La phi simboliza la filosofía de tradición helénica, la ñ la lengua española Proyecto Filosofía en español
Grupos de discusión filosófica
Symploké
Recopilación de cartas
121 a 140
0121 23nov1996 / Emiliano Fernández / Evolución, ciencia y filosofía
0122 24nov1996 / Emiliano Fernández / Teleología y materialismo
0123 25nov1996 / Eliseo Rabadán / Situación de la economía
0124 25nov1996 / Pedro Santana Martínez / Teleología y materialismo
0125 25nov1996 / Pedro Santana Martínez / Re: Viña del Mar
0126 26nov1996 / Walter Farah / [La finalidad en la Historia]
0127 26nov1996 / Walter Farah / [El concepto de marxismo]
0128 03dic1996 / Pedro Santana / Agentes y acciones en la economía
0129 03dic1996 / J.P. Viñuela / El pensamiento único y la política neoliberal
0130 04dic1996 / David Teira Serrano / Sinopsis
0131 06dic1996 / David Teira Serrano / Popper y la Teleología
0132 09dic1996 / Eliseo Rabadán / Re: Agentes y acciones en economía
0133 10dic1996 / David Teira Serrano / La filosofía y la acción política
0134 10dic1996 / Walter Farah / Re: Agentes y acciones en la economía
0135 10dic1996 / E.Rabadán / Filosofía política y conocimiento mundano
0136 10dic1996 / Pedro Santana Martínez / Agentes, acciones y fines
0137 11dic1996 / Walter Farah / Re: La filosofía y la acción política
0138 11dic1996 / Miguel ángel Rodríguez / ¿Una llamada a la praxis?
0139 12dic1996 / Alberto Luque / La filosofía y la acción política (I)
0140 12dic1996 / Alberto Luque / La filosofía ... (II: La VI Cumbre)

Symploké 0121
Fecha: Sábado, 23 Nov 1996 09:55:16 +0100 (MET)
De: Emiliano Fernández Rueda
Título: Evolución, ciencia y filosofía.

Queridos amigos:

A las ideas que nos ha comunicado Juan Pedro quisiera yo añadir las siguientes: La confrontación entre el pensamiento científico y la religión ha tenido su manifestación más completa en la filosofía. A mi juicio, es Kant quien mejor la ha encarnado. Su sistema es una muestra insuperable del contraste entre la conciencia de límites y la aspiración a lo absoluto. La primera define a la ciencia. La segunda es un rasgo distintivo de la religión cristiana. El propio autor, que hizo suyas las dos, dijo haber confeccionado la Crítica de la Razón Pura con el fin de poner límites a la ciencia y dejar así a salvo la fe. En consecuencia, tomó partido por una cosmovisión que admite el Ser Absoluto, aunque sin dejar de conceder sus derechos al pensamiento científico.

En una medida no pequeña nuestro diálogo ha girado también en torno a esa lucha, que se viene librando con especial virulencia desde hace 200 años.

Kant fue en esto una anticipación de lo que sucedió en el siglo XIX, durante el cual, como ha dicho con razón Juan Pedro, la tendencia a lo absoluto hubo de sufrir dos fuertes golpes: el de la concepción darwiniana, que devuelve al hombre al estado animal, y el de la freudiana -aunque Freud murió en 1939-, que transforma en meros conflictos psicológicos la religión y la metafísica. Debe añadirse, según creo, el marxismo, que las transforma en ideología. Luego los ataques habrían sido tres.

El más devastador fue sin duda el darwinismo, un serio intento de integrar la biología en el materialismo, expulsando de ella toda teleología. Esto ha sido lo verdaderamente importante. En comparación con ello, puede decirse que es casi indiferente que el hombre proceda o no de un ser inferior. Dicho sea de paso: la conciencia corriente no lo ha entendido así, pues sigue pensando la evolución como progreso, como una interpretación de corte finalista en la que el bien es el supremo ser.

Darwin, que era una persona profundamente creyente, nunca tuvo la intención de contradecir los contenidos bíblicos. Que sus conclusiones negaran el Génesis, donde se narra la creación del mundo en seis días, no creo que fuera realmente un rudo golpe a la religión, que no tiene por qué interpretar literalmente el Viejo Testamento. La contradicción no se libraba propiamente en el terreno científico, sino en el filosófico, pues, como digo más arriba, Darwin contribuyó muy poderosamente a ampliar el materialismo a un nuevo ámbito. Los creyentes que percibieron esto pensaron con razón que, si primero se había tornado materialista el estudio de la materia, por obra de los científicos del siglo XVII, y luego sucedía lo mismo con el de los seres vivos, cabría esperar que pronto o tarde se extendería también al alma, el último reducto de la religión, esa clase de explicación.

Luego la lucha no se libra en el terreno de la ciencia, sino en el de la filosofía. De lo que se trata no es de la explicación más adecuada a los fenómenos, terreno en el que el creacionismo ha perdido la batalla hace mucho tiempo, sino de la ontología que subyace al pensamiento científico. Se trata, pues, de si se ha de ser idealista, al estilo de Kant, o materialista, al de Marx.

P.S. Una última precisión: el evolucionismo y el creacionismo no tienen en cuenta los mismos fenómenos. Los hechos no son los mismos para ambos. De ahí que las teorías sean distintas. Hechos y teorías guardan una relación peculiar sobre la que ahora no creo que sea conveniente extenderse.

Un saludo a todos:,
Emiliano Fernández Rueda.


Symploké 0122
Fecha: Domingo, 24 Nov 1996 10:56:55 +0100 (MET)
De: Emiliano Fernández Rueda
Título: Teleología y materialismo.

Queridos amigos:

Aunque distantes, pienso que las comunicaciones de Miguel ángel Rodríguez y Juan Pedro Viñuela, aluden a dos concepciones básicas de nuestra cultura: la teleología y el materialismo. A juzgar por su último mensaje, parece que David Teira también lo cree así. Antes de pasar a hablar de la cumbre de hombres de estado, quiero añadir algo más a aquellas consideraciones, por si sirve para señalar el mar sobre el que flotan. Sucede muchas veces a nuestras meditaciones como a la barca que se balancea sobre aguas mucho más profundas de lo que el pescador cree.

El evolucionismo es una idea antigua. Fue, como tantas otras, alumbrada por los griegos de la Antigüedad. Pero la formulación de un mecanismo biológico capaz de dar razón de los cambios es una gloria que pertenece por entero a Darwin y sus sucesores. Es además un eslabón de la cadena que empieza, unos siglos antes, con el heliocentrismo de Copérnico, una teoría que hizo saltar por los aires la concepción medieval. La verdadera revolución de Copérnico no fue colocar el Sol en el centro del sistema, sino garantizar la comprensión del universo. La Tierra había sido hasta entonces el habitáculo de todo lo despreciable, que sólo el concepto religioso de la redención contribuía a justificar. El universo medieval, que era el mismo de Aristóteles y Ptolomeo, situaba este planeta en el lugar más bajo de lo existente. Y sobre su superficie, compuesto de la misma materia deleznable, habitaba el hombre. Por encima se alzaba la perfección inmutable de las esferas celestes, hechas de quintaesencia perfecta: el éter. Pero la religión acudía a redimir al hombre, atribuyéndole una posición privilegiada y convirtiéndolo en un sujeto de fines. Religión, filosofía y ciencia formaban un cuerpo unitario, sin fisuras. Esto fue así durante más de mil años.

El significado profundo de la teoría copernicana no fue otro que el de afirmar la unidad del entendimiento humano y el universo circundante. A partir de ella fue posible ver con claridad que la mente humana es capaz por sí sola de levantarse hasta la comprensión de la realidad material. Los hombres no habían sentido nunca un orgullo semejante, ni una confianza tan grande en el poder de su inteligencia. Al menos no desde hacía más de mil años. Fue una sacudida gigantesca, pese a que, como todas las grandes transformaciones del espíritu, pasó desapercibida en su momento, excepto para aquellos que, como Kepler, Brahe, Galileo, Descartes... se aplicaron con éxito a la continuación de la tarea. Lo cual sucedió expulsando el teleologismo. Esta fue gran parte de la hazaña espiritual de la Edad Moderna.

Si la actual teoría de la evolución se inscribe en este desarrollo es porque ha contribuido a lo mismo, a erradicar la causa final. Ha logrado afectar al sustrato metafísico en que se había sustentado hasta nuestro tiempo la biología. De ahí que sus consecuencias sean más hondas que las de los datos evolutivos mismos. En la filosofía de Aristóteles había una recia defensa de la causalidad final en la naturaleza por su intento de entender los fenómenos inferiores a la luz de los superiores, mientras que la teoría de la selección natural propuesta por Darwin, pese a las vacilaciones que en algunos momentos revela su propio autor, significa el principio de una reducción sistemática y coherente de los fenómenos superiores a los inferiores, es decir, una inclinación por la causalidad material y la negación consecuente de toda finalidad y sentido. Pero esta confrontación se extiende a un campo mucho más extenso de lo que podrían indicar estos meros nombres. Tras ella late todavía en nuestro tiempo, por más que el problema ha sido ya prácticamente dilucidado, la discusión acerca de la oportunidad de extender el mecanicismo al terreno de lo biológico. Y se trata de algo más todavía, a lo que ya he aludido en una comunicación anterior: si fue primero la materia la que se describió científicamente como inerte, sin resistencias demasiado estridentes por parte de la religión, y ahora se abre lo vital a una explicación semejante, ¿no podemos empezar a sospechar con razón que también el mundo de lo que siempre se ha tenido por específicamente humano, el mundo espiritual, es susceptible de un tratamiento idéntico, y que, en consecuencia, la definición de lo humano no podrá tal vez incluir factores específicos, esencialmente diferentes, con respecto al resto de la naturaleza?

Por todo esto estimo que la polémica con el creacionismo, una doctrina que vuelve por los antiguos fueros, carece de sentido por anacrónica. Con todo, puesto que sigue existiendo en nuestro presente, como también existen en él otras muchas formas de entender la realidad que ya debieran estar abolidas por la misma evolución de las ideas, como la de relacionar las posiciones relativas de los astros con la vida amorosa de los individuos, quizá no esté de más argumentar sobre el creacionismo, pero entiendo que la mejor manera de hacerlo es situarlo en su lugar natural, que no es el de la ciencia, donde no puede competir con la teoría de la evolución, sino en el de la religión, al lado de las creencias en extraterrestres y otras semejantes.

Así me lo parece a mí.
Un saludo a todos,
Emiliano Fernández Rueda


Symploké 0123
Fecha: Lunes, 25 Nov 1996 03:10:12 +0100
De: Eliseo Rabadán
Título: Situación de la economía en el PRESENTE orden mundial.

Estimados amigos de la lista Symploké,

Hace tiempo que había querido dirigirme a algunos de vosotros. Concretamente había escrito la semana pasada a Pedro Santana sobre su análisis del Documento de Viña del Mar, que por desgracia no emitió mi sistema bien y se quedó "en el tintero". El documento de Viña del Mar es un conjunto de intenciones, que si no se contempla dentro de la actual situación estratégica mundial no se puede calibrar demasiado bien. Es necesario y urgente, a mi juicio, trabajar en esta lista el asunto ya anunciado por David Teira y alguien más que ahora no recuerdo: estudiar críticamente las teorías económicas de Hayek y los "neoliberales"... de la Escuela de Chicago. Hay que tener presente que los planes de la Comisión Trilateral, el FMI, la Unión Europea, BM, desde la caída de la URSS, están trabajando para controlar y dirigir la economía y política en torno a los intereses de las compañías multinacionales. Los intentos de estos presidentes iberoamericanos por "mostrar" -supongo que a sus "súbditos" correspondientes- que ellos son quienes verdaderamente dirigen y manejan las riendas de sus "naciones", no son sino mera demagogia y retórica, a la cual sirven PERFECTAMENTE los dirigentes de los medios -aunque pueda parecer que hay variantes: ABC defiende la postura "radical" agresiva de Aznar contra Castro, El País y Felipe González otra menos agresiva pero que tiene la misma finalidad: apuntalar el "nuevo orden mundial"-.

Lo que sí está claro es que los países de Latinoamérica son meras reservas de mano de obra muy rentable para el capital interconectado y organizado "regionalmente (TLC, Tratado de libre comercio USA-Canadá México, &c.) Creo que sobre esto no tiene caso que yo ahora "exponga" ideas, datos, &c.. Yo propongo que la gente se informe bien, y aporto una clave para mayor información http://www.helsinki.fi/WebEc y otra más alt.politics.economics. Esté en inglés o lo que sea no me parece tan relevante (quizá en Estados Unidos y Canadá hay más oposición organizada al nuevo orden simplemente porque ellos allí han sido los primeros en recibir los GOLPES, realmente son duros golpes, de los políticos neoliberales o "pseudo socialistas" a lo Clinton.

De momento un saludo y vamos a tratar de seguir los consejos de Gustavo Bueno, e no caer en discusiones filosóficas del tipo adjetivo" o que se puedan aproximar a "doxografía" -quizá a veces se ha deslizado por ahí la "plática" sobre el tema del marxismo-. En fin, creo yo que manos a la obra en el sentido de una filosofía inmersa en el presente, porque si no se trabaja así, estaremos provocando nuestra "auto-fagocitación metafísica" (¡qué bonito salió!).

