Filosofía en español 
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La verdad sobre Asturias

Fraga Iribarne rebate las acusaciones de un grupo de intelectuales

Significativo: Antes de que lo conociera el ministro, la carta fue difundida por una radio comunista

Un grupo de intelectuales españoles, encabezados por don José Bergamín, ha dirigido al ministro de Información y Turismo, señor Fraga Iribarne, un escrito en el que se denuncian supuestos hechos ocurridos en Asturias. Insertamos a continuación el susodicho escrito, junto con la relación de los firmantes, y la contestación dada por el ministro español.

Carta al ministro de Información

Excmo. Sr. D. Manuel Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo. Madrid.

Excmo. Sr.: En correspondencia al diálogo entablado con V. E. sobre determinados hechos, que nos producen una viva inquietud como españoles, nuevamente tratamos de interesar la atención de V. E., ya que, según el testimonio de espontáneos corresponsales que quizá se dirigen a nosotros en nuestra calidad, pública y visible, de intelectuales que han manifestado en más de una ocasión su postura humanista, se están produciendo en Asturias y relacionados con las actuales huelgas, hechos como los siguientes:

1. La muerte del minero Rafael González, de treinta y seis años, a consecuencia de los malos tratos infligidos el día 3 del mes de septiembre, en la Inspección de Policía de Sama de Langreo. La responsabilidad de éste y de otros hechos de los reseñados a continuación se atribuye al capitán de la Guardia Civil don Fernando Caro, de veintiocho años, natural de Melilla, destinado a aquella Inspección hace aproximadamente un mes, y al cabo Pérez, hoy ascendido a sargento, y desde hace tiempo en la citada localidad de Sama de Langreo. Se dice que el citado capitán Caro viste un traje de deportes durante los interrogatorios.

2. En el mismo día y lugar, a las cuatro de la tarde, se produjo la castración del minero Silvino Zapico, que tuvo que ser hospitalizado. A su esposa se le cortó el pelo al cero.

3. Al minero Vicente Baragaña –de la barriada de Lada (Sama de Langreo)– le han sido quemados los testículos.

4. Un minero llamado Alfonso, vigilante de primera del Fondón, retirado por silicosis y actualmente cobrador de la Previsora Bilbaína de Seguros, fue maltratado por el hoy sargento Pérez, el cual lo había amarrado previamente. Como quiera que esto se hacía en presencia de la esposa de Alfonso, ésta se arrojó sobre el sargento, con objeto de impedir que continuara, el cual la golpeó y cortó el pelo al cero, operaciones que se realizaron a la vista de su marido, cuyo cuerpo fue después abandonado en el exterior y recogido por un compañero suyo, de nombre Senén, que lo transportó a su casa de Lada. Avisado un médico, «cuyo nombre se oculta por razones de seguridad», éste manifestó que «no sabía por dónde empezar», tantas eran las lesiones que presentaba el cuerpo de Alfonso.

5. El minero Alfonso Zapico, de Lada, fue maltratado hasta producírsele una fractura de pómulo, boca reventada, &c. Fue hospitalizado. (Puede tratarse del caso anterior.)

6. Los mineros Jerónimo Fernández Terente (casado, un hijo) y Jesús Ramo Tevera, como otros diez, que con ellos están actualmente en la cárcel de Carabanchel (Madrid), fueron objeto de malos tratos.

7. Everardo Castra, casado, con tres hijos, sufre desequilibrio mental como consecuencia de las torturas y está internado en el Manicomio Provincial La Cadellada. Fue detenido cuando escribía un letrero –«el pueblo se vengará»– en una tubería de la Duro Felguera.

8. Constantina Pérez Martínez («Tina»), de La Jócara, y Anita Braña, de Lada, fueron maltratadas y se les cortó el pelo al cero. El marido de Tina está en la cárcel desde las huelgas anteriores.

9. Juan Alberdi, de Lada, y otro minero cuyo sobrenombre familiar es «Chocolatina», fueron obligados a golpearse entre sí en la Inspección de Sama de Langreo. Como realizaran un simulacro de pelea, fueron golpeados brutalmente. Después de lo cual les visitó el capitán don Fernando Caro, que comentó: «¡Qué burros sois! ¡Cómo os habéis puesto!»

10. Una mujer cuyo nombre se desconoce fue golpeada en el vientre; cuando ella trató de hacer valer su estado de embarazada para evitar sus malos tratos, el capitán replicó al golpearla: «¡Un comunista menos!» El hecho se dice sucedió en la mencionada Inspección de Sama de Langreo.

