Revista Cubana de Filosofía
La Habana, julio-diciembre de 1949
Vol. 1, número 5
páginas 30-35

Inés Segura Bustamante

Alrededor de los fundamentos filosóficos de la fe

(Trabajo presentado por la Delegada de Cuba, Dra. Inés Segura Bustamante ante la Asamblea General de la Cuarta Conferencia de la UNESCO, en París, para el debate sobre el tema de carácter general que figura con el número 11 en el orden del día)

Quiero aprovechar la oportunidad extraordinaria que me ofrece la celebración de este debate de carácter general para exponer como fundamentos a las medidas que deberían adoptarse para un mejor entendimiento entre los pueblos, algunas ideas por largo tiempo meditadas sobre la educación, el desarrollo de la personalidad y la necesidad de una filosofía de la vida o una concepción del mundo en relación con la preservación de la paz.

Más allá de la necesidad de una educación intelectual está la necesidad de una concepción del mundo.

La filosofía cuya función tanto se discute influye tan insensible como seguramente en la educación. Como todo fenómeno de la cultura marcha de acuerdo con la época y la nuestra reclama urgentemente una nueva filosofía.

El hombre angustiado del existencialismo es el que favorece el advenimiento de Hitler, y del nazismo. Es necesario oponer a esta filosofía existencialista una filosofía de afirmación; a la angustia del Dasein de Heidegger la confianza en el mundo, en sí mismo y en Dios, de la filosofía por venir.

Pero la mente filosófica del hombre del siglo XX no puede ser eficientemente tratada a través de la religión. La fe no puede ser por más tiempo solamente una cuestión religiosa.

La fe religiosa se impone por adoctrinamiento y en su gran mayoría el hombre de hoy se rebela ante el adoctrinamiento; él piensa y quiere pensar con su propio cerebro, y la fe, si la admite, sólo puede admitirla por razón.

La fe es la única cosa capaz de sacar al hombre de su angustia presente, una fe filosófica, la única clase de fe que puede aceptar sin reservas la inteligencia del hombre actual.

Cómo ha de llevarse a cabo esta transformación, todavía no lo sabemos, pero sí sabemos que únicamente una filosofía de afirmación puede llevar al hombre a una concepción del mundo capaz de favorecer la preservación de la paz. Mientras no se llegue a ella el hombre está en peligro de guerra constante.

Esta filosofía puede ser base de la educación que deben recibir nuestros adolescentes, los adolescentes del mundo entero.

La educación de la personalidad es parte importante de la educación total y en ella donde más debe insistirse es en la creación de una recta concepción del mundo y de una adecuada filosofía de la vida.

Al existencialismo hace falta oponer un esencialismo; el hombre que marcha hacia la nada, un hombre que forma parte del todo, y que existe in eternun, valga la paradoja, porque su momento estaba propuesto antes de suceder y habrá existido por siempre después de sucedido, más nunca podrá dejar de haber sido: tiene ahí su lugar en el tiempo por siempre. Por siempre antes de suceder tuvo su lugar, y por siempre después de sucedido lo tendrá. El 6 de agosto de 1949, a las 12 del día tuvo lugar desde los siglos de los siglos; tendrá lugar, que fue ése; 12 del día 6 de agosto de 1949, por los siglos de los siglos. Lo que sucedió en ese instante queda sucedido por siempre y estuvo también siempre por suceder, presupuesto antes de ese momento.

El que haya antes y después no quiere decir que el hombre sea una mera existencia, tiene con su antes y su después toda la fuerza de una esencia, de algo que es, porque ahí estaba aun antes de acontecer y porque ahí estará por siempre después de acontecido.

Según definiciones vigentes hasta el momento, la existencia está determinada por el tiempo, la esencia es lo que es, independientemente del tiempo.

Ahora veamos: la existencia del hombre, el hombre, es cosa en sí, el tiempo es sólo el concepto creado por nuestra mente para comprender la cosa en sí, eliminemos lo que no es real, eliminaremos el tiempo que es sólo concepto, queda la existencia del hombre como cosa en sí, como cosa que es, como esencia.

Esta no es tribuna filosófica y pido mil perdones por haber entrado en una materia un poco fuera de nuestro foco, pero ofrezco como disculpa la necesidad de presentar la posibilidad de una contrafilosofía del existencialismo, la necesidad de presentar, aunque ligeramente, la posibilidad de una filosofía comprensible, demostrable, del hombre y su mundo como esencia, como valor eterno.

