Filosofía en español 
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Luis Dellepiane, Conducta argentina ante la crisis de Europa   [1 - 2]

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Conferencia dada en F.O.R.J.A. el 14 de Setiembre de 1939

Los últimos años han caracterizado una potente inquietud en todos los pueblos americanos, en el sentido de valorar desde América, el origen de sus padecimientos y fracasos. Al perderse la ruta de la emancipación autóctona todo aspecto revolucionario fue alimentado por doctrinas exóticas, producto del aluvión inmigratorio, tanto de la cultura como de los hombres. La rebelión de los pueblos americanos quedó así condicionada a las oscilaciones de la contienda en los pueblos opresores, y, la pretensión de los doctrinarios, no se dignó contemplar la miseria del hombre americano, ni la abolición de su destino.

Pero, estos últimos años, han cambiado el sentido de la lucha. Si la intuición de Irigoyen creadora de la Unión Cívica Radical, promovió en el pueblo, la única movilización autóctona de defensa, la ignorancia de hechos elementales, fue el valioso factor que aprovecharon los usurpadores que, al servicio del imperialismo extranjero, condicionaron su fracaso.

Los políticos pedestres, que creen, en los momentos de crisis revolucionaria que el mundo vive, que el drama de la política es sólo el drama del presupuesto, podrán mal hablar de los presupuestos de Yrigoyen y de ciertos aspectos de su capacidad de gobernante. Pero si la guerra del 14 al 18 fue el acontecimiento histórico culminante de los días pasados, nada representa para los pueblos americanos el más lato sentido de su cabal defensa, como la neutralidad argentina, impuesta en esa ocasión por Hipólito Yrigoyen. La neutralidad argentina no fue una actitud limitada por una conducta egoísta que se aprovechara de las circunstancias; abarcará en el futuro toda una etapa de la historia argentina que culminará con la Revolución Emancipadora, cualesquiera sean las alternativas, que una sumisión impuesta por el triunfo de los intereses imperialistas gestores del motín de septiembre, haya traído para nuestro pueblo.

Los hechos que sucedieron al motín, vulneraron en tal forma la soberanía y dignidad del pueblo argentino que hasta algunos de los que contribuyeron a derribar a Yrigoyen, empezaron a comprender lo que significaba. Desde el 6 de septiembre y mediante el levantamiento de la abstención, los usurpadores encumbrados por el imperialismo yanqui y copados luego por el inglés, fueron instrumentos de nuestro total vasallaje económico, que convirtió a Argentina en una colonia de Gran Bretaña.

¡Para la venalidad izquierdista y la de los ingentes de la pseudodemocracia fue y sigue siendo la paulatina vuelta a la normalidad constitucional!

El levantamiento de la abstención nos congregó en F.O.R.J.A., baluarte no entregado y con la bandera clavada al tope del mástil.

Compañeros nuestros dedicaron estos años a la minuciosa investigación del drama argentino, posponiendo con inigualado heroísmo todo interés personal a la defensa de nuestro pueblo. Así aparecieron uno a uno, trabajos que podemos calificar de memorables, porque exhibieron por primera vez desde la independencia frustrada y arrancando de la misma las artimañas inglesas para colonizarnos a su arbitrio.

Debemos destruir a Europa opresora dentro de nosotros mismos

La reacción provocada en los argentinos honrados es evidente, como asimismo la lentitud en la formación de la conciencia revolucionaria que movilice al pueblo para el estallido liberador. ¡Es que Europa opresora se defiende dentro de nosotros mismos! Sus formas religiosas, políticas, económicas y sociales que condicionan la beligerancia de sus distintas parcialidades, encuentran eco en la subconciencia del hombre americano. Su principal deber es anularlas por completo, porque para combatir la influencia opresora de Europa es necesario destruirla dentro nosotros mismos.

Dije vez pasada, que el espíritu americano, no puede ser abarcado por las formas religiosas, políticas, económicas y sociales de Europa. Todo lo que de Europa viene ha sido vehículo de opresión para América.

