LABOR. Órgano de Falange Española Tradicionalista y de las JONS
Soria, jueves 23 de septiembre de 1937
 
año IV, nº 290
página tercera

Pedro Laín Entralgo

Misión creadora del Nacional-sindicalismo

Si el Nacionalsindicalismo no es creación, no es nada. Así va de entrañado el espíritu de creación en la médula misma de nuestro Movimiento. Por encima de las limitaciones y de los errores que los nacionalsindicalistas rectores hayan podido tener –por emplear la misma frase de quien como el camarada Bravo puede hablar con cumplida autoridad– las manifestaciones de más auténtica vida nacionalsindicalista han sido justamente de vida creadora. Unas milicias de soberbia eficacia surgidas de los mismos senos de España y organizadas, ¡quién lo dijera! sin lujo burocrático de ficheros. Una obra de Auxilio Social de amplitud y alegría inéditas en España, y tal vez en el mundo. Una prensa que hace el milagro de salir diariamente, casi sin excepción, de máquinas donde toda vejez tiene su asiento, con brío nuevo y con la promesa de una técnica periodística nueva. Una obra social a la vez revolucionaria y constructora, como el decreto sobre el trigo. Y aún podrían citarse unos cuantos ejemplos más, sobre todo llegando al detalle de lo provincial.

Pero no es una enumeración –siempre más corta que el deseo y que la posibilidad perdida– lo que en este artículo se pretende, sino algo más hondo y sustancial. Quiero poner en evidencia el estilo creador del Nacionalsindicalismo y ahincar en la mente de cuantos lo lean esta misión creadora que nos toca a todos por dura y gloriosa ley del destino. Porque el Nacionalsindicalismo –que es sentido y no programa, estilo, y no fórmula– tiene un modo creador distinto de los hasta ahora usados.

Hacer un Estado, según la que podría llamarse técnica liberal-populista, era algo así como hacer una suma o preparar un guiso al dictado de tal fórmula culinaria. Tómese un plan de pequeñas obras públicas, una reforma del código civil, un plan de repoblación forestal, &c., &c., súmese todo, llévese a la «Gaceta» y se tendrá un flamante Estado Nuevo. Todo ello muy técnico, con numerosas comisiones de encuesta y con prudentes varones en torno a mesas llenas de carpetas. No había creación, sino adición. Los hombres que así procedían, puestos a hacer la botánica correspondiente a su psicología, pensarían que en la bellota hay formada una menuda encinilla, con sus hojuelas y sus raíces en miniatura, que se hace grande por simple adición de materiales a sus microscópicos órganos. O que un hombre es una adición de miembros, vísceras, jugos, pensamientos, voliciones y recuerdos.

El Nacionalsindicalismo, cuando es auténtico, no hace añadiendo, sino creando, emplasmando, o figurando, como cada uno prefiera decir. Un hombre no es para nosotros una suma, sino una unidad íntima e indivisible que se diversifica circunstancialmente según la línea de la volición, o del pensamiento, o de la digestión. Una bellota no contiene una encinilla de forma prefijada, sino un primario ímpetu vegetativo inespacial que según las circunstancias hará una encina de ésta forma o de la otra. Hacer un Estado Nuevo, dar cima a una empresa determinada, no es para el nacional sindicalista sumar una serie de planes técnicamente cuidados, sino plasmar, configurar la realidad con arreglo a un entusiasmo e ideal ímpetu humano: precisamente nuestro sentido, nuestro «modo de ser», del cual ya decía JOSÉ ANTONIO que nos daría las soluciones en lo concreto. Esto no es perderse en varagosidades, sino expresar la profunda realidad de la vida creadora y joven. Mussolini no tenía el «plan concreta y técnicamente estudiado» de apoderarse de Etiopía cuando hablaba en San Sapeloro: pero sí un ímpetu primario de Imperio, ideal y entusiasmado, que hizo el milagro de crear la técnica, el de convencer a los reacios Estados Mayores y la hazaña de conquistar un Imperio. La Falange, en sus horas heroicas de lucha, no pensaba en organizar comisiones técnicas para crear lo que es hoy el Auxilio Social, ni siquiera en su existencia misma. Pero ante la realidad concreta, el espíritu, el ímpetu ideal y entusiasmado creó técnica, comedores y limpia alegría. Este es nuestro estilo. Cuando veáis que alguien vacila ante una empresa porque no tuvo comisión técnica que previese los más pequeños detalles, pensad: este no es nacionalsindicalista, aunque lleve camisa azul. Y lo mismo cuando, pecando por el otro extremo, alguien acometa empresas con esa alegría vana, exenta de gravedad, que da la carencia de sentido primario, de ímpetu a la vez que entusiasmo germinal: entonces la vida es sólo apariencia y la actividad fuego de artificio. Tan lejos se halla el nacionalsindicalista del varón prudente que todo lo fía a la técnica racionalizada, como del sujeto que sólo en ligera improvisación confía, creyendo que el grito es entusiasmo y la pluridad de insignias buen espíritu. Ni un año de estudio técnico para dar a luz un periódico tan vacío de espíritu como «Ya», ni pensar que los que hicieron Auxilio Social se limitaron a gritar muy fuerte ¡Arriba España! Solo este grito es auténticamente nuestro cuando, debajo de él hay un corazón creyente y una mente en humilde servicio: cuando hay creencia traducida en afán de creación. Creencia y creación, esto es –por la gracia de Dios– el auténtico Nacionalsindicalismo.

Pedro Laín Entralgo
Colaborador nacional

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Pedro Laín Entralgo
1930-1939
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