Filosofía en español 
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Misioneros, ídolos, religión y dinero

El interés y la religión, aunque opuestos entre sí, y muchas veces en guerra abierta, se hallan frecuentemente en la más pacífica alianza, dándose la mano mutuamente para su mayor prosperidad. Seguramente que esta debe ser una anomalía en la naturaleza humana, pues la religión de Dios es perfectamente pura. Hace pocos meses que salió del puerto de Londres un barco para la India; entre los pasajeros [128] iban varios misioneros para sacar a los indios de la idolatría, y parte del cargamento era nada menos que quinientos ídolos para las pagodas y particulares. Los misioneros eran ministros muy celosos, y resueltos a extirpar la idolatría de aquellos vasallos del imperio inglés; y los ídolos, lindamente fabricados por los artistas de Londres, iban a tomar posesión de sus altares en el Indostán: el barco, sin embargo, conducía a unos y otros en la mayor paz y con la mayor prosperidad. Los artistas habían recibido una buena cantidad de dinero por el material y hechura de los dioses, y la nación contribuye para el mantenimiento de estos apóstoles que van a la India para destruir con su doctrina esas mismas imágenes. Es cosa ciertamente singular, ver tanta armonía en los medios para fines tan opuestos; para administrar a los indios una copa de veneno con una mano, y el antídoto con la otra.

La compañía de la India gasta cada año 500.000 pesos para la promulgación del evangelio en sus territorios, y al mismo tiempo paga a los sacerdotes Bramas para mantener el culto idólatra en las pagodas. En el templo de Vishnoo, en Gya, pone la compañía oficiales para recoger la limosna que contribuyen los indios peregrinos que van al jubileo celebrado cada año en aquel templo del Proto Dios de la India; el estipendio que paga cada devoto es cuatro reales por la entrada en el cuerpo de la pagoda; un peso por entrar en la primera capilla; tres por pasear al rededor del tabernáculo, y siete por ver todos los objetos en el santuario; de modo que cada indio recibe remisión de pecados, indulgencia y gracia, a proporción del dinero que puede ofrecer. La cantidad que la compañía saca del jubileo, en solo el templo de Vishnoo, en 1815, según dice Mr. Ward en su historia de los Hindos, ascendió a 229.905 rupias, equivalentes a 116.895 pesos fuertes.

La compañía mantiene misioneros y distribuye biblias en el distrito de Cutac, y al mismo tiempo ofrece de sus almacenes ricos paños para cubrir los ídolos en la famosa procesión de Jaganata. Los religiosos ingleses son ciertamente liberales e imparciales en la India; ellos predican el evangelio y promueven la idolatría, dejando el triunfo al más poderoso.