Filosofía en español 
Filosofía en español


Documento-plataforma fraccional de Fernando Claudín
acompañado de las “notas críticas” de la redacción de Nuestra Bandera

Contorno internacional

Muy brevemente quiero aludir a los factores internacionales que infieren en este proceso. Los que impulsan y favorecen la lucha de las fuerzas democráticas, la solidaridad internacional que cuentan, &c., son bien conocidos y yo no voy a referirme a ellos en detalle, los doy por sabidos y presentes.

Ahora, quiero señalar que la coexistencia, la distensión, que favorecen este proceso, esta evolución actual de España, influyen también en el sentido de estimular una transición pacífica, como hemos dicho más de una vez. En esto hay una diferencia fundamental con 1936. Era el período del auge del fascismo, de preparación de la segunda guerra mundial. Esto interfirió en el proceso mismo interior de España en el sentido de agudizar toda la situación interior. Sin la intervención de este factor exterior las fuerzas reaccionarias difícilmente podrían haberse levantado contra el pueblo. Sin la guerra civil las fuerzas revolucionarias no hubieran podido crecer tan rápidamente. Hay una diferencia esencial con la situación actual en este sentido. Hoy el proceso internacional influye en un sentido más bien moderador de las formas que la transición del fascismo a la democracia tiene en España.

Hoy sigue jugando la conciencia de que lo que se juega en España no es un asunto interior, sino internacional. Pero actúa en ese sentido. Por otra parte la gran mayoría de la oposición está en el campo occidental, desde la nueva oposición monopolista hasta una gran parte de los socialistas. En el artículo que acabo de hacer para «Nuestra Bandera», donde se hace un análisis de la política exterior del régimen, señalo que si en verdad ha habido un aislamiento internacional creciente del franquismo, de todo lo que representan las formas franquistas, en cambio la nueva oposición, los [104] liberalizadores reciben un creciente apoyo internacional. La política internacional del régimen en este último período ha estado sobre todo en manos de ese equipo. Y ha desplegado una intensísima actividad desde la formación del nuevo Gobierno después de las huelgas del 62. Una actividad orientada a la diversificación de las relaciones internacionales, al aprovechamiento de las contradicciones interimperialistas que se han agudizado en el último período. Todo lo cual se ha traducido en un cierto aflojamiento de la dependencia de los Estados Unidos: en un estrechamiento de las relaciones con los países europeos; en una política más hábil en relación con los problemas coloniales y un intento, que sobre todo se despliega en el último período, de estrechar relaciones con Argelia, Marruecos, países del África negra, &c. En un intento de apertura hacia los países socialistas que se ha materializado ya en el caso de Cuba y que se esfuerza también en relación con la Unión Soviética y otros países socialistas. Este esfuerzo, esta agilización de la política exterior de este equipo ha encontrado un apoyo internacional en forma económica, sobre todo la de créditos, &c. Y este apoyo internacional, este apoyo económico y político, está en función, muy precisamente, del desarrollo de este proceso de liberalización, es decir, no es un apoyo a la conservación de lo actual, es un apoyo a la transformación de lo actual.

Lo mismo que está ocurriendo, el mismo juego que está ocurriendo en relación con el Mercado Común, es muy significativo en este orden. Ahí hay evidentemente una acentuación de la presión política para que los cambios iniciados vayan más allá de lo que han ido y puedan ser suficientes para considerar que han desaparecido las razones políticas internacionales para la asociación de España con los países del Mercado Común. En fin, yo no me extiendo sobre estas cuestiones, ahí está el artículo ese donde desarrollo ampliamente mi opinión sobre ellos.

Nota crítica

En otra nota nos referimos al concepto falso que F. C. tiene de la coexistencia pacifica y de sus repercusiones sobre la lucha de nuestro pueblo (ver pág. 24). De ese error tenemos aquí un nuevo ejemplo. Pero es inútil volver sobre el tema.

Queremos comentar, en cambio, la forma en que F. C. presenta «el aislamiento internacional creciente del franquismo» y el «creciente apoyo internacional» que reciben los liberalizadores.

No se ve en el análisis de F. C. que ese aislamiento del franquismo tiene dos causas: una interior, el propio desgaste de la dictadura de Franco, que determina que las mismas fuerzas reaccionarias e imperialistas que ayer le han apoyado, no confíen ya, o confíen menos, en su perduración y se inclinen a propiciar otras soluciones reaccionarias, oligárquicas, liberalizantes.

Pero hay otra causa del aislamiento –sobre la que F. C. guarda silencio– y es el crecimiento, en el plano mundial, y en Europa, de las fuerzas democráticas y socialistas, de las fuerzas radicalmente antifranquistas que desean la desaparición de Franco, que anhelan la libertad verdadera, la democracia verdadera para España, y que impulsan el impresionante movimiento mundial de solidaridad con nuestro pueblo. En primer lugar, están las fuerzas del sistema socialista mundial, de cuya fuerza y amplitud son testimonios particularmente directos para los españoles la nueva Cuba, tan entrañable, la nueva Argelia, tan cercana. Al mismo tiempo, el auge del movimiento anticolonial en el seno del cual anidan sentimientos fervientes de simpatía por la democracia española. Un factor particularmente importante para España son los avances del movimiento obrero, de las fuerzas de izquierda, en Europa, plasmados en hechos como el triunfo laborista en Inglaterra, los éxitos electorales de los comunistas italianos, el mejoramiento en Francia de las relaciones de socialistas y comunistas, los cambios democráticos ocurridos en Grecia...

Sin extendernos en otros rasgos del panorama mundial, aparece claro que el factor fundamental, decisivo, que determina el aislamiento internacional del franquismo radica en las fuerzas populares, democráticas, [105] partidarias, no de soluciones oligárquicas, sino de soluciones democráticas. Y la presión de estas corrientes se hace sentir incluso –más o menos atenuada– hasta dentro del Mercado Común.

Es lógico que esta misma situación internacional –y los factores interiores de desgaste del franquismo a los que ya hemos aludido– determina que fuerzas reaccionarias, imperialistas, pasen del apoyo a la dictadura fascista, con Franco a la cabeza, a propiciar formas menos descaradamente fascistas, «más liberalizantes», menos desgastadas. Pero esto –que es lo único que F. C. destaca– no es lo único. Ni lo esencial. Esto es el reflejo –dentro de los lindes de la reacción– del fenómeno más general, a saber, el aislamiento del franquismo como consecuencia del crecimiento en el mundo de las fuerzas de la democracia y del socialismo.

Como en tantas otras ocasiones, F. C. incurre aquí en una visión unilateral, esquemática, destacando unas cosas y amputando en cambio, caprichosamente, otros factores importantes, con lo cual no puede dar un cuadro real del contorno internacional del problema español.