Filosofía en español 
Filosofía en español


Prólogo

Entre las obras cuya falta más se siente y conoce en España, no tememos equivocamos al señalar el primer y preferente lugar a una enciclopedia general de ciencias, artes, literatura &c., obra de tan conocida importancia que más bien que encarecer la necesidad de publicarla sería acaso oportuno justificar nuestro atrevimiento en emprenderla. Y en verdad podría ser tachada de temeraria esta empresa, si para llevarla a cabo no contásemos con cuantos elementos pueden ser necesarios, y cuantos es dable reunir en nuestro país y en la presente época, y si no hubiésemos previsto de antemano las dificultades así como los medios mejores de superarlas.

La publicación de una obra de tan grande importancia, de tan extensas proporciones, y de tan difícil desempeño, parece empresa más ardua que nunca, en esta época en que la prensa periódica nos tiene acostumbrados a la superficialidad y ligereza de sus apasionadas y parciales polémicas. Pero lo que a distintos ojos puede parecer un obstáculo, ha sido para nosotros un estímulo, y es una justificación de nuestro propósito.

Los periódicos del mismo modo que las enciclopedias, han considerado de su jurisdicción y dominio, no sólo todas las pasiones de los partidos, no sólo todos los intereses de las sociedades, sino también todos cuantos ramos abraza la inteligencia humana. Los periódicos juzgan al artista, disciernen aplausos o censuras al poeta, y fallan soberanamente sobre el mérito de cualquier libro de filosofía o de ciencia, dando lugar en sus columnas a todo linaje de cuestiones. Pero estas cuestiones, cuya resolución improvisa el periodista diario, se dilucidan aisladamente aun en las más graves y sabias revistas, sin método, sin orden, sin unidad, como si esas resoluciones aisladas no hubieran de ser siempre arbitrarias: como si las teorías de una ciencia no estuviesen unidas con estrecho enlace, como lo están de [6] la misma suerte entre sí todos los conocimientos humanos.

Para ese fraccionamiento de las ciencias, para esas teorías aisladas, para esas cuestiones resueltas sin regla ni enlace alguno, para esa anarquía del pensamiento, nosotros no conocemos sino un solo contrapeso. La publicación de una de esas obras de método, de orden y de conciencia, donde a cada cuestión, a cada hecho, a cada teoría, a cada ciencia, está asignado el lugar que les corresponde en el vasto dominio de los conocimientos humanos. La publicación de una enciclopedia escrita bajo la inspiración de la verdadera ciencia, de la meditación, de la imparcialidad filosófica, así como están escritos los periódicos bajo el influjo de las especulaciones mercantiles o de los intereses de partido. De un libro, en fin, que por la gravedad de su enseñanza, así como por la autoridad de sus escritores pueda contrarrestar la acción poderosa incesante, y a nuestro entender perniciosa de los periódicos{1}.

Así es que las naciones extranjeras que mayores adelantos han hecho en el camino de la civilización, han comprendido largos años hace esta necesidad literaria de nuestros tiempos. Así es que la Francia, descontenta con su enciclopedia del siglo XVIII, ha acogido por repetidas veces con aprobación y aplauso la publicación de nuevas y excelentes enciclopedias. Así es que la enciclopedia británica, obra de los esfuerzos y del saber de los mas eminentes escritores ingleses de nuestros días, ocupa tan alto puesto en la literatura contemporánea. Así es que todas las mas ilustradas naciones han creído interesado su orgullo científico y literario en poseer alguna de esas obras que al mismo tiempo que son el sabio resumen de la ciencia humana, son un punto de partida indispensable para futuros adelantos y descubrimientos.

La enciclopedia francesa del siglo XVIII, obra de gran saber y de mérito nada escaso, fue escrita bajo las inspiraciones de una filosofía materialista, de una ciencia escéptica, de una política destructora y revolucionaria. Desde entonces puede haber quedado enlazada esta palabra a los ojos de personas cuyas opiniones respetamos, con ideas de impiedad y de nivelación.

Posteriormente se han publicado otras obras con el mismo título, escritas bajo el influjo de distintos y aun acaso encontrados principios.

La Enciclopedia Española del siglo XIX, no será obra de ninguna secta religiosa, ni filosófica, ni de ningún partido político. Será la exposición metódica, imparcial y desapasionada, de todos los [7] hechos que conoce la ciencia moderna, de todas las teorías y de todas las cuestiones que tienen dividido al mundo literario; y así de todos los más sublimes sistemas religiosos, políticos, económicos, sociales o filosóficos, como de las más modestas verdades, de los más humildes secretos de las facultades, artes y oficios.

Una obra de esta clase, una vez publicada, no es solamente útil: es casi indispensable para todo género de personas: los que no hacen gala de eruditos, podrán encontrar en ella a cada momento los medios de suplir su ignorancia: los que más presuman de sabios, los que aspiren a descubrir nuevas verdades para la ciencia, encontrarán más llano el camino, si pueden encontrar reunidas y ordenadas en una obra de esta clase todas las verdades conocidas.

