Filosofía en español 
Filosofía en español


[ Carta de Samuel Hahnemann a Sebastián Cayetano conde de Guidi ]

Cólera-Morbo

Homéopathia

Las investigaciones y experiencias hechas en Alemania por el célebre médico Hahnemann, le hicieron descubrir que no hay enfermedad natural que no pueda ser realmente producida por ciertas sustancias vegetales o minerales, tomadas en determinada dosis. Las mismas experiencias le hicieron conocer también que las mismas sustancias que producían estas enfermedades tenían la virtud de curarlas cuando se administraban en una dosis infinitamente menor.

De aquí nació un sistema, o más bien un nuevo método curativo que Hahnemann llamó homéopathia, o cura con los semejantes.

Este método ha progresado mucho en los Estados de Alemania, y ha penetrado en el reino de Nápoles, cuyo Monarca, estimulado por las ventajas que promete, ha fundado una cátedra de homéopathia. El conde de Guidi, inspector de la academia de León, y doctor en medicina, después de haber estudiado profundamente este sistema fuera de su patria, lo ha introducido en Francia; y es prodigioso el buen resultado que ha tenido en León. Sigue correspondencia con el sabio Hahnemann, que le instruye de los descubrimientos y experiencias que hace; y últimamente le ha dirigido sobre el cólera-morbo unas observaciones del mayor interés, acompañándolas con un plan curativo, según el método homeopathico, el cual ciertamente merece publicarse. Hahnemann encarga que no se emplee ningún otro remedio juntamente con el que indica; y en cuanto a los medios preservativos, declara que no hay más que la confianza en Dios, un régimen sobrio y arreglado, y el cuidado de evitar todo contacto con los enfermos.

He aquí la traducción de la carta de Hahnemann al conde de Guidi.

«Lo muy distante que hasta ahora ha estado de nosotros el cólera-morbo, y el descuido de hacer las debidas observaciones, han hecho que sean muy imperfectos los conocimientos que tenemos del verdadero modo con que esta enfermedad se manifiesta, y de aquí ha resultado la imposibilidad de hallar un verdadero específico contra este azote.

La siguiente descripción de las seis principales formas (tipos) bajo las cuales ha hecho el cólera-morbo sus primeras apariciones en Gallitzia, podrá conducirnos a un conocimiento más exacto del mal. Debemos estas observaciones a un hombre profundamente versado en la homéopathia que las ha comprobado en una multitud de enfermos que este desinteresado filántropo ha asistido en el círculo de Stanislavow: sus palabras son las siguientes:

Hace unos seis meses que el cólera-morbo se ha presentado en las fronteras de Gallitzia. Conforme a lo resuelto por la junta de sanidad rusa, se le ha considerado como no contagioso; y esta es la razón por qué se propaga sin obstáculo en aquella nación.

Se ha manifestado aquí bajo las formas y con los varios síntomas que a continuación apunto: estas formas o síntomas han tenido muchas veces coincidencias, y muchas veces ha dejado de presentarse uno a otro, de modo que en un enfermo el cólera se ha manifestado en las primeras vías, en otro principalmente en el sistema sanguíneo y de la respiración, otro en fin, como un ataque al sistema nervioso.

Primer tipo: Vértigos; en el estómago y gaznate sensación como de fuego; al tocar con el dedo la  cavidad del estómago grito involuntario de dolor. El cuerpo permanece estirado sin el menor movimiento, como si estuviese en un estado de estupor. Los ojos vidriosos: en algunos detención de orina. Muerte.

2.° tipo: Frialdad repentina en los pies y manos, con insensibilidad completa; las manos se ponen amoratadas hasta los puños, convulsiones (krampf). Muerte.

3.° tipo: Sin en el menor presentimiento (starrkrampf) catalepsia repentina y general. Muerte.

4.° tipo: Dolor de cabeza y de miembros, con tos: calor fuerte, con sensación de quemadura en el vientre; sudor frío y caliente; finalmente catalepsia. Muerte.

5.° tipo: Inflamación muy fuerte de pecho con evacuación de sangre por la parte inferior, y entonces dolores muy fuertes en el cerebro. Muerte.

6.° tipo: Postración súbita de fuerzas; vómitos; evacuaciones albinas acuosas; ruido en el bajo vientre; respiración extremamente penosa con estertor; rostro hipocrático con agitación y presentimiento de agonía. Muerte.

El facultativo de quien he recibido estos pormenores hizo la prueba de atacar el primero de estos tipos con la cicuta virosa; mas este específico solo pudo llenar en parte sus deseos; y no es extraño que valiéndose de él no haya salvado más que dos enfermos de cada cuatro.

Para el segundo tipo se emplearon con buen éxito las fricciones y cataplasmas calientes, después la cebadilla, que sin embargo solo fue eficaz en un solo caso.

Para el tercer tipo principal no se ha encontrado aun ningún remedio.

En los casos menos graves del cuarto tipo principal, y cuando la enfermedad no había llegado todavía a la catalepsia el Rhus-toxicodendron en el grado de reducción necesario, ha sido de la mayor utilidad.

