad absoluta, puesto que reflejan de manera correcta, aunque incompleta, el mundo objetivo exterior. Por eso, el conocimiento logrado mediante las verdades incompletas y relativas, nos acercan, en el desarrollo progresivo del conocimiento humano, a la verdad absoluta, es decir, al conocimiento pleno y universal del mundo objetivo. Es inconcebible agotar el conocimiento del mundo objetivo en un momento históricamente determinado del desarrollo del conocer humano. Tal conocimiento agotado significaría que el saber humano puede detenerse en su desarrollo, cuando lo que ocurre es que está constantemente progresando del conocimiento de la esencia de las cosas hacia el conocimiento más profundo de dicha esencia. Por otra parte, tal conocimiento agotado del mundo objetivo no es posible en un momento dado, debido a que el propio mundo se halla en un estado de cambio y renovación eternas. Por consiguiente, también el conocimiento que es el reflejo mental del mundo exterior, es inagotable y jamás puede acabarse; de la misma manera que es inagotable e infinito el mundo. Lenin, en su obra Materialismo y Empiriocriticismo (Ver), dio una definición dialéctica de la verdad absoluta: “Por su naturaleza, el pensamiento humano es capaz de darnos, y nos da en efecto, la verdad absoluta, la cual está integrada por una suma de verdades relativas. Cada escalón del desarrollo de la ciencia aporta nuevos granos a esta suma que constituye la verdad absoluta; pero los límites de verdad de cada tesis científica son relativos, ora dilatándose, ora restringiéndose por el desarrollo sucesivo del saber” (Lenin).
Diccionario filosófico marxista · 1946:312-313
Verdad relativa
El proceso del conocimiento del mundo y de las leyes que lo rigen es tan infinito como lo es el mismo desarrollo de la Naturaleza y de la Sociedad. Nuestros conocimientos, relativamente exactos, en esta o en la otra fase del proceso de la ciencia se profundizan y se precisan cada vez más a medida que se desarrollan. Así, hasta principios del siglo XX, el átomo era considerado indivisible, pero después se demostró que también el átomo está integrado por electrones. La teoría electrónica de la estructura de la materia constituye un avance amplio y profundo de nuestros conocimientos sobre la materia. Pero tampoco lo que hoy sabe la ciencia respecto a la estructura de la materia es la última y definitiva verdad. “…El materialismo dialéctico insiste en el carácter transitorio, relativo, aproximativo, de todas estas etapas del conocimiento de la Naturaleza por la ciencia humana en progreso. El electrón es tan inagotable como el mismo átomo, la Naturaleza es infinita” (Lenin). El materialismo dialéctico, al afirmar el carácter relativo de la verdad de nuestro conocimiento, considera al mismo tiempo, que cada verdad relativa marca un peldaño en la posesión de la verdad absoluta (ver), que cada paso del conocimiento científico contiene elementos de la verdad absoluta, es decir, de la verdad completa. No existe un límite infranqueable entre la verdad relativa y la verdad absoluta. El conjunto de verdades relativas en su desarrollo nos ofrece una verdad absoluta. “Cada escalón del desarrollo de la ciencia aporta nuevos granos a esta suma que constituye la verdad absoluta; pero los límites de verdad de cada tesis científica son relativos” (Lenin).
Diccionario filosófico marxista · 1946:314
Verdad absoluta
Por verdad absoluta, en metafísica, se entiende la inmutabilidad del conocimiento humano. Considerando todos los objetos y fenómenos como inmutables y dados de una vez para siempre, la metafísica admite toda verdad como acabado y definitivo resultado del conocimiento.
El materialismo dialéctico niega tal género de verdad absoluta. El conocimiento representa en sí un proceso histórico de movimiento de la ignorancia al saber; de la noción simple de los distintos fenómenos y partes de la naturaleza, hacia su más profunda y completa comprensión, y el descubrimiento continuo de nuevas leyes de su desarrollo.
Cada grado del conocimiento está limitado por el nivel de la ciencia y las condiciones históricas de la vida social, que inevitablemente hacen relativos, es decir, incompletos nuestros conceptos de la naturaleza. Empero, siendo relativas las verdades que nuestro conocimiento descubre, contienen, a la vez, partículas de la verdad absoluta, por cuanto reflejan exactamente, aunque de modo incompleto, el mundo objetivo exterior. Por eso, el conocimiento logrado mediante verdades incompletas y relativas nos aproxima a la verdad absoluta, es decir, al conocimiento pleno y universal del mundo objetivo.