Son hechos, excelencia, que de ser comprobados cubrirían de ignominia a sus autores, ignominia que también nos cubriría a nosotros en la medida en que no interviniéramos para impedir que tales vergonzosos actos se produzcan.

Es por lo que, respetuosamente, rogamos a V. E. interese de las autoridades competentes una investigación sobre las presuntas actividades de dicho capitán don Fernando Caro y sobre todos estos presuntos hechos en general, asimismo que solicitamos de V. E. la pertinente información sobre todo ello, ruego que elevamos a V. E. sin otros títulos que los que nos confiere nuestra condición de intelectuales, atentos a la vida y a los sufrimientos de nuestro pueblo.

Atentamente saludan a V. E.

Relación de firmantes del escrito

Vicente Aleixandre (académico de la Lengua), Pedro Laín Entralgo (académico de la Lengua y ex rector de la Universidad de Madrid), Valentín Andrés Álvarez (catedrático y ex decano de la Facultad de Económicas de la Universidad de Madrid), José Luis Aranguren (catedrático de Ética de la Universidad de Madrid), Paulino Garagorri (filósofo, colaborador de la «Revista de Occidente»), José Bergamín (escritor), Gabriel Celaya (poeta), Antonio Buero Vallejo (dramaturgo), Alfonso Sastre (dramaturgo), Fernando Baeza (editor), Antonio Saura (pintor), José María Castellet (crítico), Francisco Fernández Santos (ensayista), Carlos Barral (editor y poeta), Ángel María de Lera (novelista), Juan Goytisolo (novelista), Mateos (pintor), José María Moreno Galván (crítico de arte), Ángela Figueroa Aymerich (poetisa), Manuel Arce (novelista), Francisco Rabal (actor), Fernando Fernán Gómez (actor), Juan García Hortelano (novelista), Ángel González (poeta), Luis Goytisolo (novelista), Gabino Alejandro Carriedo (poeta), Antonio Ferres (novelista), Carlos Muñiz (dramaturgo), José María de Quinto (director teatral y novelista), Rodríguez Buded (dramaturgo), Juan Marsé (novelista), Ángel Crespo (poeta), Armando López Salinas (novelista), Pablo Serrano (escultor), Juana Francés (pintora), Lucio Muñoz (pintor).

Jesús López Pacheco (poeta y novelista), José Esteban (poeta), Millares (pintor), José Manuel Caballero Bonald (poeta y novelista), Manuel Ortiz Valiente (pintor), Benigno Quevedo (novelista), José Antonio Parra (escritor), César Santos Fontela (crítico cinematográfico), Consuelo Bergés (escritora), Daniel Sueiro (novelista), Patino (director cinematográfico), José Ares (profesor de la Universidad de Madrid), Pedro Dicenta (maestro), Juan Eduardo Zúñiga (escritor), Lauro Olmo (dramaturgo), Ricardo Zamorano (pintor), Alfonso Grosso (novelista), Manuel Calvo (pintor), Ricardo Domenech (crítico teatral), Pérez Navarro (ensayista), Ramón Nieto (novelista), Julián Marcos (ayudante cinematográfico y poeta), José Duarte (pintor), Fermín de la Solana, Jorge Campos (ensayista), Ángel Fernández Santos (sociólogo), Francisco Moreno Galván (pintor), Marcial Suárez (dramaturgo), José Ayllón (crítico de arte), Jaime Gil de Biedma (poeta), Daniel Gil (pintor), L. G. Egido (crítico cinematográfico), Angelina Gatell (poetisa), E. Sánchez.

Manrique de Lara (poeta y novelista), Eloy Terrón (filósofo), Pablo Martí Zaro (dramaturgo), Fernando Chueca (director del Museo de Arte Contemporáneo), Faustino Cordón (científico), Leopoldo de Luis (poeta), Díaz Caneja (pintor), Ramón de Garciasol (poeta), Ignacio Aldecoa (novelista), Cortijo (pintor), Adán Ferrer (pintor), Arturo Martínez (pintor), F. Alvarez (pintor), José Agustín Goytisolo (poeta), Joam Petit (traductor), Joam Oliver (ensayista), Joaquín Horta (editor), Jordi Carbonell (poeta y ensayista), Oriol Bohigas (arquitecto y crítico de arte), Joaquín Molas, María Aurelia Capmany (directora de teatro), Ricard Salvat (director de teatro), Joam Traidú (ensayista), Francesco Vallverdú (poeta), Salvador Espriú (poeta), Manuel Sacristán Luzón (catedrático de la Universidad de Barcelona), Alfonso Carlos Comín, Josep Fontana (profesor de la Universidad de Barcelona), Joaquín Jordá (ayudante de cinematografía), Román Gubern (ayudante de cinematografía), José Luis Sureda (catedrático de la Universidad de Barcelona), Ángel Latorre (catedrático de la Universidad de Barcelona).