El hombre sólo acierta a ver la existencia porque su inteligencia atomicista, que le hace ver la realidad siempre dividida, puede comprenderla; pero la realidad no está limitada por lo que comprende la mente del hombre; está más allá de la mente del hombre; es total y en esa realidad total, y por total eterna, tiene cada acontecimiento un lugar, eterno también. [31]

El hombre que por intuición alcanza límites superiores a los de la poco comprehensiva razón, intuye la eternidad y en esa eternidad, él es un punto inconmovible, esa inconmovilidad dentro del esquema de la eternidad lo convierte en esencia, esencia inmutable y eterna como toda esencia; tuvo múltiples mutaciones mientras duró existencialmente; pero la totalidad de sus mutaciones colocadas como algo indestructible en medio de la eternidad le dan la categoría irrenunciable de esencia, ahí él está, ahí él es; dura un tiempo y ese tiempo que dura lo coloca dentro de la eternidad por todo tiempo antes y por todo tiempo después.

Dentro de esta filosofía esencialista tiene un lugar muy importante la fe. La fe surge como complemento inevitable de la comprensión del hombre por sí mismo como esencia. Un hombre que ya no es perecedero, ve repentinamente alterados todos sus valores. El forma parte del todo y porque lo forma, todo le es propio.

Pero más allá de esta fe metafísica, y por un salto irremediable a que nos obligan las limitaciones naturales de esta exposición, llegamos, sustentada por ella, a una fe asequible por el hombre de la calle, cuyos poderes desconocidos puede investigar la ciencia.

Estamos en un siglo en que no podemos aceptar nada sobrenatural ni apelar a nada sobrenatural.

Existe un mecanismo de la fe y existe una base teórica que determina las leyes por las cuales se rige este mecanismo, bajo las cuales este mecanismo funciona.

Hemos visto muchas veces, tenemos miles de testimonios, gran parte de los cuales no podemos desechar, del poder llamado milagroso de la fe.

En el hombre religioso la fe tiene una base doctrinal, en el hombre que piensa por sí mismo la fe tiene sólo una base práctica, empírica, la ha visto funcionar y nada más; sin fundamento teórico que la sustente no la acepta abiertamente; intelectualmente le ofrece mayor o menor resistencia y cuando mejor, la considera un fenómeno de la psicología anormal.

Es a nosotros, a los que estudiamos la filosofía y psicología del presente a los que nos toca determinar su situación dentro de la psicología estrictamente normal.

Es la fe un fenómeno del hombre normal. El hombre sereno debe parte de su serenidad a la fe en sí mismo y es difícil tener fe en sí mismo sin tener alguna clase de fe en el mundo y en Dios. Por Dios significamos aquí lo que une, la unidad de todo lo que es y todo lo que existe, de todo lo que está más acá y más allá del mundo conocido.

El hombre sin fe en sí mismo tiene insalvables lagunas en su integración psicológica y la integración psicológica es la base indiscutida de una buena personalidad.

No pueden existir buenas personalidades, por lo tanto, sin la existencia de la fe, que se convierte con esto en base de la capacidad del hombre de integrarse mentalmente.

En el mecanismo: fe en sí mismo –integración– buena personalidad, el primer extremo, fe en sí mismo incluye la fe en el mundo y en Dios; el otro la buena personalidad incluye, la capacidad de cooperación, la eliminación del miedo y de los egoísmos inútiles.

Este esquema: fe en sí mismo –integración– buena personalidad, es como todos los esquemas una desintegración irreal de la realidad; es por tanto imposible tal como se presenta; el mecanismo total está mucho más entretejido, mucho más integrado, mucho más natural, de lo que el esquema artificial sugiere.

El esquema es en este caso, como en todos, una disección artificial con objeto de estudio, de examen.

La fe funciona dentro del individuo como un todo, ligada a la inteligencia y al instinto y produce a través de sus mecanismos y conexiones internas la clase de hombre que nosotros necesitamos para la aseguración de la paz.

