Filosofía en español 
Filosofía en español


[Particularidades de la graduación de María Isidra Quintina de Guzmán y la Cerda como Maestra y Doctora en Filosofía y Letras humanas]

Alcalá 9 de Junio.

El 3 de este llegaron a alojarse en el Palacio Arzobispal de esta Ciudad los Excmos. Señores Marqueses de Montealegre, Condes de Oñate y de Paredes, Duques de Nájera &c. trayendo consigo a sus hijos D. Diego Isidro, y Doña María Isidra Quintina de Guzmán y la Cerda con el motivo de graduar de Maestra y Doctora en Filosofía y Letras humanas a dicha Excma. Señora Doña María Isidra, de la Real Academia Española, de edad de 17 años; habiendo precedido Decreto del Rey despachado en Aranjuez a 20 de Abril de este año, comunicado al Cancelario y Claustro de esta Universidad por el Excmo. Señor Conde de Floridablanca, por el cual S. M. en atención a las distinguidas circunstancias de dicha Señora, y enterado de las sobresalientes cualidades personales de que está dotada, permitía y dispensaba en caso necesario que se la confiriesen por esta Universidad dichos grados, precediendo los ejercicios correspondientes.

En la mañana del 4 tomó puntos esta Excma. en las obras del Filósofo, con los tres piques acostumbrados, a presencia del Cancelario, Rector, Consiliarios, Catedráticos de Prima, y Doctores señalados para el examen. Eligió el 2.° de los tres pasajes que la cupieron en suerte, que fue el cap. 3. en el lib. 2. de Anima, deduciendo de él legítimamente para defender al día siguiente esta conclusión: Anima hominis est spiritualis.

El 5 a la misma hora leyó a estilo académico en la Iglesia de la Universidad (teatro elegido por los Excmos. Señores Marqueses para satisfacer los deseos de la multitud de literatos que concurrió a estas funciones). A presencia de todos los Doctores y Maestros del Claustro pleno, de sus esclarecidos padres, y de un concurso lucido y numeroso expuso en latín la graduanda el texto de la suerte con tal primor, elección y propiedad de voces y acción, que mereció general aplauso.

Concluida la interpretación del texto propuso seguidamente, y probó la tesis deducida con nervio y magisterio, estableciéndola sobre los más sólidos fundamentos y eficaces raciocinios. Sufrió después tres argumentos fuertes de los tres Catedráticos de Prima, a los cuales satisfizo cumplidamente con solidez y copiosa erudición.

Desempeñado felizmente este primer ejercicio, que consagró S. E. con tiernas expresiones de piedad y reconocimiento a honor de la Inmaculada Concepción y obsequio de nuestro Católico Monarca, siguió sin intermisión el examen de preguntas, hecho prolija y seriamente, no de ceremonia, por Doctores de la primera graduación. Tomó cada examinador uno de los muchos ramos de literatura que comprehende el impreso distribuido de antemano a toda la Universidad; y habiendo hecho cada cual varias preguntas, satisfizo a todas con mucha prontitud, claridad y fondo de doctrina, dando pruebas nada equívocas de su extensa instrucción, perspicacia de ingenio, y memoria singular.

En el ejercicio sobre los cinco idiomas Griego, Latino, Francés, Italiano y Español evidenció la perfección con que los posee, dando señas patentes de cuan versada se halla en este ramo de Humanidades.

En la Latinidad sobresalió muy particularmente, admirando todos su diestro manejo y profunda inteligencia de Virgilio, que leyó de repente en castellano fluido y elegante, explicando después todo el orden de Latinidad y artificio de cada periodo, las locuciones figuradas, la propiedad y origen de las voces, con explicación de los pasajes mitológicos, refiriendo también con puntualidad muchas reglas de sintaxis y prosodia, sobre que fue preguntada.

Las mismas pruebas dio de su pericia en las lenguas materna, Francesa e Italiana.

