Filosofía en español 
Filosofía en español


José Perdomo García

“Para el hombre cristiano la muerte es la liberación
de una dulce y a la vez atormentada pesadilla
que dura toda lo existencia.” José Perdomo

No sé que extraño destino persigue a toda una generación de jóvenes canarios que desaparecen sin llegar a la plenitud de la vida. En unos cuantos años hemos visto morir a aquellos jóvenes y animosos hermanos Atilio y Sergio Castellano, a los inteligentes y queridos hermanos Cirilo y Cristóbal Benítez, a aquel, que a pesar de su juventud, era una firme promesa, imborrable en nuestro recuerdo, Diego de la Nuez, presidiéndolos a todos el que fue nuestro joven maestro, Agustín Espinosa.

Ahora es José Perdomo García que sólo había cumplido los treinta y dos años (nació el 29 de Marzo de 1922) y ya ocupaba un puesto muy destacado entre los jóvenes filósofos de la nueva generación no sólo de Canarias sino de España. Excepcional mérito tenía este amigo nuestro, porque no nacido en cuna de familia acomodada, como los citados, tuvo que luchar desde sus primeras letras para crearse él mismo, completamente solo, su posición siempre en un medio hostil. Nunca se podrá decir de un hombre que se labró su propia vida, mejor que en el caso de José Perdomo.

Desde el Bachillerato se distinguió por su laboriosidad y sus buenas notas. En la época de nuestra guerra se formó entre las vanguardia de los jóvenes estudiantes del S. E. U. Dotado de un temperamento ardiente y activo era imprescindible en todas las organizaciones. En 1940 pasó a la Universidad de La Laguna a estudiar los cursos comunes de la carrera de Filosofía y Letras. Allí se distinguió como uno de los mejores alumnos, publicándole su primer trabajo serio la Revista de Historia, sobre el interesante tema de “Las Canarias en la literatura caballeresca” (XII, 1942). Terminados estos cursos fue a Madrid a estudiar la especialidad de Filosofía a la Universidad Central. Allí pasó los años de alumno universitario librando una verdadera lucha entre las privaciones, los estudios, los trabajos que tenía que hacer para completar y cubrir las necesidades más imprescindibles. Pronto se captó la atención de sus profesores, entre los que tuvo a Zaragüeta, que le inclinaron decididamente por la difícil senda de la investigación filosófica. Terminada la Licenciatura en 1944 con brillantes notas entró a prestar sus servicios de profesor ayudante de la Clase de Metafísica en la Facultad. Entre 1945 y 46 fue secretario de la Revista Cisneros, luego en 1947 fue encargado de curso de Historia de la Filosofía española y en 1948 como becario en el Colegio Mayor “Cisneros” obtuvo el primer premio por su trabajo sobre “El realismo en la literatura caballeresca”.

Mientras tanto José Perdomo trabajaba intensamente en su tesis doctoral sobre “La teoría del conocimiento en Pascal”, que mereció la calificación de Sobresaliente cuando tomó el grado de doctor en 1949. Siendo un trabajador infatigable Perdomo colaboraba al mismo tiempo en las Revistas más importantes de Madrid: Haz, donde publicó un ensayo sobre el “Nuevo concepto de la Cristiandad”, Escorial, donde hacia las reseñas de los nuevos libros de Filosofía, en la Revista de Filosofía del Consejo de Investigaciones, &c. En este mismo año de 1949 publica un profundo estudio, donde se revelaban sus dotes de pensador, sobre la “Antropología filosófica pascaliana” en los Cuadernos de Humanidades de Madrid.

En estos últimos años, al mismo tiempo que iba preparando las oposiciones de cátedra, meditaba y escribía sobre diversos temas de su especialidad. Entre estos tiene inédito un interesante estudio sobre “La Teoría de la significación”. Desgraciadamente el autor no ha podido ver publicada su tesis doctoral, que saldrá próximamente a la luz editada por el Consejo de Investigaciones Científicas. Por lo que conocemos de esta obra, es acaso el mejor estudio que se ha hecho en España sobre la filosofía pascaliana.

Mas cuando José Perdomo llegaba a la cúspide de su vida, cuando coronaba una cima después de tantos trabajos y esfuerzos, pues en Octubre de 1953 contraía matrimonio con una simpática y cariñosa joven, que le ha dado un hijo hace unos días, nuestro amigo es arrebatado por la muerte más sombría, más implacable e injusta, que hace vacilar todo bajo nuestros pies. Nada podemos añadir a este dolor angustioso, que parece arrancarnos parte de nosotros mismos, de nuestra propia fe en la vida. Pero como él mismo nos dice copiando una frase de Pascal: “La vida, la vida de los cristiano, sabemos que es un sacrificio continuo, que no puede consumarse más que con la muerte.”

Sebastián de la Nuez