Un saludo de Eliseo Rabadán, en la Montañas Sombrías de Cantabria


Symploké 0124
Fecha: Lunes, 25 Nov 1996 12:45:05 +0300
De: Pedro Santana Martínez
Título: Re: Teleología y materialismo

Queridos contertulios:

Es interesante rastrear los escritos de Darwin en busca de causas finales y no hay que buscar mucho ni en Darwin ni en los darwinistas varios, lo cual no quita nada al darwinismo.

Dice Emiliano que:

"el darwinismo, un serio intento de integrar la biología en el materialismo, expulsando de ella toda teleología. Esto ha sido lo verdaderamente importante. En comparación con ello, puede decirse que es casi indiferente que el hombre proceda o no de un ser inferior. Dicho sea de paso: la conciencia corriente no lo ha entendido así, pues sigue pensando la evolución como progreso, como una interpretación de corte finalista en la que el bien es el supremo ser."

La causa final es en este caso un fin de la historia natural que se solapa con la historia a secas. Ahora bien, que Darwin no inscribiera la evolución en una, digamos, teoría de la historia no significa el abandono del uso de las causas finales.

Esto es evidente a nivel global en las primeras interpretaciones de la teoría darwiniana (lucha por ejemplo es concepto intencional).

Por otro lado, el materialismo no veo cómo excluye los planes o programas de los agentes.

Si hay agentes, estos procederán de acuerdo a planes y programas que establezcan. Si tal cosa es mera ilusión subjetiva de los agentes no será precisamente el determinismo (que tiende a verse como basado en causalidades eficientes) el que apoye ese punto de vista. De hecho, una cadena determinística de causas y efectos se apoya en una teoría dada y se refiere a unas clases de objetos dadas, pero no hay ninguna teoría que pueda prescindir de esas clases y aplicarse a cualesquiera objetos.

Por eso, la libertad de los agentes se basa en cierto género de determinismo que afecta a clases de objetos manipulables, que el agente considera desde la perspectiva más determinística.

Que el agente se vea a sí mismo como libre necesariamente no es ni siquiera algo a plantear en esta perspectiva #que no lograría hacernos escapar de la ilusión#, porque lo que ahora hay es un agente que opera efectivamente sobre unas cuantas clases de objetos y no sobre objetos indeterminados.

Si la conducta proléptica puede ser caso de causa final, parece que no toda causa final corresponde a una conducta proléptica, ciertamente. Sin embargo, merece la pena notar que las causas finales "inanimadas" lo son en la medida en que un agente traza un esquema que explica un efecto inesperado de acuerdo con las expectativas de ese agente o de otro. Si en un fenómeno físico decimos que se cumple el principio de acción mínima, la visión teleológica no es que los fotones #por ejemplo, en el caso de la luz# se decidan a hacer caso al principio. Ni tampoco que el resultado actúe como causa que viaja del futuro al pasado por el túnel del tiempo. Es más bien, que la consecución del estado final del sistema se ha realizado de acuerdo con cierto esquema al que todo el proceso se acoge. Si una trayectoria muy determinada (y que hace mínimo un valor) se da entre todas las demás, el resultado no indica que el móvil la ha elegido tras deliberación, sino que el fenómeno se da dentro de un esquema dado que incluye un mínimo, pero ese mínimo lo es una vez considerado el estado final y sólo para ése. En un ejemplo más sencillo: en el descenso del móvil por una trayectoria que resulta ser braquistócrona, el tiempo mínimo empleado lo es tras la comparación con otras (o con todas las otras posibles) trayectorias entre los mismos niveles de un campo gravitatorio.

Pero todo se plantea una vez que se han fijado los niveles y se han comparado las trayectorias. Un principio de mínimos opera pues cuando se ha fijado el marco en que un cierto fenómeno se da. Pero también cabe decir que la fijación de ese marco puede dar lugar a un principio de mínimo o a otro tipo de explicación finalista.

Si dos trayectorias tienen dos atractores distintos y las describimos con iteraciones de la misma fórmula pero con parámetros iniciales distintos, el modelo que hemos hecho de un caso y otro la fórmula y los valores iniciales- dependerá de nuestro conocimiento del estado final que queremos describir. Supongamos que el caso se refiera a las poblaciones de una especie en dos medios distintos. Una fórmula (como las pioneras de May) no se hace porque todas las causas eficientes concurrentes se recojan en ella.

Más bien se comprueba que la casuística observada y catalogada como una serie de valores finales de una variable se recoge en una fórmula sencilla que depende de unos parámetros que han de variar según cada caso. El modelo causa-efecto aquí "convive" con el convencimiento del científico de que lo que le pase a cada individuo o a todos depende de una "concatenación de causas", como alguno diría. Sin embargo, la teoría realmente existente opera a partir de la consideración de unos estados finales que llevan a la elección de un parámetro. El modelo no recoge información especificada categorialmente sobre causas eficientes, aunque bien puede decirse que el valor de los parámetros la recoge de una manera a la vez sintética y acategorial (adimensional tal vez). Otra cosa es luego probar la fórmula con unos valores diferentes del parámetro a efectos especulativos o didácticos o deliberativos.

Diría entonces:

1) La acción de los agentes (y esto lo recalcaba David Teira) requiere del concurso de explicaciones teleológicas. Empleo la palabra explicación sin ninguna especificidad frente a análisis. Ni la empleo tampoco frente a comprensión.

2) Las explicaciones teleológicas no se reducen de hecho al ámbito de la acción humana. Si nos fijamos en que, por ejemplo, un ecosistema da paso a otro en el transcurso de unos miles o unos millones de años, con especies diferentes, nuevas, &c., estamos poniendo los límites en que las relaciones causa-efecto van a jugar. Por un lado todos los acontecimientos de la secuencia se ordenarán en micro-relaciones de causa efecto #encuadradas en un contexto más general# definidas cada una en un marco categorial determinado. Por otro lado, la explicación habrá de ordenarse hacia la constatación de hechos registrados estratigráficamente o como sea.

No podemos decir que el ecosistema más antiguo "contuviera" al más reciente y que se lo "auto-propusiera", pero es cierto que el científico operará con un esquema que incluya a los dos y a otros intermedios y debe hacer o aplicar varias teorías al proceso. Creo que cuando gente como S. J. Gould hablan de contingencia se refieren estrictamente a la pluralidad irreductible de teorías que dan razón de los nexos causales entre unos estados y otros. Pero nuestro modo de explicar el proceso #y Gould mismo no duda en extender esto a la historia de las instituciones humanas# se fundamenta en saber la estación de llegada de ese proceso. De hecho, sólo el establecimiento de una tipología de procesos evolutivos puede dar razón de hipótesis sobre futuras especies animales o vegetales, formuladas en general como divertimento. Una hipótesis como la Teilhard de Chardin (tomando su teoría como mera hipótesis científica entre otras) ni siquiera ha atendido este trámite de establecimiento nomotético, estadístico, de una tipología.

3) Puede decirse que un agente actuando prolépticamente define esa estación de llegada y esa peculiaridad -la estación de llegada se da en el futuro, diríase- es la que caracteriza a los procesos genuinamente prolépticos. Sin embargo, y creo que esto es una constatación de hecho, en estos casos jugarán dos órdenes de cosas:

- Una voluntad, la del agente mismo o la de otro agente.

- Una serie de mecanismos causales especificados por el agente. Este "sabe" que puede dar inicio a unos cursos determinísticos.

Lo que sucede en estos casos no se define por que la estación de llegada esté en un espacio especial que llamamos futuro, donde las cosas existen de una manera también especial. Lo que caracterizaría a la conducta proléptica es que los planes y programas se construyen, más o menos probabilísticamente, sobre un conjunto cerrado de mecanismos sobre los que el agente tiene control. Todos sabemos que nuestros planes pueden verse alterados por otros agentes o por imprevistos objetivos: el tiempo y la autoridad y Dios en las corridas de toros. Lo que caracterizaría el establecimiento de planes sería que el agente cancela, se olvida de, con mayor o menor fundamento, diversas "contingencias" que pueden dar al traste con esos planes.

Por lo mismo, si -en un lenguaje metafísico- en la Naturaleza o en la Historia no hay un sujeto con planes, eso no quiere decir que la explicación no recurra a las veteranas causas finales porque, al final puede resultar que el enclasamiento de los objetos del campo y la fijación de las condiciones de contorno sea, en muchos casos, un modo de proceder por explicaciones finales.

O también, que la teoría "nomotética" se convierta en idiográfica cuando (1) se recurra a la contingencia, o sea, a la constatación de los límites categoriales de la teoría, o (2) se fijen extrateóricamente los valores de las variables tal como de hecho se han dado. (Y a la inversa lo idiográfico se clasifica: el meteorito que mató a los dinosaurios es un fenómeno registrable cíclicamente porque procede de una legalidad gravitatoria derivada de que el Sol hipotéticamente formase un sistema binario, lo que a su vez sería idiográfico, pero se ajustaría a alguna regularidad estadística cosmológica, &c.)

En esta perspectiva, a la hora de juzgar planes habrá que considerar más que la presencia de explicaciones o pseudo-explicaciones míticas o teológicas o refutaciones anti-historicistas, el alcance de las teorías que pretenden dar cuenta del proceso implicado, de los agentes que intervienen y de la presencia de causas no contempladas en esas teorías.

Pedro Santana Martínez
Dpto. de Filologías Modernas, Universidad de La Rioja


Symploké 0125
Fecha: Lunes, 25 Nov 1996 14:25:12 +0300
De: Pedro Santana Martínez
Título: Re: Viña del Mar

La propuesta de David me produce una doble y contradictoria impresión. Si el interés del asunto es grande, por otro la empresa parece que sobrepasa mi capacidad. Cualquier análisis que pudiera desarrollar me parece parcial o de detalle. Además, desde el punto de vista de un primer análisis textual, me ocurre que desconozco este tipo de textos y soy incapaz de calibrar el carácter genérico o particular de algunos rasgos que observo en esta DECLARACIÓN.

Pero como la propuesta de David no merece caer en el olvido al que mi pereza podría contribuir a que cayera, voy a exponer algunos comentarios my subjetivos, muy referidos en primer lugar al significado connotativo si se quiere. Si digo esto, puede comprenderse que inscribo las líneas que siguen dentro de esa inasible disciplina que se llama comentario literario de textos.

- La primera impresión que me produce la lectura rápida del texto es que una serie de términos funcionan, más allá de su carácter denotativo, como señuelos de moda. Recojo "globalización" y "cooperación" como los más significativos dentro de un conjunto que incluye a "democracia", "modernidad", &c.

- Si los redactores #y es de suponer los suscriptores que son jefes de estado y de gobierno# han estado atento a lo que dicen, a sus descripciones más o menos positivas o normativas y a sus "compromisos" para la acción, no menos parecen haberlo estado para cancelar los más o menos probables conflictos en declaraciones particulares que seguidas al pie de la letra anulan a la declaración en conjunto. Es el caso de los parágrafos 8 y 9.

Mientras estos parágrafos apuntan hacia dentro, hacia las partes de la comunidad, los comentarios sobre la globalización, se refieren a la "interacción" entre la Comunidad Iberoamericana y otros países o grupos de países o intereses.

- Por otro lado, las acciones unilaterales se proscriben o son objeto de execración (en 13). En cambio, la cooperación entre dos o más parte son objeto de loa (p. e. en 14.).

- Llama la atención el vocabulario psicológico en el epígrafe V, dedicado a las "Dimensiones socioeconómicas de la gobernabilidad en democracia": "vasto intercambio de ideas y experiencias", "comprensión más amplia", "certidumbre de expectativas". En un contexto económico estos términos resultan reveladores, creo, de un ideal informativo y de mercado. Y, conversamente, de un mercado como lugar de intercambio de información y nada más.

- Prescindiendo de un análisis más detallado, me parece que en el epígrafe VI, encontramos un planteamiento similar. Se fija un ideal comunicativo y se dice que se está en proceso de alcanzarlo. Este ideal comunicativo y formalizado y protocolizado institucionalmente es el instrumento que permite sustituir el conflicto por la cooperación.

- Los sujetos de la interacción o del intercambio no son individuos sólo.

Se recalca el papel de los grupos, asociaciones, partidos, instituciones, &c.

- Uno tiene la tentación de decir que estando efectivamente basada esta comunidad en una lengua compartida (o en dos), ha sido ese fundamento el que ha conformado toda la declaración, un fundamento lingüístico donde el intercambio de ideas, información, &c. soluciona todo o soluciona todo lo solucionare.

- En este sentido, uno sospecha que estas cumbres -en el peor de los casos, aunque esto es excesivo pesimismo- son carretas delante de los caballos. Se intenta que el mero intercambio lingüístico funcione como semilla de otros intercambios. O como modelo para otras interacciones.

- Completando el círculo, las fuentes posibles o efectivamente dadas de conflicto aparecen como tales sólo desde una perspectiva de diálogo insuficiente. Así en 39. se habla de que los jefes de estado y de gobierno se comprometen a, entre otras cosas, "consolidar las bases socioeconómicas que harán posible una democracia integral; y a asumir las oportunidades que ofrece la globalización." Así puesto, parece que esa asunción y esa consolidación se llevarán a cabo sin menoscabo no negociado libremente por las partes afectadas.

