Vitalismo
El vitalismo es una tendencia idealista en biología, que afirma la presencia de una “fuerza vital” (vis vitalis) especial en el organismo vivo. Los vitalistas afirman que los fenómenos vitales están separados por un abismo infranqueable de la Naturaleza orgánica, puesto que son el efecto de fuerzas inmateriales (sobrenaturales) convenientemente dirigidas, que someten a todos los procesos físico-químicos de los seres vivos. El vitalismo en su forma inicial ya se manifiesta en las creencias del hombre primitivo acerca de la animación general de la Naturaleza (Ver Animismo). La idea idealista de Platón acerca de las “causas finales” y la de Aristóteles acerca de la causa actuante conforme a un fin propio (entelequia) fueron la base de todo el ulterior desarrollo del vitalismo, defensor de una fuerza inmaterial en el organismo que adoptaba diversas denominaciones: principio vital, impulso vital, causalidad teleológica, plan principal de estructuración, psicoplasma, animación de la materia, entelequia, &c. Las afirmaciones de los vitalistas sobre la diferencia de principio entre las sustancias que sólo forman parte de los seres vivos (orgánicos) y los inorgánicos, recibieron por primera vez un golpe irreparable con los trabajos del químico alemán F. Woehler (1828), que por vía experimental realizó la primera síntesis de la sustancia orgánica de origen animal (urea). Desde entonces la química orgánica sintetizó más de 100 mil sustancias orgánicas distintas, entre ellas grasas, hidratos de carbono, una serie de hormonas y vitaminas, algunos pigmentos sanguíneos y formas más simples de albúminas. Los adelantos de la química hacia mediados del siglo XIX, así como el desarrollo del darwinismo y de la biología, en general, refutaron todos los “argumentos” del vitalismo. Sin embargo, en relación con los albores de la época imperialista a fines del siglo XIX aparece un nuevo intento de resucitar el idealismo en la biología bajo el título de “neovitalismo”, cuyos representantes en el Occidente son Driesch, Uexküll. En la U.R.S.S., la teoría neovitalista fue desarrollada por A. G. Gurvich. Engels y Lenin hicieron la crítica del vitalismo desde la posición del materialismo dialéctico. También Ernesto Haeckel, K. A. Timiriazev y una serie de otros grandes naturalistas que ocupan posiciones de defensa de la ciencia contra el idealismo hicieron una severa crítica materialista del neovitalismo. En los últimos 10-15 años se observa en Occidente una nueva ola de vitalismo, tratando además sus defensores de situarse, aunque sólo de palabra, por encima del materialismo y el idealismo, inventando nuevos nombres para el vitalismo (“biológica”, “wholismo”, &c.). La tarea del materialismo dialéctico es la crítica de la esencia reaccionaria del vitalismo moderno.
Diccionario filosófico marxista · 1946:316-317
Vitalismo
Orientación idealista en biología, que explica los procesos vitales por la presencia, en el organismo vivo, de una fuerza vital particular (vis vitalis). Los vitalistas afirman que la naturaleza orgánica se halla separada de la naturaleza inerte por un abismo infranqueable, porque ella resultaría de fuerzas ultramateriales, orientadas hacia un fin, a las cuales se subordinarían todos los procesos físico-químicos en los cuerpos vivos. Bajo su aspecto más primitivo, el vitalismo existe ya en el hombre prehistórico, en su interpretación animista del universo. Las “causas finales”, concepción idealista de Platón (Ver), y la “entelequia” de Aristóteles (Ver), causa eficiente que tiende a un fin, sirvieron de base a todo el desarrollo ulterior de esta tendencia. El vitalismo ha tratado siempre de afirmarse en los