Filosofía en español 
Filosofía en español


Dolores Ibárruri

El futuro comienza a ser presente

Se vive en España un momento crucial de su historia. Se derrumba lo viejo, lo caduco, lo odiosamente fascista y antiespañol, que ha podido mantenerse entre las vaharadas de sangre de una represión como no conoció ningún otro país.

Y una nueva generación, que no vivió la cainita contienda encabezada por Franco, irrumpe en la vida política, económica y social de nuestro país, dispuesta a hacer de España la patria democrática, la patria abierta a todo progreso, en la que sea posible la convivencia de todos los españoles.

A diferencia de otros países donde los regímenes fascistas fueron destruidos a través de una cruenta guerra, y a diferencia también del Portugal hermano, donde el Movimiento de las Fuerzas Armadas ha jugado un papel patriótico y decisivo, en España, en esta España entrañablemente nuestra, que dio más de un millón de hombres en defensa de la libertad, es hoy la lucha de las masas populares y la repulsa de los más diversos sectores sociales —desde la clase obrera hasta importantes núcleos capitalistas—, lo que acelera el proceso de desintegración de la dictadura franquista.

Política de Reconciliación Nacional

En esta circunstancia histórica excepcional, la política de reconciliación nacional propugnada pacientemente desde hace años por nuestro Partido, ha obtenido ya un consenso, prácticamente general.

Y no es ocioso recordar que la idea de la reconciliación nacional chocó con las ironías de algunos y las incomprensiones de muchos. Pero la experiencia ha demostrado que sin esa política de reconciliación nacional era imposible crear las condiciones para poner fin a la división que la guerra civil estableció entre los españoles y lograr una amplia convergencia de las más diversas fuerzas, en el empeño, humano y patriótico, de restablecer la convivencia pacífica de los españoles.

Esta política se ha convertido hoy en bandera de todos los españoles que quieren cerrar el sangriento paréntesis franquista, ha sido hecha suya por la Iglesia en su documento de la Reconciliación y la ha proclamado con fuerza la Junta Democrática en su Manifiesto de abril.

Apoyándose en esa política de reconciliación, que era y es una política profundamente democrática, española, y partiendo de la nueva situación, el Partido Comunista propuso el Pacto para la Libertad. Trataba con ello de articular una alternativa democrática, impulsada por las acciones unitarias de las más amplias fuerzas políticas y sociales, para dar solución al problema de los problemas: acabar con la dictadura franquista.

Junta Democrática de España

El desarrollo de esta política ha plasmado en la constitución de la Junta Democrática de España, acontecimiento de una inmensa transcendencia, en la que convergen las más diversas fuerzas, desde el Partido Comunista y Comisiones Obreras, hasta la derecha civilizada. Y esto es aprobado por todo el país, en el que va estableciéndose una red de Juntas Democráticas que son hoy una realidad esperanzadora, abiertas al diálogo y al entendimiento con todos aquellos partidos, grupos y personalidades que aun no han ingresado en ellas.

En su Manifiesto de la Reconciliación, la Junta Democrática de España ha subrayado esta cuestión capital: que «la evolución democrática del Estado (franquista) es, objetiva y subjetivamente, imposible».

Y yo insisto en la importancia de ese Manifiesto de la Junta Democrática cuando subraya que: «para conservar y garantizar el carácter pacífico del proceso social hacia la democracia, que es lo que el pueblo español desea, es absolutamente imprescindible un acto de ruptura democrática de las leyes políticas de la dictadura, que abra simultáneamente a todas las clases y categorías sociales, el proceso constituyente del Estado democrático». ¿Cómo lograr esa ruptura?

La Junta Democrática ha anunciado que convocará y coordinará en todo el territorio español una jornada de acción democrática, de abstención cívica de toda clase de actividades laborales y empresariales, tanto en el sector privado como en el sector público, bajo el signo político de la Reconciliación Nacional».