Sin embargo, un conocimiento que agotase el mundo objetivo, sería un absurdo. Ello sólo sería posible en condiciones dadas, si el mundo material cesara de desarrollarse, se detuviera en su movimiento y se agotase a sí propio. Pero, eso no será nunca. El mundo se encuentra en estado de eterno cambio y renovación. Por consecuencia, el conocimiento, que es reflejo racional del mundo exterior es también inagotable y nunca puede acabar, como inagotable e infinito es el mundo.
Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1959:108-109
Verdad relativa
El proceso del conocimiento del mundo y de sus leyes es infinito, como es infinito el desarrollo de la naturaleza y de la sociedad. Nuestros conocimientos, en cada etapa dada de su desarrollo, son verdaderos relativamente, profundizándose y concretándose cada vez más, en la medida del desarrollo de la ciencia.
Así, el átomo se consideraba indivisible hasta principios del siglo XX, en que demostróse que él, a su vez, está compuesto de electrones. La teoría electrónica de la constitución de la materia representa un grado de profundización y extensión de nuestro conocimiento sobre la materia. Empero, aún aquello que es actualmente conocido sobre la constitución de la materia, no es la verdad última y definitiva.
“El materialismo dialéctico insiste sobre el carácter relativo, transitorio y aproximativo de todos estos jalones del conocimiento de la naturaleza, adquiridos por la ciencia progresista del hombre. El electrón es tan inagotable como el átomo: la naturaleza es infinita” (Lenin).
Afirmando el carácter relativo de las verdades de nuestro conocimiento, el materialismo dialéctico, al mismo tiempo, considera que cada verdad relativa denota nuestra aproximación a la verdad absoluta, y que cada paso del conocimiento científico contiene elementos de la verdad absoluta, es decir, de la verdad completa.
No existe un límite infranqueable entre la verdad relativa y la absoluta. El conjunto de las verdades relativas, en su desarrollo, de la verdad absoluta. “Cada etapa del desarrollo de la ciencia agrega nuevos granos a esa suma de la verdad absoluta; pero, los límites de la verdad de cada afirmación científica, son relativos” (Lenin).
Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1959:109-110
Verdad absoluta y verdad relativa
Conceptos filosóficos que reflejan el proceso histórico del conocimiento de la realidad objetiva. Contrariamente a la metafísica, que considera el saber humano como inmutable y que ve en cada verdad un producto acabado, dado de una vez por todas, el materialismo dialéctico considera el conocimiento como un proceso histórico que se va escalonando desde la ignorancia al conocimiento, desde el conocimiento de hechos y aspectos aislados de la realidad, a un conocimiento más amplio y más profundo, al descubrimiento de las leyes de desarrollo siempre nuevas.
El proceso del conocimiento del mundo y de sus leyes es tan infinito como el desarrollo de la naturaleza y de la sociedad. En cada fase de la ciencia, nuestros conocimientos dependen del nivel alcanzado por la experiencia, la técnica, la industria, &c. A medida que progresan el conocimiento y la práctica humanas, nuestras representaciones de la naturaleza se profundizan, se hacen más exactas, se perfeccionan. Por lo tanto, las verdades establecidas por la ciencia en una época histórica determinada, lejos de ser definitivas, completas, son necesariamente verdades relativas que deben ser desarrolladas, verificadas y precisadas. Así, el átomo era considerado como indivisible hasta comienzos del siglo XX, época en que se demostró que se compone de electrones y de protones. La teoría electrónica profundiza y amplía nuestros conocimientos sobre la materia. Las nociones que tenemos hoy del átomo, difieren sensiblemente de las nociones de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. En particular, han evolucionado nuestros conocimientos sobre el núcleo atómico (ver). Pero los datos actuales de la ciencia sobre la estructura de la materia, no constituyen la verdad definitiva y sin apelación: “...el materialismo dialéctico insiste empero en el carácter temporal, relativo, aproximado, de todos esos jalones del conocimiento de la naturaleza por la ciencia humana en progreso. El electrón es tan inagotable como el átomo, la naturaleza es infinita...” (Lenin, Materialismo y empiriocriticismo, p. 292, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1948).