Contestación del ministro

Sr. D. José Bergamín. Madrid.

Muy señor mío: Mi profundo respeto a la función intelectual me obliga a contestar cumplidamente al escrito que me dirige, firmado, en primer lugar, por usted, encabezando a un grupo de personas (algunas de las cuales ya han hecho saber que en realidad no conocían la verdadera intención del documento), en torno a unos hechos que dicen conocer, según «el testimonio de espontáneos corresponsales» que se dirigen a ustedes «en su calidad pública y visible de intelectuales». Pero, antes de entrar en el análisis de los hechos de referencia, no quiero dejar de advertirles que en mi concepto de la responsabilidad del intelectual está el actuar siempre con unas bases muy sólidas de convencimiento. La valoración de la importancia de los gestos de los intelectuales debe guardar proporción con una fundamentación rigurosa de los motivos que los originen. Cuando ello no sucede, y el gesto de los intelectuales es, en sí mismo, más importante o espectacular que los hechos mismos, por ser éstos falsos o inexactos, es evidente que dichos intelectuales son utilizados al servicio de una campaña política, voluntaria o involuntariamente, con desprecio del prestigio de su condición y como meros peones en el tablero de un juego cuyos tácticos permanecen al margen o están infiltrados entre los mismos.

Esto ha sucedido muy frecuentemente en la historia política y usted lo sabe tan bien como yo. Como también sabe que el comunismo tiene, en su estilo de actuación, una predilección por tales métodos. Las orquestaciones propagandísticas, basadas en razones humanitarias, coreadas por Prensa y radio de partido, con conciencia de su inexactitud, pero sabiendo que arrojan un cierto saldo positivo en cuanto siembren inquietud o dudas, las estamos viendo realizar en todos los países donde el comunismo busca unos objetivos de agitación. Los mártires del pueblo, el desprestigio de las fuerzas del orden público y el lanzamiento de especies que puedan crear divisiones dentro de las mismas, la utilización de truculencias que produzcan reacciones de tipo sentimental o escalofríos con su sola mención, manejando resortes instintivos más que racionales para la conmoción de las gentes sencillas, es algo que su formación cultural le permite analizar en todo lo que tiene de maquiavélico y de contrario a una concepción serena y objetiva de las cosas, tal y como debe ser la que posea la mente limpia y amante de la verdad de un intelectual.

Usted debe saber que los hechos que se citan en el escrito de referencia están siendo utilizados así precisamente a través de Radio España Independiente (emisiones de los días 13, 14, 18, 20, 23, 24, 26 y 27 de septiembre y 2 de octubre) y de órganos de Prensa de tan claro matiz político cómo «Pravda Ukraini» (3-9-1963); «Rudé Pravo» (3 y 15-9-63); «Zaria Vostoka» (4-9-1963); «L'Unita» (15-9-1963); «Avanti» (22-9-1963); «L'Humanité» (14 y 25-9-1963)..., en un tono a la medida de un tratamiento de la opinión fríamente calculado, buscando la creación de una leyenda negra que justifique el fracaso en el intento de convertir los problemas sociales de Asturias en una palanca de subversión política en áreas más extensas. Ello debe hacerle desconfiar, en principio, de esos «espontáneos corresponsales», que probablemente no serán ni tan espontáneos ni, mucho menos, independientes, sino cumplidores de un plan y servidores de una disciplina, para cuyo plan y para cuya disciplina ustedes son un objetivo más a cubrir y a mover fríamente dentro de su juego.

Tanto más cuanto que diversas emisoras comunistas (Radio España Independiente, Belgrado, &c.) se han apresurado a difundir y comentar el mismo día 2 el conocido y esperado envío de su escrito. Ante ello he de señalarle que siendo mi propósito aceptar, en principio, como honesta su inquietud (desde luego no la de todos los «abajo firmantes», entre los que figuran no pocos auténticos «profesionales» de este tipo de documentos), me duele ver que, como sucedió en alguna otra ocasión, la noticia de haberme sido dirigido un escrito haya sido difundida por agencias internacionales y periódicos extranjeros antes de que tan siquiera el texto de dicho escrito hubiese llegado a mi poder. Ello recalca la existencia de intenciones de utilizarlo como arma propagandística y piedra de escándalo antes de que una respuesta adecuada haya deshecho equívocos y puesto las cosas en su punto, dando la impresión de ser mayor el deseo de publicidad que el deseo de usted de ser exacta y personalmente informado.

