Gustavo Bueno
Los procesos picnológicos (I)
Esencia de los “procesos picnológicos”
Las consideraciones de carácter biológico que abren este párrafo no son absolutamente indispensables para determinar la esencia de cierto movimiento cognoscitivo que llamo picnológico{1}, cuya definición es enteramente inteligible en sí misma, tal como más adelante consta. Pero el punto de vista biológico favorece decididamente la comprensión{2} de la actividad picnológica, es decir, la clara intelección de la posición que ocupa en la economía cognoscitiva del animal. Por este motivo he adoptado este siempre fecundo punto de vista como método adecuado para penetrar en este dominio, poco explorado, de la vida cognoscitiva.
Es conocida la distinción entre sensaciones brutas o primitivas, y sensaciones elaboradas (v. gr., imágenes, percepciones). La “elaboración” tiene lugar en la esfera sensorial, pero también las ideas pueden considerarse muy rigurosamente como sensoriales elaboradas por todo aquel que no defienda la doctrina de las ideas innatas{3}. Queda, de este modo, generalizado el concepto de sensación que se extiende a todo contenido cognoscitivo.
Ulteriormente, conviene imprimir a la oposición entre sensaciones primarias y elaboradas un sentido relativo, en tanto que una sensación elaborada puede ser tomada como primitiva por respecto a otra elaborada en algún grado superior. Esto permite generalizar, a su vez, el concepto de elaboración, considerando a las sensaciones primarias como sensaciones elaboradas en grado cero, concepto que puede ser interpretado –si así lo exigiesen razones que aquí no importan– como un puro concepto límite, de suerte que las sensaciones primarias fuesen pura abstracción, sin existencia real aislada.
Urge definir ahora el concepto de “elaboración” de las sensaciones. Una definición esencial requeriría, sin embargo, excesivos supuestos y, de otra parte, ella no es imprescindible en este estudio. Me limito, por tanto, a aducir la siguiente propiedad de la elaboración, puramente relativa, pero suficiente a mi propósito, y que constituye como una definición implícita del concepto en cuestión.
La elaboración es una inserción de la sensación en un contexto de relaciones, del que constituye un miembro estructural integrante{4}.
Es un error, al que propende la filosofía escolástica, concebir la elaboración exclusivamente como abstracción (operación negativa “precisiva”), sin atender al aspecto de construcción que ella posee, y que es una operación de carácter positivo{5}. Por lo demás, abstracción y construcción se complementan, no siendo ésta posible si aquélla no le precediere. Sin segregar ciertas determinaciones de los contenidos a elaborar no sería posible insertarlos en un complejo de relaciones construido sobre ellos{6}, al menos de un modo biológicamente relevante. En efecto, para conseguirlo, es necesario admitir la persistencia de los contenidos elaborados, que deben sobrevivir de algún modo a la efímera dirección de todo proceso sensorial o psíquico en general, sometido al ritmo temporal del viviente; y esta supervivencia requiere necesariamente la abstracción de las diferencias existenciales. La elaboración, en tanto es biológicamente significativa, se eleva, por tanto, necesariamente sobre los momentos existenciales, lo que equivale a decir que necesita practicar la abstracción de las determinaciones peculiares a tales momentos; y esta abstracción está realizada en virtud de variadísimos recursos, desde la memoria sensitiva hasta las formas más depuradas del pensamiento intelectual{7}.
La significación biológica de la elaboración de las sensaciones consiste probablemente en encaminar el animal hacia un nivel o altitud vital de tal naturaleza que, desde aquí, puede decirse que el animal se encuentra preparado ante los nuevos estímulos que incesantemente le siguen llegando del contorno. Preparación implica, por lo tanto:
1. Una conservación del estímulo anterior que permite acoger el actual como “experiencia familiar”. Para ello se exige la abstracción (elaboración negativa) principalmente{8}.
2. Una posesión de relaciones en torno a este estímulo registrado que permite responder con reacciones adecuadas, ya ensayadas, a los nuevos estímulos{9}. Para ello es precisa la construcción (elaboración positiva).
Estamos ya en condiciones de postular con sentido que la elaboración es la primera fase de las actividades teleológicas del cognoscente, y que esta elaboración estriba en la conquista de un sistema estructural en el cual queden conservados e insertados los estímulos y contenidos en general.
Consideremos ahora deductivamente las actitudes que el viviente deberá adoptar ante las nuevas experiencias y estímulos. Evidentemente, en tanto lo consideremos en posesión de un sistema (mínimo) tenderá a “absorber” los nuevos estímulos en las “retículas” ya asimiladas (elaboradas) que pueden llamarse engramas y que, aun procedentes de una elaboración empírica, funcionan como categorías a priori en el sentido de Kant. Por ello, el animal tiende a configurar su contorno según su propia estructura, y no concretamente a adaptarse al medio{10}.