En suma, se trata de lo que nosotros hemos llamado la Huelga Nacional, en cuya preparación se está trabajando ya intensamente, que interesa vitalmente a la clase obrera y a las fuerzas populares, que requiere la participación resuelta, no sólo de éstas, sino de todos aquellos que desean los cambios democráticos en España.

Alianza de las fuerzas del Trabajo y la Cultura

Nuestro Partido ha prestado particular atención al desarrollo de los movimientos de masas, que han alcanzado en los últimos tiempos una amplitud extraordinaria. La influencia y el peso de la clase obrera en estas acciones aparecen cada vez más decisivos en el conjunto de la vida nacional. Esto reafirma su papel dirigente, que es el rasgo característico del actual proceso democrático español y garantía de las futuras transformaciones sociales y políticas.

De la nueva dimensión alcanzada por las fuerzas de la cultura y el paso de grandes núcleos de estas al campo de la clase obrera, surge nuestra concepción de la alianza de las Fuerzas del Trabajo y de la Cultura. En el Proyecto de Manifiesto-Programa del Partido Comunista de España, que está siendo debatido por todo el Partido, teniendo una gran aprobación, y que ha suscitado interés en las más diversas fuerzas políticas, explicamos cómo esta alianza, protagonizada en primer lugar por la clase obrera y, junto a ella, su aliado tradicional los campesinos trabajadores, tiene en cuenta hoy a un nuevo y poderoso aliado: las Fuerzas de la Cultura. Estas desempeñan ya un importante papel en la lucha de masas, ideológica y política.

La vieja fórmula de la alianza de los obreros y los campesinos, necesitaba ser desarrollada, puesta al día, incluyendo la nueva fuerza intelectual. Y la práctica ha confirmado que esa alianza es hoy el motor de la lucha antifranquista y revolucionaria en nuestro país.

Comunistas y cristianos

Nuestro pueblo, por toda una serie de circunstancias históricas a las que no quiero referirme ahora porque eso es ya agua pasada, recibió la herencia de un anticlericalismo vocinglero, con el que ciertos grupos distraían a los trabajadores de sus verdaderos objetivos de clase.

Hace ya muchos años que nuestro Partido advirtió la evolución que estaba produciéndose en la Iglesia española y la participación, cada vez más amplia, de sectores católicos en la lucha contra la dictadura franquista.

Se manifestaron una serie de coincidencias en el terreno de la lucha de clases y en las ideas del socialismo, entre comunistas e importantes grupos cristianos, lo cual facilitaba su colaboración en la práctica. A ese proceso ha contribuido no sólo la evolución de la Jerarquía de la Iglesia, sino el dinamismo de amplios sectores del catolicismo de base en su lucha contra el franquismo. No ignoramos la resistencia que siguen oponiendo los elementos integristas, ni que las posiciones predominantes en la Jerarquía siguen aún rezagadas del sentir y la voluntad de amplios sectores de base de la Iglesia.

Audazmente, nuestro Partido ha llamado a dar un paso adelante para que todo el potencial revolucionario que representa la opción de vastos sectores cristianos en lucha por el socialismo sea comprendido a fondo, luchando contra todo sectarismo y confusión.

Como señala la Declaración de nuestro Comité Ejecutivo «el encuentro entre fuerzas que tienen su raíz en el primer movimiento igualitario conocido por la Humanidad, el cristianismo, y el socialismo científico moderno es un hecho de importancia histórica, que viene a reforzar el frente de la lucha de clases y a abrir perspectivas más claras de victoria a los oprimidos».

Pueblo y Ejército

Rompiendo con clichés desfasados, y aunque nos haya valido críticas, hemos propugnado un acercamiento entre el pueblo y el Ejército. Entendemos que al Ejército le cabe una gran responsabilidad en que los cambios políticos indispensables se produzcan sin violencias dolorosas. Y podrá cumplir su verdadero papel al servicio del país si, en vez de erigirse en guardián del continuismo juancarlista, comprende que ha llegado el momento de devolver la palabra al pueblo para que éste decida libremente el régimen político de su preferencia.