Entre otras cosas, queda por juzgar si el diagnóstico y la prescripción expresados en este documento son ajustados y efectivos. De la efectividad de la prescripción, dependerá nuestro juicio sobre el diagnóstico. Y esa efectividad la juzgará cada uno según sus intereses. Sin embargo, dejando aparte los análisis detallados que quepa hacer de todo el texto, de sus supuestos ocultos, &c., nos limitaremos a señalar que las partes presentes en la Cumbre, las representadas y las afectadas como terceras, pueden mantener ideas muy diferentes de los objetivos en que los firmantes coinciden. Si es así, no habría que excluir que la suscripción del documento no implique el abandono de otras políticas internas o externas diferentes de las del diálogo.

Pedro Santana Martínez
Dpto. de Filologías Modernas, Universidad de La Rioja


Symploké 0126
Fecha: Martes, 26 Nov 1996 05:28:35 -0500 (EST)
De: Walter Farah
Título: [La finalidad en la Historia]

Compañeros:

Me ocupo en primer lugar de las observaciones de David Teira respecto un destino, un fin, una finalidad de la historia humana.

A escasos cuatro anos del ano 2000, muchas personas se hayan tentadas a reflexionar acerca de esa fecha, o a hacer recuentos de la historia humana, a manera de síntesis milenarias. Por supuesto que en esa perspectiva priva una cierta ingenuidad de pensar que el fin de siglo es en definitiva una especie de punto de llegada o de partida. Pero mas allá de la emoción propia de cambio de siglo, el ano 2000 será igual que 1999 o 2001, en cuanto a la naturaleza del comportamiento humano. A estas alturas, y después del conocimiento de los fenómenos históricos, y su comprensión a partir de las relaciones materiales que los fundan, parece un exceso metafísico esperar lo extraordinario a partir de la fecha.

Pensar que la historia tiene un destino, una finalidad o cualquier otra pretensión de naturaleza teleológica, es una verdadera perdida de tiempo. La historia es la sucesión/ruptura de determinadas relaciones sociales, que se producen con o sin el consentimiento de los propios seres humanos, que paradójicamente son los que establecen esas relaciones. La estructura básica de la historia descrita por Marx y Engels en La Ideología Alemana se mantiene incolume a la fecha, porque justamente el valor de ellos fue el determinar el aspecto clave de ese comportamiento: "Los hombres tienen historia porque se ven obligados a producir su vida y deben además, producirla de un determinado modo".

Insistir en destinos es ciertamente, al menos, un desatino. Por supuesto que quedan pendientes dos temas relacionados: en primer lugar, no cabe duda de que en Marx y Engels mismos existió un teleologismo fundado en la implantación del comunismo a partir de la universalización de las fuerzas productivas. Lo llamativo de esa falsa pretensión es que Marx siempre la fundo en precisos análisis empíricos. Que fue lo que sucedió?. En mi criterio varias cuestiones: confundió mundo con Francia e Inglaterra, subestimó la posibilidad del desarrollo de fuerzas productivas en el capitalismo, y sobrepasó su propio principio de la naturaleza necesaria de la historia. Pero estos temas quedan para otra ocasión. En segundo termino, que no exista una finalidad, no quiere decir que no puedan conocerse las líneas generales futuras de la sociedad. Hoy ya sabemos, por ejemplo, que de continuar el desarrollo del capitalismo en los términos hasta ahora conocidos (uso intensivo de materias primas, por ejemplo) la crisis del planeta esta a la vuelta de la esquina. En la actualidad los recursos tienden a ser cada vez mas escasos y las políticas de exclusión su respuesta: control de natalidad, de las migraciones, &c. Ahora bien, de mantenerse la tendencia, porque el capitalismo ha demostrado una gran flexibilidad para encontrar caminos de expansión que siempre parecían cerrados (hoy por ejemplo, la investigación tecnológica).


Symploké 0127
Fecha: Martes, 26 Nov 1996 05:51:43 -0500 (EST)
De: Walter Farah
Título: [El concepto de marxismo]

Me ocupo ahora del concepto de marxismo. Yo había mencionado en mi primera intervención que para ocuparse de la vigencia del marxismo es necesario precisar su definición. Que en mi criterio, esa definición debe remitir al marxismo clásico (Marx y Engels), y que en ellos encontraremos lo vigente o superado por las acontecimientos históricos posteriores. Por razones que no explique, precise que esa investigación nos permitiría concluir que en el siglo XX no hubo desarrollo del marxismo clásico, y que lo único que encontramos o es el marxismo como ideología oficial (URSS), o el marxismo que Anderson denomino "occidental", cuya principal característica es la preocupación meramente filosófica Luckacs, Adorno, Sartre, Althusser, entre otros). Señalé también algunas excepciones tales como los estudios de Mandel, Baran, y ahora podría agregar a otros, por ejemplo, la historiografía británica.

A esta propuesta de intercambio, David Teira ha respondido lo siguiente:

1- que comparte la necesidad de precisar el concepto de marxismo remitiendo a las ideas de sus fundadores,

2- que no comparte mi criterio, sin embargo, de que en el siglo XX no hubo desarrollo del marxismo. Que mi posición tiene un referente que es Perry Anderson en Consideraciones sobre el Marxismo Occidental, que según David, adolece de dos problemas: el análisis de Anderson careció de base social y partía de un desprecio de la actividad académica.

3- y que respecto a la ideología soviética, la misma no puede ser despreciada puesto que al menos la teoría de la planificación no debería ser despreciable.

Veamos rápidamente cada uno de los temas anteriores señalados por David:

1- Mi posición es la misma: preguntar por la vigencia del marxismo implica cuestionar las obras de Marx y Engels. Ese análisis, según mi criterio, permitirá encontrar tres aspectos básicos: a) una concepción básica del comportamiento humano, cuya obra básica es La Ideologia Alemana. Esta concepción se mantiene vigente, y no existe ninguna explicación o acontecimiento posterior que haya debilitado algunos de sus fundamentos. Que esa concepción puede sintetizarse en el siguiente concepto: "la primera premisa de toda existencia humana y también, por tanto, de toda historia, es que los hombres se hallen, para hacer historia, en condiciones de poder vivir. Ahora bien, para poder vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas mas" b) La concepción anterior obligo a Marx y Engels a rechazar a la filosofía como explicación y los llevo a la economía en general, y a la economía política en particular. A partir de ahí las obras fundamentales son económicas porque necesitan conocer las condiciones históricas del capitalismo del siglo XIX. Ese esfuerzo culminó en una metodología. c)un teleologismo fundado en los resabios de hegelianismo, a partir de la universalización de las fuerzas productivas.

En mi criterio el primer punto se mantiene vigente y no ha podido ni podrá ser superado. En el caso de la metodología, la misma no se ha desarrollado en el siglo XX. Existen pocos trabajos analíticos acerca de la condición del capitalismo mundial, excepto los ya mencionados de Mandel, &c. En este punto, el marxismo no se desarrollo. Y por supuesto, pero no por debilidad metodología, sino por superación histórica, los contenidos de las obras económicas de Marx y Engels hoy se encuentran completamente desfasados. No se trata de que sean falsos, sino simplemente de que hoy vivimos otro momento del capitalismo. Quienes critican a Marx porque no tomo en cuenta, por ejemplo, el desarrollo del sector servicios, simplemente desconocen la dinámica de su obra escrita. Finalmente, y respecto al teleologismo, ese si finalmente ha quedado superado, no por la caída de la URSS, sino por la propia aplicación de los principios explicativos del marxismo original.

2) Sobre las observaciones de David respecto a Anderson. La critica que Anderson hace al marxismo occidental es por su naturaleza estrictamente filosófica, y escasamente económica. El gran descubrimiento de Marx de que la historia del ser humano son el conjunto de sus relaciones materiales, lo había obligado a acudir a la economía, y producir sus obras monumentales que en esta materia todos conocemos. Empero, con la excepción de Gramsci, ninguno de quienes resultaron los principales abanderados del marxismo a inicios y mediados de este siglo, se dedicaron al análisis económico. Yo no creo que en Anderson exista un desprecio por lo intelectual. Me parece que la critica al marxismo occidental es por la razón ya mencionada, y a la que yo me sumo. O de otra forma: en mi criterio, el marxismo es análisis de las condiciones concretas o no es. Eso no significa que no puedan hacerse análisis de fenómenos jurídicos, artísticos o similares, pero de hacerse, su punto de partida debe ser siempre el conjunto de las relaciones materiales. De no hacerse, el marxismo caería en lo que justamente constituyó su alejamiento de la filosofía alemana anterior: la substantivación de la conciencia.

3) Respecto a la teoría de la planificación, me gustaría conocer un poco mas el punto de vista de David para poder emitir criterio. Pero parece que al menos dos cuestiones deben tomarse en cuenta. Si fuera por los resultados prácticos, la teoría de la planificación aplicada en la URSS no fue lo mas eficiente. Y en segundo termino, si de éxito en planificación se trata, la experiencia del capital transnacional es un vivo ejemplo. Las compañías transnacionales son manifestación clara de una planificación exitosa.

Walter Farah


Symploké 0128
Fecha: Martes, 03 Dec 1996 17:16:56 +0300
De: Pedro Santana Martínez
Título: Agentes y acciones en la economía

Estimados amigos:

En su algo diferida comunicación -manes o desmanes de la técnica- Eliseo Rabadán plantea algunos asuntos sobre la política económica internacional de nuestros días.

Con la política económica, especialmente en un contexto internacional, con muchos actores, muchas monedas, &c. puede discutirse bastante sobre hasta qué punto algunos de aquéllos pueden dirigir todos los procesos. Es evidente, por otra parte, que la ideología neoliberal postulará que un mercado global perfecto no tiene actores principales que puedan dirigir todo un proceso. O, más bien, que será el mercado mismo el que pasará al mejor estado alcanzable con la de que ningún agente interfiera en su funcionamiento.

Parece que si hay agentes económicos que actúan de diversas maneras habrá que especificar éstas para así proscribir aquéllas actuaciones -que quizá se atribuyesen más bien a otros tipos de agentes que no a los económicos- que fueran en detrimento del mercado. Así las cosas, se diría que para el neoliberalismo hacen falta dos patas muy importantes: - El principio de que el mercado funciona inmejorablemente a cualquier escala y en cualquier contexto, llevando siempre a las situaciones óptimas posibles.

- Un catálogo de operaciones, algunas de ellas permitidas y otras proscribibles por cuanto, en lugar de ser económicas, atentan contra el mercado.

En esto segundo es donde la ideología sirve a efectos políticos y económicos prácticos. Y también aquí se observan discrepancias entre unos liberales y otros, por ejemplo sobre el papel de los bancos centrales.

Si sostenemos, por el contrario, que no el mercado sino unos pocos agentes privilegiados determinan la marcha de la economía y la política, habrá una cosa en que las dos posiciones coinciden: la posibilidad de una acción proléptica global efectiva por cuanto el mercado se describe mediante funciones calculables, no caóticas, &c.

Ahora bien, un agente no necesita tanto la consecución de un estado final dado como que sea uno de una familia de estados, la de aquéllos en que él salga relativamente beneficiado. Las teorías sobre las crisis económicas y cómo se sale de las mismas se acogen a este principio. De hecho hay intereses ideológicos en presentar una crisis como un juego en que todos pierden, lo cual no tiene por qué ser el caso. Es más, los participantes reales en el juego no tienen por qué ser aquéllos que aparecen como tales.

En otras palabras, las coaliciones entre agentes pueden ser de variada naturaleza y hasta sorprendentes. Por otro lado, los agentes de que se habla son complejos hasta el punto de que sus contradicciones internas deshagan cualquier posibilidad de considerarlos como agentes.

Dice Eliseo:

El documento de Viña del Mar es un conjunto de intenciones, que si no se contempla dentro de la actual situación estratégica mundial no se puede calibrar demasiado bien.

Ese es precisamente el caso, pero añadiría algo. ¿A quién atribuimos las intenciones del documento de Viña del Mar? - Porque está claro que lo que se dice en el documento se entiende según nuestro conocimiento de la situación internacional, pero, por su lado, ¿cuál es el grado de compromiso de los firmantes con la acción colectiva que habría de dimanar del documento?

Sin duda las implicaciones políticas de la reunión de Viña del Mar son importantes y el análisis del documento de la declaración es una tarea que puede conducirse y llevarnos por muchos caminos. La cuestión que vengo a plantear aquí es la de la naturaleza de la acción y los agentes económicos y políticos. Por un lado, ¿podemos clasificar las acciones como económicas y no económicas, ya positiva ya normativamente? Por otro lado, ¿cuál es la individualidad de los agentes cuando éstos se componen de o representan a muchas personas físicas que se recomponen de distintas maneras en instituciones diversas y a veces enfrentadas?

Las operaciones de estos agentes ¿se concatenan en cursos diferentes obedeciendo a planes diferentes en una suerte de cooperación que tiene lugar sobre distintos planes?

Para los agentes económicos la ciencia económica ha buscado agentes como el individuo, las familias, la empresa -más monopolios u oligopolios que venden empleo o trabajo- y los gobiernos. Se han estudiado también las partes de la empresa y considerado las clases sociales, pero creo que faltan agentes en esa enumeración y falta, sobre todo, una teoría de la acción económica que supere planteamientos analíticos y funcionalistas -que irían desde Parsons al mismo Elster-.

