Filosofía en español 
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Sabino Álvarez Gendín

La reforma universitaria

Encuadrar las líneas generales de la reforma universitaria en unas cuartillas, dado que es tal la envergadura de la misma, que serían muchas a trazar, no es tarea fácil; pero sí me he de fijar en tres de sus aspectos:

I. Ingreso en la Universidad.

II. Enseñanza universitaria de la mujer; y

III. Régimen autonómico en la formación de los planes de estudios, con un mínimo de enseñanzas.

I. Ingreso en la Universidad

Llegan muchos alumnos a la Universidad vacíos de contenido histórico, filosófico y aun lingüístico, materia más formativa que propedéutica, y ello debe intentarse corregir con los planes del Bachillerato.

El actual intensifica la preparación lingüística, quizá con un sentido de unilateralidad de las lenguas clásicas, en detrimento de las lenguas vivas que, al par que necesarias, son también formativas.

Ello corregirá uno de los defectos que topamos en los alumnos que se acercan a nuestras aulas; pero ¿en absoluto? ¿No será un obstáculo las dispensas de escolaridad que con tanta facilidad permite dar la nueva legislación?

Se argüirá que el examen de Estado es un cedazo donde se cierne la escena académica. Bien.

Pero ¿se evita que en el examen escrito se copie? ¿No hay quien no habiendo saludado el latín apruebe el ejercicio de este idioma?

El mayor defecto del examen de Estado estriba en que se exige para ser bachiller y, por lo tanto, es tal el número de examinandos, que no hay forma de vigilar los exámenes escritos, los que suelen ser injustos.

El examen de Estado bien está para los que terminen el Bachillerato y necesiten éste para carreras no universitarias, y en que se exige un mínimo de conocimientos en Letras y Ciencias.

Mas para el ingreso en la Universidad, para los bachilleres que ingresen en la Universidad, debe ser ésta quien los examine, exigiendo fundamentalmente un estudio intenso en las ciencias formativas históricas, lingüísticas y matemáticas. ¿Con limitación de matrícula de alumnos?

El problema, si no entrañase dificultades en la distribución del número en las Universidades, sería el más lógico y el que procuraría más justicia, pues si bien somos dados a la benevolencia cuando no hay limitación de matrícula de alumnos, seríamos más justos y equitativos en el enjuiciamiento académico si se hiciese la limitación, como sucede en las Escuelas especiales.

Mas el ensayo no está hecho en la generalidad de las Universidades europeas y americanas, y no debemos de implantarlo por si cualquier imponderable hace reducir la cultura del país; lo que sí pudiera señalarse es el porcentaje de matrícula de ingreso para el alumnado femenino, menos apto para las ciencias abstractas, y con esto pasamos al segundo punto del artículo.

II. Enseñanza universitaria de la mujer

Somos partidarios de que la mujer sea culta, francamente culta; pero de su cultura, de una cultura femenina.

Antes se reunían veinte señoritas y más de la mitad tañían bien el piano y algo casi todas.

Hoy se reúnen veinte señoritas, de ellas bachilleres cuatro quintas partes, y ninguna toca el piano. Esto se ha comprobado recientemente en una reunión de sociedad, en la que pretendían bailar y se carecía de pianista, por lo que hubo que desistir del intento.

Los estudios universitarios, con excepción de los de Letras, y la especialidad de Puericultura en Medicina –con los cuales se pudieran crear, sin limitación de matrícula, secciones femeninas universitarias en las Facultades respectivas (en Inglaterra existe el King's College, con Facultades femeninas de Artes, Ciencias y Economía doméstica, y la Escuela Médica para mujeres en el London Royal Free Hospital)– son inadecuados a la naturaleza psíquica y fisiológica del sexo; y, además, por las consecuencias morales que acarrearía la coeducación que masculiniza a la mujer y la proporciona una excesiva soltura que daña el pudor característico en la mujer española, y por los problemas sociales derivados de una competencia en las carreras y profesiones liberales superiores, que harán al hombre más misógino, reduciendo el estímulo al matrimonio y resolviendo los problemas sexuales por un procedimiento que damnificaría la procreación, y por ende, la constitución de una patria poblada, que habría de llegar en pocos años, según deseo expreso por el Caudillo, a 40.000.000 de habitantes.