No quiero atribuir estos móviles de conducta a todos los firmantes, a muchos de los cuales estimo personalmente, pero si me produce desconfianza sobre alguno de ellos. Máxime cuando entre los nombres veo el de personas como usted mismo, que fue capaz de defender, en su día, no ya los crímenes cometidos contra españoles de filiación nacional, sino inclusive (favoreciendo las tendencias estalinistas imperantes entonces en el comunismo español) las represiones verificadas contra el sector trotskysta de dicha ideología. Le remito, para ello, al prólogo firmado por usted al libro Espionaje en España, de Max Rieger (Ediciones «Unidad», Madrid-Barcelona 1938), donde, tras decir que «los sucesos de mayo en Barcelona, en 1937, revelaron al POUM y a sus directivos como un partido que traicionaba», se llegaba a advertir: «Tomar la defensa de unos hombres acusados de delito de tal naturaleza es algo que no puede hacer un partido ni un hombre libre.» «No hace mucho tiempo algunos intelectuales franceses pedían por telégrafo con ansiosa urgencia al Gobierno Popular español medidas que garantizasen la defensa de tales procesados.» «Pedían formalidades jurídicas. A un Gobierno que prácticamente las lleva con exceso y que en éste caso concreto lo viene demostrando, diríamos que exageradamente.» Piense usted bien en la mentalidad que manifiesta este escrito, en el que entonces usted despreciaba las peticiones de un grupo de intelectuales, que bien sabrían por qué usaban del telégrafo con «ansiosa urgencia» y llegaba usted a afirmar que le parecían «exageradas» las formalidades jurídicas de aquel trágico Gobierno del Frente Popular, que reprimía con sangre las heterodoxias ideológicas.

Pero deseo olvidarme de este y otros actos suyos, que me impedirían contestarle serenamente, y pasar a exponerle las circunstancias de cada uno de los puntos del escrito, de cuya lectura espero que, su propia reflexión, saque las consecuencias lógicas en una persona con capacidad de criterio propio.

1. Con respecto al supuesto minero Rafael González, del que se dice que ha muerto, no ha existido nunca dicha persona, ni existe minero alguno que haya muerto a causa de malos tratos. En cuanto a esa fecha del 3 de septiembre, en que se señala este fantástico suceso, hubo dos detenciones, de Sinesio Díaz Palacios y de José Antonio Presa Cueto. El primero fue procesado por actividad comunista, y el segundo, puesto en libertad, se encuentra trabajando desde el momento de haber obtenido la misma.

2. Con respecto al también supuesto minero Silvino Zapico, ni es conocido en aquella cuenca, ni consta su detención en ninguna parte, ni aparecen notas de su ingreso en ningún hospital, y, por tanto, tampoco existe la menor referencia de que pueda ser real la persona de su esposa.

3. Con respecto a Vicente Baragaña, se trata de una persona detenida el 10 de agosto y puesta a disposición de la jurisdicción competente el 12 del mismo mes, por estar implicado en actividades comunistas. No fue sometido a ningún interrogatorio, y basta decirles que se encuentra en la Prisión Provincial de Carabanchel, en donde puede ser examinado por quien le quede alguna duda sobre su integridad física.

4. En lo referente a otro supuesto minero, del que sólo dicen llamarse Alfonso, me dicen que pudieron ustedes citar a un Alfonso Braña Castaño, comunista, que fue condenado por sus actividades ilegales en 1960 y que actualmente trabajaba como agente de la Compañía de Seguros «La Previsora Bilbaína», con cuyo motivo viajaba en motocicleta habitualmente por la cuenca minera, aprovechando estos viajes para hacer proselitismo marxista y favorecer la extensión de los conflictos en aquella zona. Ello provocó que la Guardia Civil lo interrogase, así como a su esposa, Anita Sirgo Suárez, hija de un bandolero muerto por la fuerza pública, que tanto en éstos como en anteriores conflictos trata de impresionar a las mujeres de los mineros y convertirlas en elementos contendientes que coaccionen a los que pretendan volver al trabajo y realicen manifestaciones. Este Alfonso fue puesto en libertad, y comoquiera que el delegado de «La Previsora Bilbaína» en Langreo, Senén Méndez González, se interesó por él mientras fue detenido para ser interrogado, fue la propia Guardia Civil la que informó a esta persona de que al no comprobársele responsabilidad podía esperarle si quería acompañarle, y Senén Méndez alquiló un taxi para ello, dada la distancia entre la Inspección Municipal y el pueblo de Lada. Nada se sabe de que necesitase asistencia médica ni presenta síntoma alguno de malos tratos y sí se sabe que pretende marcharse al extranjero, para lo que tiene pendiente la tramitación de pasaporte.

