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[ Eduardo Torralba Beci ]

La clase obrera y la guerra

Actuación de los trabajadores ingleses

por E. Torralba Beci

I

La guerra ha echado responsabilidades sobre todos los elementos sociales. ¿Cómo cada uno va a responder a esas responsabilidades? Los hechos lo dirán. Uno de estos elementos, la clase trabajadora, ha cumplido ampliamente con su deber. Es posible que otras clases y otras instituciones no puedan responder con la frente tan levantada. Si ha habido movimientos de carácter pacifista, si ha habido Congresos como los de Kienthal y Zimmerwald ¿no ha habido también escándalos del capitalismo burgués de otro carácter más delicado, tales como el e las forjas francesas y el de los aceros alemanes? Los elementos obreros han procedido constantemente movimos por un ideal. No pueden decir lo mismo los elementos del capitalismo, a los que ha guiado en casi todos los casos una codicia en que la idealidad no entraba para nada.

Nos parece oportuno, dentro de este tema, dar una idea general de lo que los obreros organizados han realizado durante la guerra. Decir lo que han hecho en todas las naciones significaría, no ya un par de artículos, sino un libro entero. Fijémonos en un país solamente y sea éste Inglaterra, pueblo que tantas enseñanzas políticas y sociales ha sabido siempre dar. Y como el extendernos en consideraciones a este respecto nos restaría el espacio que es más necesario para este pequeño historial, empecemos, desde luego, a referir lo que los obreros ingleses han hecho durante la guerra.

Apenas estalló, se formó en Londres el Comité de Guerra o Comité Nacional Obrero, y, consecuencia inmediata, surgió la disidencia natural en el movimiento laborista inglés. El día 7 de agosto, MacDonald, no conforme con la adhesión de los elementos obreros a la participación de Inglaterra en la guerra, resignó la presidencia del grupo parlamentario laborista, sucediéndole en el cargo Arturo Henderson. Este fue el principio, en Inglaterra, del cisma que había después de escindir a toda la Internacional socialista y sindical. El Congreso de las Trade Unions, que se había de celebrar el 13 de agosto, fue suspendido, en vista de las circunstancias por que atravesaba el país. Pocos días después, el 24, el Congreso de Trade Unions, el Labour Party y la Federación General de Trade Unions, acordaban la tregua industrial, un acto muy inglés, que tiene una sustanciosa reminiscencia de la tregua de Dios, de la Edad Media. Antes de terminar el mes de agosto de 1914, el Labour Party acordaba tomar una parte patriótica en la campaña parlamentaria. Los principios, en realidad, no podían presentarse mejor para el Gobierno en lo concerniente a la cooperación del trabajo en los asuntos de la guerra.

Pero la tregua de Dios o la tregua industrial, empezó a tener ya sus inconvenientes en 1915. En febrero de este año los precios de las cosas habían aumentado un 23 por 100 y en vista de esta situación se nombró el primer Comité de producción, en el que participaron sir Jorge Askwith, sir Francis Hopwood y sir Jorge Gibb. El 11 de febrero, Clynes, el inteligente laborista, provocaba en la Cámara un debate sensacional sobre la cuestión de las subsistencias, exigiendo del Gobierno una intervención eficaz y rápida en bien de las clases trabajadoras. En este mismo mes, el día 14, se celebró la primera conferencia socialista interaliada. Casi coincidieron, por entonces, la huelga no reglamentaria de los maquinistas de Clyde y la inauguración del funcionamiento del Comité de arbitraje sobre la producción. El 29 de marzo ocurría un hecho digno de ser señalado: Lloyd George decía, y con ello inauguraba la política antialcohólica que tanta importancia había de tener después, a una Comisión de trabajadores de los astilleros, que la bebida era un enemigo peor que Alemania y Austria. Esta comparación, relativamente afortunada, del Premier actual, fue comentadísima entonces.

En abril de 1915 empezaron a agitarse los mineros del Sur de Gales, que dieron al Gobierno un plazo de tres meses para terminar un acuerdo. Y en junio se formaba el primer Gobierno de coalición, siendo Lloyd George ministro de Municiones; Henderson, de Educación; Bruce, subsecretario del Interior y Roberts, representante del Labour Party en el Gobierno.