Deberemos admitir, por tanto, en la vida cognoscitiva no sólo la dirección vital llamada elaboración (que podría simbolizarse así: Experiencia → Sistema), sino también una dirección de sentido inverso (su símbolo será: Sistema → Experiencia) y que podría definirse: una tendencia a reducir los estímulos nuevos a otros ya poseídos, a vaciar los nuevos contenidos en los moldes que el animal ya se ha procurado previamente{11}. Naturalmente, esta tendencia no se cumple siempre certeramente. Se producen errores biológicos, que son justamente los testimonios de la realidad de una tendencia subjetiva por lo mismo que desborda las relaciones puramente objetivas de afinidad y semejanza.
Ahora bien: en tanto las nuevas experiencias tienden a “vaciarse” en los retículos sistemáticos, pueden considerarse como diferentes modulaciones de estos engramas, como modelos distintos que ejecuten un mismo tipo general{12}, y constituyen así el specimen de éste.
Se puede ahora formular la tendencia definida como inversa de la elaboración en estos términos precisos: el animal, en posesión de un sistema, tiende a comportarse ante los nuevos estímulos como si fuesen modelos de su sistema, es decir, ejemplos que repiten, en distintas modulaciones, el arquetipo ya presupuesto.
Ahora bien: como la constitución de un sistema ha sido siempre la meta de la actividad científica, se comprende que el interés de los epistemólogos se haya centrado en el estudio de los procesos de elaboración: este sentido poseen los planteamientos clásicos desde Aristóteles y Santo Tomás, hasta Kant y Husserl: explicar el tránsito de la sensibilidad al mundo inteligible.
Es cierto que se han investigado importantes aspectos del movimiento de “retorno” inverso a la elaboración, y entre estos procesos de retorno ocupan destacado lugar los picnológicos. Así, entre los escolásticos, era vulgar el proceso de “contracción” del universal (sistema), al inferior (que desempeña el papel de modelo); asimismo, la conversio ad phantasmata, que es un proceso de regresión desde las ideas hasta las imágenes, que se postulaban como origen de las ideas; y, según algunos, gracias a este proceso podíamos conocer lo individual{13}. La “ratio particularis” pertenece también a los movimientos de retorno. Kant ha conocido los por él llamados “juicios determinantes”{14}. De alto interés son también en este aspecto muchas ideas de Croce{15}. Sin embargo, carecemos de un planteamiento suficiente que recoja todos los aspectos de esta dirección cognoscitiva y formule claramente su peculiar problemática epistemológica. Porque, acaso prácticamente, se viene sobreentendiendo que los “procesos de retorno” constituyen una simple reversión de los “procesos de elaboración”; de forma que bastaría –para decirlo gráficamente– conocer el “camino de ida" para poseer con él la clave del “camino de vuelta”. Pero debe ser atendida la irreversibilidad esencial de los procesos de elaboración, por lo cual las características psicológicas y epistemológicas de los procesos de retorno han de fundarse en principios propios. No es suficiente conocer el criterio de la elaboración para con él arrancar las incógnitas a los procesos inversos; si, por ejemplo, es sencillo el tránsito de la función y = 3 x² + 25 a su derivada y’ = 6 x, no por ello es posible el camino opuesto, ya que aquélla es una de tantas funciones primitivas de y’ = 6 x.
El presente trabajo aspira a contribuir al conocimiento más preciso de los procesos de “retorno” mediante la investigación de uno de ellos, y no de los menos importantes, que es el ya aludido proceso picnológico; pero su exposición requiere necesariamente la introducción previa de ciertas determinaciones sobre el concepto de universalidad, en cuyo ámbito se consuman los procesos picnológicos.
(Continuará.)
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{1} He construido este neologismo a partir de la forma πυχνος = denso, grueso (ya empleada por el tecnicismo científico para designar modos de objetos materiales: Pícnico, Picnótico) y λογος para recoger el lado gnoseológico del proceso en cuestión. Por lo demás, el uso de la forma πυχνος, y otras afines en contextos psíquicos, que a alguien pudieran parecer insólitos, está autorizado por Homero. Así, un consejo βουλή puede ser πυχνή, “sólido, firme”. Lo mismo una μήτις, “idea, pensamiento”, puede ser πυχνή “ajustada, sólida”, &c. Los φρενες, asiento de la inteligencia, son también πυχναι. También Platón (República, 568a) habla de πυχνή διανοια, “inteligencia exacta ajustada”. Los testimonios de Homero y Platón me han sido facilitados por don Daniel Ruiz Bueno, Catedrático de Griego.
{2} Para el concepto de comprensión, véase más adelante, en el párrafo último de este trabajo.
{3} También los gestaltistas admiten una elaboración de los contenidos sensoriales sin salir de los límites del conocimiento sensible. (Véase, v. gr., D. Katz, La Psicología de la Forma, Las leyes de la forma, 6. Trad. esp. de J. M. Sacristán. Madrid, Calpe, 1945.)