Mientras cada hombre no sea un baluarte contra la guerra, habrá peligro, y aquello sólo se logrará con una filosofía que pueda hacer llegar sus últimos influjos hasta la clase popular; con una filosofía que pueda hacer sentirse al último hombre de la calle como unido a su mundo y a su Dios, apoyado en su propio pensamiento, inquebrantablemente amparado por la fe. Su angustia, el desamparo, la soledad que cada hombre siente dentro de sí cuando se considera desconectado del mundo, como átomo libre en el vacío, es el agente primario de conflicto, es la materia prima del antagonismo, es en fin la levadura de la guerra. Es el miedo el que hace atacarse a los hombres, aun en las cosas más pequeñas, el miedo a ser absorbido, el miedo a desaparecer.

La eliminación de estos sentimientos fundamentales es uno de los fines principales que se debe proponer la Unesco como agrupación de la Educación, la Ciencia y la Cultura para la preservación de la paz.

Ahora la Unesco pregunta: ¿Cuáles son los deberes del Estado respecto de la Educación, de la Ciencia y de la Cultura con el fin de asegurar un mejor entendimiento entre los pueblos y cuáles son las medidas prácticas que deberían adoptarse en cumplimiento de dichos deberes?

La parte de la pregunta relativa a los deberes del estado respecto a la Educación, la Ciencia y la Cultura con el fin de asegurar un mejor entendimiento entre los pueblos [32] queda contestada en la parte anterior de este trabajo. Si uno de los fines principales que se debe proponer la Unesco es la eliminación de los sentimientos de disgregación, de angustia y de miedo en el hombre, ese debe ser uno de los deberes fundamentales de los Estados cuyas representaciones la integran.

En cuanto a las medidas prácticas que deberían adoptarse en cumplimiento de dichos deberes, son ellos: la educación en masa de los pueblos primariamente, la educación fundamental de la que ya se está ocupando esta agrupación para la Educación, la Ciencia y la Cultura; y después, aunque no menos importante, la educación de la personalidad, hasta ahora casi por completo abandonada al azar. El azar hacia grandes hombres o miserables, santos o criminales, personalidades ajustadas o neuróticas.

Llegamos con esto a un punto importante de la cuestión, la neurosis. No sería exagerado decir que a las neurosis individuales o colectivas se deben la mayor parte de los cataclismos que ha provocado y sufrido el hombre.

De modo contrario, los gobiernos felices que recuerda la Historia son los que han estado dirigidos por un hombre que por circunstancias casuales ha desarrollado una personalidad bien integrada.

Estas circunstancias, que hasta ahora han sido fortuitas y naturales, el Estado está en la obligación de crearlas deliberadamente con los medios a su alcance.

Por observación simple comprobar los efectos de la educación. Además, los adelantos de la psicología hasta el momento, nos dan a conocer que así como la inteligencia es una de las cualidades del hombre que más se deben a la herencia, sus sentimientos morales constituyen el rasgo psicológico que más ha sido determinado por el medio.

El hecho de que las cualidades morales, las actitudes del hombre hacia los demás, sean en tan gran parte producto del medio abre un insospechado mundo de posibilidades a la humanidad.

La cooperatividad, la recta voluntad, la compasión, los sentimientos humanitarios no son cosa determinada por la herencia; la herencia tiene poco influjo en ellos.

De los factores determinantes de la personalidad del hombre, casi eliminada la herencia en la parte que nos concierne, la parte de los sentimientos y de las actitudes, queda el medio como factor preponderante y el medio ya sabemos que es mucho más fácil de controlar por modos artificiales.

Aunque la integración de la personalidad no depende sólo de la parte moral, una adecuada actitud ayuda a eliminar los conflictos desintegrantes y recíprocamente la integración influye en la actitud.

El programa para la educación de la personalidad es cuestión de larga discusión técnica, pero debe tener como base la eliminación del miedo, el miedo al futuro, el miedo al mundo, el miedo a la soledad.

Es necesario un cambio de frente de la humanidad ante el mundo. El «homo homini lupus» es todavía aceptado por muchos que se acomodan a su sentido, a nosotros nos corresponde demostrar lo inoperante de la frase.

Este ha sido el escollo más grande que ha encontrado la religión para el encauzamiento moral. Se predica el amor al prójimo, pero se predica sobre la base de la naturaleza indigna del hombre. Se desprecia demasiado este mundo para lograr de él algo bueno. Como no es natural amar lo indigno el sentimiento repudia lo que se ordena a la razón. En la elevación de la dignidad humana está el único modo de resolver el conflicto.

La educación de la personalidad de acuerdo con las necesidades de nuestra época no es cosa que se pueda completar en un año o en dos; esta educación necesita comenzarse desde el primer día de la vida.