Las verdades son relativas, igualmente, en el sentido de que tienen un contenido concreto determinado por condiciones históricas. Lo que es verdadero en ciertas condiciones, no lo es ya en otras condiciones históricas. Así, la tesis de Marx y de Engels sobre la imposibilidad de vencer el socialismo en un solo país aislado, era justa en la época del capitalismo premonopolista, pero dejó de serlo después del advenimiento del imperialismo. La nueva teoría de la revolución socialista, teoría creada por Lenin, muestra la posibilidad de construir el socialismo en uno o en varios países aislados, y la imposibilidad de su victoria simultánea en todos los países.
Aunque subraya el carácter relativo de las verdades científicas, el materialismo dialéctico sostiene que cada verdad relativa señala un progreso en el conocimiento de la verdad absoluta, que cada conquista de la ciencia encierra elementos de la verdad absoluta, es decir, de una verdad perfecta que no podrá ser puesta en tela de juicio en el porvenir. No hay barrera infranqueable entre la verdad relativa y la verdad absoluta. La suma de las verdades relativas concebida en su devenir conduce a la verdad absoluta. Si el materialismo dialéctico admite la relatividad de todos nuestros conocimientos, no es porque niegue la verdad, sino porque no somos capaces, en cada momento dado, de conocerla hasta el fin, de agotarla enteramente. Esta tesis del materialismo dialéctico sobre el carácter de las verdades relativas, tiene una importancia de principio. El progreso de las ciencias hace aparecer constantemente nociones y representaciones siempre nuevas que vienen a reemplazar a ciertas nociones y representaciones caducas. Especulando con esta lógica ineluctable del proceso del conocimiento, los idealistas pretenden que la verdad objetiva es imposible, que el mundo material exterior no existe, que no es más que un “complejo de sensaciones”. Puesto que las verdades son relativas, dicen, no son más que representaciones subjetivas y construcciones arbitrarias del hombre; las sensaciones humanas no responden, por consiguiente, a ningún mundo objetivo, y aun si existe, no podemos saber nada de él. La filosofía burguesa de nuestros días utiliza ampliamente este procedimiento para substituir la ciencia por la religión. El materialismo dialéctico desenmascara a los idealistas. El hecho de que una verdad dada no pueda ser considerada como definitiva y completa no quiere decir que no refleje el mundo objetivo, que no sea una verdad objetiva, sino que ese reflejo es un proceso complejo, que está en función del nivel alcanzado por la ciencia, que la verdad absoluta no puede ser alcanzada de un solo golpe.
Corresponde a Lenin enorme mérito en el estudio de este problema, en la derrota total de las tentativas de los “machistas” de negar el mundo exterior, de negar la verdad objetiva y absoluta bajo pretexto de defender la verdad relativa. «Son históricamente condicionados los contornos del cuadro, pero es incondicionado el hecho de que este cuadro representa un modelo objetivamente existente. Son históricamente condicionados cuándo y en qué condiciones hemos progresado en nuestro conocimiento de la esencia de las cosas hasta descubrir la alizarina en el alquitrán de hulla o hasta descubrir los electrones en el átomo, pero es incondicionado el hecho de que cada descubrimiento de ese género es un progreso del “conocimiento objetivo absoluto”. En una palabra, toda ideología es históricamente condicionada, pero es incondicional que a toda ideología científica (a diferencia, por ejemplo, de la ideología religiosa) corresponde una verdad objetiva, una naturaleza absoluta» (Ibid., p. 144).
Por esta razón, admitir la existencia de una verdad absoluta es admitir la existencia del mundo objetivo exterior, admitir que nuestro conocimiento refleja la verdad objetiva. Reconocer la existencia de una verdad objetiva, es decir, independiente del hombre y de la humanidad, es reconocer de una u otra manera, la verdad absoluta. Pero el hecho es que esta verdad absoluta se descubre por etapas, a medida que el conocimiento humano progresa. “Así, pues, el pensamiento humano es, por naturaleza, capaz de darnos y nos da en efecto la verdad absoluta, que resulta de la suma de verdades relativas. Cada fase del desarrollo de la ciencia añade nuevos granos a esta suma de verdad absoluta; pero los límites de la verdad de cada tesis científica son relativos, tan pronto ampliados como restringidos por el progreso ulterior de los conocimientos” (Ibid., p. 143).