Desde el punto de vista opuesto -y me gustaría saber qué dice Eliseo o qué dice Walter-, la cuestión es saber qué alternativas hay a las teorías de la clase trabajadora que desde la izquierda marxista han ido viniendo.

En resumen, la cuestión es la de la viabilidad de una teoría del sujeto o agente económico que recoja los materiales que la situación actual ofrece y que, también, sea lo suficientemente dialéctica como para no sustantificar algún tipo de agente, el individuo, una clase, la empresa o los gobiernos.

Desde el punto de vista crítico, y en la medida en que teorías tales subyazgan a unas y otras teorías económicas, descubrirlas, discutir sus supuestos, &c.

Un saludo,
Pedro Santana Martínez
Dpto. de Filologías Modernas, Universidad de La Rioja


Symploké 0129
Fecha: Martes, 03 Dec 1996 20:47:05 -0100
De: Juan Pedro Viñuela Rodríguez
Título: El pensamiento único y la política neoliberal

Queridos amigos,

Les envío un artículo que he escrito recientemente relacionado en parte con el tema que nos ocupa. Lamento que las, creo yo interesantes notas a pié de página, no se hayan recogidas.

Un saludo,
Juan Pedro.

EL PENSAMIENTO ÚNICO

A mi modo de ver lo que se viene denominando hoy en día pensamiento único puede generar un tipo de sociedad cerrado al más puro estilo de los análisis de Popper en su "sociedad abierta y sus enemigos". La verdad es que muchos de los defensores del neoliberalismo (aunque más bien habría que denominarlo ultraliberalismo) dicesen deudores del pensamiento popperiano. Quiero demostrar aquí dos cosas fundamentalmente. La primera de ellas es que un tipo de pensamiento de este estilo constituye y cae en todos los peligros de una sociedad cerrada típicamente popperiana; pero añadiendo a éstas la máscara democrática que las recubre. Y esto me lleva directamente a la segunda tesis. Los partidarios del neoliberalismo no pueden considerarse herederos de Popper puesto que éste defendía una sociedad abierta en la que el individuo no sólo se entiende como sujeto económico sino en todo su abanico de dimensiones.

Empecemos pues por lo primero. ¿Qué es una sociedad cerrada? Las características fundamentales de las sociedades cerradas son aquellas que hacen de ellas un totalitarismo. Un tipo de sociedad inmovilista. Ahora bien, lo que se encuentra a la base de estas sociedades es su creencia firme en la verdad definitiva y última. Por consiguiente una sociedad cerrada viene caracterizada por considerar que cualquier cambio es siempre para peor puesto que ya estamos en la sociedad última. Es el fin de la historia que todos los salvadores de la humanidad han preconizado. La verdad es que pensamientos únicos ha habido muchos a lo largo de la historia. En verdad toda la tradición utópica que ha generado las sociedades cerradas han sido pensamiento único. Así que no es nada nuevo con lo que nos vienen ahora estos neoliberales violencia. Y vemos aquí, perfectamente, como se cierra el círculo de la violencia. Por un lado, la necesidad de inmovilismo del estado nos lleva a la violencia; y, por otro, la defensa de un orden último de verdades nos lleva por el mismo camino, a la utilización de la violencia contra los más aventureros e "inadaptados".

¿Qué tiene esto que ver con la actualidad?. Creo que la respuesta es bien sencilla y está a la vista. Aunque todo, como hoy en día viene siendo usual, viene disfrazado. Tampoco los mecanismos de violencia van a ser -o son- tan drásticos como pudo ocurrir en otras sociedades del pasado. Me aventuro a decir que hoy en día estamos asistiendo a una nueva edad media. LO que no sé es si estamos al principio o al final de la misma. Creo que por los síntomas estamos muy al principio; pero los tiempos corren hoy que da vértigo; así es que pronto nos acercaremos a un claro renacimiento y redescubriremos la razón; si bien, de forma crítica eliminando las ingenuidades que nos han traído hasta aquí.

¿Qué es lo que se está proclamando cuando se habla del fin de las ideologías? Ni más ni menos que la existencia de una ideología (conjunto de teorías y de supuestas verdades definitivas) única. Es éste el pensamiento único del que tanto se habla y al que ciertos personajes tanta fama le han dado. ¿Qué se oculta tras la muerte de las ideologías? La creencia en una verdad única y definitiva. La muerte de la posibilidad de disentir. El fracaso de cualquier pensamiento diferente. En definitiva estamos proclamando y defendiendo -cuando hablamos de pensamiento único- una sociedad cerrada. De ahí nuestra similitud con la edad media. Nuestro modo de vida pretende ser el único verdadero y posible. Las sociedades desarrolladas capitalistas se consideran las únicas legítimas. El resto de los órdenes sociales son, simplemente, tachados de heréticos. Sólo existe un pensamiento verdadero que es el que dirige las sociedades de mercado. Y sólo hay una ley que anula cualquier otro juicio: las leyes del mercado. De ahí que se nos diga que las escuelas públicas, hospitales públicos, minas, &c. no las cierra ningún gobierno; sino que es el mercado. Estamos asistiendo a lo que hemos llamado en otros lugares el imperativo tecnológico, pero con el disfraz de la economía: imperativo económico. Es, claramente, éste tipo de sociedad que se nos vende por las pantallas de las televisiones y por nuestros Pcs una sociedad cerrada y utópica.

Pero los mecanismos de control de la misma son bien distintos a los campos de concentración nazistas o al Gulag. Los mecanismos son sutiles y vienen disfrazados de ciencia y asepsia. Por eso son más dificilmente reconocibles. Vamos a intentar adentrarnos en este mundo de dominio disimulo. Como venimos diciendo, el pensamiento único vaticina el final de la historia y la muerte de las ideologías. ¿Qué ocurre entonces con las sociedades que no acceden a ese orden y con los individuos (los pobres y miserables: el denominado cuarto mundo). Pues que; o bien, están destinados a perecer o a ser engullidos por el nuevo orden; o, no ser más que el producto de deshecho de la sociedad de mercado. En todas las posibilidades se ejerce la violencia sobre los individuos concretos y sobre estados en conjunto. Aquí entra de nuevo en acción la ciencia de "tecnópolis". Las teorías económicas nos justifican estos resultados, por un lado, y la ideología acomodada y que cimenta el nuevo pensamiento viene a auxiliarnos. Los pobres lo son porque se lo merecen. En realidad la culpa de la pobreza la tienen los mismos pobres. Son personas vagas e inadaptadas que están a merced de cualquier ideologías que propongan al estado como sustentador de la miseria. Son éstas y no otras las tesis ultraliberales del capitalismo duro y supercompetitivo. De nuevo emerge el darvinismo social. Pero, eso si, ahora disfrazado de genética y sociobiología; por ello más científico y exacto. De nuevo la ciencia en auxilio de la inmoralidad para tranquilizar nuestras conciencias y para defender la más sutil y peligrosas de las eugenesias. Ahora se empiezan a encontrar argumentos "científicos" para defender que el negro vive en ese estado de pobreza y marginación precisamente porque es "intelectualmente" inferior al blanco. Se nos pretende explicar la injusticia social a partir de los genes. ésta es la sutileza y el disimulo al que me refería más arriba. La ciencia, en manos del mercado, viene a apoyar al mercado. Y todo nos viene de la nueva tecnópolis que son los EE.UU. de América. Por otro lado, también se defiende el origen genético, por tanto absolutamente determinado de la agresividad. Se nos dice que el criminal lo es por sus genes. Y, de nuevo, el orden establecido y la ideología única quedan inmaculados. Claro, ante todos estos males que atentan contra nuestras verdades sagradas y que pretenden desestabilizar nuestro sistema conviene defenderse. Y aquí surge la violencia en las nuevas sociedades del pensamiento único. Sólo la justificación del estado de miseria es ya violencia; pasiva, pero violencia al fin y al cabo. Es esta la sutilidad con la que opera.

Y como conclusión tendríamos la segunda tesis. No es verdad que el neoliberalismo y el pensamiento único tenga sus orígenes en Popper; puesto que constituyen un modelo de sociedad cerrada, justo lo contrario de lo que defendía Popper: la sociedad abierta y el individuo por encima de todo. Pero no el individuo económico como han entendido los neoliberales. Esto no ha sido más que un reduccionismo ramplón, como todos, por lo demás.


Symploké 0130
Fecha: Miércoles, 04 Dec 1996 23:08:43 -0100
De: David Teira Serrano
Título: Sinopsis (Fin e Historia)

Estimados compañeros,

Vuelvo de Madrid, y me encuentro retrospectivamente con una fecunda discusión acerca de las ideas de fine Historia. El mejor modo de incorporarme a ella es, creo, con una sinopsis de lo que venimos debatiendo.

Nuestra discusión comienza con los Apuntes sobre la modernidad enviados por Miguel ángel Rodríguez: en ellos se efectúa un análisis de las claves ideológicas del socialismo, y especialmente de la idea de un fin inscrito en la Historia, comparándolas con las de los ideologemas neoliberales actualmente imperantes en el mundo después de la caída de la URSS. él mismo lo expone sintéticamente:

El pensamiento de izquierda, al igual que la ideología liberal-conservadora, está fuertemente influido por la Ilustración y el positivismo decimonónico. Por un lado -conforme en esto con el análisis que efectúa Agnes Heller en su Anatomía de la izquierda occidental-, comparte con la derecha la firme convicción de que sus verdades poseen universalidad filosófica y de que la democracia es el hallazgo realizado por Occidente a fin de diferenciar la civilización de la barbarie. Por otro lado, también supone junto con aquélla que el Capitalismo resulta ser el único paradigma válido para comprender el sentido de la Historia y que la industrialización constituye el camino ineludible para hacer la historia deseada. En otras palabras, es la razón última del mundo occidental y cristiano la que dejó su impronta en ambas ideologías: el ecumenismo milenarista.

Tomando como eje esta comunidad de esquemas conceptuales, Miguel ángel denuncia la falacia implícita en el razonamiento apagógico que defiende la verdad del neoliberalismo ahora vigente apoyándose en la caída del socialismo. Contra esta iniciativa, el sugiere una alternativa fundada en la crítica de esta soteriología: Tal vez uno de los quehaceres prioritarios que demanda el presente sea la "re-significación del mundo"; lo que forzosamente iniciaría "otra" historia.

A esta contribución de Miguel ángel Rodríguez respondieron David Teira y Emiliano Fernández. Aquél ensayó una crítica de las fuentes empleadas en la comunicación de Miguel ángel: al disolver, como Agnes Heller o Leszek Kolakowski, la idea de un fin inscrito en la Historia en un mito abusan, por una parte, del concepto de mito -ya que no es lo mismo la construcción de Hegel que el relato de la resurrección del Ave Fénix- y por otra parte no le conceden su auténtico valor argumental, pues como demuestra Platón en sus diálogos, el diálogo mundano acude a muy distintos recursos discursivo y nada nos dice que una construcción mítica equivalga a una construcción irracional.

Emiliano, por su parte, reinterpreta las construcciones donde aparece un fin inscrito en la Historia apoyándose en el concepto de Tiempo empleado en ellas, un concepto extraído de la elaboración escolástica de las ideas aristotélicas:

El proceso temporal era, para un filósofo medieval, una continua transformación de la potencia en acto, hasta culminar en el Acto Puro, Ser todo presente, Motor Inmóvil de todo cambio. Podría decirse que lo que un medieval tenía en su mente al pensar el tiempo era un presente inmóvil que continuamente absorbe el futuro

Conviene igualmente recordar su interesante conclusión:

Esta es la noción de tiempo sin fin y unidireccional que traspasa las ideologías políticas. Ahora parece, sin embargo, que algo está cambiando en este respecto, pues muchos han dejado de confiar al futuro la solución de los males presente, para ver en él el final apocalíptico de la historia: desastres ecológicos, volcán nuclear, explosión demográfica... Parece como si se estuviera perdiendo la antigua fe. Pero esto es ya otro tema.

Aquí se introdujeron nuevos elementos en el debate. Walter Farah nos ofreció una interesante aportación acerca de la interpretación de la doctrina marxiana y la crisis del socialismo: apoyándose en las Consideraciones sobre el marxismo occidental de Perry Anderson, Walter diagnosticaba la crisis doctrinal del marxismo -ideología o filosofía- con anterioridad a la caída de la misma URSS, a la vez que ésta ofrecía la ocasión de ambas versiones y devolver su vigencia a los clásicos marxianos.

De nuevo David Teira expuso objeciones acerca de la aportación de Emiliano y la de Walter. Niega, por una parte, la pertinencia de la acepción física de la Idea de Tiempo para analizar la de un fin inscrito en la Historia, ofreciendo otro criterio:

La Idea de Tiempo se subordina, en el caso de los autores mencionados, a las Ideas de Historia y Fin: la Historia se considera prolépticamente, i.e.

atendiendo a un plan o programa en el cual se inscribe la acción de un colectivo -la Iglesia militante o el Proletariado-, un plan cuyas fuentes son muy distintas, más en ambos casos objetivas: la voluntad divina, la del Dios de los filósofos, inscrita en la Creación y manifiesta en la Encarnación, o el curso mismo de la Historia, fundado en la misma lógica de sus acontecimientos. Esta concepción de la Historia, donde aparece inserta la idea de un Fin, se convierte en el plan de un colectivo en el momento en el cual éste se descubre, o con una Revelación, o con el análisis económico.