Lo que sí puede si no completarse, por lo menos acercarse algo a lo necesario en un año o en dos, es la educación de los adultos de hoy para que sepan cómo tratar o cómo enseñar a tratar un poco mejor la personalidad en formación de los adultos de mañana.

Esto unido a la Escuela de Padres, sin duda la más importante de las escuelas, y a la intensa propaganda en todo el mundo, lograría hacer que las buenas personalidades no fueran, como hasta hoy, productos ciegos del azar.

Como un ejemplo rudimentario y no suficientemente bien estudiado de programa universitario para la educación de estos adultos de hoy, posibles profesores de la Escuela para la preparación de los Padres, ofrezco el que sigue a continuación:

  1. La antigüedad y las relaciones humanas.
  2. Buda y Cristo.
  3. El enfoque científico de los modernos.
  4. El análisis y el descubrimiento de leyes en lo que hasta hoy sólo se ha presentado como doctrina.
  5. La personalidad en todos los tiempos.
  6. Base psicológica de las relaciones humanas.
  7. La afinidad biológica y psicológica.
  8. Las causas de fricción personal.
  9. Las pequeñas anormalidades de la mente normal.
  10. Las buenas maneras, Lord Chesterfield. [33]
  11. El interés hacia los otros en relación con el mejoramiento de la propia personalidad.
  12. Los escollos en el interés hacia los otros.
  13. Temores, preocupaciones, suspicacias y dudas.
  14. La fe en Dios, en el hombre y en el futuro y su importancia en la maquinaria social.
  15. El mecanismo de la fe.
  16. Causas de su poder extraordinario, las palabras bíblicas: la fe mueve las montañas.
  17. Empirismo de la afirmación.
  18. Sus fundamentos teóricos.
  19. El campo de la Psicología del ajustamiento personal: los sujetos llamados normales.
  20. Los conflictos consigo mismo.
  21. [ — ]
  22. Sus resultados: la tensión emocional.
  23. El anhelo de liberación.
  24. La fuga frente al conflicto, sustituto inadecuado de la liberación.
  25. La posibilidad de cambios en la actitud y la conducta individual.
  26. La resistencia al cambio.
  27. La socialización del servicio psicológico.
  28. La importancia de una filosofía de la vida y de una concepción del mundo.
  29. El ajustamiento entre el hombre y su medio, un todo estructural.
  30. Un problema de la cultura. Oriente y Occidente.
  31. La creación del diábolo. Palabras de Metistófeles a Fausto: ¿Por qué te acercaste a mí si no podías seguirme?
  32. Dificultad en los intentos de ajustamientos parciales. Libros de éxito.
  33. La concepción del mundo como configurante.
  34. La doctrina del amor al prójimo sin una concepción adecuada del hombre.
  35. La devoción a un ideal y la integración de la personalidad.
  36. La concepción de la nobleza del destino humano convierte el pecado en algo inconcebible.
  37. La personalidad y su ajustamiento al medio.
  38. Los fundamentos de la naturaleza humana.
  39. Necesidades o motivos básicos del hombre. Importancia de su satisfacción adecuada.
  40. El equilibrio entre los distintos motivos básicos de la naturaleza humana. El desequilibrio como causa de neurosis.
  41. Desplazamiento de las neurosis de la edad madura hacia las juveniles en la época presente.
  42. Proclividad del hombre hacia el yo.
  43. El error de toda educación unilateral.
  44. Freud y los motivos vitales.
  45. Aparición del conflicto en el niño.
  46. Adler y el complejo de inferioridad.
  47. El estructuralismo y la concepción de la personalidad.
  48. Interés social del perfeccionamiento individual y su correlación con el interés individual del perfeccionamiento social.
  49. La conquista de la sociedad a través del individuo como obra del presente, proyectada hacia la invasión de la civilización por la cultura como resultado mediato.
  50. El problema de la razón y del instinto en la determinación de la conducta.
  51. La inteligencia y el ajustamiento vital.
  52. La falacia de la educación intelectual.
  53. [ — ]
  54. La razón y los códigos morales.
  55. El origen de las actitudes, su desarrollo, actitudes indeseables.
  56. Las actitudes, los más poderosos motivos de acción.
  57. La personalidad socializada.
  58. La moral y la doctrina de la disciplina mental.
  59. La religión y el mejoramiento social. Sus escollos.
  60. El equilibrio emocional.
  61. Influencia maternal.
  62. La preparación de los padres. Escuela de Padres.
  63. Educación emocional inadecuada.
  64. Narcisismo.
  65. Control de la expresión emocional.
  66. Ausencia de expresión emocional.
  67. El matrimonio.
  68. Los problemas de la introversión, sus perturbadoras influencias en las relaciones sociales.
  69. Actitud de inferioridad y su diferencia del conflicto de inferioridad.
  70. Introversión e inmadurez emocional.
  71. La autoeducación.
  72. La creación de un programa social.
  73. Los problemas de la extroversión.
  74. La integración de la personalidad.
  75. Dirección correcta del yo hacia el medio.
  76. Situación impropia del medio como punto de partida hacia el yo.
  77. Función de la Psicología en el proceso de integración.
  78. «La única felicidad es una personalidad bien integrada». Goethe.
  79. La serenidad y la paz interna. [34]
  80. El propio yo como único apoyo necesario en medio de toda adversidad.
  81. Dependencia entre la integridad y serenidad del yo y el ajustamiento con el medio total.
  82. Los límites del medio total.
  83. Características de una personalidad bien integrada,
  84. Consistencia entre las cualidades personales. Su estimación con relación al conjunto.
  85. La relatividad de la valoración de los actos de conducta (Relación con el yo total).
  86. Las formas de conducta pueden llevar al mejoramiento de la personalidad en un proceso similar al de la expresión de las emociones en la teoría de James y Lange.
  87. Test de la personalidad: Bernreuter, Rorschach, T. A. T., frases completas, &c.
  88. Posibilidad de la formación de un programa individual sobre los resultados de los tests.
  89. El método indirecto de Carl R. Rogers.
  90. La identificación del yo consigo mismo.
  91. La identificación del mundo con el yo.

