Para que resucite, para que viva, para que tenga su vida genuina y propia, la vida que le dieron Dios y la historia, la vida que tiene derecho a vivir, la vida que le ha robado a mano airada el centralismo odioso y aborrecido del siglo pasado y del actual, aparece en el estadio de la prensa La Torre de Aragón. La Torre de Aragón será un defensor denodado de todos los derechos del territorio; y entiéndase bien, no de Molina sola, capital del Señorío, sino de todo el Señorío; de toda esta región que aunque pequeña en extensión, tuvo vida, leyes, fueros, Señores e historia propia distinta de las demás regiones que hoy forman el estado español. La Torre de Aragón viene a despertar a Molina del letargo ominoso en que duerme, viene a darle conciencia propia de lo que fué y de lo que debe ser, porque tiene derecho a ello, infiltrando en todos los pueblos del Señorío un amor inmenso a su historia, a sus tradiciones, a sus monumentos, a sus instituciones, a sus leyes forales y, en una palabra, a todo lo que formó el alma gloriosa de la patria Molinesa. Lo que han hecho los Vascongados en su tierra de Vasconia, los catalanes en Cataluña, los gallegos y asturianos en Asturias y Galicia; lo que comienzan a hacer los valencianos en Valencia y hasta los castellanos viejos en Castilla, vamos a hacer los molineses en nuestro noble, en nuestro glorioso, en nuestro antiguo Señorío.
El centralismo asesinó a las regiones hispanas y pretendiendo medirlas a todas con un mismo rasero y torturarlas con un uniformismo antinatural y antisocial, no ha hecho sino aniquilar a España. Por fortuna la vida de la tradición y de la historia resucita. Por todas las regiones soplan con vigor aires de regeneración y de remembranzas antiguas y el sentimiento regionalista sano agita a todas las voluntades, inspira a todas las inteligencias, mueve a todas las plumas y conquista a todas las almas. Si se descuentan los políticos de Madrid, que viven del presupuesto que pagamos todos, no encontraréis hoy un sólo hombre ilustrado que defienda en teoría el centralismo. El regionalismo se impone y el regionalismo triunfará, y morirá el centralismo odioso, despótico, absurdo, antinatural y antisocial, ya se juzgue desde el punto de vista filosófico e histórico, ya se le juzgue a la luz de los hechos y de los frutos que ha producido. Esa sacudida eléctrica de vida regionalista ha llegado, gracias a Dios, a Molina y su primera manifestación ha sido la aparición de esta Revista. Su programa, que, en años anteriores, se habría encontrado quizás atrevido y ridículo y que desde luego habría sido combatido a sangre y fuego por tirios y troyanos, ha merecido un aplauso unánime de todos los buenos molineses que la han acogido con entusiasmo. Bajo su lema Patria y Honor cabemos todos los que amamos a Molina y aspiramos a gritar con delirio: ¡Viva el Señorío! ¡Viva nuestra noble patria chica! Todos estamos dispuestos a eso sin distinción de clases y de partidos. Aquí no cabe sino un sólo amor: al Señorío y a su honradez noble y cristiana. Aquí no cabe sino un sólo odio, el del que odie y sea enemigo del Señorío, el odio y la aversión a sus enemigos, sean quienes sean. En ese punto no hemos de cejar.
Los Molineses sabemos lo que somos y sabemos lo que tenemos derecho a ser dentro de las ideas regionalistas, y procuraremos ser muy tolerantes con las personas, pero con la condición de que ellas no se opongan a la reivindicación de los derechos y de los intereses del Señorío.
Bastante se nos ha vejado y se nos ha pisado, Molineses en un siglo que hace vivimos sin personalidad propia, sin derecho, sin historia y sin dignidad. Para pagar la unión a Castilla de un Señorío que dio reinas como doña María, para honrar la memoria de un Señorío que tiene una historia muy brillante, que supo defender con bríos más de una vez su independencia, para corresponder al heroísmo de Molina contra las tropas Napoleónicas –escuchadlo bien– nos han robado nuestra libertad, han empobrecido nuestra tierra, haciendo desaparecer nuestras merinadas, nuestros pósitos y abrumándonos con tributos y talando nuestros montes, nos han sumido en la miseria para hacernos unos parias más esclavos que los del paganismo. Por lo menos aquellos comían; nosotros no, ni matándonos de trabajar podemos comer. Y ha llegado a tanto la irrisión centralista que ha convertido a Molina de Señora e independiente en un ¡Juzgado de primera instancia! Si se levantara de su sepulcro D. Manrique de Lara y viera hoy a Molina, le arrancaría su escudo, nos escupiría a la cara y se moriría otra vez de sonrojo y de vergüenza. Esto digo se ha de acabar y se acabará si con altivez y orgullo gritamos todos los Molineses: ¡Viva el Señorío de Molina!
Para que ese grito de amor a nuestra región y a nuestra patria encarne en todos nuestros pueblos, y dé los resultados prácticos apetecidos, y no sea un mero lirismo idealista del cual se rían los centralistas, he de proponer proyectos que no creo disgusten por lo menos a los que como yo amen a la patria en que no vivo, pero que por eso quizás ame más que otros.
Anselmo Herranz y Establés, Pbro.
Gerona 20 de Diciembre de 1906.