Mercurio Peruano
Revista mensual de ciencias sociales y letras

 
Lima, enero de 1923 · número 55
año VI, vol. X, páginas 389-392

[Alberto Ureta]

Notas

Una gran antología americana

El ilustre escritor argentino, Alberto Ghiraldo, tan gran poeta como prosador exquisito, publicará próximamente en Madrid una antología americana, que será, seguramente, el resumen más interesante y completo que se haya hecho hasta ahora del desenvolvimiento de la literatura en la América Española. La obra, que constará de veinte volúmenes y será editada por la casa «Renacimiento», es el fruto de muchos años de una labor perseverante y seria, digna del mayor encomio. Ella no sólo ofrecerá a los lectores de nuestra América las mejores páginas y los mejores poemas de sus literatos, sino que también, y sobre todo, difundirá en el Viejo Mundo, y especialmente en España, el conocimiento de una rica literatura, casi ignorada hasta hoy.

El señor Ghiraldo ha logrado vencer todas las dificultades con que habían tropezado anteriormente cuantos intentaron realizar una obra semejante. Sus profundos conocimientos de la historia literaria de América y del movimiento actual de sus letras, su fino y seguro criterio y sus vastísimas relaciones con los escritores de nuestro Continente, le han permitido dar cima a un trabajo único, de gran importancia para todos aquellos que se interesan por la cultura intelectual de América.

Trascribimos a continuación un interesante artículo de Alberto Insúa sobre este mismo asunto, publicado en uno de los más acreditados diarios de Madrid.

A. U.

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Alberto Insúa

Antología Americana

En uno de sus ejemplares folletones de El Sol marcaba Francisco Grandmontagne la diferencia que existe entre Portugal y España con respecto a su comprensión del mundo ibero-americano. Los portugueses están familiarizados con el Brasil. El Océano no es un abismo, sino un puente, entre las dos mitades de la estirpe lusa. Los brasileños y los portugueses se conocen a fondo entre sí. En todo Portugal, el brazileiro se encuentra en su casa. En todo el Brasil son considerados como propios los escritores y ensayistas portugueses. [390] Las relaciones de parentesco fraternal no se han interrumpido nunca entre los dos países. Ahora mismo, antes de que se precise internacionalmente el consorcio de ambas repúblicas, quien está ayudando a Portugal a vencer su crisis post-revolucionaria es el Brasil: tales son los envíos en metálico que los lusitanos de allá hacen a los lusitanos de acá.

Este contacto de las dos familias portuguesas no habría sido perenne si alguna vez se hubiese interrumpido entre ellas la curiosidad afectiva, el cambio de noticias y confidencias que debe existir entre los buenos parientes. Portugal y el Brasil, como dos hermanos modelo, o como una madre y un hijo, «no han dejado de escribirse nunca».

En cambio, España se ha desentendido de su prole transatlántica. La ha dejado crecer sin inquietarse de sus evoluciones, de sus transformaciones, de sus tormentos y sus triunfos. No ha sentido por ella «curiosidad afectiva» ni orgullo maternal. Los libertadores y fundadores de las repúblicas hispanoamericanas han sido considerados aquí hasta no hace mucho como una caterva de facciosos. Ya –es consolador reconocerlo– no falta en España quien profundice en la obra guerrera, política y literaria (que, como los del Renacimiento, estos hombres fueron universales) de los Bolívar, los Belgrano, los San Martín, los Moreno y los Martí. Pero no basta. Los precursores y constructores de la libre América no pueden ser exclusivamente materia de exégesis culta o de erudición histórica. Es preciso popularizarlas en España, si ha de tomarse en serio nuestra única política internacional, que consiste en un iberoamericanismo práctico y militante.

Un vigoroso escritor argentino, fijado desde hace años en Madrid, y al que se admira y quiere fraternalmente, ha emprendido la obra, verdaderamente magna, de vulgarización de la historia y el pensamiento hispanoamericanos. Alberto Ghiraldo comenzará en breve la publicación de una Antología americana, en veinte volúmenes de fácil manejo y precio posible para todas las bolsas, en que se fijarán las grandes síntesis del movimiento emancipador de nuestra América y quedarán marcados los caracteres y las ideas de los hombres que hicieron consistente y fecunda esta emancipación.