Cada argentino que siente que América es una afirmación antieuropea, no puede permanecer subordinado a las parcialidades de Europa, si inconfesadas, más nocivas. El anatema que escuchamos en muchos labios de los que reaccionan en forma primaria sin hacer abjuración de sus parcialidades europeas, importa, este inmenso peligro para la revolución americana: la opresión de Europa no necesitará de europeos; le bastará con nuevos servidores americanos puestos al servicio de una forma autóctona de opresión.

El bienestar de Europa se basa en la miseria de los pueblos coloniales

Europa elaboró durante siglos una cultura y una técnica que proporcionó deleite a cierto número de privilegiados y que sumió en la miseria a sus pueblos primero y al mundo colonial después. La miseria del mundo colonial por la explotación imperialista, posterga en los pueblos imperiales la revolución niveladora, porque el mejor “standard” de vida de los mismos se fragua con la miseria de los pueblos coloniales. El mejor “standard” de vida del hombre europeo, está en proporción directa con su vinculación a un sistema imperial de dominio. Voy a enunciar un ejemplo evidente: el señor Chamberlain proclamó jactanciosamente ante el mundo, que el pueblo inglés, al entrar en la guerra actual, no estaba racionado con el pueblo alemán. Es que para que el pueblo inglés no esté racionado, están racionados y en la miseria el hindú, el egipcio y el argentino. Y a su vez, para romper el racionamiento de su pueblo, es que lucha el señor Hitler que busca reemplazar a Inglaterra en el dominio imperial del mundo.

Los comandos de Europa condicionan así el bienestar existente o en ciernes de sus pueblos, sobre la miseria de los pueblos del mundo colonial y en esto todas las ideologías están de acuerdo.

Cualesquiera sean las alternativas de los movimientos revolucionarios de Europa, tienen un límite infranqueable: toda su capacidad de lucha termina cuando corre peligro el bienestar del hombre europeo.

El “izquierdismo” enerva las fuerzas revolucionarias autóctonas

Para no complicar la exposición con el análisis de los distintos sectores revolucionarios de Europa, por otra parte, confundidos ahora en evidente beligerancia militarista y guerrera, vamos a calificarlos con la palabra que como una epidemia, enervera todos estos años, la movilización revolucionaria autóctona de los pueblos americanos; esta palabra es izquierdismo. No voy a comprender en mi condenación a los hombres honrados que estimulan su capacidad de lucha a favor de los pueblos llamándose a sí mismos izquierdistas. Hasta el menos avisado comprenderá después de oírme el sentido de mi denuncia, ya que quedará bien claro que sólo me referiré a aspectos de una de las más desalmadas especulaciones politiqueras que hayan anulado la capacidad de defensa de los pueblos.

Los “izquierdistas” ingleses y franceses hablaron de la libertad y la justicia, cuando el pueblo español fue asesinado desde el aire por el nazi-fascismo. Quedó sólo de manifiesto su impotencia para derribar los respectivos capitalismos opresores, que les hubiera permitido ayudar al pueblo español. Al mismo tiempo la alharaca “izquierdista” reportaba pingues beneficios electorales para los comandos, cuyos ataques al imperialismo, fueron ineficaces hasta en el zarandeado aspecto parlamentario. Ni el señor Chamberlain, ni el señor Daladier, representantes de intereses imperiales, no sólo en Francia e Inglaterra, sino también en la misma Alemania, fueron conmovidos por el ataque “izquierdista” subordinado ahora como en 1914 a los peores intereses comerciales del imperialismo, en el asesinato sin tregua de los pueblos.

El “izquierdismo”, representa así un producto imperialista de exportación, que intenta infundir en los pueblos americanos la misma confusión que lleva a los desdichados pueblos de Europa a batirse por sus opresores.

El “izquierdismo” es, en Argentina, el pasquín subvencionado por empresas extranjeras, el electoralismo corruptor, y hasta el aristócrata que por traición se ha apoderado del comando de la Unión Cívica Radical.

