Filosofía en español 
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J. Izcaray

El triunfo del hombre

I. Dos leyes, dos mundos

«Nuestro Partido seguirá manifestando incansable solicitud por satisfacer al máximo las necesidades siempre crecientes de los ciudadanos soviéticos, pues el bien del hombre soviético, la prosperidad del pueblo soviético, es la ley suprema para nuestro Partido».

Con estas palabras cerró el camarada Malenkov en el XIX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética el impresionante capítulo de su informe específicamente dedicado a la elevación continua del bienestar material y del nivel cultural del pueblo, soviético.

Desde entonces apenas han pasado nueve meses pero comparemos algunas cifras dadas en el Congreso con sus equivalentes actuales. Por ejemplo, en 1951 los almacenes del Estado las cooperativas habían aumentado sus ventas con relación a 1940: carne y sus derivados: en un 80%; pescado y sus derivados; en un 60%; aceite y otras grasas en dos veces más; azúcar en un 70%; tejidos: en un 80%; calzado en un 50%. Pues bien, en 1952 la venta de estos artículos a la población aumentó respecto a 1951: carne en un 10%; pescado en un 13%; materias grasas: en un 17%; azúcar: en un 20%; tejidos de seda: en un 20%; tejidos de punto: en un 17%; confección: en un 11%; medias: en un 11%; calzado: en un 15%. El aumento de ventas, –¡buen índice del ascenso del nivel de vida!– alcanza a todos los artículos de amplio consumo y es incesante. En el primer semestre de 1953 los almacenes de Estado y las cooperativas han vendido a la población un 15% más de mercancías que durante el primer trimestre de 1952.

Entre 1947 y 1953, en virtud de seis bajas sucesivas, les precios de los productos alimenticios y de los artículos industriales descendieron en las siguientes proporciones: pan, en un 64%; carne, en un 64%; mantequilla, en un 66%; azúcar en un 57%; pescado, en un 50%; tejidos, en un 35%; bicicletas, en un 59%; relojes, en un 61%; &c., &c.

En 1951 los ingresos de obreros y empleados, calculados por trabajador, fueron superiores en un 57% a los de 1940 y en un 60% en lo que se refiere a los campesinos. En 1952 los ingresos de los primeros aumentaren en un 7% y los de los segundos en un 8%. Y el nuevo plan quinquenal prevé que el salario real de los obreros y empleados, teniendo en cuenta las bajas de precios, se elevará en un 35% y los ingresos de los koljosianos en un 40% como mínimo.

En la URSS se construyen actualmente más de un millón de viviendas por año.

Para los servicios de asistencia social (Sanidad, instrucción, seguros sociales, pensiones, subsidios, &c.) fueron asignados en 1940: 40800 millones de rublos. En 1951: 125 mil millones. En 1952: 129.600 millones. En 1953: 139.500 millones. Y cuando se examinan estas partidas es preciso tener presente que, como consecuencia de las repetidas bajas de precios, el poder adquisitivo del rublo ha aumentado considerablemente durante todos estos años.

¡Las cifras soviéticas!… ¡Cuán humanas son! Al darnos el monumental balance de los planes quinquenales o cuando resumen el fruto de trabajo socialista de cada año, de cada semestre, esas cifras suenan como un himno al hombre son el pan y las rosas de más de doscientos millones de seres.

El presupuesto para 1953 es una nueva muestra del esfuerzo sistemático del Estado soviético por elevar el bienestar material y el nivel cultural del pueblo. Hemos visto la cifra asignada para las necesidades sociales. Al mismo tiempo los trabajadores contribuirán ese año aI presupuesto (a través de impuestos, suscripción del empréstito) únicamente con 65 mil millones de rublos, es decir con 21 mil millones menos que el año precedente. Este año, pues, los obreros, los koljosianos, los intelectuales, los empleados recibirán del presupuesto una cantidad superior en 127 mil millones de rublos al total de sus aportaciones al mismo. De todas las partidas de ingresos de que consta el presupuesto soviético la mayor, o sea el 86% del total, proviene, de la industria, de la agricultura y de otras ramas de la economía nacional.