Un acontecimiento lamentable ocurrió también en este mismo mes de junio de 1915: la desapararición del Daily Citizen, el diario socialista inglés, que no ha vuelto a aparecer. Y otro acontecimiento que determinó un cambio muy digno de tenerse en cuenta en las costumbres sindicales inglesas: la N.U.F (Unión Nacional de Ferroviarios) acordó admitir a las mujeres como miembros dentro de sus Sindicatos. Al siguiente mes adquirió caracteres de gravedad el desacuerdo de los mineros del Sur de Gales con el Comité de municionamiento, y el 15 estalló la huelga, que el 20 quedó en vías de arreglo por una feliz intervención de Lloyd George.

A todo esto, la campaña contra la guerra llevada a cabo por el Independent Labour Party había tomado proporciones de tal consideración, que el Gobierno se creyó obligado a intervenir con una severidad inusitada. El 13 de agosto se recogían las ediciones y los folletos del Labour Leader, lo que provocó un casi unánime movimiento de indignación en el proletariado inglés. Pero los avances sociales seguían aun así su curso natural: las Compañías ferroviarias decidían dar a las mujeres el mismo salario que a los hombres por igual trabajo, y el conflicto de los mineros del Sur de Gales terminaba con la firma de un acuerdo suplementario que significaba excelentes ventajas para los obreros.

Del 16 al 11 de septiembre se celebró en Bristol el Congreso de las Trades Unions bajo la presidencia de A. Sedon. A este Congreso dirigió Lloyd George una comunicación referente a las restricciones puestas por los tradeunionistas a la producción. Apenas terminado el Congreso se reunía por primera vez el comité Obrero Central de Subsistencias, en el que estaba representado el Ministerio de Municiones y el Consejo Nacional del Trabajo. El 26 es una fecha verdaderamente triste para el sindicalismo de la Gran Bretaña: en este día ocurrió la muerte de Keir Hardie, el fundador y presidente el Independent Labour Party, campeón el más prestigioso y querido del pacifismo. La muerte de esta figura eminentísima del movimiento obrero de Inglaterra hizo que cobraran personalidad de "liders" Felipe Snowden y MacDonald. Menos ponderados estos hombres que keir Hardie, la actuación de los pacifistas adquirió caracteres de violencia y de lucha que no eran acostumbrados en la política social de aquel país.

Pero, por lo pronto, como si se hubiera esperado sólo a que Keir Hardie desapareciera para que la clase trabajadora emprendiera una acción más decidida en pro de la guerra, la conferencia de la Trade Unions y el Labour Party acordaba el día 30 patrocinar una campaña especial para el reclutamiento de obreros, obra para la que una semana después de nombraba a lord Derby como director. Tras la protesta contra el Tribunal de Municiones elevada en la conferencia tradeunionista de York, la Sociedad de maquinistas y similares se separaba de la Federación General de Trade Unions. Siguiéndose con ellos las tan características fluctuaciones de todo el movimiento sindical de esta etapa tremenda del mundo en que todos los valores han sido trastocados y todos los ideales modificados esencialmente, para el puesto de Keir Hardie (Merthyr) fue elegido (ilegible) por 100.286 votos contra 60.080 que obtuvo J. Winstone. Las conferencias entre los elementos del trabajo y el Gobierno, se prosiguieron hasta la terminación de este año, para la más perfecta marcha del municionamiento. En diciembre, el 9, la Triple Alianza Industrial de obreros de transporte, mineros y ferroviarios, quedó ratificada. Este hecho fue el punto de partida de la formidable actuación triplealiancista, que tan decisiva influencia ha tenido en estos tiempos sobre determinados actos del Gobierno inglés relacionados especialmente con la intervención armada en Rusia.

Los primeros días del 16 se presentaron tempestuosos. El Gobierno rompió el fuego suspendiendo por un mes el periódico obrero Forward y promulgando la ley sobre el servicio militar. El proletariado respondía invitando al Labour Party a hacer oposición a aquella ley. El 12 de enero, los ministros laboristas retiraban las dimisiones que habían presentado después de una entrevista que tuvieron con Lloyd George, lo que produjo gran contrariedad en los elementos levantiscos. El mismo día de esta entrevista se aprobó en el Parlamento la ley del servicio militar por 431 votos contra 39. Los días 26 y 28 se celebraba en Bristol la conferencia del Labour Party y votaba contra la conscripción por una parte, pero por otra parte acordaba no hacer campaña de agitación contra la ley sobre el servicio militar. El gobierno suprimió los periódicos obreros Clyde Worker y Socialist y encarceló a los agitadores escoceses.