Su aspecto formal de promover la libertad y la justicia está en proporción directa con la esclavitud de los pueblos americanos. El “izquierdismo” representa en Argentina y América la sumisión de la conciencia revolucionaria autóctona a una media tinta de beligerancia por Europa. Ya hemos dicho que la pelea hay que hacerla en América, y entonces no nos causaría sorpresa ver a la mayoría de estos “izquierdistas” combatir al pueblo americano aliados con sus opresores. El “izquierdismo” argentino fue cómplice del levantamiento de la abstención y despreció con jactancia de una semicultura europea, al hombre argentino, substancia prístina de la Unión Cívica Radical. Lo despreciamos a nuestra vez por anti-argentino y anti-americano, y no nos asombra que la mayoría de los participantes de su propaganda naden en la abundancia, exactamente igual que sus congéneres europeos.

El “izquierdismo” desde Versalles…

Es interesante analizar la evolución del “izquierdismo”, desde Versalles hasta nuestros días. Vencida Alemania en la guerra, el Tratado de Versalles quedó impuesto como la ley del vencedor. La social-democracia alemana, que para cohonestar su apoyo al militarismo prusiano, pretendió tener fuerza suficiente para gravitar como fuerza revolucionaria concluida la guerra, tuvo el apoyo ideológico y político de los militantes del “izquierdismo”.

El primero en erigirse defensor de la Alemania vencida, fue el Sr. Lloyd George{X}, actual propugnador de la exterminación del nazismo, surgido por la constante traición que Inglaterra hiciera a Francia, en el cumplimiento del Tratado de Versalles. Esta es una de las traiciones de Inglaterra que Hitler se cuida muy bien de mencionar. Hitler tuvo el apoyo del capitalismo inglés, que creía que una Alemania gobernada por Hitler, si bien disminuía el prestigio y poderío francés, representaba un baluarte contra la Rusia staliniana y este es uno de los aspectos tragicómicos de la actual crisis europea. Desde el Vaticano hasta el último reaccionario auspiciaron al Sr. Hitler como campeón del anti-comunismo, e inesperadamente el señor Hitler, se les escapa de las manos consumando una alianza bien equívoca por cierto y llena de futuras sorpresas con el Soviet. El “izquierdismo”, entonó en su oportunidad el canto fúnebre a la socialdemocracia alemana aplastada por Hitler, movilizando una gran propaganda internacional, para exigir la vuelta a Versalles y lo asombroso es que, toda esa propaganda internacional del “izquierdismo” estaba dirigida por Moscú, cuyas consignas del “Frente Popular” y del “Antifascismo” fueron la única posibilidad de lucha que el “izquierdismo” ofreció a los pueblos coloniales. Stalin, acusado por Trotsky de traicionar a la revolución comunista transformándola en revolución nacional, le opuso como acción internacional la consigna “Antifascista”.

El “Antifascismo” apareció así como el primer deber del luchador revolucionario. Sus concomitancias con los imperialismos opresores, no debían ser óbice para la colaboración de los pueblos oprimidos. Que los aspectos autóctonos de liberación quedaran sometidos al tono mesiánico impuesto por Moscú tampoco tenía importancia. Comenzó entonces la pululación de propagandistas sui géneris, encargados de misiones tan peligrosas que los llevaba a utilizar nombres supuestos en las conversaciones más triviales, quedando siempre como una consecuencia irrevocable, que sólo los iniciados en las trasmisiones de Moscú tenían capacidad para dirigir a los pueblos en lucha. Ahora, podemos recordar la suficiencia sólo igualada con la incapacidad que tales emisarios exhibieron en la crisis del pueblo español. Allí consiguieron por una sumisión inexplicable la dirección total de la lucha, y cuando se produjo la advertencia de su ineptitud y de su inmoralidad, ya era tarde; el pueblo español estaba vencido.