Nuevas e importantes medidas que se traducen en disposiciones presupuestarias han venido a beneficiar últimamente a los koljosianos: reducción considerable de las entregas obligatorias, reducción aproximadamente a la mitad del impuesto en especies pagado por cada koljós y condonación de todos los atrasos en el pago del impuesto agrícola.

Como consecuencia de estas y otras medidas en favor de los koljosianos, los ingresos de estos aumentarán este año en más de 13 mil millones de rublos y en más de 20 mil millones si se realiza el cálculo sobre la base de un año completo.

Una disminución registramos en el enorme presupuesto soviético para 1953 expresión de la extraordinaria potencia del Estado socialista. Se refiere al capítulo destinado a la defensa que absorbe el 20,8% del total contra el 23,6% en 1952.

Algunos contrastes

Es sabido que el Partido Comunista de la Unión Soviética comenzó la industrialización del país desarrollando impetuosamente la industria pesada (metalurgia, combustible, energética, construcciones mecánicas). Ahí estaba la base de toda la industria socialista y esa sigue siendo la base principal de la economía socialista. Sin eso el Partido Comunista y el pueblo soviéticos no hubieran podido proteger la existencia del primer Estado socialista del mundo ni la independencia de su país. La Historia lo ha demostrado suficientemente. Pero en la actualidad los éxitos obtenidos en el desarrollo de la industria pesada han creado en la URSS todas las condiciones requeridas para organizar un rápido aumento en la producción de artículos de consumo popular. «Hasta ahora –ha declarado encamarada Malenkov en la última reunión del Soviet Supremo– no teníamos la posibilidad de desarrollar la industria ligera y la de la alimentación a la misma cadencia que la industria pesada; actualmente tenemos la posibilidad y por consecuencia el deber de impulsar al máximo el desarrollo de la industria ligera a fin de asegurar una elevación más rápida del nivel de vida material y cultural del pueblo».

Serán aumentadas las inversiones en la industria ligera y de la alimentación. El V Plan Quinquenal prevé un aumento del 65% aproximadamente con relación a 1950 en la producción de artículos de amplio consumo. Este porcentaje será sobrepasado sensiblemente.

La tarea urgente que se plantean el Partido Comunista y el Gobierno soviéticos consiste pues en aumentar considerablemente el abastecimiento de la población en víveres y artículos industriales, en proporcionarle la abundancia en unos y otros. Y en la sociedad socialista abundancia de producción quiere decir precios aún más bajos, consumo todavía mayor.

Mientras en la Unión Soviética se eleva en estas proporciones y a este ritmo el nivel de vida del pueblo, ¿qué ocurre en los países capitalistas infinitamente menos castigados por la guerra? En un reciente «Informe sobre la situación social en el mundo» el Consejo Económico y Social de la ONU se ha visto obligado a reconocer que actualmente en los países capitalistas de cada diez seres humanos seis o siete viven subalimentados ,con lo cual ha aumentado la proporción establecida antes de la última guerra mundial y que era de cuatro o cinco por diez. Según datos oficiales, a todas luces incompletos, en los países de Europa occidental existe un déficit de 14 millones de viviendas, de más de millón y medio en nuestro país si tenemos en cuenta las casas-tugurios que continúan en uso sin condiciones para ello.

En Francia el poder adquisitivo de las grandes masas del pueblo es hoy sencillamente la mitad de lo que era en 1939. También ha sufrido un descenso considerable en Inglaterra donde por añadidura un férreo racionamiento agrava extraordinariamente las dificultades del proletariado y la pequeña burguesía. En Estados Unidos, en ese paraíso de los trusts que han extraído de la guerra de la sangre y el esfuerzo ajenos incalculables ganancias, el salario real de obreros y empleados ha descendido durante los últimos diez años en un 25% aproximadamente. En cuanto a España ¿qué diremos de nosotros mismos que dé una idea de nuestra miseria? Cuantos españoles se ganan o intentan ganarse la vida con su trabajo saben que el poder adquisitivo de salarios y sueldos es cuatro veces inferior a 1936.