Por esta misma razón una enciclopedia no puede ser obra de un corto número de hombres, por grande que sea su talento, y extensa su erudición. Los artículos relativos a cada materia, a cada ciencia, a cada arte u oficio, han debido ser encomendados a hombres especiales de reconocida competencia y profundidad, sin que esto obste al encadenamiento y orden de las partes que son tan necesarios para la unidad y objeto de la obra.

Bien pudiéramos nosotros haber emprendido simplemente la traducción de cualquiera de las enciclopedias extranjeras cuyo mérito acabamos de ponderar. Fácil nos era entre tantas como se han publicado de sobresaliente estima escoger alguna que reuniese todas las cualidades que consideramos más esenciales: la unidad y filosofía en el plan y pensamiento de la obra, riqueza en sus detalles, acierto en las doctrinas, novedad y exactitud en sus datos y noticias.

Hemos preferido la publicación original de una Enciclopedia Española. Para llevar a cabo tan vasto proyecto, hemos solicitado la cooperación de nuestras primeras celebridades literarias y científicas, así como de personas especiales en diversas facultades y profesiones. Obtenido su concurso nos lisonjeamos de publicar una obra que sea española no menos por el carácter de sus doctrinas que por el nombre de sus escritores, por la distribución y objeto de sus artículos.

Debemos explicar sin embargo lo que en nuestro concepto debe entenderse por la originalidad de una Enciclopedia. No están destinados semejantes libros a extender el dominio de las ciencias, sino a presentar el cuadro fiel y exacto de las ciencias contemporáneas. No es inventar la misión de los enciclopedistas, sino exponer los ajenos descubrimientos, pero exponer con orden, con método, y con aquel encadenamiento y enlace, con aquella unidad lógica y poderosa, sin la cual hay para una nación o para un siglo, descubrimientos, adelantos, ideas: pero no hay filosofía, ni aun hay ciencia en el sentido rigoroso de la palabra.

En todas las materias que corresponden a las ciencias morales [8] y políticas, hoy día tan encarecidas y cultivadas, y especialmente en los artículos de historia, biografía, jurisprudencia y estadística, así como en los de erudición y literatura, se extiende cada enciclopedia en aquellos asuntos que ofrecen un especial interés, o hacen relación a aquella nación donde se escriben, pasan de ligero sobre las leyes, historias, hombres célebres, costumbres y literatura de los demás países. Por esta razón las enciclopedias extranjeras nos son en esta parte poco menos que inútiles, y era de todo punto necesaria una enciclopedia en que desde el punto de vista español fuese tratado todo este género de materias.

No diremos otro tanto de lo que hace relación a las ciencias físicas y naturales. En ellas además de llevarnos gran ventaja los extranjeros, es evidente que con cortas diferencias ofrece cada asunto el mismo interés para todas las naciones del globo. Claro es que no hay una física, o una álgebra española, como hay una historia, o una jurisprudencia de España. Así es que en esta parte nos hemos valido de los buenos diccionarios tecnológicos y de ciencias naturales, de los excelentes tratados, manuales y enciclopedias que han visto la luz pública en el extranjero. Ajenos a todo género de charlatanismo, repetimos de nuevo que no pretendemos esa originalidad que consiste en la novedad de las doctrinas y de los descubrimientos, sino la que funda su mérito en el orden y método de las materias. Pretendemos escribir un exacto y vasto resumen de las ciencias de nuestro siglo, y no ensanchar sus límites.

Escusado es decir que una enciclopedia ha de ser una extensa obra que comprenda gran número de volúmenes. La nuestra será ordenada de manera que reuniendo las mas ventajosas condiciones toda ella para quien la posea, sea una biblioteca completa; al paso que cada artículo sea un breve tratado, un libro completo y por sí solo importante y útil para quien no posea sino un volumen o una sola entrega.

Publicada además, y con el fin de llenar cumplidamente nuestro objeto según lo hemos explicado por cortas entregas y a precios cómodos, su adquisición será tan fácil como la de los mismos periódicos; al paso que por la claridad del estilo procuraremos acomodarla a todos los grados de inteligencia y de ilustración, en cuanto puedan consentirlo las diferentes materias.

Sin vanidad podemos decir, puesto que solo el primer pensamiento ha de ser nuestro en esta obra, y que su desempeño está confiado a los primeros talentos, a las más ilustres reputaciones de nuestro país, que una vez terminada será un verdadero monumento de orgullo nacional. Por eso estamos autorizados para contar con las simpatías, la cooperación y el apoyo de todos los españoles amigos de la ilustración de su patria.

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{1} Claro es que no aludimos a los periódicos como instrumentos de las banderías políticas, o como medios de publicidad, sino solo como vehículos de ilustración o como órganos de opiniones científicas o literarias.