Para combatir el quinto tipo principal se prescribió el Acónito al principio de la enfermedad, después la Belladona; y de siete enfermos ninguno pereció.

El veratrum album ha sido saludable en el sexto tipo principal; sin embargo, de 32 enfermos sólo se pudieron salvar 20 con este específico.

Aunque siguiendo el método homéopathia en la cura del cólera-morbo, se hayan obtenido resultados mucho más satisfactorios, que sometiéndose a las sangrías y otros medios generalmente adoptados y empleados por los alloputhes, no por eso deja de ser cierto que la homéopathia carece todavía de un remedio seguro cual es de desear y que convenga a todos los tipos de esta mortífera epidemia. Tal vez sería remedio más eficaz que todos los citados dar pequeñas dosis de cobre y de conium maculatum; mas ¿adónde se ha hallarían los homeopathos de suficiente habilidad y en el número necesario para administrar con buen éxito estas sustancias, que dadas en dosis demasiado fuertes, o en los casos en que no están indicadas producirían un efecto peligroso, sobre todo  en una enfermedad como el cólera, en la cual muchas veces un cuarto de hora que pase sin conseguir mejora decide de la vida de un hombre?

Sin poner en duda la eficacia de estos remedios, que verosímilmente son muy saludables cuando se pueden administrar con prontitud en pequeñas dosis y sumamente atenuadas, por un homéopatho hábil y prudente; soy sin embargo de opinión que es preciso dar la preferencia a otro remedio, que reuniendo las saludables calidades de aquellos específicos y del Rhus-toxicodendron, posee al mismo tiempo la ventaja de producir o excitar por su acción primitiva la catalepsia (starr krampf), que tanto y tan generalmente se debe temer en el cólera, y por consiguiente la de combatirlo eficazmente. Este remedio debe ser además muy volátil para introducirse por todas partes sin dificultad, y para que su eficacia penetrante, casi instantánea y universal, no pueda ofrecer ningún inconveniente, y se pueda emplear en dosis sumamente fuertes sin que peligre la vida.

Este remedio único es el alcanfor, que además de su eficacia muy acreditada en el cólera morbo, posee también sobre todas las demás sustancias la inapreciable ventaja de matar por su propiedad de volatilizarse, todos los animalillos por invisibles que sean. De este modo se pueden destruir con más prontitud todos los miasmas del cólera, y curar a los que sean atacados por estos miasmas y por la enfermedad que es consecuencia de ellos; porque es muy verosímil que los miasmas del cólera-morbo no son más que unos pequeñísimos animalillos que se adhieren a la piel, a los cabellos, a las ropas &c. de los hombres, y que se comunican invisiblemente de un individuo a otro.

Para lograr el resultado que se desea, es preciso administrar el alcanfor en la mayor extensión posible. Si el enfermo se halla todavía en disposición de tomar remedios, se le administrará interiormente una mezcla de una dracma de espíritu de vino alcanforado (o de alcanfor disuelto en el espíritu de vino) con dos onzas de agua caliente, dándole cada minuto lo que cabe en una cucharita de café: al mismo tiempo se le frotan todas las partes de su cuerpo con espíritu de alcanfor, valiéndose para ello de un pedazo de tela de lana; mientras se hace esta operación en una parte del cuerpo, se cubren las demás con una manta bien caliente e impregnada de vapor de alcanfor.

Se debe cuidar que la atmósfera de la habitación del enfermo esté siempre fuertemente alcanforada, lo que se consigue muy fácilmente haciendo evaporar el alcanfor sobre una hoja de lata colocada sobre una lámpara; este vapor, que el enfermo debe respirar continuamente, aun en el caso en que las convulsiones (krampf) de las quijadas no le permitiesen tomar remedios líquidos, deberá con las fricciones continuas producir la cura; aun admitiendo que por estar helados todos los miembros por tener la catalepsia, y por haber perdido totalmente el paciente los sentidos sea imposible el uso de otro cualquier remedio.

Me atrevo a asegurar que si los que sean atacados del cólera-morbo se someten sin dilación a este plan curativo, ninguno perecerá, y que este plan preservará también al que por humanidad o por obligación se dedique a cuidar enfermos del cólera.

Para disminuir con más eficacia que hasta aquí se ha hecho la propagación del cólera-morbo, sería urgente que todas las cuarentenas se lavasen con mucho cuidado las ropas exteriores e interiores, y aun las personas de los que hacen cuarentena, exponiendo además todas las ropas durante dos horas a un calor de 80 grados: de este modo se destruirá todo principio de contagio, y por consecuencia todos los miasmas vivientes de cualquier clase que sean.

Véase además la Pura doctrina médica, tomo IV; síntomas, números 1, 2, 12, y las notas 20, 21, 23, 35, 47, 60, 64, 76, 77, 90; y 2, 13, 36, 38, 68, 87, 88, 112, 123, 129, 130, 178, 181, 195, 197.»