Filosofía en español 
Filosofía en español


Intransigencia: O conmigo o contra mí
Acerca de un cursillo teatral nonnato

Intransigencia

O conmigo o contra mí
 

La admonición pastoral que, en su nombre y en el de los demás arzobispos, publica el primado en el Boletín Eclesiástico de su archidiócesis es verdaderamente edificante. El cardenal Segura rompe en ella una lanza contra tres instituciones y excita a los fieles a mantenerse apartados de ellas. No se trata en modo alguno de instituciones anticatólicas o antireligiosas, lo que explicaría la actitud condenatoria de los arzobispos. Son sencillamente instituciones que no hacen profesión expresa de fe religiosa ni están dirigidas espiritualmente por ningún sacerdote. Las tres instituciones citadas por el primado –que extiende por lo demás su anatema a todas las que tengan un carácter análogo– son el Rotarismo, el Lyceum Club y ¡las Ligas de Bondad!

La pastoral del cardenal Segura prueba que el clericalismo español conserva íntegras sus características tradicionales. En todas partes los católicos hacen esfuerzos por acomodarse a las exigencias de los tiempos nuevos y buscan puntos de contacto que les permitan colaborar con otros elementos en diversas esferas culturales, sociales o políticas. El catolicismo español es inmutable. Pasan los decenios y los siglos sin que su espíritu sufra alteración ni mudanza. Su lema sigue siendo el «o conmigo o contra mí». Su intransigencia, en vez de atenuarse, se acentúa. La sumisión del católico a las autoridades eclesiásticas ha de ser absoluta y abarcar todas las manifestaciones de su vida, sin que pueda librarse nunca de la tutela clerical.

Claro está que después de esto los colegas de la derecha seguirán imperturbables llamándonos sectarios e intolerantes a los demás. Bien es verdad que los demás, por nuestra parte, seguiremos encogiéndonos de hombros ante lo irremediable e incorregible. No puede darse mayor intolerancia. ¿Qué es lo que se reprocha en el documento aludido a las instituciones anatematizadas? Sencillamente su tolerancia. El hecho de que sean neutrales y admitan en su seno a todas las personas de buena voluntad, cualesquiera que sean sus creencias religiosas. Eso tan sólo es bastante para que los metropolitanos españoles prohíban a sus fieles el ingreso en tales asociaciones.

Resultaría un poco pueril que pretendiésemos dar lecciones a los prelados españoles. El cardenal Segura y sus compañeros sabrán qué es lo que conviene a los intereses de la Iglesia. Pero, no obstante, hemos de decir que su política nos parece peligrosa. Hay muchos católicos sinceros a quienes esta intransigencia resulta excesiva. Esos católicos creen que sometiéndose en lo puramente religioso a sus naturales autoridades pueden conservar en lo demás libertad suficiente para asociarse con personas que no compartan sus creencias y colaborar con ellas en la consecución de fines comunes. Estos católicos creen que su fe es bastante firme para no temer el contacto con gentes que pertenezcan a otras confesiones. ¿Es buena táctica restringir de tal manera el concepto de católico y establecer esa separación absoluta entre los católicos y el resto de la población? La Iglesia está atravesando momentos difíciles. Todos los conceptos tradicionales, no sólo los científicos, sino también los morales, se hallan sujetos a revisión. ¿Le conviene en estas circunstancias aferrarse a su intransigencia y mantener en todo su vigor la alternativa «O conmigo o contra mí»? El ejemplo de Austria, donde en poco tiempo han salido de la Iglesia más de 100.000 católicos, demuestra que puesto así el dilema hay muchos fieles que no tienen inconveniente en optar por el segundo término.

Acerca de un cursillo teatral nonnato

Dimiten el presidente de la Asociación de Estudiantes Católicos universitarios y otros miembros directivos

Solicitado a dar una conferencia un compañero nuestro, y una vez puntualizado, naturalmente, que disfrutaría en ella absoluta libertad de pensamiento, aceptó el encargo.

Hoy recibe la siguiente carta, que no deja de ser interesante:

«Distinguido señor nuestro: Cuando habíamos organizado completamente el cursillo de conferencias acerca de Teatro contemporáneo, en el que teníamos el honor de que figurase usted, hemos recibido la decisión del eminentísimo y reverendísimo cardenal primado prohibiendo desfilen por nuestra tribuna los autores dramáticos y los escritores alejados de nuestro campo. En esta prohibición entran, por lo tanto, casi todos los conferenciantes, que eran, aparte de usted, los señores Benavente, Sassone, Marquina, Millán Astray (Pilar), Arniches, Ardavín, Maura, Suárez de Deza, Rivas Cherif, González Ruiz y Sáinz Rodríguez.

Ante este criterio, que respetamos, pero no compartimos, nos hemos visto en el trance de darnos de baja en la Asociación de E.E. C.C. de Filosofía y Letras, determinación en la cual nos han seguido numerosos compañeros.

No obstante este contratiempo, si hallásemos forma de realizar el proyectado cursillo seguimos contando con la valiosa cooperación de usted.

Aprovechamos la ocasión para ofrecernos suyos atentos amigos y seguros servidores, q. e. s. m., Guillermo Guastavino, ex presidente de la Asociación de Estudiantes Católicos de Filosofía y Letras.– Augusto A. de Avilés, ex presidente del Círculo de Estudios de dicha Asociación.– Tomás Gómez Infante, ex bibliotecario general.»