Filosofía en español 
Filosofía en español


Epístola gratulatorio de Ildefonso Martínez a D. José María Muñoz y Ferrón

“Haz lo que debes 
venga lo que viniere.”

Amigo del alma: Tu artículo literario de Doña Oliva, inserto en los números 10 y 11 de la Gaceta Médica, en cumplimiento de una palabra empeñada conmigo, me ha colocado en una posición difícil y embarazosa respecto de una tercera persona, digna por muchos conceptos de mi atención: por cuyo motivo tomo la pluma para aclarar esta posición y para colocar las cosas en su verdadero terreno, viéndome un esta ocasión obligado a exclamar con mucha oportunidad con el filósofo de Estagira: amicus Plato sed magis amica veritas.

Tu artículo raro y peregrino, tu promesa cumplida al cabo de cinco años, la publicidad de hechos desconocidos a la mayoría de los médicos, las citas de personas que te han ayudado en tus investigaciones, mi interrumpida correspondencia desde el año de 1848, me han hecho apreciar en su justo valor tu peregrino y filosófico artículo, y te doy cordialmente la enhorabuena, y te felicito por unir tu nombre al de una española ilustre, a quien debe España gran renombre, y no oscurecida gloria.

Pero si de una parte confieso todo esto con la franqueza de amigo, la ingenuidad literaria de otra parte, el compromiso de amistad, la generosidad con que D. León Sánchez Quintanar me prestó un artículo crítico-literario de doña Oliva en el año de 1850, me obligan a declarar bajo la fe de mi palabra, y por mi honor, las particularidades siguientes:

1.ª Me presentó D. León Sánchez Quintanar la fe de bautismo de doña Oliva Sabuco (dada a sus instancias) por el cura propio de las parroquias unidas de Santísima Trinidad y Santa María de la ciudad de Alcaráz, Dr. D. Miguel Llamas, presbítero, cuya copia de la partida de bautismo de doña Oliva está fechada en Alcaráz en 3 de enero de 1844, es decir, cuatro años, nueve meses y un día antes que tú, amigo Muñoz, la hubieses adquirido. A la partida sigue la legalización de los escribanos Lorenzo García Gozalvo, Pedro María Leal, Antonio Ignacio Martínez.

2.ª Al año siguiente de 1851, el Sr. Quintanar, a más del artículo, me dio un testimonio de la fé de bautismo, legalización y demás, expedido en Valencia por D. Antonio de Casas y Febrer, escribano de cámara de la sala primera de la audiencia territorial de esta ciudad de Valencia, notario de reinos y del número del colegio de esta ciudad, cuyo testimonio está fechado en Valencia a 4 de mayo de 1851. Sigue la legalización, firmada por D. Ramón María García, Gerónimo Amol y Pérez, Mariano Joaquín Flores.

3.ª En la partida, al principio, hay la variante: El bachiller Sánchez Sabuco, cuyo primer apellido no consta en la partida publicada por el Sr. Muñoz. También donde dice la partida: V.º Padilla, dice en la del Sr. Quintanar: Rodrigo de Padilla, y después de Bernardina de Nantes, mujer de Juan Rodríguez, falta en la de Muñoz la palabra testigos, que existe en la de Quintanar. Finalmente, falta el segundo apellido del cura que firma la partida, que es M. López Estrada.

4.ª Es asimismo cierto que D. León Sánchez Quintanar conocía y había leído en el libro del padre Fr. Esteban Pérez Pareja, y que el artículo peregrino que me prestó contiene más detalles acerca de doña Oliva que el publicado por tí, amigo Muñoz, pues además de saber que fue casada, se añade: que fue monja después de haber enviudado; que estaba retratada en la casa de la ciudad, y en el convento y en la sacristía de su parroquia, cuyos retratos eran unos en traje seglar y otro de monja; pero desaparecieron en la guerra de la independencia.

De todo lo dicho resulta, amigo Muñoz, que poseyendo yo por la generosidad del Sr. D. León S. Quintanar un artículo más completo y peregrino (que reservaba para hacer una edición de doña Oliva, nítida, expurgada de erratas y completa), si bien he agradecido el cumplimiento de tu palabra en lo que vale, debo decir: que D. León Sánchez Quintanar fue el primero que completó un artículo acerca de su paisana doña Oliva, y que te antecedió cuatro años, nueve meses y un día en obtener la fé de bautismo y demás documentos referentes a doña Oliva.

La demasiada modestia, la timidez pueril del señor Quintanar en publicar el resultado de sus estudios, no debe privarle de la alta honra de prioridad en este asunto: hay más, debe publicar lo que tiene averiguado y completar de este modo la historia biográfica de la célebre manchega.

Tú, mi bueno y siempre amigo; tú a quien ese artículo te honra; tú que conoces mi veracidad y franqueza; tú que sabes que no doblego mi altiva frente a ídolos ni reputaciones usurpadas; tú mismo, estoy seguro, alabarás mi proceder, de dar a la modestia de un hombre honrado y laborioso el galardón y la primicia de este descubrimiento: a tí te queda bastante con tu artículo, y con haber hecho los mismos esfuerzos, sin saber que otro te llevaba la delantera, y con entera independencia uno de otro: unicuique suum.

Finalmente, mi siempre amigo, te doy las gracias por los inmerecidos elogios de mis pequeños desvelos, y hasta te las devuelvo, por los errores que criticas en mí y en Chinchilla. Séame lícito, pues, cantar la palinodia: pareció ya doña Oliva; no es, pues, el libro de la Nueva Filosofía un expósito, tiene madre: dos manchegos la han sacado del olvido; dos españoles han conseguido tan grande objeto, Quintanar y Muñoz: deben ir unidos a la memoria de doña Oliva, a quien han hecho resucitar de las cenizas y polvo de los archivos como otro fénix.

Recibid uno y otro el testimonio de mi agradecimiento por vuestra laboriosidad; recibidle de un hombre independiente, cuyos errores habéis disipado, cuyas dudas habéis destruido, cuya amistad habéis cultivado, y que con la fuerza de la verdad os dice: Quintanar ha sido el primero, Muñoz el segundo: ambos ilustrados, ambos laboriosos: la publicidad del uno, no debe ofender ni menoscabar la gloria y la modestia del otro.

Últimamente, concluyo manifestando, que los estudios del Dr. Quintanar sobre literatura médica española son tan notables, curiosos y minuciosamente recogidos, que siento en el alma que su modestia los tenga encerrados en sus estantes, cuando si venciese su timidez, por la publicidad pudieran y debieran darle nombre y honrar su país.

Tiempo es ya, amigo Muñoz, de terminar esta carta, manifestándote mi agradecimiento por el artículo, y rogándote al mismo tiempo que admitas estas reflexiones como la expresión de mi deber y de mi conciencia hacia un hombre modesto, que tuvo la rara generosidad de fiarme el fruto de sus penosas investigaciones, de cuya gloria se vería privado, a no publicar yo esta gratulatoria misiva.

Tuyo como siempre afectísimo amigo Q. T. M. B.

Ildefonso Martínez.

De Valencia a 5 de mayo de 1853.