De acuerdo con los fundamentos que se ofrecen en la anterior exposición presento como Delegada de la República de Cuba ante la IV Conferencia General de la Unesco la siguiente proposición:

CONSIDERANDO que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura en el preámbulo de su constitución declara que «puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz»:

CONSIDERANDO que la preparación de la mente del hombre para la paz no puede llevarse a cabo solamente a través de la educación intelectual sino que se hace necesario también una preparación de sus actitudes mentales:

CONSIDERANDO que las actitudes mentales del hombre, que constituyen la parte moral de su personalidad, de acuerdo con los últimos resultados de las investigaciones psicológicas son susceptibles de ser altamente modificadas por la intervención del medio, de modo contrario a las aptitudes intelectuales en las que es preponderante el factor hereditario.

SE PROPONE A LA ORGANIZACION DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACION, LA CIENCIA Y LA CULTURA.

PRIMERO, emprender activamente los estudios relativos a la preparación mundial del individuo y sus actitudes mentales, concepción de su propia dignidad, y

SEGUNDO, considerar como deberes del Estado, además de la educación intelectual, la preparación moral del individuo; para lo que deben adoptarse como medidas prácticas, 1º la inclusión en los programas escolares, principalmente en los de la segunda enseñanza, de cursos destinados a la recta formación del carácter; 2º la fundación de escuelas de tipo muy diferente a las conocidas hasta hoy, con el objeto de capacitar al individuo para la adecuada formación, y la evitación de las deformaciones, de las vidas nacientes a su cargo; 3º la propaganda intensa destinada a aumentar la propia estimación del hombre como medio de elevar su nivel moral.


Este trabajo es uno de los seleccionados por B.B.C. de Londres entre la totalidad de los que fueron presentados a la IV Conferencia General de la Unesco reunida en París. [N. R.]

Como Delegada de Cuba ante la IV Conferencia General de la Unesco, tengo mucho gusto en dirigirme a ustedes desde la British Broadcasting Corp. de Londres, para exponer una vez más los puntos del tema que presento ante la IV Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

En él insisto en la necesidad de una nueva filosofía, puesto que la filosofía influye tan poderosamente como insensiblemente en la educación; ello no es más que la manera de sentir de la época; lo que el hombre de la calle siente sordamente, sin poderlo expresar, lo exponen en tesis razonadas sus filósofos y estos a su vez, determinan el ambiente en que crecen los nuevos ciudadanos. Una filosofía se siente llegar en estos momentos, y es una filosofía de fe en el hombre mismo; si no ¿qué quiere decir la propia fundación de la Unesco? El hombre la ha fundado porque cree en la posibilidad de la eliminación de las guerras a través del perfeccionamiento individual.