Ahora, justifican la vuelta a Versalles, que combatieron haciendo táctica de infiltración y pregonan que el nazismo debe ser despedazado, sin hacer condenación expresa de los imperialismos opresores de América. Algunos, fingen condenar la conducta de Stalin; otros, pretenden justificarla como un sacrificio por la paz. Hay que destruir por todos los medios esta táctica cobarde, inmoral y pedante; industria costeada con dinero imperialista, qua llevó a sus paniaguados; a condenar a F.O.R.J.A. en su campaña por la neutralidad, en virtud de que era necesario apoyar a Inglaterra y Francia contra el nazismo, para que quince días después, al sorprenderles Stalin, con el pacto germano-ruso, volvieran circunstancialmente sin empacho y a la espera de la nueva consigna, a la condenación de los imperialismos, de acuerdo a los lugares comunes de un marxismo de quiosco. ¡Pero no sabemos cuánto tiempo el “izquierdismo” no será dirigido por Moscú; ahora depende directamente de Inglaterra!

Este rotundo planteo de un aspecto que aparece como elemento esencial de las posibilidades de lucha por la justicia y la libertad, no significa dejar un flanco propicio, para que los partidarios de tendencias prusianizantes y germanófilas puedan sacar alguna ventaja.

El recio ataque que llevamos al imperialismo inglés, hace que los que lo combaten desde un punto de vista reaccionario, pretendan confundirnos en su parcialidad. Empiezan por provocarnos repugnancia física, los que advirtiéndolo o no arrastran consigo tamañas desviaciones. Si hemos tardado años y sufrido miserias sin cuento, para descubrir las sinuosas artimañas de Inglaterra, ¿cómo no vamos a advertir el peligro directo de un nazismo imperial victorioso? Por otra parte, la acción directa de opresión no es patrimonio del capitalismo alemán. Sin acudir a ejemplos extraños a América, la intentó Inglaterra en 1806 y 1807: el bonapartismo de “Napoleón el Pequeño” en Méjico; como así también en Méjico, el imperialismo yanqui conducido por el candoroso míster Wilson y el mismo imperialismo en Panamá, Cuba, Puerto Rico y otros pueblos de Centro América y el Caribe. La amenaza directa, es la que se ve, la que enardece de inmediato a los pueblos en peligro y si estamos maduros para combatir la habilidad de Inglaterra, ¿cómo no vamos a estar dispuestos a hacerlo con el nazismo brutal, que careciendo de habilidad amenaza al mundo?

Para apoderarse de Cuba, el imperialismo yanqui recurrió a una de las maniobras más siniestras en la historia de las depredaciones: acusó a España sojuzgadora en esos momentos de Cuba, de la catástrofe del “Maine”, y sobre esa aventura de piratería ejecutada fríamente sobre sus propios marinos, el imperialismo yanqui inició la explotación del pueblo cubano hasta apoyar ahora al “democrático” sargento Batista, recibido con todos los honores en un reciente viaje a Norte América, por el presidente Roosevelt.

Esta digresión sobre el imperialismo yanqui se relaciona con el peligro nazi en el caso de que surgiera victorioso en la actual contienda.

Sospechosa neutralidad yanqui y de los usurpadores americanos

Antes teníamos que ser ingleses para defendernos del peligro alemán, ahora tenemos que colocarnos bajo la protección de los EE.UU. de Norte América, que permanecen astutamente neutrales. La auténtica neutralidad de Yrigoyen, fue jaqueada en su oportunidad por EE.UU. de Norte América, y ahora éstos pretenden conducir la neutralidad americana. Para asumir tal responsabilidad el imperialismo yanqui, aparece como la máxima expresión de la democracia en el mundo.

Una publicidad intencionada, exhibe a Roosevelt, como solidario con Inglaterra y Francia, pero jaqueado en el aspecto interno por los intereses de la plutocracia yanqui. Admitiendo la sinceridad de Roosevelt, es evidente que después de él puede venir un nuevo Hoover, defensor desembozado de los intereses de la plutocracia del Norte. La neutralidad yanqui, es un nuevo intento de los intereses comerciales de Norte América, para reemplazar a Europa en la explotación total de nuestra América. De aquí, que no nos asombre la facilidad con que han respondido los usurpadores del poder en los pueblos americanos a esta intempestiva convocatoria de neutralidad. El señor Ortiz, por ejemplo, dirigiéndose a las fuerzas de aire, mar y tierra de la Nación Argentina, anticipa que nuestra intervención en la guerra puede ser una fatalidad inevitable. Desencadenado el conflicto se apresura a hacer una declaración de equívoca neutralidad. Para nosotros, el peligro de nuestra intervención ha aumentado. ¿Quién que no esté advertirlo de las maniobras del imperialismo que nos oprime y de sus cómplices, podrá acusar mañana al gobierno usurpador si cambia de actitud, de no haber hecho todo lo posible para evitarlo?