Como no podía ser por menos el progreso cultural del hombre soviético corre parejas con la elevación de su bienestar material. Los gastos del Estado para la instrucción pública han pasado de 22.500 millones de rublos en 1940 a 57.300 millones en 1951 y a 62.100 millones en 1953. El número de personas que estudian en la URSS ha alcanzado en 1953 la enorme cifra de 67 millones. A principios de 1952 el número de establecimientos de investigación científica –2.900– había casi doblado el de 1939 y lo mismo puede decirse en cuanto al número de trabajadores científicos. En 1952 había en la Unión Soviética 368.000 bibliotecas, 120.000 más que en 1939. En 1952 la tirada anual de libros alcanzó la impresionante cifra de 800 millones de ejemplares, casi el doble que en 1940. En 1953 se llegará al millar de millones.

En Estados Unidos, donde dicho sea de paso hay más de 10 millones de analfabetos, el presupuesto oficial, cuya partida para gastos de guerra absorbe el 74% del total, asigna menos del 1% a la instrucción pública. En Francia el 7,3%. En la URSS si como es obligado se tiene en cuenta no solo el presupuesto de la Unión sino el de cada una de las repúblicas federadas la asignación para la enseñanza alcanza el 16%.

Entre 1946 y 1950 la venta de libros descendió en Estados Unidos en un 20%. Para alivio de Eisenhower y Mac Carthy este descenso se ha acentuado en los tres últimos años y parecido fenómeno puede observarse en Inglaterra y Francia.

Las causas

En los países capitalistas el bienestar y la cultura son patrimonio de una minoría; en la URSS son patrimonio de todo el pueblo.

Dos procesos contrarios, dos mundos. Uno reino del hombre, otro galera del hombre. ¿Por qué? En su última obra «Los problemas económicos del socialismo en la URSS» el camarada Stalin nos dio una explicación precisa, completa, día a día. Es así porque la ley económica fundamental del capitalismo moderno tiene por rasgos principales y por principales exigencias «asegurar el máximo beneficio capitalista, mediante la explotación, la ruina y la depauperación de la mayoría de los habitantes del país dado, mediante el avasallamiento y el saqueo sistemático de los pueblos de otros países, principalmente de los países atrasados, y, por último, mediante las guerras y la militarización de la economía nacional, a las que se recurre para asegurar el máximo de beneficio».

Esta, implacable ley del beneficio máximo, que se abate ferozmente sobre nuestro pueblo, que para millones de españoles se traduce en dos palabras trágicas: (miseria, ruina) condena a la inmensa mayoría de los hombres y mujeres que pueblan los países capitalistas a terribles sufrimientos, a la estrechez en el mejor de los casos, a la indigencia en los más, a la explotación despiadada y al paro, a la incultura y a la guerra. Para esa ley sangrienta el consumo, el reparto de lo producido no interesa más que en la medida que aseguran e beneficio. Para esa ley el hombre no cuenta más que como materia prima apta humana apta únicamente para ser explotada.

En la URSS elévanse constantemente el bienestar material y el nivel cultural del pueblo, del hombre, porque en contraposición a la ley fundamental que rige la economía capitalista los rasgos y exigencias esenciales de la ley económica fundamental del socialismo, definida igualmente por Stalin, consiste en: «asegurar la máxima satisfacción de las necesidades materiales y culturales,m en constante ascenso, de toda la sociedad, mediante el desarrollo y el perfeccionamiento ininterrumpidos de la producción socialista sobre la base de la técnica más elevada». «El fin de la producción socialista no es el beneficio sino el hombre con sus necesidades», añade el camarada Stalin en la misma obra.

Con estas palabras, no solo definición magistral de un principio sino rúbrica de la realidad soviética, los constructores del socialismo responden a las que escribieron un siglo antes Marx y Engels en el «Manifiesto Comunista» en el «cantar de los cantares del marxismo»: «En la sociedad burguesa el trabajo vivio no es más que un medio de aumentar el trabajo acumulado. En la sociedad comunista el trabajo acumulado no es más que un medio de ampliar, de enriquecer y de embellecer la existencia de trabajadores».