Interrogada por otro Examinador sobre la naturaleza, origen y diversidad de las ideas o conocimientos de nuestra alma, dio noticia de este difícil tratado con mucha doctrina, claridad y delicadeza, impugnando el sistema de Malebranche y otras doctrinas de varios Filósofos, luciendo extraordinariamente en este ejercicio.

No sobresalió menos en el de Mitología, refiriendo con gracia la historia fabulosa de Júpiter, Minerva y Hércules, sobre que fue examinada, y sacando una moralidad muy oportuna de las ficciones de Minerva.

En el tratado de la Teología natural explicó admirablemente la esencia del Ente supremo y necesario, y probó su existencia con 6 demostraciones metafísicas, físicas y morales, sin dejar que desear a los sabios oyentes.

En la Retórica dio pruebas muy claras de su cabal instrucción acerca de todos los principios y reglas de la elocuencia.

Fueron igualmente lucidos los exámenes en Geografía y en los principios de Geometría, en los cuales desempeñó perfectamente lo anunciado en el papel del certamen.

Mantuvo esta ilustre Señorita en todos los expresados actos un despejo modesto, un tono de agrado y dulzura, y una presencia de ánimo tan constante que se granjeó la admiración de todos.

La mañana del día 6, destinada para coronar los relevantes méritos literarios de esta joven literata, se juntaron en el palacio de su posada todos los Doctores y Maestros con sus insignias, en número de 158; los 55 Maestros, 6 Doctores en Medicina: 42 en Cánones y Leyes, y los 55 restantes en Teología. Formados por su orden de Facultades, con todos los ministros de Universidad, acompañaron a la doctoranda hasta el teatro académico. Fue lucida la carrera hasta la Universidad. Precedía tropa de Caballería e Infantería abriendo paso por medio de la multitud. Seguían 2 clarines, los timbales de la casa de los Señores Marqueses cubiertos con fundas de tela de oro, y campo azul, con el escudo de armas. Venía después un precioso estandarte de tela, con borlas de oro y plata sobre azul; en cuyo anverso brillaban las armas bordadas y coronadas con el bonete doctoral de azul y plata, sostenido de dos genios, con jeroglíficos de Minerva. En el reverso se veía la cifra de Guzmán y la Cerda, de lentejuelas de oro, cercada de dos palmas, y coronada de laureles. Conducía el estandarte un criado mayor de la casa con dos pajes al lado, los 3 en hermosos caballos enjaezados preciosamente. Después seguía la Universidad presidida por su Cancelario, Juez Académico, y en medio de las dos filas la Señora graduanda, en silla de manos, rodeada de criados mayores y de librea, todos de gala. Cerraban la comitiva sus Señores padres y hermano en carrozas de cristales, con varios coches de familia.

Colocados todos en el teatro adornado primorosa y majestuosamente, se dio principio a la función con un elogio, pronunciado desde la Cátedra por un Doctor Consiliario de la Universidad, en que ponderó con elegancia las muchas esclarecidas grandezas de la casa de estos Señores, y el relevante mérito de esta hija suya en edad tan temprana. Procedióse inmediatamente a la colación del grado con aparato magnífico. Entre otras ceremonias se admiró, no sin ternura del concurso, la de llevar por sus manos el bonete en una rica bandeja los Excmos. Señores Marqués y D. Diego Isidro, a quien su padre había vestido el día antes la beca de Colegial del de los Caballeros Manriques de Lara, como Patrono de él en calidad de Duque de Nájera. Hizo la doctoranda puesta de rodillas los juramentos y la protestación de la fe con singular piedad, y luego que el Cancelario la puso el bonete con borla de Doctora, levantó la voz el innumerable gentío con alegres vivas. Propuso después el Cancelario a la nueva Doctora con oportunidad y elegancia una cuestión muy propia del asunto, deducida del Concilio IV Cartaginense, es a saber: ¿Utrum foemina, quamvis sancta, et docta, sit capax docendi literas tum sacras tum prophanas in publicis Academiis? Para decidirla subió a la Cátedra y resolviendo a favor de la sentencia afirmativa, hizo en idioma Latino una disertación tan bien dispuesta como adornada con selecta erudición sagrada y profana, pronunciando con noble soltura todo su discurso, el cual cerró con una elegante y tierna acción de gracias a toda la Universidad, asegurándola de su reconocimiento.