5. El otro Alfonso de que escriben como Alfonso Zapico debe tratarse de Antonio Zapico, persona también de antecedentes comunistas, liberado recientemente de la prisión de Burgos, que acompañaba en sus viajes al anteriormente citado Alfonso Braña, porque al tener éste planes de marcharse al extranjero quiere adiestrarle en la función aseguradora en que trabaja. Fue detenido también y puesto en libertad sin consecuencia alguna. Informan, sin embargo, que es persona de salud precaria, según ya fue observado durante su antigua estancia en la cárcel.

6. Los mineros Jerónimo Fernández Terente y Jesús Ramo Teba fueron detenidos como responsables de la organización comunista en «Carbones Asturianos» y difusores de hojas clandestinas. El segundo fue delatado por el primero, por lo que se les sometió a un careo, confesando sin presión alguna su participación en la acción clandestina.

7. Muy significativo de la mendacidad de las informaciones que les han hecho llegar sus «corresponsales espontáneos» es el caso de Everardo Castra Pérez, del que se afirma que sufre trastornos mentales a causa de malos tratos. Este Everardo Castra fue detenido en 1962 por actividades comunistas y, como acusaba síntomas de enajenación mental, fue enviado al Hospital Psiquiátrico. Ya en libertad, el pasado 10 de mayo fue nuevamente detenido al sorprendérsele pintando con pintura roja en el horno alto de Duro Felguera, en grandes caracteres, unos letreros que decían: «Franco, asesino» y «El pueblo se vengará». Fue ingresado en prisión y de ésta volvió a pasar al Hospital Provincial Psiquiátrico, donde el especialista que lo atiende facilitó, con fecha 7 de septiembre, un informe que dice: «Padece una típica y precisa esquizofrenia paranoide. Sus antecedentes patológicos familiares están muy cargados. Su sistema delirante esquizoide tiene un contenido político, que él actualiza con cualquier pretexto. Antes tenía la obsesión delirante de que las muchachas del pueblo orinaban en los vasos de vino que él se servía, con el fin de enamorarlo. (Esto, muy anterior a su primera detención.) Se trata de un enfermo mental sujeto de por vida a la servidumbre del tratamiento médico y de los cuidados familiares.»

8. Todos los demás infundios que circulan sobre Constantina Pérez Martínez, Anita Braña, Juan Alberdi y otros son fruto de una mendaz utilización del hecho de haber sido detenidos e interrogados y puestos después en libertad sin ninguna de las brutalidades de que informan los «corresponsales espontáneos», y podrán seguir aumentando, atribuyéndose a otros detenidos, ya que existen más personas que fueron interrogadas en parecidas circunstancias.

Parece, por otra parte, posible que se cometiese la arbitrariedad de cortar el pelo a Constantina Pérez y Anita Braña, acto que de ser cierto sería realmente discutible, aunque las sistemáticas provocaciones de estas damas a la fuerza pública la hacían más que explicable, pero cuya ingenuidad no dejo de señalarle, pues es claro que la atención que dicha circunstancia provocó en torno a sus personas en manera alguna puede justificar una campaña de truculencias como la que se orquestó. Vea, por tanto, cómo dos cortes de pelo pueden ser la única apoyatura real para el montaje de toda una «leyenda negra» o «tomadura de pelo», según como se mire.

Espero que todo lo dicho le demostrará mí afán de responder detalladamente a sus inquietudes y también le servirá para reflexionar sobre la calidad de los «corresponsales espontáneos».

Finalmente, he de decirle que estoy seguro de que mi disposición siempre abierta al diálogo ha de ser utilizada por parte de usted con temas más fecundos.

Entre tanto, aprovecho la ocasión para saludarle con la atención que merece.

Manuel Fraga Iribarne
(Del «Ya».)