Tomando este análisis como referencia, no cabría otro modo de recuperar la racionalidad de estos programas que reinterpretarlos como normas de la acción de un colectivo, y evaluarlos de acuerdo con ésta, donde la idea de fin, más allá de sus fuentes intencionales, sí resultaría admisible.

Respecto a la contribución de Walter Farah, Teira ensaya una crítica de su fuente, la obra de Anderson, ya que ésta se apoyaría en una concepción de la Historia socialista como la aquí criticada.

De Juan Pedro Viñuela y Emiliano Fernández Rueda disponíamos ya de algunos materiales acerca de la significación filosófica del darvinismo, especialmente de sus consecuencias contra el credo católico, aunque no insertos en esta discusión acerca de fines e Historia (cf. Presentación del 18/11 y Evolución, ciencia y filosofía del 23/11). El mismo Emiliano recupera estos materiales para nuestra discusión, Darwin, como antes Galileo, despojaron al cosmos de causas finales:

El significado profundo de la teoría copernicana no fue otro que el de afirmar la unidad del entendimiento humano y el universo circundante. A partir de ella fue posible ver con claridad que la mente humana es capaz por sí sola de levantarse hasta la comprensión de la realidad material. Los hombres no habían sentido nunca un orgullo semejante, ni una confianza tan grande en el poder de su inteligencia. Al menos no desde hacía más de mil años. Fue una sacudida gigantesca, pese a que, como todas las grandes transformaciones del espíritu, pasó desapercibida en su momento, excepto para aquellos que, como Kepler, Brahe, Galileo, Descartes... se aplicaron con éxito a la continuación de la tarea. Lo cual sucedió expulsando el teleologismo. Esta fue gran parte de la hazaña espiritual de la Edad Moderna. Si la actual teoría de la evolución se inscribe en este desarrollo es porque ha contribuido a lo mismo, a erradicar la causa final. Ha logrado afectar al sustrato metafísico en que se había sustentado hasta nuestro tiempo la biología. De ahí que sus consecuencias sean más hondas que las de los datos evolutivos mismos.

De nuevo, Emiliano concluye con un interesantísimo interrogante:

¿No podemos empezar a sospechar con razón que también el mundo de lo que siempre se ha tenido por específicamente humano, el mundo espiritual, es susceptible de un tratamiento idéntico, y que, en consecuencia, la definición de lo humano no podrá tal vez incluir factores específicos, esencialmente diferentes, con respecto al resto de la naturaleza?

Interviene entonces Pedro Santana enunciando algunas objeciones contra las interpretación de la obra de Darwin expuesta por Emiliano: en la obra de Darwin, como en cualquier otro análisis a escala etológica no desaparece la consideración de fines en la acción subjetual, ya que los mismos sujetos los introducen explícitamente en sus planes o programas. Enuncia entonces algunas claves materialistas para evitar la disolución de estos fines en ilusiones subjetivas, efectuando un análisis determinista, por otra parte análogo en muchos aspectos al de otros fenómenos naturales.

Todo fenómeno se nos daría enclasado, no exento, ya que el análisis de su desarrollo requiere la consideración de algún esquema donde aparezcan insertos sus distintos episodios, con arreglo al cual evaluar su desviación o ajuste respecto a éstos:

Si en un fenómeno físico decimos que se cumple el principio de acción mínima, la visión teleológica no es que los fotones -por ejemplo, en el caso de la luz- se decidan a hacer caso al principio. Ni tampoco que el resultado actúe como causa que viaja del futuro al pasado por el túnel del tiempo. Es más bien, que la consecución del estado final del sistema se ha realizado de acuerdo con cierto esquema al que todo el proceso se acoge. Si una trayectoria muy determinada (y que hace mínimo un valor) se da entre todas las demás, el resultado no indica que el móvil la ha elegido tras deliberación, sino que el fenómeno se da dentro de un esquema dado que incluye un mínimo, pero ese mínimo lo es una vez considerado el estado final y sólo para ése

La ontología subyacente a este análisis no aparece desarrollada aquí, pero contra su interpretación desde un idealismo exacerbado, diría que se apoya en las ideas materialistas de Gustavo Bueno a las cuales me refería en algún mensaje mío ( Realidad y religión, 5/11/96). él mismo desarrolla este análisis para la acción subjetual:

Puede decirse que un agente actuando prolépticamente define esa estación de llegada y esa peculiaridad -la estación de llegada se da en el futuro, diríase- es la que caracteriza a los procesos genuinamente prolépticos. Sin embargo, y creo que esto es una constatación de hecho, en estos casos jugarán dos órdenes de cosas:

- Una voluntad, la del agente mismo o la de otro agente.

- Una serie de mecanismos causales especificados por el agente. Este "sabe" que puede dar inicio a unos cursos determinísticos.

Lo que sucede en estos casos no se define porque la estación de llegada esté en un espacio especial que llamamos futuro, donde las cosas existen de una manera también especial. Lo que caracterizaría a la conducta proléptica es que los planes y programas se construyen, más o menos probabilísticamente, sobre un conjunto cerrado de mecanismos sobre los que el agente tiene control. Todos sabemos que nuestros planes pueden verse alterados por otros agentes o por imprevistos objetivos: el tiempo y la autoridad y Dios en las corridas de toros. Lo que caracterizaría el establecimiento de planes sería que el agente cancela, se olvida de, con mayor o menor fundamento, diversas "contingencias" que pueden dar al traste con esos planes.

Finalmente, por ahora, Walter Farah respondía a las objeciones de David Teira: por una parte, niega la inscripción de fines en la Historia mediante la consideración de la acción subjetual, como Teira o Santana defienden, ya que, de acuerdo con Marx y Engels, la historia es la sucesión/ruptura de determinadas relaciones sociales, que se producen con o sin el consentimiento de los propios seres humanos, que paradójicamente son los que establecen esas relaciones.

Por otra parte, para explicar la paradoja de que los mismos Marx y Engels considerasen inscrito un fin en la Historia, propone la siguiente explicación: confundió mundo con Francia e Inglaterra, subestimo la posibilidad del desarrollo de fuerzas productivas en el capitalismo, y sobrepasó su propio principio de la naturaleza necesaria de la historia.

Todo esto sin negar, nos dice, la cognoscibilidad de los acontecimientos futuros para la Historia.

En un segundo mensaje Walter responde a las objeciones contra Anderson expuestas por Teira a las que antes nos referíamos.

Saludos,
David


Symploké 0131
Fecha: Viernes, 06 Dec 1996 01:23:04 -0100
De: David Teira Serrano
Título: Popper y la Teleología

Queridos compañeros,

La Declaración de la VI Cumbre Iberoamericana apenas suscita, por ahora, comentarios, cosa que no es de extrañar dadas sus dificultades, mas diría que sí motiva indirectamente otras contribuciones, como las de Eliseo Rabadán o Pedro Santana acerca de distintos aspectos del neoliberalismo económico, y a su vez, Juan Pedro Viñuela, con un interesante análisis, acierta a ligar esta discusión con aquella anterior de la Historia y la Idea de fin.

Una de las virtudes de la contribución de Juan Pedro es evidenciar la dimensión gnoseológica, no siempre bien apreciada, del liberalismo de Karl Popper: su opción por la democracia se apoyaba explícitamente, como apunta Juan Pedro, en su doctrina falsacionista.

Por una parte, Popper no le reconocía a la Historia su condición de ciencia, principalmente porque en ella abundaban las explicaciones funcionales, i.e. aquellas que atribuían un objetivo a cualquier proceso en la Historia para así explicarlo. La razón principal de su oposición a estas explicaciones -y si me equivoco, ruego a Juan Pedro que me corrija- era que resultaba imposible ajustar estas explicaciones al canon deductivo rector de las explicaciones científicas (de un enunciado general y un antecedente singular, se seguía una predicción singular: valga el ejemplo, como en un silogismo): en efecto, en la lógica simbólica de los Principia de Russell y Whitehead no aparece representada la idea de fin.

Por otra parte, Popper creía imposible afirmar la verdad de cualquier ley de la ciencia, ya que el número de casos donde debiéramos verificarla es indefinido, y en consecuencia la prueba nunca es completa.

Así pues, su opción por la democracia radicaba en que en ella no se impondría una doctrina como verdadera a efectos de conducir los asuntos del Estado, ya que ante sus fallos, la ciudadanía depondría al gobernante y daría entrada a otras doctrinas. Tal es la clave, creo, de la argumentación de Popper replanteada aquí por Juan Pedro contra el neoliberalismo que lo reclama como padre a la vez que defiende inexpugnablemente la verdad de ciertas doctrinas científicas (económicas, sociológicas, &c.)

La exposición de Juan Pedro es muy oportuna, entre otras cosas porque nos da ocasión de afinar nuestra anterior discusión: cuando Miguel ángel Rodríguez, Emiliano Fernández o Walter Farah se oponían -calificándolos de mitos- a los usos de la idea de fin en la Historia, se apoyaban genéricamente en la miseria intelectual de estas construcciones:

Las ideologías iluministas se esclerosan y terminan creando un mundo mítico, en el cual el Paraíso siempre se halla al final de la Historia. Este irracionalismo [...]

La ideología revolucionaria situó la eternidad, que en San Agustín suplantaba a este tiempo eterno y unidireccional, en la historia, como su fin y su finalidad.

Pensar que la historia tiene un destino, una finalidad o cualquier otra pretensión de naturaleza teleológica, es una verdadera perdida de tiempo

Pero, como decía en otro mensaje, aunque genealógicamente los mitos milenaristas cristianos arraiguen en el Antiguo Testamento, el grado de elaboración en autores como San Agustín, Kant o Marx es muy otro. Y, además, y aquí está la clave, al oponerse al uso de la idea de fin en la Historia, conviene especificar nuestra idea de Historia -esquemas de explicación, &c- a efectos de mostrar cómo en ella no encaja la idea de fin.

Popper sí que se ocupó, como antes veíamos, de argumentar su oposición a la Teleología. Pero su misma exposición nos sirve para mostrar las dificultades inherentes a sus argumentos:

- Dependían, entre otras cosas, de que se admitiese que la lógica simbólica era el canon al cual debían adecuarse las distintas construcciones científicas: pero esto ya nadie lo acepta, porque las dificultades inherentes a la labor de reconstrucción obligaron a los epistemólogos a abandonar el intento. La complejidad de las construcciones científicas se resistía a esta modalidad de análisis lógica -luego se intentaron otros en álgebra informal de conjuntos, pero no se fue mucho más allá.-

- Propugnaban, un criterio de cientificidad que, como pronto advirtieron los estudiosos de la Historia de la ciencia, nadie asumía -como ocurre en las democracias con las ideas políticas de Popper: así lo indica Juan Pedro-: y ello porque la noción de verdad se resistía a ser desalojada de las ciencias y exigía nuevos análisis -aquí vinieron los sociólogos, &c.-

Conclusión: ¿Por qué oponerse, suponiendo el consenso, a los usos de la idea de fin en la Historia -como a otros muchas ideas en filosofía- cuando los fundamentos de ese consenso son puramente superficiales, si no inexistentes?

Saludos,
David


Symploké 0132
Fecha: Lunes, 09 Dic 1996 13:43:01 +0100 (MET)
De: Eliseo Rabadán
Título: Re: Agentes y acciones en economía.

Estimados amigos,

Me referiré a un escrito electrónico de Pedro Santana de 3 de dic de 1996. También tiene que ver con uno de hoy 9 dic. de David Teira. Por un lado parece como que no ha tenido mucho eco el tema de la VI cumbre latinoamericana. Podría ser también que no hayamos tenido demasiado tiempo para analizarlo como debe... ¿ no te parece, David?

Uno de los problemas de Internet es que uno quiere comentar, analizar, discutir temas que interesan... pero el tiempo real, no virtual, de que disponemos es bastante escaso, o en muchas ocasiones no podemos acceder sin problemas a Internet, &c.

Bien, algunas cosas sobre lo que comenta Pedro Santana.

Cuando me refería a la relación de esta reunión de presidentes de Iberoamérica, con la situación política mundial, me refería, por ejemplo, a la presión a que se les somete para que adopten medidas de corte neoliberal: menos gasto público, privatizar, &c. ¿Hasta qué punto están comprometidos en este tipo de políticas neoliberales? Hasta un punto enormemente perjudicial, en mi opinión, para una inmensa mayoría de la población.

A mí lo que me interesa es destacar por ejemplo, el papel que ha jugado el presidente español Aznar en esta reunión. España está dentro de los países admitidos y activos en lo que se conoce como Comisión Trilateral, que es, en palabras de Michel Chossudovski, economista profesor de una universidad canadiense (creo recordar que es Ottawa) una especie de gobierno paralelo, "que no rinde cuentas a los ciudadanos". Una pregunta muy simple, para los participantes en la lista Symploké: ¿cuántos de nosotros sabemos con cierto rigor qué es la Comisión Trilateral, quienes la componen y cuales son sus objetivos, &c.? Por lo pronto, comentar que los países latinoamericanos no pueden pertenecer a esta comisión, club exclusivo para políticos académicos, &c. de países de Europa occidental, Japón o Canadá y Estados Unidos. Otro dato interesante al respecto: trabajan en ella gentes de partidos llamados de derecha (PP, por ejemplo), y de partidos de izquierda (PSOE, por ejemplo).

