Filosofía en español 
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Enrique Matorras, ex secretario del Comité central de Juventudes comunistas, confiesa públicamente su conversión

“La Verdad, la única está en Cristo.” - Un reto al rectificar. - Un llamamiento a los que todavía viven en sombras y un saludo a los nuevos compañeros de la Federación de Sindicatos Católicos de Madrid

Don Miguel Garrido, presidente de la Federación de Sindicatos Católicos de Madrid, nos entrega, personalmente, esta mañana, el siguiente documento, importante, consolador, precioso, cordial.

Se trata, el lector va a verlo, de una rectificación, de una conversión. Se trata del que fue secretario del Comité Central de Juventudes Comunistas, que al cabo de una labor activa, intensa, cuando va enterándose, comprendiendo, vuelve los ojos, el corazón y el alma a la Luz.

Nada como las propias palabras de Enrique Matorras, para conocer el camino seguido desde la Oscuridad a la Claridad, del Comunismo al Catolicismo. Pero antes de consignarlas, un abrazo, una bienvenida, una felicitación al ex secretario del Comité Central de Juventudes Comunistas.

Dice así:

Rectificando

Al cabo de un período de cuatro años de vida agitada, ideas erróneas y hechos contrarios a la Religión de Cristo, me cabe hoy el gran placer de confesar públicamente mi conversión y anunciar mis propósitos.

Un poco de historia. La situación de la clase obrera española en estos últimos años ha pasado por una época de agitaciones sin cuento que impelían a muchos a las filas de las organizaciones extremas, pensando que en ellas iban a encontrar remedio sus calamidades, satisfacción sus inquietudes y estímulos sus entusiasmos.

Uno de tantos jóvenes, lanzados prematuramente al ajetreo de la vida, con más ansias locas de superación, prendieron pronto en mi inquieto cerebro las fórmulas fáciles, elaboradas para una simple digestión, de las ideas comunistas.

Entregado por completo a la organización, iba adquiriendo poco a poco experiencia de la lucha social, tan ruda, y según me adiestraba en los pormenores y recovecos de la actuación pública y sindical, iba al mismo tiempo sufriendo desengaños, los que achacaba a los hombres. Pero hoy no. Hoy sé, estoy completamente convencido de que la causa de ellos son las ideas.

Toda organización, para existir, necesita un ideal, un programa, una base. Cuando esta base no está en un contenido moral elevado, cuando en lugar de sentimientos de solidaridad, de amor, de sacrificio, ofrece como postulados sentimientos de odio, de lucha, de venganza, de interés puramente material, esta organización forzosamente es terreno abonado a todos los vientos, semillero de todas las rebeldías y cama propicia a todas las pestes.

En estos instantes recuerdo con pena las horas pasadas. Tiempo perdido en renegar de aquello que es nuestra propia vida, de aquello sin lo cual no existiríamos, de aquello que es todo en sí: de Dios. ¡Cuántos sacrificios perjudiciales! ¡Cuántas esfuerzos perdidos tras de la verdad, y la verdad no estaba allí!

La verdad, la única verdad existente está en las doctrinas de Jesús, todo amor, todo humildad, todo corazón con sus mismos enemigos. ¡Cuán distinto estaría el mundo si no se hubiera apartado de estas doctrinas!

Hoy reto a todos aquellos que me conocen, a todos los que han cooperado conmigo en el error, a discutir:

Primero: La existencia de Dios.

Segundo: La falsedad de la Religión Católica.

Tercero: La condenación de la propiedad privada.

Cuarto: La conveniencia de la lucha de clases.

Sé que esta rectificación de mi pasado, que esta retractación pública me costará insidias, insultos, calumnias y todo cuanto es capaz de arrojar un corazón materialista; pero no me detengo. La obligación de los que comprendemos el error es rectificarlo, y no sólo teóricamente, sino en la práctica, en la vida cotidiana, en todos los problemas actuales.

“Mucho se exigirá al que mucho se le ha dado”. “Si el mundo os aborrece, sabed que primero que a vosotros me aborreció a Mí”.

Estas palabras de nuestro Divino Maestro hemos de tenerlas muy presentes los católicos, y ellas son el mejor exponente de lo que hemos de hacer.

Me dirijo principalmente a todos aquellos que todavía están fascinados y sojuzgados por los mercaderes de la política, y les digo: reflexionad, pensad por vosotros mismos, estudiad vuestro fondo, y tengo la seguridad de que encontraréis la luz. Una luz de aurora celestial que envolverá vuestras almas y satisfará vuestras inquietudes. Ese día tened presente vuestro deber y también la seguridad de que seré vuestro leal compañero, como antes lo fui. Pero si os obstináis, si pretendéis incluso realizar alguna de vuestras acciones alevosas, sabed también que en cualquier terreno nos encontraremos.

Y ahora a mis nuevos compañeros de los Sindicatos Obreros Católicos: ¡Salud, amigos! ¡Salud, verdaderos y esforzados camaradas! Con la ayuda de Dios, contad con mi pobre e inútil persona para los fines de la organización.

Enrique Matorras
Ex directivo del Comité Central de Juventudes Comunistas.