Hechos recientes indican que, aunque ésta es una labor difícil, existen progresos, hay una evolución en el seno del Ejército, que no puede ser insensible a la evolución del conjunto de la sociedad. Y nuestro Partido ha elaborado una política militar que tiene en cuenta el papel que están llamadas a jugar las Fuerzas Armadas en una España democrática, como instrumento para la defensa de la independencia y de la soberanía nacional.

Estos son algunos aspectos de nuestra política, que han contribuido a hacer del Partido Comunista la fuerza mejor organizada y más influyente de la oposición. Y decimos esto sin ningún envanecimiento ni desdoro para nadie, sino como la constatación de una nueva realidad cuyas raíces están en una lucha heroica, a lo largo de medio siglo, en el sacrificio de millares de héroes.

El marxismo no es un dogma

Pero también en la fidelidad a nuestra teoría revolucionaria, el marxismo-leninismo, y en un esfuerzo permanente de elaboración, de desarrollo de esta teoría, a tenor de las nuevas realidades. El marxismo no es un dogma. Ateniéndonos a las condiciones del desarrollo histórico, político y social de nuestro país, atemperamos y atemperaremos nuestra política a los cambios que en España se han producido. Y si nuestro Partido ha podido transformarse en el gran Partido que es ya hoy, se debe a su lucha contra el sectarismo, contra la estrechez dogmática; a su contacto con las masas y a su política auténticamente democrática, nacional y revolucionaria. En un esfuerzo de superación, de corrección de conceptos equivocados o desfasados, reafirmando la raigambre profundamente nacional, revolucionaria del Partido Comunista, acreditada en tantas y tantas luchas en la defensa insobornable de la independencia y soberanía nacionales.

Al mismo tiempo, nuestra fidelidad al internacionalismo proletario viene demostrada de manera irrefragable en la solidaridad con todos los países socialistas, con todos los partidos comunistas, con todos los movimientos que luchan contra el imperialismo. Carácter nacional e internacionalismo son dos componentes, indisolublemente ligados, de nuestra condición de comunistas.

La firme unidad de los comunistas

A nuestras filas han afluido millares de jóvenes revolucionarios que han dado nueva savia y que se han fundido con la veteranía del Partido. Entre nosotros no ha habido problemas generacionales, sino una estrecha compenetración con la línea política trazada por el Comité Central y refrendada por el VIII Congreso.

Los intentos fraccionales que se han hecho para romper la unidad del Partido se han estrellado ante la firmeza de los militantes, han fracasado sin pena ni gloria. El Partido ha salido mucho más fuerte, política e ideológicamente, de estas pruebas; ha afianzado su independencia, su derecho a elaborar de manera autónoma su táctica y su estrategia, su. política nacional e internacional y su concepción de la vía española al Socialismo.

El crecimiento del Partido y el aumento de su influencia son motivo de preocupación para quienes están interesados en obstaculizar los avances de nuestro país por la senda de la democracia y de las necesarias transformaciones políticas, económicas y sociales. Y asistimos a un nuevo género de ataques contra nuestro Partido, lanzándose insidias sobre presuntas disensiones en su dirección. No es casual que esta campaña se centre en nuestro Secretario General, nuestro entrañable camarada Santiago Carrillo, cuya infatigable actuación es bien conocida y que goza de la confianza y el cariño de todos los militantes, desde el más sencillo hasta los camaradas responsables de cada organización, de cada célula.

Donde esté Santiago Carrillo está el Partido Comunista de España, guste o no guste a los Zoilos políticos

La personalidad de nuestro camarada Santiago Carrillo es una de las más destacadas del país, y ello es reconocido por amigos y adversarios. Esto se refleja en la propia prensa legal, donde aparecen cada vez más frecuentemente opiniones valorando el papel del Partido Comunista y de su Secretario General.

El futuro comienza a ser presente. Y toda nuestra política de amplia unidad, de lucha de masas, está orientada a acelerar este proceso, cuya culminación cambiará la faz de nuestro país, poniéndole en condiciones de jugar el papel que le corresponde en Europa y en el mundo.

18 de mayo de 1975