Idea pura de democracia: Fundamentalismo, Funcionalismo y Contrafundamentalismo
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Dialéctica entre la Idea Pura de Democracia / Democracias realmente existentes:
Perspectiva metamérica / diamérica
Nos encontramos ante la confrontación, tantas veces reproducida, entre una realidad empírica y prosaica, y la Idea pura fundamental desde la que nos referimos a esa realidad para conceptualizarla. Ideas que, como las de democracia o comunismo, se nos presentan como dadas en un orden distinto del orden de la concatenación de las partes de la realidad empírica: el orden de las esencias o fundamentos metaméricos (es decir, de fundamentos situados más allá de las partes que constituyen la realidad empírica y que, por tanto, solo son accesibles a la teoría pura).
Y el modo más expeditivo de que disponemos para interpretar la relación entre esos dos órdenes, de suerte que podamos alejarnos del modo metafísico (que transfiere el orden ideal a un lugar uránico, incluso a una mente divina), es el de la reducción psicológica.
Las Ideas conformadoras serán identificadas sencillamente con nuestros ideales psicológicos, con los proyectos, planes o programas que brotan de las conciencias subjetivas (o de los cerebros, en su caso, da lo mismo) de los ciudadanos; las realidades empíricas serán los materiales que solo parcialmente habríamos logrado conformar, pero que delatarán siempre la presencia de la Idea en función de la cual se conformaron. Acaso una presencia semejante resultará estar a una excesiva distancia, en una lejanía que muchos considerarán insalvable. Ello no suprimiría la importancia de la Idea utópica, de la democracia o del comunismo en su caso. Porque la utopía [787], a la vez que sirve para interpretar las realidades empíricas que, con todas sus impurezas y defectos (“déficits”), se organizan bajo su inspiración, sirve también de guía para nuestra acción en marcha, y de alimento de nuestro horizonte futuro (“principio esperanza”).
Ahora bien, esta ramplona trascripción psicológica de la confrontación entre realidades empíricas e Ideas [721], tan frecuentemente utilizada por los políticos en ejercicio como justificación de la inclusión de la utopía en sus programas, no es solo superficial, sino también, por decirlo así, taimada.
Superficial porque cierra en falso la cuestión de la confrontación, al reducirla a una confrontación entre proyectos “subjetivos” y “realidades objetivas” resistentes; lo que supone dar por supuesto que las Ideas puras son subjetivas, y que proceden de las conciencias individuales. Pero la verdad es que son los individuos quienes son (ellos mismos) conformados por esas Ideas, que les anteceden en el proceso histórico social. […]
Taimada porque, aun reconociendo el carácter utópico de las ideas fundamentalistas así entendidas, se atreve a ofrecerlas (cubriéndose las espaldas, es decir, eximiéndose de toda responsabilidad, tras el inevitable fracaso) como ideas inalcanzables, sabiendo que muchas personas están dispuestas a aceptar esa oferta de consolación. Pero el supuesto de la utopía en la teoría política (y no solo en la práctica del masaje político de los psicagogos) es análogo al puesto que corresponde a la contradicción en la teoría matemática; una utopía, por definición, es lo que no puede realizarse y, por consiguiente, es contradictorio e indigno proponerla como un proyecto en las presentes o futuras generaciones. (Es comprensible que en los años de la caída de la Unión Soviética la revista teórica de un partido político de raigambre marxista, pero que había perdido su rumbo revolucionario, reforzase el título, Nuestra Bandera, con el antetítulo Utopías).
Solo conocemos una alternativa al callejón sin salida de las respuestas a la confrontación entre las realidades empíricas con las Ideas fundamentales puras, que dicen actuar manteniéndose en un lugar situado “más allá” o “más atrás” de las partes que se concatenan en esa realidad empírica: es la alternativa que comienza aniquilando la posibilidad metamérica misma de estas Ideas, a fin de restituirlas a su lugar natural, que no es otro que la conexión diamérica histórica entre las partes mismas de la realidad empírica, de la Realpolitik. La alternativa diamérica nos abre paso a un replanteamiento dibujado antes en el terreno lógico material y objetivo de la historia real, que en el terreno psicológico subjetivo.
Y es en este terreno lógico objetivo donde la confrontación entre las Ideas y realidades empíricas desligadas del marco de las relaciones sujeto / objeto se nos presenta como un caso particular de la confrontación general entre las series de términos concatenados y ordenados (por relaciones de menor a mayor, o de peor a mejor, por ejemplo) y los límites objetivos de estas series, sustantivados, con frecuencia, como si fueran términos metaméricos. [35] […]
Cuando mantenemos esta perspectiva diamérica [34], la Idea pura, (o el punto de infinito, o el primer cardinal transfinito, o la norma hipotética fundamental), deja de ser un “proyecto utópico subjetivo” o una ficción jurídica ingeniosa [883], a partir del cual hayan podido conformarse, de modo deficiente, algunos “segmentos empíricos de recta”, algunas “sucesiones empíricas” de números naturales o algunas constituciones políticas efectivas; ni aquellos segmentos, ni estas sucesiones, ni estas constituciones, tendrán por qué ser interpretadas como “realizaciones deficientes” de las Ideas puras de punto de infinito, de primer cardinal transfinito, o de Constitución política democrática constituyente.
Por el contrario, estas Ideas (que solo podrían ser consideradas como utópicas cuando sustantivadas se las intenta situar en algún lugar infinitamente distante de las series finitas respectivas) tendrían que ver con la estructura misma de la realidad empírica, en tanto se comparan dialécticamente las unas con las otras. La Idea de democracia, como la Idea de Comunismo, resultaría, según esto, de la confrontación entre las diferentes sociedades o instituciones democráticas, o comunistas en su caso, pero no de la confrontación entre las sociedades empíricas democráticas (o comunistas) con las Ideas puras de democracia (o de comunismo). […]
[Por ello], nos parece que tiene el mayor interés, para el análisis de la Idea democrática fundamentalista, entendida en función de las democracias realmente existentes, la comparación entre los procedimientos metaméricos, como componentes del pensamiento utópico (por no decir indecente), y los procedimientos de la metafísica climacológica [793] que está en el fondo de la Idea de progreso, que muchos partidos políticos, y especialmente los llamados de izquierda, consideran consustancial con sus programas políticos. La “izquierda progresista” suele imputar, en efecto, a la “derecha”, tendencias conservadoras, regresivas, involutivas o reaccionarias.
{PCDRE 55-58 /
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