[ Ángel González Palencia ]
Exégesis alcoránica
En la interpretación, bien lexicográfica, bien ideológica del Alcorán, se han ocupado siempre con gran ahínco los musulmanes, predominando el comentario basado en dichos o hechos del Profeta, puestos en consonancia con el texto revelado.
Uno de los comentaristas de mayor autoridad fue el abstinente, modesto y piadoso varón Baqui Benmajlat (817-886), cordobés, que en Oriente estudió y oyó a varios centenares de maestros de la Meca, Medina, El Cairo, Damasco, Bagdad, &c., pertenecientes no sólo a la escuela de Málic, sino también a la xafei, de Abenhanbal (de quien fue muy amigo) y otros. No se afilió a ninguna secta determinada, y sentenciaba en las consultas por su personal opinión, fundándose directamente en la tradición sagrada. Los alfaquies españoles, devotos fanáticos de la escuela malequí, no veían con buenos ojos esta independencia de criterio del doctor Baqui, y empezaron a perseguirle con el pretexto de que enseñaba públicamente el libro de tradiciones de Benabixeiba, que, aparte de las sentencias y opiniones de los medinenses, exponía controversias sobre varios puntos de fe, defendidas por alfaquíes de diversos pareceres. Sus principales enemigos eran Abenmartanil, jefe de la secta malequí, Asbag Benjalil, enemigo de novedades, y Mohamed Benharit, quienes excitaron la animadversión del vulgo y llegaron a proponer que los ulemas firmaran un acta decidiendo que se le sentenciara a muerte. Estaba resuelto Baqui a marcharse de España, cuando se enteró el emir Mohamed y llevó a las dos partes a su presencia; oyó la propia defensa del acusado, pidió el libro objeto del escándalo y le hojeó durante largo rato; después encargó a su bibliotecario que hiciera copiarlo para su biblioteca y, dirigiéndose a Baqui, le dijo: “Divulga tu ciencia, enseña las tradiciones que sepas, abre clase a la que asistan personas que puedan aprovecharse de tus enseñanzas”. Y prohibió a todos que le hicieran oposición.
Su comentario del Alcorán (Tafsir) estaba escrito con tal perfección que Abenházam no dudaba en afirmar no había otro semejante en todos los países del Islam, y que era mejor que el famoso del Tabari. En materia de tradiciones compuso Baqui un diccionario, Mosnad, en el que ordenó alfabéticamente los nombres de todos los compañeros del Profeta, y dispuso las tradiciones atribuidas a cada uno según las letras iniciales de los diferentes capítulos de jurisprudencia o decisiones jurídicas, citando tradiciones de unos 1300 autores. El mismo Abenházam afirma no haber conocido otra obra de este género escrita con plan tan original.