La concurrencia de personas ilustres y literatas que han venido de la Corte y otros pueblos a presenciar estas funciones literarias ha admirado gustosa en ellas la magnificencia de demostraciones de recíproco obsequio entre estos Grandes y la Universidad, quien obedeciendo gustosamente a la voluntad del Soberano, hizo entre otras las expresiones siguientes. Adornó su teatro con el mayor esmero: trajo para los días de función una gran orquesta de la Corte, dispuso iluminación en su gran fachada, siguiendo su hermoso orden de arquitectura, con vistosas luminarias de más de 3.000 morteretes que se disfrutó en la apacible noche del 6: festejó la función con música y repique de campanas: presentó en el día del grado dos primorosos retratos de su nueva individua de mano de D. Joaquín de Inza, colocando el uno (mientras la función) en medio de la portada principal del edificio sobre un tarjetón donde se leían algunos versos en elogio del Rey nuestro Señor; y a los lados otras tarjetas con varias poesías alusivas al suceso del día: y el 2.º retrato le hizo poner al mismo tiempo en el Gabinete de sus Excelencias, quienes a la vuelta a casa se hallaron impensadamente con esta fina expresión. Había también prevenidas medallas vaciadas en plata con inscripciones y jeroglíficos propios del caso, que se distribuyeron a los Excmos. Señores padres y hermano de la joven Doctora, al tiempo que los Bedeles repartían las propinas a la Universidad; de cuyos individuos ninguno la admitió.

Concluido solemnemente el acto, el Rector en una breve y discreta arenga dio la enhorabuena a esta Señora a nombre de la Universidad, y la noticia de haberla nombrado Consiliaria perpetua y Catedrática honoraria de Filosofía moderna por universal aclamación.

A estas singulares y muy debidas expresiones de obsequio correspondieron los Sres. Marqueses de Montealegre con otras muy distinguidas y garbosas. En los días del examen y grado dieron convites y refrescos espléndidos a las personas principales de la Universidad y Ciudad, y a otros sujetos distinguidos. En el del grado hubo agasajo general para toda la Universidad, Ayuntamiento, Colegios regulares y seculares, y a cuantas personas decentes se presentaron, que pasaron de 700: siendo todas servidas con buen orden, abundancia y suntuosidad. Al siguiente se repitió esta misma demostración con todos los estudiantes en atención a lo mucho que se habían esmerado en obsequiar con músicas y festejos a la Doctora.

El Claustro de la Facultad de Filosofía la nombró Examinadora de cursantes filósofos, cuyo oficio ha ejercitado efectivamente, examinando a varios, entre ellos a dos hijos del Vizconde de Huerta. Todos los Doctores y Maestros, Prelados de las Religiones y Colegios, y demás personas principales se han señalado en obsequiar a sus Excelencias visitándolos diariamente, y éstos correspondieron pagando las visitas con muchísima atención.

Estas particularidades (que ha parecido referir menudamente en prueba del buen maridaje que hacen la Grandeza y las Letras, resultando de ahí para ambas mutuo realce y mayor esplendor) colmaron de gozo al concurso que había atraído aquí la novedad de esta función no vista, tratándose de una señorita de tierna edad a ilustre jerarquía, tan llena de ingenio, aplicación y aprovechamiento que a ser posible hubiese presenciado estas funciones literarias toda la Europa culta, habría hallado en ellas con qué convencer de vana e infundada la preocupación que domina a muchos contra la Literatura Española; siendo al mismo tiempo este peregrino suceso y los progresos admirables de esta joven el mayor elogio y gustosa recompensa del desvelo de sus juiciosos e ilustrados padres en cultivar un ingenio de tan bellas disposiciones e índole.