Agustín Heredia, soldado de esta legión, mi ahijado de guerra, muerto en campaña: ¡duerme en gloriosa paz tu descanso, y que no retorne tu espíritu, si ha de volver, hasta que la Patria sea digna de ti, que supiste morir en su honor!
¿No habrá laureles en la patria mía
para echarlos al paso de esta tropa
que fue a verter su sangre por Europa
ungiéndonos de honor con su hidalguía?
Por ella, por su heroica valentía,
podremos rechazar la amarga copa
que gentes de corona, sable y hopa,
nos brindan siempre llena y a porfía.
¡Queden vivos sus muertos, y radiosos,
por la luz de la Raza y de la Historia,
que tuvo España, en siglos más gloriosos!
¡Guarden las puras almas su memoria
venerando a estos hombres generosos
que hoy fulguran al sol de la victoria!
Rosario de Acuña y Villanueva
(nacida en Madrid en 1850)
Noviembre, 1918. Gijón.