Para terminar. Reflexionando acerca de este tema se me ocurría pensar que el hecho -a mi juicio tan poco - como el que un eurodiputado, se mantenga en el cargo de Bruselas a lo largo de años y años, acaso se explica por su utilidad, me explico: ya se sabe a ciencia cierta que nunca va a "destapar" o "desvelar" la realidad de la maquinaria del poder... como alguna vez ha llegado a ocurrir, precisamente con un técnico de cierto rango dentro del Fondo Monetario Internacional, "arrepentido", que hizo declaraciones sumamente peligrosas, para el orden mundial.

Por cierto, quisiera comentar que me parece que no vamos por demasiado buen camino cuando nos enredamos en discusiones sobre el uso de conceptos como fin (de la historia, &c. &c.). Cuando leo algunos de estos planteamientos, siempre me viene a la memoria la crítica -de la cual creo que podemos aprender bastante- de Marx a Feuerbach y demás filósofos, en el magistral texto La ideología alemana. Propondría como guía metodológica imprescindible, cuando menos, el libro de Bueno ¿Qué es filosofía?, al cual me parece que se puede acceder incluso a través de Internet. En resumen, hace falta practicar la filosofía como inmersa... pero creo que nos urge empezar a hacerlo cuanto antes.

Comenta Pedro Santana que los "agentes económicos y políticos" cuando representan a muchas personas físicas que se recomponen en diversas instituciones y a veces enfrentadas...

Los presidentes asistentes a Viña del Mar, representan -en teoría- y según su verborrea propagandística, a la patria... pero representan, a veces contra su voluntad, hay que reconocerlo, los intereses de las multinacionales (General Motors, &c.) esto es evidente.

Comenta Pedro Santana que "las operaciones de estos agentes, ¿se concatenan en cursos diferentes obedeciendo a planes diferentes en una suerte de cooperación que tiene lugar sobre distintos planes?..." Pregunto cómo cooperar sobre distintos planes...

Desde luego las alternativas a la clase trabajadora varían enormemente de una situación a otra, de un país a otro... Yo no he visto teorías alternativas, y me parece que nadie se atreve a proponer una seria, pero porque los hechos están en un momento de evolución que es inútil en este momento intentar una teoría puesto que el cambio en las relaciones comerciales internacionales y la nueva división del trabajo que está afianzándose al menos en EUROPA ESTá COGIENDO POR SORPRESA A UNOS SINDICATOS ya cómodamente instalados en una situación aceptada y bastante aceptable por los trabajadores hasta hace nada.... El problema está empezando a surgir en Europa muy recientemente.... Lo que se está haciendo es simplemente estudiar los fenómenos, y ya con eso hay bastante tarea...

Me da la impresión de que muchos quisieran aportar soluciones teóricas -acaso por una inercia de las "costumbres" adquiridas como profesores universitarios, que son quienes aportan soluciones a los problemas, al modo como los investigadores entregan a la sociedad vacunas contra la gripe o lo que sea... pero en estos temas de economía política no hay manera de trabajar de ese modo... porque los científicos sociales han de tener en cuenta que sin una aceptación y vinculación -que cada vez es más rara de encontrar- con los trabajadores, no se logra demasiado.

Estoy de acuerdo en que no hay que sustantificar, esto lo tuvo muy claro el movimiento obrero en que se involucraron Marx y Engels. Para esto propone Santana que hay que descubrir y discutir los supuestos de teorías económicas implicadas. Para terminar ya comento que Hayek y los economistas neoliberales, al estilo de Velarde Fuertes en España, coinciden en pensar que el socialismo es "la fatal arrogancia", que los sindicatos con sus demandas hunden a la larga a los países en la pobreza, los llevan a la quiebra, &c. Es que esta es la "ideología" del PP y de Aznar, ni más ni menos, no le demos más vueltas. Y quizá denunciando esto, ya hagamos que valga la pena el esfuerzo de la lista en que estamos inscritos, Simploké. Y el Proyecto Filosofía en Español, al menos en lo que a mí concierne, vale la pena que trabajemos, así, sin "ganancias" aparentes.

Un saludo para todos, de Eliseo


Symploké 0133
Fecha: Martes, 10 Dic 1996 01:43:25 -0100
De: David Teira Serrano
Título: La filosofía y la acción política

Queridos compañeros,

Además de introducir numerosas observaciones sociológicas de indudable interés, el último mensaje que nos envía Eliseo Rabadán suscita una nueva discusión, clásica como de costumbre: ¿cómo incardinar socialmente la actividad filosófica, y, más específicamente, las discusiones de nuestra lista? él mismo nos ofrece su respuesta:

Por cierto, quisiera comentar que me parece que no vamos por demasiado buen camino cuando nos enredamos en discusiones sobre el uso de conceptos como fin (de la historia, &c. &c.). Cuando leo algunos de estos planteamientos, siempre me viene a la memoria la crítica -de la cual creo que podemos aprender bastante -de Marx a Feuerbach y demás filósofos, en el magistral texto La ideología alemana. Propondría como guía metodológica imprescindible, cuando menos, el libro de Bueno ¿Qué es filosofía?, al cual me parece que se puede acceder incluso a través de Internet. En resumen, hace falta practicar la filosofía como inmersa...pero creo que nos urge empezar a hacerlo cuanto antes

Aunque es siempre agradable escuchar aquí a Marx, aquello de que los filósofos debían ya ocuparse de cambiar el mundo en vez de contemplarlo, conviene igualmente reparar en la inexactitud de su observación ya que los filósofos venían ocupándose de las cosas mundanas desde los mismos orígenes de la filosofía: así lo refieren de Tales de Mileto Herodoto, Diógenes Laercio o Plutarco. Y es igualmente obligado referirse a los viajes de Platón a Siracusa -quizá Juan Pedro Viñuela se anime a comentárnoslos de acuerdo con las ideas de Popper en La sociedad abierta y sus enemigos, continuando con la discusión de la semana pasada-. Los ejemplos podrían multiplicarse indefinidamente -uno que a Eliseo le dará rabia recordarlo: Habermas o Bobbio dirigiéndose a mediados de los 80 al Congreso de los Diputados español-.

En resolución, que el compromiso mundano de los filósofos es de facto incuestionable: otra cosa será elegir entre estos compromisos cuál es acorde con la doctrina de uno. Eliseo en esto nos da igualmente una respuesta:

Me da la impresión de que muchos quisieran aportar soluciones teóricas -acaso por una inercia de las "costumbres" adquiridas como profesores universitarios, que son quienes aportan soluciones a los problemas, al modo como los investigadores entregan a la sociedad vacunas contra la gripe o lo que sea...pero en estos temas de economía política no hay manera de trabajar de ese modo... porque los científicos sociales han de tener en cuenta que sin una aceptación y vinculación -que cada vez es más rara de encontrar- con los trabajadores, no se logra demasiado.

Eliseo nos advierte aquí acerca de los compromisos mundanos, asumidos o no, de los economistas, ya que, como algunos de los más lúcidos vienen en reconocer, la verdad de su doctrina no es una verdad exenta, no se prueba, como las matemáticas, en el papel: va asociada a su difusión mundana, y especialmente a su asunción por parte de algunos agentes económicos -gobiernos, empresarios, sindicatos, &c- y al éxito de su acción. Por ello es inevitable la consideración de estos intereses mundanos en el análisis doctrinal, que de otro modo resultaría mera matemática aplicada.

Por extensión, esto rige igualmente para la filosofía, ya que al ocuparse de asuntos mundanos le es inevitable un mayor o menor compromiso con las ideas de alguno de los actores en conflicto, pues son sus ideas, entre otras, la misma materia del análisis filosófico, y así como las doctrinas religiosas nos exigen, al analizarlas, pronunciarnos acerca de su verdad -¿cómo interpretar la Summa Theologica o cualquier folleto de los Testigos de Jehova desentendiéndonos de la cuestión de la existencia de la deidad reiteradamente aludida en ellos?- el análisis de los distintos programas políticos no admite una resolución que no implique, directa o indirectamente, el partidismo.

Ahora bien, reconociendo esto, me opongo a las conclusiones de Eliseo:

1/ Como decía la semana pasada a propósito de las ideas de Perry Anderson, es una absoluta falta de sindéresis considerar que la discusión de ideas como la del fin de la Historia es un mero debate de cátedra: si son interesante es porque las recogemos de las cosas mismas -por ejemplo, de un artículo de Francis Fukuyama al que llegó a referirse aprobándolo el presidente George Bush-. Eliseo quizá dé ya por resuelta esta disputa apelando a otras fuentes, como pueda ser la crítica enunciada por ese autor al que se refiere, el ovetense Gustavo Bueno -un extenso artículo de 1992-, u otros, pero nuestra labor aquí es ejercitar esos u otros argumentos cuantas veces lo exija la discusión, ya que sólo demostraremos su verdad sometiéndolos a renovadas objeciones y efectuando la crítica de las alternativas contrarias. Aunque como ciudadanos, vayamos más allá y nos comprometamos en la acción política, como filósofos no nos corresponde públicamente otra labor que la de ejercitar nuestros argumentos en foros como éste, y no ya sólo ante otros filósofos: ante cualquiera que desee ejercitar los suyos, sin distinción de oficio, ya que la verdad de la filosofía no es ni será nunca una verdad gremial. Tal es además, ya que lo citas, la enseñanza, entre otros, de Gustavo Bueno.

2/ Y ya en dos líneas, polémicamente: aunque Eliseo advierte que no desea sustantivarlo ¿qué es el movimiento obrero al margen de esos partidos y sindicatos a los que, con razón, denosta? ¿por qué continuar apelando a las fuentes obreras, cuando el concepto marxiano de proletariado, la acepción más fuerte de esa concepción de la filosofía, cayó?

Saludos,
David


Symploké 0134
Fecha: Martes, 10 Dic 1996 09:25:17 +0100 (MET)
De: Walter Farah
Título: Re: Agentes y acciones en economía

Un reciente mensaje de Eliseo Rabadán ha llamado la atención para que la discusión no caiga en la abstracción académica. Eliseo Rabadán desea volcarse a la realidad, y propone para hacerlo confrontar la política de Aznar en España, así como la declaración Iberoamericana. Eliseo Rabadán no quiere saber nada de teorías. Quiere enfrentar los hechos.

Pero a los hechos, se le olvido a ELISEO RABADÁN, se le confrontan con un instrumental teórico que permita ordenarlos y jerarquizarlos. Esa podría ser la diferencia, por ejemplo, de asumir las relaciones capital/fuerza de trabajo en un contexto meramente reivindicativo (la política sindical para enfrentar los procesos de transformación del mercado laboral español) o en el ámbito de la economía política.

Por supuesto que ese instrumental teórico no es LA FILOSOFÍA, sino justamente su punto de quiebra, es decir, la dialéctica materialista, tal como aparece reflejada en La Ideología Alemana, y tal como fue utilizada en El Capital.

De esa forma se evitan lecturas voluntaristas de la realidad o creencias exageradas acerca del papel de ciertos acontecimientos regionales o especiales, como por ejemplo, la Cumbre Iberoamericana.

Que los sindicatos españoles tengan o no la posibilidad y la capacidad de confrontar el actual proceso de ajuste de las relaciones laborales del mercado español, poco o nada afecta a la situación latinoamericana. En cambio, que el grupo G/7 modifique la tendencia en la extensión de las relaciones capitalistas al conjunto del globo terráqueo afectara la situación particular de las predominantes relaciones capitalistas en A.L.

Justamente la dialéctica materialista desnuda y jerarquiza los hechos que como tales, y en apariencia, aparecen todos iguales. Lo que distingue un análisis de un buen análisis, es una buena capacidad de manejo de ese instrumental teórico. Y ese esfuerzo, después de muchos anos de abandono, al menos debería ser rescatado del marxismo clásico. Conocer las determinaciones fundamentales de los procesos históricos para efectivamente ejercer influencia sobre ellas. Y no creo que esa sea una cuestión meramente académica, sino solo de eficiencia política.


Symploké 0135
Fecha: Martes 10 Dic 1996 08:31:53 +0100
De: Eliseo Rabadán
Título: Filosofía política y conocimiento mundano.

Estimados contertulios,

Hoy martes 10 de diciembre he leído dos mensajes que hacen referencia a mis reflexiones sobre la discusión acreca de la situación política. El tema es bastante más complejo de lo que pude ser tratado en Internet -aunque sí es posible enviar textos más amplios, cosa que yo reconozco estar limitado por mi torpeza y falta de dominio del método electrónico... pido disculpas, pero si me avergonzara estaría más perdido aún-.

Lo que sí me ha dado gusto, lo confieso, es que se pueda al menos comentar que hay una compleja relación entre lo "mundano" y lo "académico", y ya es ganancia. Claro que hace falta una teoría, en tanto planificación de la acción. Pero sin conocer lo que sucede y cómo es posible, o factible, actuar, una teoría de poco sirve, creo que ello es evidente.

Lo que me podría dar argumentos, quizá, es el hecho de que los dos mensajes recibidos (Teira y W.Farah) es que se dedican sin más a "rebatir" mi insistencia en el "mundanismo" y para nada analizan otras cuestiones que planteo, por ejemplo, el actual proceso de organización del capitalismo, referencias a la Comisión Trilateral, el papel de España en el nuevo orden mundial, &c.