La tarea frente a este nuevo peligro, es la de luchar por la formación de las fuerzas revolucionarias emancipadoras de nuestros pueblos oprimidos. Tenemos que superar la anhelosa cobardía de los que buscan la protección en los actuales o en los posibles opresores. Una empresa de liberación nos aguarda y estamos dispuestos a crear las fuerzas incontrarrestables de la Emancipación Americana.

Indiferencia del hombre europeo ante el drama de los pueblos americanos

La neutralidad del hombre americano, fuera de imponerse como deber revolucionario, es también la consecuencia lógica de la indiferencia del hombre europeo y de su falta de solidaridad con el drama de nuestros pueblos.

Las ideologías revolucionarias de Europa, a más de disgregar el frente revolucionario de lo que se llama proletariado, nunca pudieron superar el aspecto nacional y hasta “chauvinista” en los momentos de crisis guerrera. En cambio el hombre americano, apasionado por el destino de la justicia y de la libertad, se olvida de sus padecimientos originados por la explotación imperialista de Europa y de Estados Unidos de Norte América, que beneficia en cierta forma a sus pueblos, y se conmueve hasta la beligerancia, dando su solidaridad a los sectores imperialistas que ostentan la apariencia de defender aquéllos ideales. Y así se produce esta contradicción dramática: los pueblos de Europa, son mucho más neutrales frente al conflicto al cual son conducidos por las direcciones capitalistas que los pueblos americanos. Es evidente que ningún pueblo de Europa quería la guerra, mientras que en América una publicidad tan tortuosa como gigantesca intenta confundir al hombre americano manteniéndolo excitado frente al conflicto.

En cambio, cuando de América se trata, las mismas fuerzas propulsoras ahora de la excitación, movilizan toda posibilidad de inhibición y confusionismo.

América vivió no ha mucho una tragedia en que dos pueblos hermanos se desangraron movidos por sectores imperialistas. No fueron el fascismo ni el nazismo, quienes gestaron esa tragedia: fueron Inglaterra y Estados Unidos de Norte América. La pseudo-democracia, el “izquierdismo” y los comandos revolucionarios de Europa, se guardaron muy bien de agitar a los pueblos denunciando a los culpables. Nunca la farsa de la publicidad al servicio de las tituladas democracias capitalistas fue más equivoca ya que no sólo ocultaba a los responsables del conflicto sino que aprovechó el momento para hablar del peligro de la infiltración nazi en Sudamérica. Y, por una coincidencia de lógica implacable, los pueblos americanos fueron paulatinamente sojuzgados por usurpadores, que reunidos en congresos, pontificaron sobre la necesidad de defender la democracia en el mundo. Es el comento de los Alessandri, de los Benavidez, de los Justo, de los Batista, de los Vargas, de los Terra y de los Ortiz. Roosevelt, no vaciló en colaborar con semejantes demócratas y así la Paz del Chaco, tregua de piratas internacionales para defenderse del nuevo pirata que se erguía amenazante fue para los pueblos confundidos el ansiado final esperado, que traía la paz a dos pueblos hermanos.

Incapacidad de las ideologías de Europa

Para destacar la incapacidad de las ideologías revolucionarias de Europa, en sus proyecciones internacionales, en las crisis de guerra, que coincide con la sensibilidad internacional de nuestros pueblos oprimidos que generosamente se olvidan de su propio drama para participar en las mismas, voz a referir escuetamente la historia de la actitud del marxismo, en la crisis franco-prusiana de 1870. El marxismo no estaba dirigido entonces por segundones sin prestigio; nada menos que Marx y Engels imponían casi sin resistencia su omnímoda voluntad. “Napoleón El Pequeño”, envuelto por Bismarck, en la estratagema del telegrama de Ems, declaró la guerra a Prusia. El pretexto de ignorar la maniobra de Bismarck, rigió la conducta de Marx, ya que le permitió suponer que Prusia había sido la atacada.