Esta filosofía de fe, que tiene fe en el hombre y que también tiene que tenerla por tanto en el mundo como un todo y posiblemente o seguramente en Dios, se opone a la filosofía que hoy parece dueña del pensamiento del presente y que llevó al hombre a la guerra cruenta de la que no nos hemos recobrado todavía.

Pero esta filosofía, de la que digo parece que es dueña del pensamiento actual, está necesariamente en período de agonía. El hombre que marcha hacia la nada, desaparece en ese nebulosa en que siempre se sintió existir, su propia angustia lo elimina y el hombre de la nueva filosofía, viene a afirmarnos los valores imperecederos de la fe. [35]

El hombre de hoy cree en sí mismo y en su futuro y porque cree, logrará hacer de la humanidad entera un baluarte contra la guerra. En qué plazo logrará esta transformación completa, no podemos decirlo.

Los hombres y mujeres que tenemos la responsabilidad de la paz mundial, porque a nuestra labor se nos ha encomendado, tenemos necesidad de fomentar esta nueva filosofía, esta nueva fe, en los hombres de mañana.

Además de la educación intelectual nosotros nos vemos en la obligación de crear en nuestros adolescentes una adecuada concepción del mundo y una apropiada filosofía de la vida.

Todo hombre se forma su concepción del mundo tan pronto empieza a pensar. Esta concepción que cada hombre se forma dentro de sí mismo, está más o menos influida por las corrientes de la época y más o menos trastornada por el ambiente en que crece. Es labor ineludible del Estado procurar que esta concepción que el hombre se forma del mundo y de la vida no sea alterada indebidamente por influencias perturbadoras. El Estado está en la obligación de crear un ambiente propicio al adecuado desarrollo de la personalidad y a la recta formación de carácter.

Esta parte de la educación, hasta ahora abandonada al azar, el Estado está en la obligación de crearla con los medios que se encuentran a su alcance.

No podemos dejar por más tiempo que los hombres sean sanos mentalmente, o insanos, sin llegar a la demencia, por la obra ciega de la casualidad.

Además de enseñar al niño a leer, hay que enseñar al niño a saber conservar todo lo que ha heredado de la humanidad. Todas las grandes conquistas de la humanidad en el campo del carácter no hay que dejarlas a la conquista del hombre por sí solo. No se espera que el hombre por sí sólo aprenda intelectualmente; tampoco podemos esperar que el hombre por sí sólo, y cualquiera que sea el ambiente en que se desenvuelva, aprenda los principios que constituyen los valores más altos de nuestra moral. No hay que esperar que las actitudes en el niño sean las correctas sin ninguna clase de enseñanza ni de preparación al respecto. Si queremos que la actitud del niño y del adolescente y por tanto del hombre ante el mundo sea la correcta, esta hay que enseñársela lo mismo que le enseñamos al niño, al adolescente y al hombre que éste no es un mundo plano asentado sobre una base imaginaria, sino un planeta que da vueltas alrededor del sol en el espacio.

Nos quejamos de la falta de moral en nuestro mundo y no tenemos en cuenta que ninguna otra cosa podemos esperar si no atacamos científicamente el problema moral. Es verdad que existe la religión con sus principios morales; también la religión al inicio del mundo sentaba verdades intelectuales que después necesitaron revisión rigurosa. No quiere esto decir en modo alguno, que desestimemos el valor inapreciable de la religión, pero sí queremos decir que no basta con la religión para resolver el problema del mundo. La religión, como decimos en nuestra exposición ante la Unesco, ordena al hombre amarse mutuamente, bajo la base de la maldad innata del individuo. Es necesario eliminar antes la creencia en la maldad del hombre para que puedan amarse unos a otros, pues no es natural, ni está de acuerdo con sus fuerzas instintivas amar lo malo, y donde quiera que la razón ha chocado evidentemente contra la naturaleza del hombre, ésta ha vencido.

Creemos una moral de acuerdo con la razón, pero también de acuerdo con el hombre, y para esto, la única solución, es elevar por cuantos medios estén a nuestra disposición, el concepto que cada hombre se forja de la dignidad humana.

París, septiembre, 1949.

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