Filosofía en español 
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Presencia del Pasado

Congresos de Historia

En el año de 1933, un grupo de personas interesadas en el desarrollo de las investigaciones históricas, entre las que se contaban, muy principalmente, José de Jesús Núñez y Domínguez y Fernando Ramírez de Aguilar, formularon un proyecto de organización para convocar a un Primer Congreso Mexicano de Historia.

El Gobierno del Estado de Oaxaca acogió con entusiasmo la idea, y en su capital, a fines del mismo año de 1933, se celebró el Congreso cuyo éxito fue rotundo, pues además de los interesantes y originales trabajos presentados, el Estado impartió amplia ayuda, el Presidente de la República asistió a la sesión de inauguración, y el mismo Gobierno del Estado abrió, entre otros centros de cultura, el Museo Regional.

El segundo Congreso no tuvo la misma suerte del anterior. Debió haberse reunido el año de 1935 en la ciudad de Mérida de Yucatán, atractiva como ninguna otra para los historiadores, por la oportunidad de visitar las ruinas de cultura maya. Pero la incomprensión del gobernante de ese Estado y la labor de división de algunas personas, que sin carácter de congresistas concurrieron, hizo impracticable el trabajo y el estudio.

El tercer Congreso tuvo su sede en la ciudad de Monterrey, Estado de Nuevo León, en 1937. Como la primera reunión, ésta también fue de gran resonancia entre los estudiosos y muchos de los trabajos presentados fueron objeto, dado su mérito, de pronta publicación.

En 1940 la ciudad de Morelia, en Michoacán, recibió calurosamente y con gentileza a los miembros del Cuarto Congreso Mexicano de Historia. La estancia en ciudad tan preñada del recuerdo de hechos históricos, su ambiente de vieja ciudad monumental, y todavía más, el entusiasmo de los congresistas por presentar trabajos en cantidad y de calidad, hizo de esta asamblea una de las más provechosas para el estudio de nuestra historia.

El quinto Congreso acaba de reunirse en la ciudad de Guadalajara, coincidiendo con las fiestas conmemorativas del Cuarto Centenario de su fundación. El temario se preparó cuidadosamente comprendiendo asuntos relativos a arqueología, antropología, historia antigua de la conquista, dominación española, historia moderna, e historia del arte en México; en cada una de estas secciones se presentaron numerosos trabajos.

La Universidad de Guadalajara patrocinó esta asamblea, celebrándose las sesiones en su edificio.

De entre las diversas proposiciones que se llevaron a sesión plenaria, se distinguen por su interés la relativa a pedir al Gobierno Mexicano, la creación de una Dirección General de Archivos dependiente del Instituto de Antropología e Historia que vigile el patrimonio documental histórico de México; el establecimiento de una Escuela de Archiveros; la creación de un Instituto de Investigaciones Históricas; y, la expedición de una ley que proteja el patrimonio histórico de México.

Está por demás ponderar la importancia que para el estudio de la historia de un país tiene la conservación de sus archivos, fuente de información de primera mano; la preparación de elementos capacitados para la clasificación y arreglo de estas fuentes, y, finalmente, que haya personas preparadas para abordar el estudio del material que se les entrega.

Si agrupamos los trabajos presentados en este Congreso de Guadalajara puede decirse, que unos se refieren a la información sobre documentos históricos recién descubiertos, que vienen a enriquecer y cambiar ideas generalmente admitidas acerca de acontecimientos del pasado; otros son estudios monográficos de carácter local, antecedentes seguros de una historia depurada de México y, algunos más fueron de crítica histórica.

El carácter particular –México– de los estudios históricos llevados a los cinco Congresos hasta hoy celebrados, no puede restarles valor si se toman en cuenta los antecedentes precolombinos y después la formación y desarrollo de los pueblos del Continente, que en más de una ocasión tienen idénticos problemas, o hechos y hombres semejantes, salvo el lugar o el nombre. Pero debe considerarse también que si localmente cada uno tiene sus propias preocupaciones –limitaciones diríamos–, al generalizar pueden obtenerse los elementos esenciales del desarrollo histórico común a los mismos países, que en estos momentos de intensa colaboración precisan de conocerse mejor.

Estos elementos esenciales tienen que llevarse, como ya se ha hecho, en dos diversas ocasiones, a los Congresos Internacionales de Historia de América. No debe pasar inadvertido que hubo necesidad de que transcurriesen 15 años para que después de la celebración del primero de estos Congresos –en Río de Janeiro, el año de 1922, y con motivo del centenario de su emancipación–, volviera a reunirse una segunda asamblea en Buenos Aires en 1937–para festejar el IV Centenario de su fundación– y que ahora, sin embargo, sólo transcurren cinco años para la próxima, ya citada para noviembre de este año, en Santiago de Chile, con motivo del primer Centenario de su Universidad.

Estos Congresos Internacionales tienen por objeto, según su Reglamento, promover las investigaciones históricas en el dominio de la historia americana, defender la cultura histórica y renovar la metodología en su enseñanza en los establecimientos de educación.

La frecuencia de los últimos Congresos –deben verificarse cada tres años según el mismo Reglamento– hace creer que la colaboración entre los países americanos y su mejor conocimiento se imponen, y que si en los dos primeramente celebrados se trataron asuntos más bien propios de cada país, en el próximo los antecedentes de problemas tales como el panamericanismo o iberoamericanismo, solidaridad continental o aislamiento y neutralidad, orientarán sus labores.

Posiblemente se ahonde en asuntos de vital interés y en el Temario encontramos la recomendación de tratar preferentemente sobre puntos como éstos: bases históricas del ibero o panamericanismo; Bolívar y sus ideas de solidaridad continental; el Congreso de Panamá; historia de los Congresos y Conferencias Americanas, con el estudio de sus resultados prácticos; relaciones políticas y económicas de los Estados Unidos con los países del Continente; relaciones diplomáticas entre las diversas naciones de América; comercio interamericano y comunicación interoceánica en el Continente; Doctrina Monroe; la emancipación iberoamericana; formas históricas de gobierno con tendencia a lograr nueva fórmula que concilia intereses; historia de las instituciones jurídicas de América; interpretación económica da las diversas etapas por las cuales han pasado los pueblos americanos; historia de la cultura en América, de la arquitectura colonial hispanoamericana; y, en fin, tantos otros problemas semejantes en los que puedan determinarse con la investigación de sus antecedentes los medios prácticos para alcanzar una vida más humana y más justa a los hombres de este Continente refugio próximo de la civilización.

José Miguel Quintana