En una carta de Marx a Engels, de julio de 1870, dice Marx: “Es necesario dar una lección a los franceses. Si el prusiano se lleva la victoria, la centralización del poder del estado será en favor de la centralización de la clase obrera alemana. Si los alemanes ganan terreno, el centro de gravedad del movimiento obrero de Europa Occidental se desplazará de Francia a Alemania. Es suficiente comparar el movimiento en los dos países, desde 1866 a nuestros días, para convencernos cuan superior es la clase obrera alemana, en el dominio de la organización y de la teoría, sobre la francesa. Su predominio en una escala mundial sobre los franceses, significaría simultáneamente el predominio de nuestra teoría sobre la de Proudhon y otros.”

Siempre aparentando ignorar la maniobra de Ems y apareciendo aquí bien claro que el pretexto de no sublevar al proletariado alemán, era la apariencia de una Francia provocadora de la guerra, escribe Marx el 27 de julio de 1870: “Si la clase obrera alemana permite que la guerra actual pierda su carácter exclusivo de guerra defensiva, si la deja degenerar en una guerra contra el pueblo francés, la victoria o la derrota le serán igualmente funestas”.

Pero cada vez que los revolucionarios entran en el juego de los opresores, son derrotados y así no causa sorpresa leer el manifiesto que el Partido Socialista Obrero Alemán, advirtiendo el peligro, pero ya impotente, lanzó el 5 de setiembre de 1870: “Protestamos contra la anexión de Alsacia y Lorena y estamos seguros de hablar en nombre de la clase obrera alemana. En interés de Francia y Alemania, en interés de la paz y la libertad, en interés de la civilización occidental, los obreros alemanes no sufrirán pacientemente la anexión de Alsacia y Lorena”… ¡Y la sufrieron hasta 1914 cuando tuvieron que luchar de nuevo al servicio del militarismo prusiano!

Bebel y Liebknecht, de acuerdo con las indicaciones de Marx y Engels si bien no votan en el Reichstag los créditos de guerra, no se oponen a los mismos. Luego Bebel en sus “Memorias”, declara que de haber conocido el telegrama de Ems, hubieran votado en contra en lugar de abstenerse.

En cambio, el proletariado francés de la sección parisina de la Internacional, dio un manifiesto frente a la guerra, que expresaba entre otras cosas: “Trabajadores franceses, alemanes, españoles, que nuestras voces se unan en un grito de reprobación a la guerra. La guerra, por una cuestión de preponderancia o dinastía, no puede ser a los ojos de los trabajadores más que un absurdo criminal”. Y fue esa sección parisina de la Internacional, la que sublevándose dirigió las luchas de la Comuna.

Del análisis de las anteriores actitudes hecho con fría imparcialidad queda bien claro:

1º.) Que los dirigentes del marxismo fueron impotentes para impedir que la titulada guerra defensiva de Prusia, se transformara en una guerra ofensiva contra el pueblo francés.

2º.) Que el aspecto mesiánico de Marx, al atribuirle a su doctrina superioridad sobre la de “Proudhon y otros” marca una vez más la disgregación y el anhelo de preponderancia de las ideologías revolucionarias de Europa.

3º.) Que los dirigentes marxistas y los de las ideologías revolucionarias de Europa, salvo excepciones, posteriores a Marx, en todos los pueblos, frente a las crisis guerreras, ha sido exactamente la misma: en lugar de sublevar a los pueblos, los han puesto al servicio de los respectivos militarismos no asombra observar que las declaraciones de la social-democracia alemana, ante la guerra de 1914-18, coincidan exactamente con las de Marx en la crisis franco-prusiana de 1870.

4º.) Que la convicción de Marx sobre la madurez del proletariado alemán para la revolución, consecuencia de la suficiencia científica de su doctrina, le impidió considerar las posibilidades del proletariado ruso, el último para él capaz de realizarla, dado su atraso y su falta de organización.

¡Tampoco Marx, como el paganismo en decadencia, se inquietó ante la posibilidad del Dios desconocido!