Un saludo y espero que tratemos, si es posible, equilibrar o balancear adecuadamente, estas discusiones, ya que ese es mi objetivo al comentar lo que a mi juicio se centra demasiado en discutir teóricamente - ¿sobre qué "fisicalismos"?-. En pocas palabras, la teoría política sin un componente muy bien estructurado en torno a fisicalismos y referenciales, puede caer en una auténtica sustantificación de la realidad material...

Eliseo Rabadán.


Symploké 0136
Fecha: Martes, 10 Dic 1996 12:15:50 +0300
De: Pedro Santana Martínez
Título: Agentes, acciones, fines.

Mi anterior comunicación, a la que Eliseo se refiere, había sido inspirada por otra suya del 25 de noviembre. [Ahora recibo la suya del día 10 y otras de Walter y David con esto ya empezado] Aunque me temo que decía muchas cosas, y muchas de ellas de más, me gustaría por evitar alguna mala inteligencia de lo que escribí, subrayar ahora dos puntos que latían en la misma: - Si es el caso, ¿pueden distinguirse algunas acciones en cuanto económicas de todas las otras acciones humanas? Para cada teoría habría que dar el listado de tipos de acciones económicas. (O qué relaciones de las cosas afectadas por las acciones (sus operandos) son económicas y qué relaciones entre las cosas no son económicas)

- ¿Cuál es el sujeto de las acciones económicas?

La contestación a ésta segunda pregunta es uno de los lugares donde cada teoría económica más se moja. Lo que pretendía decir es que no es admisible una teoría que parta de una clase de agentes atómicos (los individuos racionales, por ejemplo), de los que, si es el caso, por "combinación lineal" (esto es una metáfora) surjan otras agentes colectivos si es el caso. Más bien, afirmaría que no existe una clase privilegiada de sujetos económicos sobre la que pueda fundarse una axiomática de la acción económica.

Por lo que hace a ésta, me limitaré a señalar que las categorías económicas desbordaron hace mucho su dominio de aplicación y se utilizan para cuestiones referidas a la educación o al matrimonio (Becker) o a la mera política, &c. La cuestión es qué queda de las primitivas categorías tras todo esto.

En los contextos "reales" de la discusión, me parece extraordinariamente importante la discusión acerca de los agentes implicados, no tanto positiva o dogmáticamente para fundamentar una teoría de la acción, como críticamente para no aceptar como actores del drama a los primeros agentes que se aparezcan? O, más en serio y en esto me pongo en clave bastante marxista, para no aceptar una teoría según la cual cada agente sea simple y no tenga contradicciones internas.

La dificultad con la idea de fin es que es inevitable si hay acción, pero queda claro también que para quien niegue un sujeto de la historia en ésta no debería tener aplicación reconocida tal idea.

Quizá, y lo digo más como ocurrencia que como hipótesis (sepan los contertulios disculparme), la argucia de Fukuyama es soslayar los problemas del sujeto de la acción economía y política. Son el mecanismo mismo del mercado y el de la democracia los que absorben la idea de fin en sí mismos y son así los sujetos. El fin es ahora un resultado de los procesos mismos sin mediación de otras prolepsis que las de varias manos invisibles.

Popper #y sigo con la ocurrencia- debía mantener el pivote del individuo y, sobre todo, el pivote de las teorías falsables. La pluralidad de teorías que compiten entre sí y "sin término" puede verse como una reacción ante cualquier finalidad universal que englobe a todas. La argucia de Fukuyama es el hegelianismo más o menos genuino que recupera la preeminencia de una teoría de las que los demás son meros capítulos y no contendientes en principio iguales.

La crítica de la idea de fin habrá de incluir distintos momentos, entre ellos el del análisis de procesos concretos e incluso la crítica de procesos que se presentan como carentes de finalidad. Por ejemplo, la idea popperiana de la historia retoma la idea de fin en un formato peculiar: La historia carece de fin, pero eso mismo es lo que define a la historia. Lo más curioso es que un popperianismo exacerbado llevaría posiblemente al descrédito de algunas componentes del liberalismo político, por cuanto, si se probase falsa o inadecuada, cualquier práctica política habría de ser abandonada. Incluso, lo que sostendría el antihistoricismo popperiano sería la idea de que los sujetos y sus planes no se combinan en un plan único que los mismos individuos puedan alcanzar a conocer. A mí me parece que coherentemente se debería negar al mercado la capacidad de distribuir óptimamente los recursos. Lo que sucede en la ideología popperiana es que el campo de batalla de las teorías acaban siendo las mentes de los individuos racionales. No obstante, no veo imposible una ideología popperiana "colectivista".

Me gustaría añadir algo sobre el par transformación /conocimiento. Marx cierra sus tesis sobre Feuerbach con una que retóricamente es bastante contundente. Pero el contraste entre los dos miembros del período tiene el inconveniente de que nos lleva no ya a oponer simplemente el significado de transformar y el de conocer o interpretar, sino a considerar que el conocimiento de los filósofos no es acción. David señala en su último mensaje lo inexacto de la apreciación, aunque ciertamente parece que la inexactitud no es exclusiva de Marx: es habitual y omnipresente la imagen del filósofo como personaje fuera del mundo. Ya podía ser Tales el hombre más hábil de Mileto que sus conciudadanos le acabarían viendo como un sabio despistado.

No creo que haya que insistir en que incluso el comentario de Marx haya que limitarlo en su alcance. De hecho, podíamos entenderlo como "es hora de que pensemos que los filósofos transforman (o evitan que se transforme) el mundo; no sólo hablan sobre él". Lo que me parece más interesante es subrayar cómo la idea de la filosofía académica pasa de verse mundanamente como la disciplina que se ocupa de otro mundo (de realidades, ideas, &c.) a ser una disciplina de otro mundo (que carece de verdad práctica). En el origen de estas transformaciones ideológicas creo que está una visión no dialéctica de la oposición entre mundano y académico.

Acabo de leer la última comunicación de Eliseo y yo diría que no es una cuestión de complejidad de las relaciones entre lo mundano y lo académico sino que los contenidos de uno y otro dominio no están prefijados sino que se conforman el uno según el otro.

Pedro Santana Martínez,
Dpto. de Filologías Modernas. Universidad de La Rioja


Symploké 0137
Fecha: Miércoles, 11 Dic 1996 09:03:31 +0100 (MET)
De: Walter Farah
Título: Re: La filosofía y la acción política

Me refiero al mensaje del 10 de diciembre de David acerca del fin de la historia y Popper.

Quisiera ubicarme como un navegante europeo del siglo XIV, o un indígena de ese mismo siglo en América. Para cada uno de ellos, su universo ideológico determinaba, de existir, el contenido de la cuestión acerca del fin de la historia. Hoy seis o siete siglos después, es evidente que cualquier cosa que ambos presumieran como el fin de la historia, ha resultado totalmente falsa, puesto que nunca lograron, ni podían, prever el desarrollo futuro de los acontecimientos.

En la tesis de la finalidad en la historia existe una sobrevaloracion de la capacidad del ser humano, como si en su misma condición, fuera posible determinar el rumbo futuro de los acontecimientos. El hecho mismo de que la finalidad de la historia se puede disolver en las finalidades de las historias, conforme la existencia de cada uno de los seres humanos, demuestra la ilusión de la misma.

Pienso, por otra parte, que la idea de la finalidad en la historia va asociada con otra, que también para mi, resulta falsa: la reivindicación de un humanismo.

Walter Farah


Symploké 0138
Fecha: Miércoles, 11 Dic 1996 18:42:03 -0800
De: Miguel ángel Rodríguez
Título: ¿Un llamado a la praxis?

Estimados compañeros:

Inmediatamente después de recibir la comunicación de Eliseo Rabadán me aboqué a la tarea de pergeñar un breve artículo acerca de la idea central que alienta en este escrito de nuestro compañero de Lista. Mas por motivos que no viene al caso enumerar aquí, debí postergar este trabajo hasta hoy.

¡Y vaya que ha corrido tinta desde entonces!

Como bien dice David, la cuestión que plantea Eliseo es clásica. En el fondo, se trata de la vieja disputa entre pensamiento y acción. Sin embargo, aunque diversos autores de la Antigüedad hayan dejado constancia de que muchos pensadores asumieron un auténtico compromiso con su tiempo, es ya proverbial la imagen del filósofo ajeno a toda realidad, inmerso en lucubraciones sin fin. El recuerdo que con más nitidez perdura no es el de Platón arriesgando su propia vida para instaurar una república ideal en Siracusa, sino el de un Sócrates delirante, pontificando compulsivamente desde una nube, tal como nos lo pintó el aristocrático Aristófanes.

Esta idea se robusteció con el advenimiento de la sociedad industrial. Por un lado, porque una cultura que centra sus mayores esfuerzos en consolidar un sistema de producción y consumo de objetos concluye fatalmente por subestimar el pensamiento. Por otro, porque el ataque de Marx a la filosofía de su tiempo -justificado si se lo mantiene en su contexto original- tuvo resonancias homéricas.

Por último, ha contribuido poderosamente a reforzar esta idea el hecho de que en todas las épocas -salvo rarísimas excepciones- los intelectuales han pertenecido a los grupos dominantes de su sociedad.

Sin duda, y no porque yo lo afirme, sino porque se lo encuentra en la historia y en los sucesos de todos los días, la filosofía interactúa con el "mundo" (entendido este vocablo en el sentido que tenía en el Medioevo).

Ella, la filosofía, constituye el andamiaje conceptual que auspicia proyectos, que explica fenómenos y que cohonesta acciones.

La línea que divide la acción del pensamiento es tan tenue y antojadiza que su existencia sólo puede ser justificada con fines operativos, o bien sustentada con propósitos inconfesables.

Me animé a tratar este tema, en un momento en que no dispongo de mucho tiempo, y aunque sea de manera harto superficial, porque él se relaciona íntimamente con un viejo problema de los grupos progresistas. En esos círculos, al menos aquí en Latinoamérica y durante los años de mayor fervor revolucionario, poco menos que se instaba a sus miembros a abjurar de su pasado intelectual.

Y olvidaban que, por ejemplo, el mismísimo Ernesto Guevara impartía clases de diversas materias humanísticas a sus compañeros de lucha, en plena selva boliviana, entre combate y combate. Al parecer, esta gente que se consideraba a sí misma como la avant garde del proletariado, tenía como prototipo de hombre progresista a un minero francés del siglo pasado, analfabeto pero con "consciencia de clase", un ser bastante semejante al que nos pinta Zola en su Germinal.

Pero lo más grave de todo este asunto es que la materia de la que está constituida la ideología -que es un sistema de ideas cuya función es la de llevar a cabo determinadas acciones en un medio social también determinado- es netamente filosófica. Entonces, cuando por error, ignorancia o mala intención, se desprestigia el pensamiento, se está abogando por una sociedad fascista. La filosofía del atto puro de Gentile es cabal ejemplo de ello.

Al crear la dicotomía acción-pensamiento se abre imperceptiblemente una puerta hacia el totalitarismo. En caso de inclinarse las preferencias, como ocurre más a menudo, hacia la acción, la recaída en la barbarie resulta inevitable. La sociedad se transforma de producto cultural en fenómeno natural; las relaciones entre los hombres se cosifican y todo cuanto acontece resulta ser obra de algún ente absoluto. La sociedad se enajena en una "mística de la acción" (el atto puro) y un "elegido" se ocupa de guiarla.

Siempre el fascismo ha sido la ideología de los que no tienen ideología.

Con respecto al hecho, incuestionable sin duda, de la escasa atención prestada a la VI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Presidentes de Gobierno, considero que es un episodio más del proceso de reconversión capitalista. Marx dijo algo así como que la historia se repite: la primera vez como tragedia, y la segunda vez como comedia. Con todo, la reunión de Viña del Mar amerita un tratamiento especial. Que hasta este momento ello no haya ocurrido es otra cuestión.

Un cordial saludos a todos,
Miguel ángel Rodríguez


Symploké 0139
Fecha: Jueves, 12 Dic 1996 18:23:46 -0100
De: Alberto Luque
Título: Re: La filosofía y la acción política, &c.

Queridos compañeros:

Me aparto un momento de mis atribuladas ocupaciones para colaborar a ese fondo filosófico que afortunadamente no deja de aflorar en este foro, sea cual fuere el tema que se plantee, y que se vuelve autorreflexivo cuando precisamente ahora surge la fricción entre lo filosófico y lo no filosófico.

Al toque de atención que Eliseo Rabadán ha dado, advirtiendo del peligro de descuidar los aspectos de la praxis concreta para elucubrar con formalismos vacíos -un peligro indefinido, ¿intelectual, psicológico, político, moral...?-, a esa advertencia de Eliseo ya han contestado, de manera muy oportuna, sopesada y comprensiva, David Teira, Pedro Santana y Miguel ángel Rodríguez. Este último ha puesto muy atrevidamente el dedo en la llaga cuando ha dado la vuelta a la inquietud de Eliseo: el verdadero peligro está en el desprecio del pensamiento, y tal cosa es, dicho sin pelos en la lengua, fascismo (hay muchas modalidades de fascismo: también tenemos "fascismo rojo", como en su día acusó valientemente Pasolini).

