Decreto episcopal
Nos el Obispo de Salamanca
A nuestros amados fieles salud y paz
en Nuestro Señor Jesucristo
Con fecha 15 de Septiembre llamamos vuestra atención sobre la índole del periódico semanario titulado El Combate, que se publica en nuestra capital, y creíamos que era esto lo bastante para impedir su lectura que de antemano está prohibida por derecho natural y eclesiástico general, como podía comprenderlo quien quiera que leyese un solo número y aun solamente alguna parte de él; mas se nos dice que una curiosidad insana induce a ciertos espíritus a leerlo, alegando que no se halla prohibido de un modo expreso, y en nuestro deber de quitar todo pretexto a conciencias poco escrupulosas, hemos mandado censurar algunos números. Los teólogos que han desempeñado esta tarea, nos dicen que contienen proposiciones heréticas, próximas a la herejía, de sabor herético y escandalosas, ofensivas a los oídos piadosos, impíos y escandalosas, erróneas, injuriosas a la Santa Sede y al Episcopado, con tendencias cismáticas; y además de esto se insulta en dicho periódico y se ataca groseramente a las órdenes y corporaciones religiosas, se lastiman los sentimientos y creencias de los fieles y se ridiculizan las instituciones de caridad y beneficencia que existen en esta ciudad.
Por todo lo cual y cumpliendo un deber de nuestro ministerio, prohibimos bajo pena de pecado mortal, a todos nuestros diocesanos, la lectura del referido periódico El Combate, y les ordenamos que entreguen los números que de él tengan a sus respectivos párrocos o confesores, quienes están obligados a inutilizar los números que reciban.
Dado en Salamanca a 12 de Noviembre de 1899.
† El Obispo de Salamanca.
Los Sres. Curas párrocos de la diócesis leerán este nuestro Decreto al ofertorio de la misa «pro populo» en el primer día festivo después de su publicación en el «Boletín» de esta diócesis. (Del Boletín Eclesiástico.)
* * *
Nos Ángel de Lord y Marcos:
Zapatero en fino y en basto;
director, sin batuta, del semanario republicano EL COMBATE.
A nuestros amados parroquianos del oficio y no menos amados lectores,
salud, paz y pesetas y mucho que vender.
Con fecha mucho anterior al 15 de Septiembre, supimos con profunda pena que en cierto palacio, donde las máximas morales y los Mandamientos de la Ley de Dios debían ser respetados como en ningún sitio, se faltaba abiertamente al señalado en el Código divino con el número séptimo, sin tener en cuenta que tampoco se cumplían con exactitud otros artículos del mismo cuerpo legal, llamamos la atención de quien correspondía creyendo que era lo bastante para impedir siguieran por el camino de perdición emprendido y que desde luego rechaza el derecho natural, común, eclesiástico, civil, político, penal y todos los derechos conocidos y por conocer, como puede comprenderlo quien quiera que tenga noción elemental del deber y aun solamente alguna parte de sentido moral; más se nos dice que un «apetito» insano induce a ciertos espíritus a seguir vendiendo lo que no le pertenece y a meterse en lo que no le importa, alegando sin duda que ellos dominan al Estado y que lo que de este es, a ellos pertenece y en nuestro deber de quitar todo pretexto a conciencias poco escrupulosas, hemos mandado consultar sobre ciertos hechos. Los Letrados, leguleyos y personas de recto juicio y limpia conciencia, que han desempeñado esta tarea, nos dicen que el hecho de vender lo ajeno sin la voluntad de su dueño se puede calificar de herético, escandaloso, ofensivo a las conciencias piadosas, impío, erróneo injurioso a la Santa Moral y a la Santa Honradez y hasta si se quiere es verdaderamente cismático entre la gente de bien vivir, y además de esto con ese preceder se insulta y ataca groseramente a la religión, se lastiman los sentimientos y creencias de los hombres de bien y de buena voluntad y se ridiculizan en alto grado las instituciones de caridad y beneficencia que existen en esta ciudad bajo la autoridad del que no obra con arreglo a derecho.
Por todo lo cual y cumpliendo un deber de ciudadano, prohíbo, bajo pena de pasar por bobo, necio, estúpido, o sin sentido común, a todos mis parroquianos y lectores que se hagan caso de ciertas pamplinas episcopales y les ordenamos que entreguen a sus respectivos párrocos y confesores la licencia absoluta, sin tacha ni enmienda para que puedan solicitar algún destino en otros países que están por explotar, ya que a este lo han dejado sin cañón.
Dado en Salamanca y en mi Zapatería a 21 de Noviembre de 1899.
† El Director de EL COMBATE.
Los señores parroquianos y suscriptores de nuestro semanario, leerán este número a todo bicho viviente y le enterarán al detalle, de que a pesar de tanta excomunión, los cuartos no han parecido, y por lo que se ve no parecerán. Y si no veremos.