{4} La tesis antes mencionada, que niega la existencia de sensaciones elaboradas en grado cero, puede ahora formularse como la negación de la posibilidad de una sensación no incardinada en una cierta estructura (Gestaltpsychologie).
{5} En los casos más sencillos, la elaboración, como construcción, requiere tan sólo la constitución de un sistema de reflejos asociados a la sensación elaborada.
{6} Por esta razón, toda sensación elaborada implica la presencia de relaciones de universalidad (véase más adelante), que no sólo virtualmente, sino también formalmente, aparecen en todas las elaboraciones eidéticas. En efecto, el estado de abstracción de los contenidos es el fundamento de la relación de universalidad, pues si un contenido puede identificarse con otras varias –tal es la esencia de la universalidad– es porque segregó lógicamente las diferencias que contraen a los elementos de la pluralidad. Ahora bien: la inserción del contenido abstracto en un contexto determina la fluencia en aquél de relaciones de composibilidad respecto a los otros miembros del contexto; y estas relaciones son el origen no ya del fundamento, sino de la relación misma de la universalidad, pues constituyen la misma relación de universalidad, según trataré de evidenciar más adelante. Por este camino llego a la misma tesis mantenida por algunos escolásticos (Cayetano principalmente) sobre la necesidad de que todos los contenidos eidéticos sean universales (lo que, a su vez, es el fundamento del discutido teorema Scientiae est universalium que yo defiendo siempre que se interprete la universalidad como una resultancia automática lateral de toda elaboración constructiva). Si, por ejemplo, el fenómeno n es elaborado por inserción en el contexto m C n (c = relación de causalidad; m = causa), entonces el contexto Cm, gracias al cual n es elaborado, es un universal en el sentido de la composibilidad radical lógica con n, n’, n” que posee (ver más adelante).
{7} Mach, que tan fecundamente cultivó el punto de vista biológico en los problemas epistemológicos, comienza su obra, ya clásica, Conocimiento y error, de este modo:
“Dentro de condiciones simples, constantes y favorables, los seres vivos inferiores se adaptan a las circunstancias por reflejos innatos, y esto es suficiente generalmente para asegurarles durante cierto tiempo la conservación del individuo y de la especie. En condiciones más complicadas y menos constantes, el animal sólo resiste si es capaz de adaptarse a las modificaciones más considerables del medio. Para ello le es necesario ver más lejos en el espacio y en el tiempo; llega a eso, ante todo, gracias a órganos de los sentidos más perfectos, y como consecuencia del crecimiento de necesidades, la inteligencia se desarrolla más. En el hecho, un ser vivo, teniendo memoria posee, desde el punto de vista psíquico, un campo de acción más extenso que aquel que sus sentidos le permitirían alcanzar directamente en el espacio y en el tiempo. Lo que aseguró al hombre primitivo una ventaja cuantitativa sobre los animales con quienes vivía, fue simplemente la potencia de su memoria individual, sostenida progresivamente por los recuerdos comunes de los antepasados y de la raza.” (Trad. de Cortés Plá.)
{8} Es conveniente ilustrar estas afirmaciones con ideas semejantes a las desarrolladas por Schrödinger en su conocida obra What is life? (I, 5).
{9} Hasta que esto no se logre, la preparación sigue siendo insuficiente. De hecho, todo animal necesita de un aprendizaje, incluso de sus instintos más primarios, torpes en los primeros momentos, es decir, cuando los estímulos son verdaderamente nuevos y aislados.
{10} Véase M. Scheler: El puesto del hombre en el cosmos, II. En este punto conviene aducir muchas de las ideas sobre la selección propia del conocimiento fideo, que Eddington desarrolla en su obra La filosofía de la ciencia Física. Trad. esp. de C. E. Prelat y A. L. M. Leloug. Editorial Sudamericana. 1944.
{11} Esta tendencia ha sido, desde luego, descrita, y se ha llegado incluso a afirmar que la elaboración se regía internamente sólo en atención al éxito del proceso inverso de retorno. Spencer enseñaba que el único fin de la elaboración (para mantener la terminología que vengo utilizando) es la adaptación a experiencias futuras. Lo mismo enseñó Mach. (Véase F. Enriques: Problemas de la Lógica, cap. II. 28.)
{12} Introduzco aquí el nombre de modelo por analogía con lo que, en Teoría de la Demostración, se suelen llamar modelos de una Teoría o conjunto de axiomas, &c. También podría utilizar el nombre de “argumentos”; considerando el sistema o sus partes como variables.
{13} Cayetano. In Anal. Post. I. cap. 8.
{14} Véase, por ejemplo, Crítica del Juicio, Introducción. IV.
{15} Por ejemplo, “la discesa dal concetto puro verso l'intuizione” (vid. Logica come scienza del concetto puro. Parte I, III, pág. 140 ss. Bari, 1909).