Filosofía en español 
Filosofía en español


Santiago Carrillo

Conferencia de prensa en París

El pasado 2 de abril, en París, el secretario general de nuestro Partido, camarada Santiago Carrillo, sostuvo una conferencia de prensa ante numerosos corresponsales extranjeros y españoles. Extractamos ampliamente a continuación sus palabras preliminares y las principales respuestas que dio a las cuestiones que le fueron planteadas.

Gobierno de represión e inmovilismo

Nos encontramos ante un Gobierno que se obstina en perseguir a los demócratas, no solamente a los comunistas; que se obstina en continuar una política represiva que recuerda enormemente la que el régimen practicaba en vida de Franco. Un Gobierno que no ha dado ni un solo paso hacia la democratización, que no tiene otra política que la de la represión y el inmovilismo, al tiempo que trata de dividir a las fuerzas de la oposición democrática, tolerando a una parte de ellas y persiguiendo a otra, diciendo claramente que está dispuesto a aceptar a aquellos que den su acuerdo a eso que llaman "Constitución" y "leyes", que no son otra cosa que las instituciones y leyes del fascismo.

Esta política no ha impedido a la oposición unirse en COORDINACION DEMOCRATICA, y basta leer las revistas semanales de todas las tendencias, incluso una parte de la prensa diaria, para darse cuenta de hasta qué punto este Gobierno está desacreditado.

En otro momento de su exposición, Santiago Carrillo volvería sobre este tema en los siguientes términos:

Intentan marginar al Partido Comunista y a las Comisiones Obreras de la vida política del país. Y se intenta, también, fomentar las discordancias entre nuestros camaradas socialistas, abultar los problemas que puedan existir entre ellos, a fin de debilitarlos, de manera que no puedan jugar el papel a que tienen derecho en la situación actual y en el futuro democrático de España. Por todos los medios se intenta debilitar, con la represión o con las maniobras, a las fuerzas obreras y de izquierda. Es un mal' partido, porque la fuerza de la izquierda es una realidad, como lo es la de la clase obrera. Y para impedir que esa fuerza se movilice sería necesario repetir la represión de 1939/1940, cosa imposible hoy en Europa, aunque algunos nostálgicos del franquismo sueñen con ello.

En estas condiciones, pensamos es inevitable que el movimiento obrero, el movimiento popular, el movimiento juvenil, continúen desarrollándose y ejerciendo una presión política favorable a la democracia. No es ésta una política izquierdista, de impacientes; es el único medio de que disponen las fuerzas democráticas para ejercer una influencia en la vida política de España y para llegar a un verdadero cambio democrático. Por ello, el Gobierno prohíbe las manifestaciones. Porque teme la demostración pública de que las fuerzas democráticas son mucho más potentes que esa ultra-derecha con la que amenaza, cada vez que se va a dar un paso adelante, diciendo: atención, la ultra-derecha está ahí, va dar un golpe, va a acabar con todos, con demócratas y reformistas. ¡No es cierto! La ultra-derecha no es tan fuerte.

Y hace falta decir, para desmitificar de una vez por todas a este Gobierno, es que no se trata de un gobierno de centro. Los centristas no están en él, sino en la oposición. En el Gobierno actual está la derecha, la ultra-derecha y la derecha un poco menos ultra. Por eso, Fraga Iribarne, Areilza, Garrigues y otros ministros que se declaran reformistas no tienen con qué —aunque lo quisieran— variar la política derechista del Gobierno. Porque su fuerza es la que ha sostenido al franquismo, la fuerza de la derecha. Y ellos no tienen una fuerza propia.

Ruptura y unidad

¿Cómo salir de esta situación sin provocar las condiciones de un enfrentamiento, de una efusión de sangre entre españoles? Todavía hay una vía: la de la ruptura democrática concertada, negociada. En nuestra opinión, la oposición unida podría negociar con el Ejército, con la Iglesia, con las fuerzas económicas. Negociar, pero hacerlo unida como un solo bloque, incluso con los elementos que se dicen reformistas en el Gobierno actual y que dicen en privado que están convencidos del fracaso de la política de este Gobierno. Tal negociación podría llegar a la ruptura democrática sin efusión de sangre en nuestro país.

Para imponer esta negociación, hay que mantener la unidad de las fuerzas de la oposición, y entre ellas la unidad de las fuerzas obreras, y la movilización creciente de la clase obrera y las masas populares contra la política del actual Gobierno.