Las causas de ese constraste tan radical, tan tajante, están pues en la esencia misma de dos sistemas. Por eso en todos los países de democracia popular, derribado el poder capitalista y en marcha hacia el socialismo, los pueblos salen de la miseria y la incultura y su nivel de vida material y cultural se eleva constantemente pese a las dificultades ingentes que los gobiernos populares han de vencer, pese al sabotaje, a los complots y provocaciones imperialistas. Por eso, conmovidos y esperanzados, los trabajadores y hombres progresivos de la Tierra comprueban, hechos a la vista que para todos los Partidos Comunistas en el Poder la tarea esencial y la preocupación primordial consiste en elevar, al ritmo posible de cada momento histórico, el bienestar y el nivel cultural del pueblo. Es la gran evidencia de nuestra época: allí donde el Poder del capital ha pasado a los desvanes de la Historia, allí donde ha dejado de imperar la siniestra ley del beneficio máximo, la condición humana mejora rápidamente.

En el socialismo las fuerzas productivas son puestas, no al servicio de intereses privados capitalistas, sino al servicio de toda la sociedad. Liberadas de las cadenas, del freno que en nuestros días constituyen para ellas las relaciones de producción capitalistas, las fuerzas productivas crecen a un ritmo impetuoso garantizando un bienestar creciente al pueblo, la satisfacción de las necesidades de una sociedad y de un hombre cada día más cultivados y por lo tanto con exigencias materiales y culturales cada día mayores. Esa es la gran fuerza de la revolución socialista.

El régimen socialista ofrece pues, y etapa tras etapa lo comprobamos en el espejo soviético, posibilidades inmensas al desarrollo de la economía nacional y a la progresión del bienestar y de la cultura de los pueblos. Mientras tanto en los países capitalistas todo empeora para los obreros, para los campesinos, para los intelectuales, para la inmensa mayoría de la población, con la agonía del sistema. Hace mas de medio siglo que el capitalismo ha llegado a su estadio último, el estadio imperialista. Y el imperialismo sólo ofrece a los pueblos vasallaje y saqueo, guerra y fascismo. En los países de economía poco desarrollada como España, también una reducida oligarquía financiera monopolista y parasitaria concentra en sus manos la mayor parte de la riqueza nacional a costa de la miseria de los trabajadores y de la ruina de la pequeña y media burguesía, acrece en términos indescriptibles la explotación y la opresión y, vinculándose más y más al imperialismo extranjero, le entrega la patria a cambio de una protección que le permita seguir viviendo… o por lo menos agonizando. En todos los países el capitalismo en descomposición de nuestros días no sólo es incapaz de hacer avanzar a la humanidad por caminos de progreso sino que deja a un número cada día mayor de hombres carentes de la satisfacción de sus necesidades mínimas: pan y techo.

El capitalismo transforma al hombre en una mercancía, en un medio para el capital de acumularse y reproducirse. En la sociedad comunista, en las dos fases de la sociedad comunista (y la URSS aún está en la primera conocida comúnmente con el nombre de socialismo) el hombre es un fin en sí mismoy el sujeto y beneficiario de todo. «El comunismo es la realización del humanismo práctico», decía Marx.

En los últimos tiempos los capitalistas y sus amanuenses charlan y escriben sin darse punto de reposo acerca del humanismo, de la dignidad de la persona humana &c. Qué humanismo es en realidad el suyo y cuál su concepto de la dignidad de la persona humana nos lo revela, si necesitáramos tal revelación a estas alturas, el espectáculo que nos ofrece la sociedad capitalista, un régimen fundado en la explotación y en la violencia, que mantiene en la miseria y la ignorancia a millones de seres, que degrada y aniquila al hombre, que cifra todas sus esperanzas de sobrevivir en el terror y la guerra.

No se eleva al hombre en la miseria, no se eleva al hombre esclavizándolo.

También las clases dominantes españolas y sus representantes, desde su espadón siniestro Franco a uno de sus máximos directores «espirituales», Herrera Oria, pasando por la jauría de Falange; han dado en la flor de perorar frecuentemente en torno a la dignidad de la persona humana. La doblez y la demagogia, llevadas a tan impúdicos extremos se convierten en sangriento sarcasmo. Los españoles sabemos muy bien qué hemos encontrado tras esa hipócrita definición «del hombre como portador de valores eternos» y tras las piadosas prédicas sobre la persona humana prodigadas por una Iglesia que como tal, como entidad política y social y en contraposición a los sentimientos de la inmensa mayoría de los católicos españoles, es uno de los pilares de este régimen de banqueros y latifundistas. Ninguna de las numerosas dictaduras de nuestra historia moderna ha hallado la dignidad de los españoles hasta el punto que lo hace esta tiranía que ha llenado España de cadáveres y rejas, de mendigos y analfabetos, de cuevas y harapos.