«He creído siempre –dice Ghiraldo en el primer volumen de su Antología, próximo a publicarse–, he creído siempre, desde que comencé a penetrar hondamente en la estructura mental y política de los pueblos americanos, que éstos representaban el desdoblamiento magnífico de una raza fuerte en tierras vírgenes y ubérrimas. Porque ¿qué fue en verdad la independencia americana sino el triunfo de la idea liberal española encarnada en los hijos de los conquistadores? Españoles por su tradición, españoles por su sangre, españoles por su idioma, sangre del espíritu, los rebeldes de América lo fueron no contra una raza, no contra un pueblo que era el suyo propio, puesto que ellos eran su continuación, sino contra un poder centralista y tiránico; y por eso sus ejércitos se llamaron los ejércitos de la libertad; y por eso sus soldados se denominaron a sí mismos, no los revolucionarios, siéndolo, no los motineros, no los insurrectos, nunca los facciosos, sino, simple y gallardamente, los libertadores.

La emancipación política de América constituyó un hecho histórico fatal anunciado y ejecutado por estos precursores, no contra España, [391] sino contra su Gobierno, que no la simbolizaba; no contra su pueblo, sino en beneficio de la raza, esa raza diseminada hoy en setenta y tantos millones de kilómetros cuadrados en tierras que son de España, porque sus habitantes piensan en su idioma, y es en el idioma donde reside el espíritu inmortal de los pueblos, que, desde luego, pueden cambiar, pueden transformarse, pueden y deben, forzosamente, evolucionar, pero de acuerdo siempre con leyes naturales que nada ni nadie puede contraponer.

Precisamente, el error, no de España, sino de sus gobiernos, ha estado en pretender olvidar a los pueblos de América que eran españoles, sólo porque esos pueblos habían consumado su independencia política; es decir: porque, declarándose mayores de edad, se habían emancipado de prácticas y sistemas envejecidos, contraproducentes y absurdos.

El error gubernamental de España ha estado precisamente en considerar que perdida la tutela política de esos pueblos estaba todo perdido, sin percatarse de que lo fundamental era conservar las influencias morales e intelectuales, o sea las del cerebro y las del espíritu, que, por otra parte, se han conservado solas, las han conservado los pueblos, pese a ellos mismos quizá, a sus negaciones, a sus afirmaciones, a sus resistencias, más aparentes que reales, en todo cuanto no atañera a formas de organización social, que eran cabalmente las caracterizadoras del movimiento renovador iniciado por la raza española en tierras de América.

Quiere esto decir, en definitiva, que la emancipación política de América constituye un movimiento de la raza española transportada a través del Atlántico en un éxodo creador y benéfico para la Humanidad."

No puede hablarse mejor. La Antología americana de Ghiraldo estará informada por una idea central española. Hispanoamérica es España desdoblada, España trasplantada a un terreno virgen y fértil, donde ha cobrado –o recobrado– fuerzas. Y el mejor homenaje que puede dedicarse a la Raza consiste en unir sus dos mitades, la generatriz y robusta, en una mutua inteligencia espiritual. Sin esto, cualquier proyecto de política práctica o de consorcio mercantil tiembla por su base. Al famoso acercamiento hispanoamericano han de preceder esas lecciones de hispanoamericanismo que hombres como Ghiraldo pueden, por su voluntad y su cultura, brindar a los españoles.

Aquí, lo repito, se ignora a nuestra América. Se la ignora geográficamente, históricamente, literariamente, totalmente… Es preciso que sus poetas y pensadores lleguen a España para que nos enteremos de que existen. Nos hace falta la presencia corporal. Pero no es posible resucitar a Belgrano, ni a Mariano Moreno, ni a D. José de la Luz; ni es justo exigir que, a la manera del simpático Alvear, todos los presidentes americanos hagan por Europa una tournée de presentación. Es necesario resignarse a leer, a enterarse, venciendo nuestra pereza, nuestro suicida indiferentismo. Mientras los españoles desconozcan el mapa de América y no se familiaricen con su historia –vivida y escrita por los hombres que va a descubrirnos Ghiraldo–, la noble y fuerte idea de la comunión hispanoamericana seguirá siendo un tópico oratorio. [392]

Basta de discursos. ¡A la escuela, españoles! Ghiraldo va a decirnos quién fue Belgrano, quién San Martín, y cuáles son los límites de Honduras, de Bolivia y del Paraguay… Porque –permítaseme la graciosa expresión estudiantil– en todas las asignaturas americanas estamos peces, y nos viene admirablemente la enciclopedia de Ghiraldo, que habrá de ser vibrante como sus versos y clara y vigorosa como sus dramas. Una rápida ojeada sobre el primer volumen me permite profetizarlo así.

Alberto Insúa.

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