Monarquía y Democracia

Respondiendo a la pregunta de si creía posible la democracia con la Monarquía, pregunta formulada por don Juan Casanelles, presidente de el Parlamento de la República Española en el exilio, nuestro camarada aprovechó la ocasión para expresar su respeto por los representantes del republicanismo español y añadió:

A la pregunta, bastante compleja, voy a responder con toda franqueza. Creo que España necesita una República Democrática. Creo que si los españoles pudieran votar, lo harían por una República. En todo caso, en ese momento el Partido Comunista va a hacer todo para que el pueblo se pronuncie en ese sentido. Pero la realidad es que hoy tenemos una Monarquía, heredera del régimen franquista. Ello, en mi opinión, compromete sus posibilidades y condiciona mucho la política del rey. No tengo esperanzas en que el rey pueda abrir el camino de la democracia, ya que el restablecimiento de ésta significará la necesidad de dar al pueblo la posibilidad de pronunciarse sobre la forma de Estado. Pero si por un milagro —yo no creo en los milagros, pero sí en la fuerza de la oposición democrática— este rey aceptara la formación de un gobierno de amplia coalición democrática, aceptara la consulta al pueblo, la convocatoria de elecciones constituyentes y la decisión del pueblo sobre la forma de Gobierno y de Estado, en ese caso no seríamos un obstáculo a semejante posibilidad. Posibilidad difícilmente imaginable, pero en política no se puede negar que la fuerza de las masas populares, la fuerza de la oposición unida, pudiera crear las condiciones en que tal cosa fuera posible.

Elecciones municipales

Se habla vagamente de elecciones municipales. Y de un referéndum para la "reforma constitucional". ¿No se trata de una estratagema del Gobierno para desviar al movimiento democrático de su objetivo fundamental? Ese objetivo no son las elecciones municipales, sino la ruptura democrática, las elecciones constituyentes. Estoy convencido de que si las elecciones municipales se convocan sin libertad para los partidos políticos, sin libertad de prensa, sin libertades democráticas, las fuerzas de la oposición no van a participar. Y si hubiese libertades políticas, creo que, ante la convocatoria de elecciones municipales, las fuerzas democráticas deberían consultarse para ver si se participa en ellas o si sería necesario reclamar elecciones a una asamblea constituyente. Resumiendo: habría que examinar entonces la cuestión con calma. En todo caso, esas elecciones municipales de que hoy se habla vagamente no significan nada. Y la oposición no puede ligarse a un proyecto tan vago y que no resolvería ninguno de los problemas de España.

Viejo y nuevo internacionalismo

Soy partidario de la solidaridad proletaria internacional. Creo que los trabajadores de todo el mundo deben tener ante sí lazos de solidaridad y sostén. Incluso partidos que no son obreros organizan hoy internacionales (democracia cristiana, liberal...). El mundo se internacionaliza, las fuerzas políticas se internacionalizan y establecen acuerdos por encima de las fronteras.

Pero, como he declarado ya en otras ocasiones, estoy contra el viejo internacionalismo. Quiero decir que si, cuando la revolución rusa había creado el primero, y entonces único Estado socialista, amenazado por las potencias capitalistas, nosotros comunistas consideramos que nuestro deber intenacionalista era defender a la Unión Soviética, la situación en el mundo de hoy ha cambiado. La Unión Soviética forma parte de un sistema mundial, es una potencia enorme, se sostiene sola. Y cuando los camaradas soviéticos quieren que los Partidos Comunistas de los otros países continúen actuando como si la Unión Soviética fuera un Estado naciente cercado y amenazado; que continúen sosteniendo la política soviética en todos los terrenos, nosotros decimos: el Partido Comunista de España no está de acuerdo. Para nosotros el internacionalismo proletario no consiste en sostener en todos los casos a la Unión Soviética o a otro país.

Para nosotros, el internacionalismo proletario en esta época, consiste en con)- prender la riqueza y la diversidad de Ib que llamamos en nuestro lenguaje el movimiento revolucionario mundial. Movimiento que tiene manifestaciones muy diversas, que sigue vías y orientaciones independientes, autónomas. Ese internacionalismo tiene hoy una tarea, sobre todo en los países capitalistas desarrollados: superar la escisión producida en el movimiento obrero en los años de la revolución de Octubre; crear las condiciones para una cooperación y entendimiento con todas las fuerzas socialistas. Este nuevo internacionalismo cuenta hoy, en mi opinión, con un nuevo componente: la cooperación con las fuerzas cristianas que se pronuncian por la superación de la sociedad capitalista.

Estamos ante problemas nuevos, situaciones nuevas. Y no podemos oponer a la realidad de hoy las viejas concepciones del pasado. Cuando periodistas y dirigentes de la Unión Soviética "nos llaman al orden", cuando incluso nos acusan de heréticos, de desviación, etc., pienso que nosotros, los "heréticos", los "desviacionistas" somos los que estamos en el verdadero camino del internacionalismo, tal como hay que comprenderlo en esta época. Opinión que no es exclusiva de los comunistas españoles, sino que comparten cada día mayor número de partidos comunistas.

Entramos en un período en el que muchos esquemas del pasado, muchas formas de relación internacional van a cambiar. Un período en el que todo está cambiando y en el que el internacionalismo está también a punto de cambiar.