¡Qué no podrá hacerse el día, en que los pueblos americanos, dediquen su ardiente sensibilidad a batirse por sus propias miserias, sin dejarse gobernar por doctrinas revolucionarias exóticas, impotentes ante el planteo de lucha de los imperialismos!

El espíritu americano flota inasible sobre la soledad americana

Los pueblos americanos deben aprender en la trágica experiencia de estos días. Las ideologías revolucionarias de Europa disgregan las fuerzas revolucionarias en lugar de unirlas y llevan a sus líderes enconados entre sí más que con el enemigo, a acusaciones de mutua traición, plato favorito en el banquete de los opresores.

Yrigoyen, avizoró en la Unión Cívica Radical Argentina, la unión del pueblo para la lucha emancipadora, identificando a todos los hombres en un anhelo común de libertad y de justicia. La pedantería doctrinaria europeizante, de acuerdo con su jerga, calificó al radicalismo como una fuerza burguesa y centrista. Y mientras los ideólogos a la europea, se debaten al servicio de los intereses imperialistas, y de las consignas stalinianas dispuestas a rectificarse ante cualquier contingencia, nosotros los radicales de F.O.R.J.A., luchamos sin desmayo por la revolución emancipadora del pueblo americano.

La neutralidad de América no es sólo un planteo de lucha para su emancipación; surge de la tierra nutricia. Para los extranjeros que no arraigan en la tierra americana, América no es una entidad originaria; representa sólo el aposentamiento material del europeo en trance de mejoramiento económico.

Pero hay una neutralidad americana que todo hombre siente, con sólo dejar gravitar un instante la fuerza de la tierra. ¡Y es la neutralidad de América abolida!

La conquista política y religiosa, abolió a los pueblos originarios, y a sólo cuatro siglos, los que anhelan saber lo que fuimos, inclinan su afán sobre calcinados residuos de construcciones y de huesos confundidos en el estertor de pueblos en agonía. Así Europa, inició la destrucción de América como si intuyera las posibilidades de resistencia a su instinto opresor, que había en lo que no alcanzaba a comprender del ambiente americano. Los conquistadores llevaron oro a Europa, pero no todos los conquistadores se enriquecieron y su pobreza los fijó a la tierra americana. Surge entonces un nuevo hombre, mestizo de indio y europeo, que monta sobre el lomo de los caballos salvajes y que sólo encuentra un destino cuando lo fija la lucha de la emancipación americana. Anduvo errante hasta la empresa heroica y convertido en montonera rugió, cabalgó y peleó impulsado por un auténtico anhelo de libertad. Pero también el hombre de a caballo fue abolido, mientras se acrecentaba el dominio material de la opresión de Europa. Europeos fracasados huyen de Europa, buscando nuevos horizontes para sus anhelos humanos; y se encuentran en América con la opresión de Europa. Así aparece una nueva autoctonía: la del hijo del inmigrante que no encontró los nuevos horizontes. Ahora yacen confundidos, los residuos indígenas y rezagos paisanos, en un fracaso común con el hijo del inmigrante.

¡Pero la culpa no es de la tierra nutricia sino de los que la venden!

Los nuevos horizontes, no son la limitación del ámbito por un círculo de fracaso sin esperanza. Hay que buscar la ruta de los nuevos horizontes. La rapacidad invasora y los traidores nativos borraron su huella, hasta que Yrigoyen rastreador y baqueano, se levantó del suelo para señalar el rumbo. Estamos al comienzo de la huella que él iniciara, dispuestos a empezar de nuevo. El espíritu americano, flota inasible sobre la soledad americana, y sólo se aposentará, cuando encuentre servidores auténticos de genuina capacidad creadora ¡Ante Europa en crisis, proclamamos nuestra fe en el destino de América, para la redención del hombre!

——

{X} Declarada la guerra, el señor Lloyd George, nos da una prueba de su versatilidad. Después de atacar a Chamberlain, por no proceder con energía frente a Hitler, se nos presenta ahora como el único político inglés que aboga porque se tengan en cuenta los ofrecimientos de paz del “führer”. No perdemos la esperanza de que nos vuelva a sorprender con un nuevo cambio de actitud.

