Filosofía en español 
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Crónicas

El S. E. U. y la División Azul

Los estudiantes españoles han vuelto a reivindicar, para sí, el puesto de honor que les corresponde en la vida del Estado. Durante muchos años, en España, fueron las masas estudiantiles instrumento político a merced de las banderías más enconadas. Difícilmente se constituían agrupaciones o sociedades de estudiantes con otro fin que no fuese el de proclamar –al acorde de la política de negaciones que encarnaba el régimen liberal– los más monstruosos postulados contra los principios eternos de nuestra historia y nuestra tradición. Sólo por excepción, alguna reducidísima minoría alzó la bandera contra este numeroso sector, representante de la anarquía universitaria. Y, entre todos, la Falange fue aquel selecto grupo minoritario que con más vigor gritó su fe en España, contra el servilismo extranjerista de los universitarios democráticos.

Hoy, otra vez, la juventud encuadrada en las milicias combativas del S. E. U., se incorpora a la gran contienda universal contra el comunismo, cumpliendo así un acto más de servicio a la Patria.

“La movilización de los estudiantes españoles –ha dicho el Delegado Nacional del S. E. U.– fue espontánea y quizá anterior al llamamiento hecho por el Partido. Todos los estudiantes sentían el máximo orgullo de poder participar en esta cruzada contra el comunismo”. En efecto, cerca de un diez por ciento de los voluntarios falangistas que componen la División Azul, pertenece al Sindicato Español Universitario.

Cuando las cicatrices de nuestra pasada guerra de liberación aún no están cerradas, son nuestros mismos ex combatientes los que reclaman un puesto de vanguardia en la lucha contra los soviets. En la compleja fisonomía espiritual de los pueblos, el caso de nuestra Patria, quizá deba registrarse excepcionalmente. Tres años de heroico sacrificio, en los que la juventud no regateó nada de cuanto se le pedía en nombre del interés supremo de la Patria, no han bastado para agotar el músculo ni vencer el ímpetu de esta generación.

Pasarán los años, y cuando la perspectiva histórica dé la imparcial objetividad de juicio al momento presente, se comprobará que el esfuerzo emprendido el día 18 de julio de 1936, tiene, para España, caracteres de admirable Cruzada gigantesca. Porque el paso decisivo dado en aquella hora, abrió un dilatado camino, cuya extensión no hemos terminado aún de recorrer. Para alcanzar la meta definitiva, España, tiene que conseguir la total realización de sus reivindicaciones políticas e históricas. Y, para lograrlo, no puede cejar en cuantos menesteres se emplee o en cuantos sacrificios se imponga. He aquí la razón de que el Sindicato Español Universitario haya querido, una vez más, hacer gala de las virtudes que son típicas de nuestra juventud. Que sólo el engrandecimiento de la Patria se logra definitivamente, cuando el egoísmo y la ambición son sustituidos y derrotados por el desinterés y el sacrificio.