Diccionario filosófico abreviado · 1959:518-520
Verdad relativa
Ver Verdad absoluta y verdad relativa.
Diccionario filosófico abreviado · 1959:522
Verdad absoluta y verdad relativa
Categorías del materialismo dialéctico que caracterizan el proceso de desarrollo del conocimiento y revelan la correlación existente entre: 1) lo ya conocido y aquello que lo será en el ulterior avance de las ciencias; 2) lo que, conocido ya, puede ser cambiado, puntualizado o refutado en el curso del ulterior progreso de las ciencias y lo que permanece irrefutable. La doctrina sobre la verdad absoluta y la relativa, da respuesta a la siguiente pregunta: “las representaciones humanas que expresan la verdad objetiva, ¿pueden expresarla de una vez, por entero, incondicional y absolutamente o sólo aproximada y relativamente?” (V. I. Lenin, t. XIV, pág. 110. Materialismo y empiriocriticismo, E.P.U., 1959, pág. 126) Así, la verdad absoluta se entiende como un conocimiento completo, exhaustivo de la realidad (1) y como aquel elemento de los conocimientos que no puede ser impugnado en lo futuro (2). En cada estadio de desarrollo, nuestros conocimientos se hallan condicionados por el nivel a que han llegado la ciencia, la técnica y la producción. A medida que van ampliándose los conocimientos y la práctica, las ideas del hombre sobre la naturaleza se hacen más profundas y exactas, se perfeccionan. Por esto las verdades científicas son relativas en el sentido de que no proporcionan un conocimiento completo, exhaustivo, sobre la esfera de objetos estudiada y contienen elementos que, con el progreso del conocimiento humano, se modifican, se precisan, se profundizan y sustituyen por otros. Por otra parte, cada verdad relativa significa un paso adelante en la cognición de la verdad absoluta; si es científica, contiene elementos, partículas de la verdad absoluta. No existe un límite infranqueable entre la verdad absoluta y la relativa. La suma de las verdades relativas forma la verdad absoluta. La historia de la ciencia y de la práctica social confirma este carácter dialéctico del desarrollo del conocimiento. A medida que la ciencia avanza, vamos descubriendo cada vez con mayor profundidad y plenitud las propiedades de los objetos y las relaciones entre los mismos, nos vamos acercando al conocimiento de la verdad absoluta, lo cual se confirma a través del éxito en la aplicación de la teoría en la práctica (en la técnica, en la tecnología de la producción, &c.). Por otra parte, las teorías elaboradas anteriormente se van precisando sin cesar, se desarrollan; unas hipótesis son desechadas (por ejemplo la relativa a la existencia del éter); otras son confirmadas y se convierten en verdades demostradas (por ejemplo, la hipótesis acerca de la existencia de los átomos); unos conceptos son eliminados de la ciencia (como los de “calórico” y “flogisto”), otros se precisan, se generalizan (compárense los conceptos de simultaneidad y de inercia en la mecánica clásica y en la teoría de la relatividad), &c. La doctrina acerca de la verdad absoluta y la relativa se concreta en la ciencia en el principio de correspondencia. Está dirigida contra la metafísica, que a toda verdad la declara eterna, inmutable (“absoluta”), y contra las diversas concepciones idealistas del relativismo, según las cuales toda verdad es sólo relativa, el desarrollo de la ciencia atestigua sólo que unos errores son sustituidos por otros y, en consecuencia, no hay ni puede haber una verdad objetiva. Sin embargo, en realidad, tal como indicó Lenin, “toda ideología es históricamente condicionada, pero es incondicional que a toda ideología científica (a diferencia, por ejemplo, de la ideología religiosa) corresponda una verdad objetiva, una naturaleza absoluta” (Ibíd., pág. 123. Ibid., pág. 142)
Diccionario filosófico · 1965:479-480
Verdad absoluta y verdad relativa
Categorías filosóficas que reflejan el carácter dialéctico del conocimiento, de la obtención de la verdad objetiva. El mundo que rodea al hombre y que éste conoce y transforma es infinito e inagotable. No sólo es inagotable el universo en virtud de su infinidad en el espacio y en el tiempo, sino también todo objeto material en cuanto infinito es el número de sus nexos, relaciones e interacciones con los demás objetos, e inagotable e ilimitadamente compleja su estructura. “El electrón es tan inagotable como el átomo, la naturaleza es infinita...” (Lenin). Por otra parte, todo objeto o fenómeno, al igual que la naturaleza en conjunto, se encuentra en movimiento y cambio incesantes. Debido a esto, el conocimiento humano no sólo no está en capacidad para comprender y explicar de inmediato todos los fenómenos de la naturaleza, sino ni tan siquiera de dar una explicación absolutamente completa, total, de