Creo que lo que ponen de manifiesto las últimas intervenciones es que, en cierta manera, la llamada a la praxis tiene y no tiene sentido filosófico: por un lado, puede comprenderse que se abogue por una tendencia filosóficamente realista y no idealista, pero por otro lado no puede dudarse, como nos recordaba David, que también las filosofías idealistas juegan un papel político- ideológico bien real, o dicho más en general, que nada carece de sentido, ni aun las elucubraciones aparentemente más fantásticas -como tampoco carece de sentido socio-político el desprecio de la teoría: el fascismo es enemigo de todo discurrir lógico, pero en cambio se sustenta en un discurrir fantasioso sobre la raza, la unidad de destino en lo universal, la tierra... Entonces, no resulta procedente -al menos en una lista de discusión filosófica- discutir el grado de abstracción o de exceso teórico de las diversas opiniones, sino solamente su grado de verdad o de falsedad. Que luego la verdad tenga para cada cual alguna utilidad práctica o política, es, como asunto práctico, irrelevante, y como asunto teórico, otro tema de conversación. (Machado nos lo explicó poéticamente: "La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero. Agamenón: -Estoy conforme. Su porquero: -No me convence.")

Es fácil percatarse de que estas espinosas cuestiones, siempre latentes y siempre dispuestas a enturbiar el entendimiento común, esconden discrepancias filosóficas fundamentales, y en particular se han señalado dos cuestiones que son precisamente las que han dado origen a este pequeño debate sobre el eje teoría-praxis: la cuestión de la finalidad en la historia y la cuestión del humanismo. Me gustaría, aun con la premura inexorable con que debo escribir, realizar algunas matizaciones muy ligadas a la tradición del pensamiento marxista. Espero que sabréis disculpar, al menos en esta ocasión, los posibles errores e inexactitudes de mi repentización.

Estoy de acuerdo con Pedro Santana cuando afirma que no existe un "sujeto" racional al que adscribir una "acción económica", si por tal cosa hemos de entender que un homo oeconomicus esté continuamente en la tesitura de tener que realizar elecciones racionales o calculadas en términos de ventajas materiales o psicológicas. Tal es el supuesto, especialmente, de la teoría de juegos, pero implícitamente es el supuesto de cualquier teoría económica. Ahora bien, si puede discutirse la racionalidad misma de los sujetos inmersos en una economía cualquiera -racionalidad conforme a fines, se sobreentiende-, es innegable que el sistema económico en su conjunto, cualquiera que tal sea, se conduce según mecanismos bastante coherentes e inerciales. Obviemos si esta circunstancia podría reducirse matemáticamente a la resultante vectorial de ciertas [¿?] sucesivo tiene unas leyes, aunque sean efímeras, relativas y lábiles, entonces encuentro que se cae en una postura inconsistente. Porque si uno cree que es posible explicar, hasta cierto grado de rigor científico o de determinismo, el funcionamiento de un régimen económico, y su sustitución paulatina o revolucionaria por otro determinado modo de funcionamiento, entonces debe admitir la posibilidad teórica, e incluso la necesidad lógica, de encontrar las leyes de esa transformación, de esa "evolución histórica". Ahora bien, si la negación de una finalidad histórica se hace a expensas de esa inconsistencia lógica, lo que tenemos no es verdaderamente la negación de un sentido para la evolución socioeconómica, sino la afirmación de que el régimen actual es el fin de la historia, el estadio definitivo. Creo que pocos de nosotros estaremos dispuestos a admitir tal conclusión, pero podemos discrepar ampliamente a la hora de conjeturar cuál será el sentido de la evolución futura. Esta cuestión nos llevará inevitablemente al terreno de la epistemología, y es posible que tengamos que entroncar con la distinción entre aquella lógica pragmática de Peirce que era, como las estrategias detectivescas de Sherlock Holmes, una teoría de la adivinación racional. En términos más clásicos y dialécticamente materialistas, podremos decir que la negación de finalidad histórica equivale a la negación de causalidad, lo cual nos coloca en el terreno pantanoso del empirismo y la imposibilidad de toda explicación científica.

Con estos comentarios sé que no aporto nada sustantivo al problema mismo de decidir si la historia tiene o no tiene sentido y, en caso de tenerlo, hacia dónde apunta. Por el momento, esta cuestión se va a enredar inevitablemente con los compromisos, optimismos y pesimismos políticos de cada cual, que serán seguramente muy variopintos a pesar de que este foro sea ideológicamente "de izquierdas".


Symploké 0140
Fecha: Jueves, 12 Dic 1996 18:23:51 -0100
De: Alberto Luque
Título: Re: La filosofía y la acción política (II: La VI Cumbre)

En cuanto a la discusión sobre los documentos de la VI Cumbre, no sé si el escaso entusiasmo que me parece que suscita su discusión debe ser contemplado como un síntoma de desinterés por la política o todo lo contrario, como una prueba de que llamar praxis política a la común atención sindicalista a las noticias de los diarios es algo triste, porque está muy lejos de constituir un auténtico resorte para, como decía Rimbaud, changer la vie, y se aleja asimismo del "asalto del cielo" de los apóstoles del proletariado. El aparente desdén por la discusión de "lo político" en un sentido estrecho podría ser una buena prueba de vigor intelectual y de verdadero realismo -aunque probablemente Eliseo Rabadán opinará lo contrario. Sin embargo, sería absurdo defender este o cualquier otro indiferentismo.

En los documentos de la VI Cumbre Iberoamericana debe destacarse que no se distinguen ni formal ni sustantivamente de cualquier otra manifestación lingüística política de los países con democracias capitalistas. Una fraseología que, de eliminar los referentes circunstanciales a nuestra época, parecería calcada de las declaraciones que podemos leer en los procesos de la independencia de los EE.UU. o en las proclamas de los revolucionarios franceses de 1789, debe ser comprendida ahora justamente como el reverso de lo que significó entonces. Marx lo resumió sarcásticamente: los principios de 1789, la famosa terna de la Igualdad, la Libertad y la Fraternidad, se convirtieron bajo el capitalismo en Caballería, Infantería y Artillería. La burguesía revolucionaria empleaba un lenguaje filosóficamente abstracto y para los oídos actuales excesivamente idealista: nos hablaba de derechos "inalienables", de "humanidad", de soberanía, de progreso, de derecho a la felicidad y al libre desarrollo de la personalidad... Pero lo cierto es que tales palabras nos suenan a hueco a nosotros y ahora, porque son precisamente las palabras que encontramos en boca de quienes no realizan otra función que la de sostener diariamente con su dialéctica y sus obras un régimen de discriminación social. Pero esas mismas palabras, cuando eran honestamente pronunciadas por los burgueses revolucionarios de finales del siglo XVIII, tenían pleno sentido porque, a pesar de que también entonces revestían una ideología clasista, su razón de ser consistía en que se enfrentaban a algo, en que eran palabras "contra" alguien y contra algo, contra un régimen social caduco e insufrible. En cambio, hoy son las palabras usadas para afirmar algo, para reforzar los elementos "a favor" del actual régimen social; son el lenguaje de la clase dominante y sirven para su perpetuación, y no al revés. Y ha de admitirse que no todas son hueras: "profundización, ampliación y consolidación de los procesos de integración regional" puede que no signifique, literalmente, nada en absoluto, pero políticamente tiene un sentido inequívoco de refuerzo del sistema capitalista. Se habla de un "desarrollo social sostenido y sostenible", lo cual no significa nada sustantivo, salvo que se dé por sobreentendido -como efectivamente se da- que el sentido de tal desarrollo es el de la economía liberal. Se habla de "inserción en un mundo en profunda transformación tecnológica y productiva", y de nuevo la frase está hueca porque nada se indica del sentido de tal tecnología ni de qué manera afecta a la diferenciación social. Se habla de democracia "participativa", y eso ya sabemos qué es: algo menos que una colaboración policial y algo más que una obsecuencia indiferentista - en cualquier caso, se trata de una participación "a favor" y no "en contra". En fin, se sigue hablando de los "pueblos" sin que ya sepamos si se entra abiertamente en el terreno del sarcasmo...

Pero bajo ese arsenal demagógico subyace el problema al que se viene aludiendo en los últimos mensajes de esta lista: el mito de la racionalidad de los individuos. La coherencia de esa retórica liberal capitalista es perfecta, mientras se admita que la sociedad se compone de individuos y de grupos con libertad racional, con autonomía intelectual. Pero cualquiera que haya visto cómo las "masas" a las que algunos iluminados pretenden sacar de la miseria -tanto intelectual como material- han pisoteado ellas mismas los ideales emancipadores que parecía que debían haber cobijado, será difícil que no sienta, si no la angustia de una derrota aplastante, al menos el peso de unas espinosas contradicciones morales. La tendencia natural es, a mi entender, dejar de ser Político y convertirse en Pedagogo... pero ello no es en realidad un abandono de la política, sino un camuflaje ético para un giro políticamente maldito: el giro hacia el despotismo ilustrado. Nótese bien, no hacia el paternalismo. Paternalista es más bien la actitud de los demócratas, que por un lado admiten la capacidad y la libertad del pueblo para intervenir racionalmente en los asuntos públicos, y por otro pretenden que los gobernantes -democráticos, indiscutiblemente- deben ocuparse del mejoramiento de la educación de una población mal instruida, víctima de las supercherías o de los prejuicios y poco preparada para comprender nada. Esta contradicción es tan manifiesta que ya ni siquiera tienen valor las encuestas y estadísticas que demuestran la minoría de edad (mental) de la población, sino que este asunto se traslada al circo de los programas cómicos de la televisión, donde un chusco reportero semidisfrazado de reportero hace preguntas inocentes a la gran masa de la población ignara, y entonces los telespectadores ríen, porque se les hace una señal para que rían y no porque hayan captado la imbecilidad irrisoria del transeúnte victimado -pues de seguro la mayoría de ellos habrían dado una respuesta igualmente imbécil. No hace falta ser ni muy pesimista ni muy realista para admitir esto -aunque quiero destacar que, al menos en mi caso, no se trata de una queja. Pero entonces, ¿cómo comulgar, sin caer en la incoherencia o en la más vergonzosa hipocresía, con la democracia liberal? Casi nadie tiene el coraje de oponerse al sistema democrático, como no se opone nadie a la enseñanza obligatoria y gratuita. Se cree que la única alternativa a la democracia parlamentaria de los partidos políticos es la dictadura fascista o comunista. Bien, estas alternativas no son entelequias completas frente al sistema parlamentario, pero carecen hoy de posibilidades reales. En todo caso, la democracia funciona también como sistema de dominación y de engaño, ya que tolera que una población ignorante y manipulable represente bufonescamente el papel ficticio de soberano. Creo que el despotismo ilustrado es, al menos moralmente, menos incoherente. Desde luego, es utópico en un sentido muy preciso, y cabe dudar que lleguen a gobernar en cualquier época los sabios y que llegado el caso lo hagan sólo en pos de una ética igualitarista. Es lícito sospechar que el umbral que separa al Pedagogo del Demagogo -en sentido peyorativo- es ancho y tenue. Con todo, nuestros gobernantes necesitan mucho de ese valor intangible que llamamos prestigio o carisma. Y se trata de un valor en alza, de un bien escaso, que necesita su cultivo paciente y costoso. Carisma lo tenía Hitler y lo tiene hoy Gil y Gil: es algo que no distingue a un gran político de un payaso. Es, en definitiva, una ilusión, un espejismo: no una cualidad real de un hombre, sino una excitación nerviosa de las masas ante un hombre.

Nada de lo que digo debe considerarse enteramente provocativo, ni enteramente nuevo, ni enteramente superado... Estas reflexiones pueden encontrarse en el nervio de la reflexión cívica de los siglos XVIII y XIX.

En nuestro, sin ir más lejos... No voy a ser yo quien descubra, vuelvo a insistir, lo que tales reflexiones tienen de idealistas, pero vale la pena recuperarlas porque, frente a ellas, la ideología democrática dominante de nuestros días, compartida por explotadores y explotados, es mucho más irreal, en un sentido lógico, que aquellas moralísimas lamentaciones de los ilustrados. Y no se venga ahora a decir que el mismo Marx se burlaba del "humanitarismo" burgués, así como se burlaba del romanticismo económico. Ni Marx ni Engels escribieron jamás una palabra que no fuera de elogio sobre aquellos grandes espíritus burgueses que desde el Renacimiento habían impulsado los ideales emancipadores a golpes de ilusiones morales. El propio Marx no se ahorró frases de profundo contenido humanista y con la misma poesía casi mística que encontramos en un Pico della Mirandolla: que "la raíz, para el hombre, es el hombre mismo", y también que "el hombre es la esencia suprema para el hombre", nos dice en La Sagrada Familia. El desprecio de Marx estaba reservado para los burgueses de hoy, quienes recitan palabras parecidas a los burgueses de ayer (Franklin, Paine, Emerson...) pero no ya guiados por ninguna motivación filosófica ni humanista, sino por la simple inercia verbal de una hipocresía bien entrenada desde la cuna y cuya a penas disimulable motivación no es otra que proteger su afán de lucro de las sospechas de los humildes. Del aparente utopismo de Rousseau, por poner otro ejemplo notable al que se ha aludido en este foro (Emiliano Fernández, el 22 de noviembre, se refirió a la crítica de Hegel al trascendentalismo idealista del filósofo ginebrino), el marxismo no sólo no se burla sino que adopta lo esencial de su crítica de lo social (Petrachik y Della Volpe han hablado muy razonablemente de lo que el concepto marxiano de alienación debe a Rousseau).


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