Filosofía en español 
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Señorita Aissé

Conocida por sus extrañas aventuras y por la publicación de sus cartas. El año de 1690 [1698] vendió un Turco a M. Ferriol, embajador de Francia en Constantinopla, una tierna niña de tres a cuatro años de edad, que había encontrado en una ciudad de la Circasia, entrada a saco por los turcos; la cual, por los ricos vestidos que tenía puestos, el lujo del palacio que habitaba y el llanto y desolación de las numerosas esclavas que la rodeaban cuando se apoderó de ella, era de presumir que fuese hija de algún príncipe circasiano. La niña respondía cuando la llamaban Aissé. M. Ferriol la llevó a Francia y puso su educación al cuidado de su hermana, recomendándosela con particular esmero.

Encargóse la señorita de Ferriol de satisfacer los deseos de su hermano, pero descuidó el inculcar bien a su discípula los principios de religión y de moral, que únicamente hubiesen podido salvarla de los vicios y corrompidas costumbres de la sociedad en que debía vivir.

M. de Ferriol consiguió seducir a la señorita Aissé empleándola para satisfacer sus pasiones brutales, como en pago de haber sido su protector; después se enamoró de ella el regente con gran pasión, aunque sin lograr el ser correspondido, a pesar de sus grandes ofertas, lo que dio origen a que se indispusiese dicha señorita con la de Ferriol, la cual había hecho un triste papel en aquella intriga esperando conseguir fortuna con el favor de su protegida. Entre los muchos adoradores que contaba había un joven, Caballero de Malta, de quien se enamoró con gran pasión, le siguió a Inglaterra y tuvo de él una hija, pero avergonzada al cabo de poco tiempo de sí misma, y llena de remordimientos se separó de él, pasando todo el resto de su vida en los más crueles pesares y tormentos, los cuales la condujeron al sepulcro a la edad de treinta y ocho años. Existe una colección de cartas suyas impresas en París el año de 1787 con notas de Voltaire, las mismas que después se reimprimieron reunidas a las de las señoras de Villars, de Lafayette y Teneiu, y en las cuales se encuentran páginas enteras de gran ternura y melancolía, al paso que están escritas con bastante facilidad, y en estilo natural, aunque por lo regular incorrecto.