Lo que sí se deben erigir son algunos Institutos femeninos de Enseñanza Superior, para adquirir cultura en materia de Letras y Artes, idiomas, labores domésticas, corte y confección, &c., que pudieran radicar en las propias Escuelas Normales femeninas, refundiéndose con éstas los actuales Institutos femeninos, donde los haya. Orienta bien esta cuestión la Italia fascista, que, según la XXI Declaración de la Carta de la Escuela, redactada por el Ministro de Educación, Bottai, y sancionada por el Gran Consejo Fascista de 15 de febrero de 1939, se erigirán Centros docentes femeninos en consideración al destino especial y a la misión social que compete a la mujer en la vida fascista, como el Instituto femenino de plan trienal, que se empezará desde la Escuela media única y en el Instituto del Magisterio de plan bienal, al que se ingresará después de haber cursado en el anterior Instituto, que preparará en Economía doméstica y para ejercer la enseñanza en Escuelas maternales.

Aun Alemania misma, donde preocupa menos que en Italia los problemas sexuales, tiene sus ciclos femeninos independientemente de los Institutos y gimnasios masculinos, y en cuyos últimos tres años se bifurcan los estudios en uno de Economía casera y dos de idiomas, existiendo incluso Escuelas de preparación femenina con estudios especiales de asistencia colonial para tratamientos urgentes, pequeña Cirugía y cuidados puerperales y de lactancia, como se hace en la Escuela Colonial Femenina de Rendsburg.

III. Planes de estudios

Debe existir un mínimo de asignaturas para cada Facultad, que se estudiarán obligatoriamente, y después, otras de libre determinación de las Facultades, aunque obligatorias para el alumnado; asignaturas que se implantarán atendiendo a las necesidades del país, a los elementos de investigación y trabajo de la localidad y a las características históricas; así, pues, en la Facultad de Derecho de las regiones forales, se estudiará Derecho foral; en las regiones mineras, Derecho minero. En las Facultades de Ciencias, se estudiará en estas regiones los hidrocarburos, con independencia de la Química orgánica.

Allí donde existan excelentes instalaciones de radio, en la Facultad de Medicina, se implantará una asignatura de Radiología.

Muchas de estas asignaturas pueden originar especialidades dentro de la Facultad; así, en la de Derecho, la de estudios de Derecho público o la de estudios económicos, aunque éstas pudieran ser objeto de disciplinas cursadas en Facultad autonómica, intitulada de Ciencias Económicas y Comerciales, como ya existe hoy en Italia, después de la reforma de Bottai, de 1939.

Una dificultad sería la dotación de estas cátedras. Se señalaría un número idéntico por Facultad, cuyos titulares perteneciesen al Escalafón general, si bien la nomenclatura de las cátedras se determinase por las diversas Facultades.

Esto no sería óbice para que las Facultades que contasen con recursos económicos estableciesen y dotasen cátedras especiales, de matricula voluntaria para el alumnado.

El sistema de selección de las cátedras costeadas con fondos del Estado sería idéntico a las del plan obligatorio, sobre cuya cuestión no me detengo, porque, hoy por hoy, en España, no es mejorable si bien fuera de desear que nadie tuviera el título de Catedrático sin haber explicado dos cursos como Profesor agregado, o haber hecho estudios pedagógicos en algún Instituto, como para la segunda enseñanza existe el Staatliches für das Lehramt, ya que la mucha ciencia no habilita para enseñar tanto como para investigar.

Esto es cuanto puedo decir, en pocas cuartillas, acerca de tan vasto tema como el de la reforma universitaria en nuestra Patria para la revista EDUCACIÓN, que ha venido a llenar un vacío que se dejaba sentir en España, y que cumple un magnífico papel en estos momentos en que se trata de revisar la casi centenaria Ley Moyano, conocida también como Ley de Instrucción Pública.

Sabino Álvarez Gendín
Rector de la Universidad de Oviedo