Filosofía en español 
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Pedro Melide

De Alemania
El porvenir de África

La Gaceta de Francfort en un reciente artículo, recordaba que una de las exigencias mínimas de Alemania para negociar la paz, era el establecimiento de un nuevo orden colonial en África. Esto significa que Alemania no se conforma con la devolución de las colonias perdidas, sino que pide aún más. Pide el reconocimiento de un imperio colonial unitario en África. Es decir, que sus colonias del África oriental y occidental, no estén separadas por la Rodesia y el Congo belga, a más de añadirlas Angola y la Guinea francesa para formar así un conglomerado hasta el Camerún alemán.

El secretario de las colonias, señor Solf, ha sostenido esta tesis en su último discurso. Y es curioso apreciar que fue pronunciado durante las discusiones preliminares de Brest-Litowsk, y cuando se hablaba que Alemania estaría dispuesta a renunciar á Bélgica. Otro momento interesante es que Kuhlmann, actual secretario de Negocios Extranjeros, fue el hombre que en 1908 trató con Inglaterra sobre las compensaciones coloniales que podría obtener Alemania en África.

Para fundamentar el derecho de Alemania a un aumento de sus colonias, el doctor Solf postula que África es una avanzada de Europa. Rico almacén de primeras materias, de que Europa está exhausta. En realidad la que está exhausta de primeras materias es Alemania, quien tiene interés de asegurarse, sometidos a su economía, nuevos territorios productores. Es el caso que Solf identifica los interés de África con los de Europa, para sacar a salvo en primer lugar los de Alemania.

África tiene que ser distribuida, según un criterio de justicia. La situación actual no es producto de una evolución orgánica, sino de la arbitrariedad. Según Solf, el derecho a tener colonias se basa en las aptitudes colonizadoras y en la fuerza política de que un país disponga. Francia, Portugal y Bélgica, con escasa población, tienen colonias extensas ochenta veces mayores que las metrópolis, mientras que las de Alemania no corresponden a su fuerza expansiva.

Preocupa mucho a Solf el porvenir de los negros de África. No quiere reconocerles el derecho de decidir a qué soberanía han de pertenecer, si a la inglesa o a la alemana, aunque si les reconoce la substancia de seres de fines, es decir, que no pueden ser tratados como cosas. Y aquí el funcionario alemán aduce a Kant, en apoyo de su tesis, para justificar la afirmación como una exigencia ineludible de una escrupulosa concepción de la vida, que es puro patrimonio de Alemania. Claro que los bien entendidos intereses de la industria alemana tienen también su parte, pues dada la carencia de brazos en Alemania, hay que fomentar todo lo posible la raza negra, para aumentar las riquezas de la metrópoli, por medio de una sabia política de explotación.

Pero hay otro punto que interesa a Solf, y es el de la utilización de tropas negras en Europa. Y dado que a Alemania le es imposible disponer de estas tropas en sus frentes europeos, que bien lo haría si la ocasión le fuera dada, tiene empeño que en lo futuro tal cosa sea imposible para unos y para otros. Su argumento es sencillo. Desde el momento en que Alemania ha constituido en África sus colonias, en la forma de un conglomerado con fáciles comunicaciones, los ejércitos negros que forme en ellas, serán una amenaza para las otras colonias limítrofes y mantendrán atadas en África las tropas de otras potencias que no podrán ser enviadas a Europa. ¡Bonito programa, que se reduce a hacer el África teatro de las mismas luchas que hoy devastan a Europa! Pero esta es la buena fe y el amor a la paz que animan a Alemania. ¡Es claro que Solf añade que no tiene inconveniente en aceptar el desarme para África! En realidad no va tan lejos si no que se contenta con una equiparación de las fuerzas. Lo cual basta para los fines alemanes.

El interés de las declaraciones de Solf está en lo siguiente: Alemania se convence de que no puede concluir una paz en Europa insistiendo en la anexión de Bélgica. Pero por otra parte su Estado Mayor, la dictadura militar, y los pangermanistas, no quieren renunciar a una base naval que sería, como la costa de Flandes, amenaza perpetua de Inglaterra. En el discurso de Solf está apuntada la solución. Lo que no puede conseguirse en Bélgica, se tendrá en África, invocando el régimen de concierto y de Justicia como principios distributivos. Alemania tendrá en África un gran ejército colonial de costa a costa. Tendrá sus bases navales en dos mares. Organizará el país y establecerá, en lo posible, empresas industriales. Y África será un espejo de Alemania. Un núcleo peligroso. Una amenaza constante de la paz. Alemania dominará el mar y la navegación inglesa estará a su merced.

Esta es la verdad del plan de Solf, aunque lo encubra con Kant y con el interés alemán que no renuncia a dominar al mundo.