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Anamórfosis (diaméricas y metaméricas) / Diamórfosis
Alternativa metodológica para el análisis de las transformaciones [91] dadas en estructuras reales o lógico-materiales. No es una metodología que quepa aplicar escogiéndola entre las otras: sólo se justifica (apagógicamente) cuando las otras vías (emergencia [92], reducción [93]) se consideren impracticables. Es una metodología que (una vez descartada la emergencia) presupone la aplicación previa de metodologías reductivas. Los pasos reductivos no son transitivos (aunque se comprenda la reducción gradual de la estructura de un organismo a sus partes anatómicas, la de estas partes a sus tejidos, éstos a sus células, y éstas a las moléculas y, a su vez, a los átomos y estructuras subatómicas, el retorno desde las estructuras subatómicas a la estructura orgánica seguirá presentándose como inviable, y habrá que decir que la vía de retorno está cortada). Si la fase regresiva de la reducción se supone firmemente establecida y, sin embargo, el progressus o retorno [229] a la estructura problema parezca inviable, habrá que reconocer que la reducción no ha sido lograda, que la metodología reductora ha fracasado. Cuando esto sea así, sólo queda una salida: la de “triturar” –desestructurar, descomponer– las estructuras básicas de referencia, no para prescindir de ellas, sino para re-fundirlas (entre sí, y con terceros componentes tomados de su entorno) de suerte que el retorno pueda quedar restablecido. Esta salida es la anamórfosis. Los procesos de anamórfosis pueden clasificarse, atendiendo a dos criterios bien distintos relacionados, el primero con el terminus ad quem (con la estructura resultante) y el segundo con el terminus a quo de la anamórfosis (con los materiales de partida).
Según el primer criterio, cabe distinguir dos tipos de anamórfosis:
(1) Anamórfosis diaméricas: el término resultante de la misma está ya preformado o prefigurado en el mundo de las configuraciones que constituyen el entorno de los términos a quo. La transformación del polígono regular inscrito en la circunferencia mediante la multiplicación de sus lados y refundición de los mismos como puntos de la curva, envuelve una anamórfosis reconstructiva, porque la configuración “circunferencia” estaba ya dada.
(2) Anamórfosis metaméricas: el término resultante no está prefigurado. La transformación de la serie de los números ordinales en el transfinito Ω envuelve una anamórfosis de tipo configurante.
Según el segundo criterio y teniendo en cuenta la gran variabiliad que contiene el camino de progressus, podemos distinguir dos límites.
(a) Anamórfosis determinada (o categorial): límite más bajo de la reducción (pero manteniéndose la desestructuración en el ámbito categorial).
(b) Anamórfosis indeterminada (o absoluta): límite último en el cual las causas o razones de la desestructuración/reestructuración no puedan ya ser determinadas en el ámbito de las categorías, lo que significa que las causas y razones postuladas se nos dispondrán “en la cercanía de la materia ontológico-general (M)” [82].
La metodología de la anamórfosis determinada se encontrará presente en muchas construcciones que suelen enmascararse como casos genuinos de reducción. Esto ocurre incluso en la Geometría. Un hexágono regular es una estructura que puede admitir una reducción interna en seis triángulos equiláteros cuyos vértices convergen en el centro y cuya fase de progressus nos restituye al hexágono como conjunto de esos seis triángulos adosados; pero podemos dudar de que ese progressus pueda hacerse consistir en un tal adosamiento (tecnológico) puesto que él nos llevaría sólo a un conjunto de seis triángulos adosados que sólo en apariencia formarían la superficie continua del hexágono.
Si se reconoce que el retorno es imposible, la reducción deberá reexponerse, en rigor, como anamórfosis: habrá que desestructurar la estructura básica refundiendo los lados contiguos como constituyentes elementales de los triángulos en uno solo; además los lados contiguos se reabsorberán en los tres diámetros que pasan por los vértices del hexágono. En los campos de las ciencias reales (físicas, biológicas o sociales) el uso de la anamórfosis, y la anamórfosis misma, podrá mostrarse del modo más evidente. La transformación de una sociedad natural humana prepolítica en una sociedad política difícilmente puede ser analizada sin “reduccionismo etológico”, por ejemplo, en términos de reducción-reconstrucción; requiere a nuestro juicio la aplicación de una metodología anamórfica. [56]
Cuando las estructuras básicas dadas en el regressus de una reducción imperfecta no permitan una desestructuración ulterior, la anamórfosis no podrá acogerse a categorías positivas y tendrá que apelar a la materia ontológico general, en su función de instancia crítica del sustancialismo que suele ir asociado a las “estructuras básicas primordiales” (las de la física subatómica, hadrones, leptones). El análisis de la transformación de las estructuras subatómicas, a través de pasos graduados, en estructuras biológicas más complejas, acaso requiera la apelación a la idea de una anamórfosis absoluta como única alternativa al reduccionismo mecánico de la Biología.
Hay que diferenciar la anamórfosis de la diamórfosis. La diamórfosis define transformaciones (de orden cultural, principalmente) que no alcanzan la profundidad de las transformaciones anamórficas, pero que comportan una novedad mayor que la mera transformación combinatoria, una novedad similar a la que conviene a la metamorfosis de los órganos.
La diamórfosis tiene lugar cuando una estructura compleja Ek consolidada (una columna, una melodía…) se fragmenta en partes formales [28] cuya configuración es inexistente anteriormente a esa estructura (configuraciones tales como “fuste”, “ábaco” de columna) pero susceptibles de ser incorporadas a estructuras Et originales, y sin precedentes globales. En estos casos, en los que podemos hablar de transformaciones internas de Ek en Et, hablaremos de diamórfosis, un concepto de gran utilidad en el análisis de la historia interna de la arquitectura, de la música o de otras artes, técnicas o tecnologías.
En esencia, la diamórfosis implica (supuesto un campo de origen, la morfología de cuyos miembros habría de explicarse a partir de morfologías dadas en su entorno) una trituración, fragmentación, despiece o descomposición del campo de origen en partes formales suyas (no meramente materiales) y una recomposición, a partir de esas partes formales, que pudiera dar lugar a la aparición de morfologías nuevas, indeducibles de los campos exteriores y, por tanto, “inmanentes” al propio proceso. Mediante el concepto de diamórfosis podemos explicar, por ejemplo, la mayor parte del desarrollo de las formas arquitectónicas históricamente dadas a partir de unas morfologías iniciales que cabría derivar casi enteramente de materiales extra-arquitectónicos (transformación de los nidos de hojas de los chimpancés, ámbitos de cavernas, “casa natural” de Marc Antoine Laugier). Las morfologías arquitectónicas iniciales abrirían un proceso indefinido de descomposición de estas morfologías en partes formales suyas, tales como basas, ábacos, cornisas, capiteles, frontones… Morfológicamente ya no serán explicables por mímesis, ni tampoco como resultado de creaciones poéticas (puesto que resultan de la descomposición objetiva de otras formas previamente dadas por hipótesis). Son, por tanto, antes producto de la abstracción que de la creación. La composición o “creación” arquitectónica estricta podría tener su comienzo en los mismos procesos de composición inmanente con las partes formales obtenidas de aquella abstracción o análisis previo. Las formas arquitectónicas resultantes (por ejemplo, una casa consistorial, una catedral, una plaza) podrían considerarse, en cuanto a su morfología, como efectos que se han producido en la inmanencia del campo arquitectónico. Por supuesto los mecanismos de diamórfosis podrían también utilizarse en el análisis de la historia de las formas musicales o de las formas poéticas [785].
{TCC 1383-1387 / E / Tv:AyV 115-116 /
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