Divagando sobre el individuo la burguesía intenta escamotear la existencia de las clases y su lucha, fomentar el individualismo pequeño burgués, apartar a sectores de la población, no proletarios, entre ellos a los intelectuales, de la clase obrera y de su vanguardia, impedirles que se unan a esta para combatir por la paz, por la democracia, por el socialismo; contra el capitalismo que se ha transformado en el enemigo del hombre, en el gran obstáculo que impide el desarrollo de las facultades físicas e intelectuales de millones de hombres, su desarrollo, su perfeccionamiento, su liberación en suma.

El respeto a la persona humana, la dignificación de la persona humana, se practican en la URSS no de labios afuera sino en forma real, creando las condiciones materiales necesarias para el bienestar del hombre, para el desarrollo de la personalidad humana, de sus capacidades, de su espíritu, de su libertad verdadera; dando a hombres y mujeres, cada día en mayor medida, los medios para que puedan desarrollar plenamente las posibilidades que llevan en sí.

El paso más grande que se ha dado en la dignificación del hombre es la supresión de la explotación del hombre por el hombre. Y eso lo han hecho los comunistas al frente del pueblo.

La felicidad se conquista. Naturalmente para conquistarla es preciso luchar por ella y para luchar por ella lo primero que hace falta es saber por qué caminos puede ser lograda. Los ideólogos del imperialismo, imitando en eso más y más (como en tantas otras cosas) a los ideólogos reaccionarios de tiempos pasados, tienden espesas nubes del misterio en torno a la naturaleza de esa aspiración, común a todos los hombres, para concluir casi siempre diciéndonos que la felicidad no es de este mundo. Considerada hombre por hombre, alma por alma, complicada es sin duda la cuestión de la felicidad, sujeta a múltiples contingencias personales, subjetivas e ingenuo sería esquematizar sobre ello. Mas planteado el asunto en términos generales e indiscutiblemente reales: ¿dónde puede encontrar el hombre las bases sólidas de su felicidad sino es en la satisfacción de sus necesidades materiales, en la posesión de los medios para cultivar y elevar su espíritu, en la libertad verdadera que solo puede darle un régimen que le ha liberado económicamente?

El marximo-leninismo es la herramienta con que los pueblos construyen su felicidad, a la elevación del bienestar y del nivel cultural del pueblo soviético, nos hemos referido exclusivamente en este artículo. Para otros dejamos las cuestiones de libertad, la moral y los derechos de la persona humana en la sociedad socialista y bajo el capitalismo; igualmente el examen –elemental, sin duda– del desarrollo de las capacidades y la personalidad del hombre en el socialismo y el intento de atisbar las cumbres que aquel alcanzará en la sociedad comunista hacia la cual –construído ya el socialismo– el pueblo soviético inicia el paso guiado por su glorioso Partido Comunista.

«Los escritores y los artistas de la China revolucionaria deben tener la valentía de penetrar en el pueblo, en las masas. Deben consagrar su corazón y su cuerpo, sin condiciones y durante un largo período, al pueblo, a la lucha encarnizada, a la única e inmensa fuente de su obra: observar, sentir, estudiar, analizar toda clase de gentes, todas las clases, todas las masas, todas las formas vivas de vida y de lucha, toda la literatura y todo el arte en su forma bruta. Sólo después es cuando el hombre puede entrar en la fase de la verdadera creación artística. Sólo es así como se consigue reunir la simiente y la cosecha, el estudio y la creación. Sino, vuestra tarea será sin objeto porque no tendréis simiente ni esperanza de cosecha, no conseguiréis jamás crear algo acabado, seréis un tipo de escritor o artista “vacío de fondo” como escribe Lou Sin en su testamento para prevenir a su hijo de que no sea así jamás.»

MAO TSE TUNG

(Discurso pronunciado ante una reunión de artistas y escritores democráticos en Yenan en 1942.)