Son muchas las recibidas en esta redacción animándonos a proseguir. Sabios e ignorantes, ricos y pobres, desde Gerona hasta Tarifa, y, cosa increíble, hasta del extranjero, han llegado hasta nosotros voces de aliento, misivas entusiastas de lo que estamos enorgullecidos. No esperábamos un éxito tan grande. La mayor parte de ellas son publicables, pero tememos cansar la atención de nuestros benévolos lectores y nos contentamos con publicar los párrafos más salientes de una extensa y bien escrita carta de un catedrático del Seminario de Gerona, que dice así:
«Sr. Dr. de la torre de aragón:
Con verdadero entusiasmo he recibido el segundo número de la Revista Molinesa. Siento no haber recibido el primero y espero me lo manden, pues ansío conocer su programa, aunque ya lo deduzco del número que me han enviado…
Yo que vivo en Cataluña respirando el aire sano, regenerador y moderno del regionalismo que se respira en todas las regiones que integran la unidad española, lamentaba que en Molina nadie respirase esas tendencias ni que tuviese valor para decir: También hubo en España un Señorío independiente, pequeño sí, pero de historia muy hermosa y tal, que dio a la nación una reina después de Isabel, la más gloriosa y la más grande mujer de Castilla…
Sí, Sr. Director, escriban ustedes su historia, hagan renacer en el amor del pueblo el amor a sus libertades gloriosísimas, desentierren la fama de sus hombres, de sus monumentos, la leyenda de sus guerreros y de sus castillos, hasta que todo el Señorío se enamore de su pasado y encuentre en él les ganas de nacer a nueva vida propia, indígena, molinesa pura, y sueñe con regenerarse y con engrandecerse y con salir del sepulcro del olvido y del desprecio en que tienen sumido el Señorío los gobiernos…
Amando a nuestra familia amamos a nuestro pueblo; amando a nuestra Patria Chica amamos a España. Que no sea por Dios la Revista la voz de un partido político, sea el que sea. Yo solo me entusiasmo con ella, esperando que será la voz de todo el Señorío de Molina…
Molina es todo un pueblo independiente, una nación que se ha unido con otras, conservando su independencia para formar el estado español. El molinés que no piense así es un mentecato que no es digno de ser hijo del Señorío, pues ni recuerda las glorias de su patria, ni sabe defender la independencia señorial que le dieron sus padres, sus fueros y su historia…
Yo, Sr. Director, y le pido mil perdones por mí excesiva franqueza, así pienso y eso desearía que fuese Molina, a quien amo con toda mi alma.
Si yo estuviese cerca, tiempo haría publicaría un periódico con esas tendencias.
Si noto ese entusiasmo, pero formal y práctico, francamente le digo, seguiré enamorándome de su revista; si veo que es una publicación política o ñoñamente literaria como hay tantas, que no tira por esos caminos no les seguiría.
Amo a mi tierra, me duele ver a mi Señorío en un estado tan lamentable y sin conciencia de sus grandezas y de su historia, y aspiro a que sienta frondas de sana libertad regionalista.
¡¡Que viva Molina!! y adelante.
Cuénteme como amigo y suscriptor entusiasta hasta el delirio, de la torre de aragón, y que truenen y se oigan por el Señorío las voces de sus patrióticos cañones.
Gerona, 12, 4 de 1906.»