un simple objeto o fenómeno. Esto también tiene su raíz en el carácter histórico del conocimiento humano. Las posibilidades cognoscitivas no sólo de los individuos sino hasta de las generaciones se hallan limitadas por las condiciones históricas, es decir, por el nivel alcanzado en el desarrollo de la producción, de la técnica y la ciencia. De ahí que prácticamente, en el proceso del conocer, el hombre no esté en posibilidad de comprender de golpe y hasta el fin todo el universo, sino que tenga que verse constreñido a descubrir algunas de sus propiedades generales mediante el estudio de ciertos aspectos, relaciones y leyes que caracterizan ya a algunos objetos en lo particular, ya a un conjunto de los mismos. En este camino no existe en principio para el conocimiento humano ningún límite, pueden ser superados las dificultades y obstáculos que se presentan. Todo fenómeno, por más incomprensible que parezca, puede ser comprendido y esclarecido a la postre. No existen cosas incognoscibles, sólo existen cosas que no son comprendidas hoy, pero que la humanidad en desarrollo y su ciencia conocerán mañana. La dialéctica materialista acerca de la verdad absoluta y la verdad relativa pone al descubierto precisamente este carácter complejo del conocimiento de la naturaleza infinita e inagotable; revela la correlación existente entre aquello que ya es conocido y lo que será conocido más tarde con el desarrollo ulterior de la ciencia; entre aquello que es fidedigno en el contenido de nuestros conocimientos y no será modificado con posterioridad, y lo que inevitablemente será precisado, modificado o simplemente rechazado. A este respecto se puede hablar de dos distintos sentidos de los términos “verdad absoluta” y “verdad relativa”. De un lado la verdad absoluta expresa el conocimiento pleno, acabado, acerca de toda la realidad, la cual es prácticamente inaccesible y que constituye solamente la finalidad del conocimiento científico; y la verdad eterna revela la no plenitud de nuestros conocimientos, su no coronación. De otro lado, en el proceso de estudio de los fenómenos y aspectos concretos del mundo circundante, el hombre puede obtener datos que reflejan unas u otras propiedades de los objetos investigados y que no pueden ser refutadas por el desarrollo ulterior de la ciencia. Estos elementos fidedignos de nuestros conocimientos pueden ser considerados también como absolutamente verdaderos. Mas aquellos conocimientos que no reflejan del todo con precisión la realidad y que pueden ser modificados o precisados posteriormente, son verdaderos tan sólo de manera relativa. Por ejemplo, la teoría acerca de los pequeñísimos “ladrillos del universo”, es decir, de los átomos, concebidos como las partículas últimas, inmutables e indivisibles de la materia, teoría que se remonta a la antigüedad, fue considerada como justa, y las conclusiones que se hicieron a partir de esta hipótesis por la física y la química se confirmaron en gran medida por vía experimental. Sin embargo, la veracidad de tales nociones resultó relativa, ya que los avances ulteriores de la ciencia demostraron que los átomos son divisibles y que disponen de una estructura compleja, y que las partículas más pequeñas que pasaron a ocupar su sitio en el cuadro físico del mundo como los objetos materiales “últimos” conocidos (las partículas elementales), disponen de capacidad para modificarse y transformarse recíprocamente. Sin embargo, en las antiguas nociones de la ciencia acerca de los átomos había elementos de verdad absoluta, ya que resultaron justas en un sentido: los átomos son realmente indivisibles en las transformaciones químicas. De este modo, el materialismo dialéctico reconoce el carácter relativo de las verdades científicas, la imperfectibilidad de nuestros conocimientos. No obstante, a diferencia del relativismo, no considera que nuestros conocimientos sean sólo relativos, que no haya en ellos elementos de verdad absoluta. “...el pensamiento humano, por su naturaleza, es capaz de darnos y nos da en efecto la verdad absoluta, que resulta de la suma de verdades relativa. Cada fase del desarrollo de la ciencia añade nuevos granos a esta suma de verdad absoluta; pero los límites de la verdad de cada tesis científica son relativos, tan pronto ampliados como restringidos por el progreso ulterior de los conocimientos” (Lenin). El subrayar la relatividad, la limitatividad de nuestros conocimientos, evita que se les convierta en dogmas, en esquemas muertos, sin vida. La presencia de elementos de verdad absoluta en las teorías científicas es testimonio de que en ellas no hay nada de voluntarista o subjetivo, de que nuestra conocimiento constituye un proceso cada vez más exacto, el reflejo cada vez más profundo del mundo objetivo.