dominios de los problemas biológicos no resueltos aún. Es así como en el siglo XVIII, los vitalistas (Stahl y otros) quisieron probar que sin “fuerza vital”, la síntesis de substancias orgánicas que entran en la composición de un cuerpo vivo no podía ser realizada. El descubrimiento del químico alemán F. Woehler (1824), el primero en efectuar la síntesis de una substancia orgánica, la urea, partiendo de substancias inorgánicas, asestó un golpe terrible al vitalismo. Los trabajos de los químicos rusos (Butlerov y otros) que perfeccionaron los métodos de síntesis de numerosas substancias orgánicas fundándose en su teoría de la estructura de los compuestos orgánicos, desempeñaron un papel todavía mayor en la lucha contra el vitalismo. Desde entonces, la química orgánica ha efectuado la síntesis de centenares de millares de substancias orgánicas de las más diversas: grasas, hidratos de carbono, hormonas, vitaminas, &c. Los vitalistas se esforzaban por justificar su pseudoteoría por el hecho de que un presunto principio de finalidad orgánica se manifestaría en la naturaleza viva y sería la causa de la estructura armoniosa y de la adaptación de los organismos a las condiciones de su existencia. La religión se apresuró a apoderarse de esas ideas fantásticas de los vitalistas y ofrecerlas como “pruebas” de la existencia en la naturaleza de una “clarividencia divina”. Darwin (Ver) asestó un golpe al vitalismo y a la religión, al demostrar que la adaptación armoniosa de los organismos a su medio no resulta ni de la “clarividencia divina” ni de una “fuerza vital” orientada hacia un fin, sino de una larga evolución histórica bajo la influencia de la selección natural. Darwin, como lo subrayaron Marx y Engels, dio así una explicación materialista del problema de la adaptación de los organismos y expulsó de la naturaleza a la teología. Las concepciones fantásticas de los vitalistas, según las cuales los organismos vivos no estarían sometidos a la ley de la conservación y de la transformación de la energía, fueron completamente refutadas por K. Timiriazev (Ver) quien, con sus brillantes trabajos sobre la fotosíntesis, demostró que esta ley se aplica igualmente a los procesos vitales de los organismos.
Nuestra época ha visto aparecer una nueva tentativa de resucitar el idealismo en biología, el “neovitalismo”, representado por Driesch, Uexküll y otros. La biología anticientífica de Mendel, Weismann y Morgan, es una de las variedades del vitalismo. (Ver Weismanismo-morganismo). Se observa de nuevo actualmente en Occidente, un nuevo empuje del vitalismo, con promotores que pretenden elevarse por encima del materialismo y del idealismo, inventando nuevas designaciones para el vitalismo (“lógica vital”, Filosofía de la “integridad”, Ver, y otras). El vitalismo moderno cree poder defender sus posiciones reaccionarias idealistas por medio de la “solución” que da al problema de la unidad y de la integridad del organismo. Los vitalistas pretenden haber hallado una fuerza vital particular, de naturaleza mística que ellos llaman “entelequia”, “dominante”, “campo biológico”, &c. La doctrina de Pavlov (Ver) que muestra el papel determinante del sistema nervioso central en la regulación de la actividad vital de los seres altamente organizados, ofrece la solución materialista del problema del organismo considerado como un todo y, con ello, expulsa a los vitalistas de su último refugio. A Engels y a Lenin se debe la crítica materialista dialéctica del vitalismo. E. Haeckel, K. Timiriazev, I. Mechnikov (Ver) y otros biólogos célebres han hecho una crítica materialista severa del neovitalismo y han defendido la ciencia contra el idealismo.