El deber argentino ante la guerra
La Junta Directiva de F.O.R.J.A., ante los graves acontecimientos europeos,

Considerando:

La vacancia en que se halla la representación del pueblo en el Estado, en las actuales circunstancias, y la posibilidad de concertación de compromisos internacionales con un país que, aunque americano y neutral, tiene intereses y política imperiales, como las naciones en guerra;

Y el abandono hecho de la política internacional de Hipólito Yrigoyen por los dirigentes electoralistas de la Unión Cívica Radical, en reiteradas manifestaciones y en actitudes parlamentarias y partidarias, coincidiendo con una agitación de otras fuerzas políticas, tendiente a perturbar la prescindencia argentina en el conflicto;

Resuelve:

En resguardo y defensa de la Nación Argentina, de la que el radicalismo fue y debe ser custodia permanente, asumir la representación del auténtico pensamiento radical.

Declarando:

Que ante la crisis de Europa, conflicto de imperialismos, organizados los unos bajo apariencias democráticas y los otros bajo rótulos totalitarios, la Argentina, sometida por su enfeudamiento a condición de colonia inglesa y de las plutocracias internacionales, debe activar la formación de su conciencia emancipadora y la organización de las fuerzas que la libertarán de toda dominación o penetración extranjera, ya se estructuren éstas bajo la forma disimulada y hábil del manejo de la economía y la cultura, como actualmente, o bajo la forma violenta de la agresión y el dominio militar, como podría sobrevenir mañana según la suerte de la guerra desencadenada.

Que esa es la empresa común de todas las naciones de América oprimida, como lo fue en la hora heroica de su surgimiento, que se realizará por la acción conjunta de sus pueblos para el cumplimiento de su destino libertador.

Que cualquiera sea nuestra solidaridad con los pueblos arrastrados a la guerra por la mentira o la fuerza, tal solidaridad no amengua la conciencia de que más doloroso que la actual tragedia de Europa es la agonía de los pueblos coloniales o sometidos, condenados a muerte lenta por la explotación imperialista, conciencia que nos impone como primer deber la lucha por la redención de nuestros propios pueblos.

Que es condición indispensable de esa lucha, el mantenimiento de nuestra integridad que sería quebrantada si los argentinos se dividiesen en parcialidades extrañas; si gravitase en ella la influencia de cualquier potencia imperialista, eventualmente neutral; o cediera a la presión de hechos creados deliberadamente para provocar la intervención en la guerra, con el sacrificio de nuestra juventud, la definitiva consolidación de la sumisión económica y la pérdida de toda posibilidad emancipadora.

CUADERNOS DE F.O.R.J.A.
(Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina)

Redacción: LAVALLE 1725     U. T. (35) Libertad 1835 y 2128

Cuaderno n°. 1

“Política Británica en el Río de la Plata”, por Raúl Scalabrini Ortiz

Cuaderno n°. 2

“El Pensamiento Escrito de Yrigoyen”, por Gabriel del Mazo

Cuaderno n°. 3

“La Coordinación de los Transportes”, por Amable Gutiérrez Díez

Cuaderno n°. 4

“Petróleo e Imperialismo”, por Raúl Scalabrini Ortiz y Luis Dellepiane

Cuaderno n°. 5

“El Problema de la Electricidad”, por Jorge del Río

Cuaderno n°. 6-7

“Historia del Ferrocarril Central Córdoba”, por Raúl Scalabrini Ortiz

Cuaderno n°. 8

“Historia del Primer Empréstito Argentino”, por Raúl Scalabrini Ortiz

Cuaderno n°. 9

“Conducta Argentina Ante la Crisis de Europa”, por Luis Dellepiane

Próximo cuaderno

“A los Pueblos de la República y de América”. (Manifiesto de noviembre de 1939, seguido de documentos fundadores)

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  ARGENTINO: su deber está en F.O.R.J.A.  

 

Luis Dellepiane, Conferencia dada en F.O.R.J.A. el 4 de Mayo de 1939