Verdad absoluta y verdad relativa
Véase Verdad absoluta y verdad relativa.
Diccionario marxista de filosofía · 1971:315-316 y 317
Verdad absoluta y verdad relativa
Categorías del materialismo dialéctico que caracterizan el proceso de desarrollo del conocimiento y ponen de manifiesto las correlaciones entre: 1) lo ya conocido y lo que está por conocer en el proceso ulterior de desarrollo de la ciencia y 2) lo que en la composición de nuestro saber puede ser modificado, especificado y refutado en el curso del desarrollo de la ciencia y lo que será irrefutable. En virtud de ello, la verdad absoluta se entiende como (1) conocimiento completo, exhaustivo, de la realidad y (2) como elemento de los conocimientos que no puede ser desmentido en el futuro. En cada etapa de su desarrollo, nuestros conocimientos están condicionados por el nivel alcanzado por la ciencia, la técnica y la producción. En la medida del progreso del conocimiento y de la práctica, las representaciones humanas sobre la naturaleza se profundizan, precisan y perfeccionan. Por eso, las verdades científicas son relativas en el sentido de que no ofrecen un conocimiento pleno, acabado, sobre la esfera de objetos en estudio y contienen aquellos elementos que en el proceso de evolución del conocimiento se irán cambiando, precisando, profundizando y sustituyendo por los nuevos. Al mismo tiempo, cada verdad relativa marca un paso adelante en el conocimiento de la verdad absoluta y contiene, si es científica, elementos, granitos, de la verdad absoluta. No existe una línea infranqueable entre la verdad absoluta y la verdad relativa. La verdad absoluta se forma de la suma de las verdades relativas. La historia de la ciencia y de la práctica social confirma este carácter dialéctico del desarrollo del conocimiento. En el proceso de su evolución, la ciencia, por una parte, revela cada vez más profunda y plenamente las propiedades de los objetos y las relaciones entre ellos, acercándose al conocimiento de la verdad absoluta, lo cual se confirma por la aplicación exitosa de la teoría en la práctica (en la vida social, en la producción, &c.). Por otra parte, las teorías anteriores no dejan de precisarse y desarrollarse; unas hipótesis son refutadas (por ejemplo, la hipótesis de la existencia del éter), mientras que las otras se confirman, convirtiéndose en verdades demostradas (por ejemplo, la hipótesis de la existencia de los átomos). La doctrina de la verdad absoluta y de la verdad relativa está enfilada contra la metafísica, que proclama eterna e inmutable (“absoluta”) toda verdad, y contra distintas concepciones idealistas del relativismo, que afirman que toda verdad sólo es relativa y que el desarrollo de la ciencia no atestigua sino la sustitución de errores, que suceden uno a otro, y que, por eso, no existe ni puede existir la verdad objetiva. Pero en realidad, como dijera Lenin, “el pensamiento humano, por su naturaleza, es capaz de proporcionarnos, y proporciona en realidad, la verdad absoluta, que resulta de la suma de verdad relativa. Cada fase del desarrollo de la ciencia añade nuevos granos a esta suma de verdad absoluta; pero los límites de la verdad de cada tesis científica son relativos, tan pronto ampliados como restringidos por el progreso consecutivo de los conocimientos”.
Diccionario de filosofía · 1984:441-442