Diccionario filosófico abreviado · 1959:524-525
Vitalismo
(del latín vitalis, con vida). Teoría biológica idealista; explica todos los procesos de la actividad vital por factores especiales inmateriales, insertos, según dicha doctrina, en los organismos vivos (entelequia, “creadora de fuerza”, “impulso hacia la forma”, &c.). Las raíces del vitalismo nacen de la doctrina platónica del alma (ésta, según Platón, infunde espíritu al mundo animal y vegetal) y de la teoría aristotélica de la entelequia. Como concepción, el vitalismo se estructuró en los siglos XVII-XVIII. Son representantes del vitalismo Georg Stahl, Jakob Uexküll, Hans Driesch; en la actualidad, lo son Ludwig von Bertalanffy, Aloys Wenzl, &c. Remitiéndose a la peculiaridad cualitativa de la naturaleza viva, el vitalismo desvincula de las leyes materiales físicoquímicas y bioquímicas los procesos de la actividad vital. La contraposición desmesurada de la naturaleza viva a la inerte lleva a esta corriente a negar la posibilidad de que lo vivo surja de lo inerte. Así planteado el problema, no queda más remedio que admitir ya sea el origen divino de la vida ya sea su existencia eterna. El vitalismo parasita en los problemas de biología poco investigados. Los objetos principales de las tergiversaciones vitalistas son el problema de la esencia de la vida, el de la integridad, el de la adecuación a fines de la estructura y las funciones, el de la embriogenia, el de la regeneración, el de la inflamación del organismo, &c. Así, por ejemplo, el proceso del desarrollo embrional, desde el punto de vista vitalista es una tendencia del germen a alcanzar un fin preestablecido. La historia del desarrollo de la ciencia es la historia de la refutación del vitalismo. Los trabajos de Engels, Timiriázev, Méchnikov, Pávlov y otros contienen una profunda crítica de esa teoría anticientífica.
Diccionario filosófico · 1965:483
Vitalismo
(del latín vitalis, vital.) Teoría idealista acerca de la esencia de la vida. El vitalismo explica la especificidad de los organismos vivos por la presencia en ellos de una desconocida fuerza vital inmaterial, estableciendo de hecho una barrera infranqueable entre lo vivo y lo no vivo. El vitalismo aparece históricamente como una reacción al mecanicismo, el cual reducía la esencia de la vida a procesos físico-químicos. Los vitalistas afirman que en los cuerpos vivos existe algo que no resiste el análisis físico-químico y que no puede ser explicado con base en el principio de la causalidad. Uno de los representantes más destacados del vitalismo, el biólogo alemán Driesch, trató, por ejemplo, de explicar la integridad de los organismos vivos, la direccionalidad de los procesos fisiológicos que se operan en ellos, por la acción de una fuerza inmaterial que los regula: la entelequia. En realidad la vida no se reduce a las formas inferiores del movimiento de la materia; lo vivo tiene sus leyes específicas, mas su causa no se halla en un principio espiritual, sino en el modo peculiar de organización de la materia, el cual aparece como resultado de la evolución de ésta. Los avances de las ciencias naturales refutan el vitalismo, mas éste continúa existiendo en formas renovadas, aprovechándose de los problemas no resueltos en la biología.
Diccionario marxista de filosofía · 1971:319
Vitalismo
(latín: vitalis). Doctrina idealista en biología, que explica todos los procesos de la actividad vital por la acción de factores inmateriales específicos supuestamente contenidos en los organismos vivos. Las fuentes del vitalismo se remontan a la doctrina de Platón sobre el alma, que pretendidamente anima a la fauna y la flora, y a la doctrina de Aristóteles. Como concepción, el vitalismo se formó en los siglos 17-18. Sus representantes son G. Stahl, J. Uexküll, H. Driesch otros. Alegando la peculiaridad cualitativa de la naturaleza viva y absolutizándola, el vitalismo separa los procesos de la actividad vital de las regularidades materiales físicoquímicas y biológicas. Una oposición excesiva de la naturaleza orgánica a la inorgánica conduce al vitalismo a la negación de la posibilidad del surgimiento de lo vivo de lo inerte. Tal planteamiento de la cuestión obliga a reconocer o bien el origen divino de la vida o bien su existencia eterna. El vitalismo especula con los problemas poco estudiados de la biología. Los principales objetos de las tergiversaciones vitalistas son los problemas del origen y la esencia de la vida, la integridad, la racionalidad de la estructura y las funciones, la embriogénesis, la regeneración, &c. Por ejemplo, el proceso de desarrollo embrional es, desde el punto de vista del vitalismo, la aspiración del embrión a realizar un fin planteado de antemano. La historia del desarrollo de la ciencia es la historia de la refutación del vitalismo y del afianzamiento de la concepción materialista de la vida.
Diccionario de filosofía · 1984:445